Historia de los escritos de Urantia por Ángel F. Sánchez Escobar

Descripción

Historia de los escritos de Urantia por Ángel F. Sánchez Escobar

 

 

Historia de los ESCRITOS DE URANTIA

© Ángel F. Sánchez Escobar

 

(REVISADA Y ACTUALIZADA)

 

LARRY MULLINS

con la colaboración de

MEREDITH JUSTIN SPRUNGER

 

TRADUCCIÓN Y ADAPTACIÓN DE

ÁNGEL F. SÁNCHEZ ESCOBAR

 

Equipo de redacción y producción

Joan Batson Mullins

Michelle Mullins

Ángel F. Sánchez-Escobar

Donald Shea Green

Eic Cosh

James “JJ” Johnson

David Kantor

Victor McGonegal

Merrit Horn

Jeanne Horn

Jill Strunk

Norm Du Val

Rosey Lieske

David Biggs

Andre Radatus

 

A esos primeros urantianos que con tanta fidelidad asumieron la responsabilidad derivada del texto de 1955 de The Urantia Book

 

ÍNDICE

 

ÍNDICE

 

PREFACIO

 

INTRODUCCIÓN

 

RECONOCIMIENTO

 

CAPÍTULO I

The Mind at Mischief

 

CAPÍTULO II

La reunión

La cuestión del origen

 

CAPÍTULO III

El primer contacto

El foro

La comisión de contacto

 

CAPÍTULO IV

El asombroso manuscrito

La cuestión de la letra del manuscrito

La importancia de la letra del manuscrito

El foro lee los primeros escritos

El proceso de lectura seguido en el foro

El foro se constituye formalmente

¿Fue necesario el “sujeto dormido”?

«Repasemos de nuevo el libro»

 

CAPÍTULO V

Más sobre los primeros contactos -y los escritos de Jesús-

El proceso de materialización

La revelación de los tiempos y el conocimiento humano existente

 

CAPÍTULO VI

La fechas de las partes de los escritos

Parte IV: los escritos de Jesús

La preparación del Prólogo

La tercera vuelta del foro

 

CAPÍTULO VII

La tempestad provocada por los Sherman

¿Quién era Harold Sherman?

Relatos contradictorios de Sherman

La petición y sus consecuencias

Corrección de las pruebas de imprenta de los escritos de UrantiaLas planchas

Las planchas

Errores en The Urantia Book

Los reveladores no querían intervención humana

Nadie podía haberlo hecho mejor

¿Por qué no un libro perfecto?

Cambios realizados en el texto original

 

CAPÍTULO VIII

Formación de La Fundación Urantia

La declaración de fideicomiso

Cambio de responsabilidad

El mandato para publicar The Urantia Book

El registro de la propiedad intelectual de The Urantia Book

Por fin los libros de Urantia

 

CAPÍTULO IX

El destino de la comisión de contacto

La cuestión de la guía celestial continuada

La segunda impresión (1967) de The Urantia Book

¿Qué salió mal?

¿Estaban todos los fideicomisarios informados de los cambios?

¿Hubo algún problema técnico en la impresión?

La perspectiva de Meredith J Sprunger

Comparación entre las impresiones de 1955 y 1967

Debemos confiar en el escriba

La búsqueda de la verdad

 

CAPÍTULO X

Cambio hacia un liderazgo autoritario

El permiso de utilización de los tres círculos concéntricos: el estandarte de Miguel

Grimsley y sus “mensajes” sobre la Tercera Guerra Mundial

Conflictos, confusión y demandas

Nace la Asociación Internacional Urantia

Más demandas

La Hermandad Urantia

Temor a la creación de una iglesia

La nueva Fraternidad

Una religión basada en los escritos de Urantia

Sprunger y una religión urantiana

¿Hace falta un nuevo paradigma?

 

EPÍLOGO

Sentido de la propiedad: ¿Quién es el dueño de la revelación?

No hay documentos secretos

El Dr. Sadler no «comunicó» nada

Sadler no autorizó cambios en el texto

«The Golden Years»

El fin de la propiedad sobre The Urantia Book

Gente especialmente “elegida”

Distorsión de la revelación divina

Sectarismo y comunicaciones paranormales

Mensajes paranormales: ¿engaño o revelación?

La prueba del verdadero profesor

Una próxima era de responsabilidad personal

El estado actual de la revelación

Una nota personal

Una nota personal para nuestros hermanos y hermanas hablantes de español

 

APÉNDICES

 

APÉNDICE A: DATOS BIOGRÁFICOS DE WILLIAM S. SADLER

 

A.1. Traducción del facsímil de Who’s Who de 1924 con una entrada del Dr. William S. Sadler.

 

  1. 2. Otros datos biográficos

 

APÉNDICE B: LISTA DADA POR SADLER DE ACTIVIDADES INUSUALES DE LA CONCIENCIA MARGINAL. (LA MENTE SUBCONSCIENTE).

 

APÉNDICE C: DIFERENCIAS ENTRE HISTORIA I E HISTORIA II

 

“History I”

 

“History II”

 

APÉNDICE D: MATERIALIZACIÓN DE LOS ESCRITOS DE URANTIA

 

D1. Lo que dicen los escritos de Urantia sobre la manera en la que se éstos materializaron en la lengua inglesa

 

D.1.2. Resumen de referencias respecto al origen y método de materialización de los escritos

 

D.1.3. Otras referencias

 

D.2. Posible forma de materialización de los escritos de Urantia

 

APÉNDICE E: IMPRESIONES DE THE URANTIA BOOK Y CAMBIOS REALIZADOS

 

E.1. Resumen de las impresiones hasta 1990

 

E.2. Resumen de cambios textuales

 

APÉNDICE F: CARTAS HISTÓRICAS

 

REFERENCIAS

 

PREFACIO

 

Larry Mullins tenía razones más que justificadas para escribir su libro Historia de los escritos de Urantia. Existía una necesidad imperiosa, por un lado, de reordenar los acontecimientos y circunstancias que llevaron a la aparición de estos escritos dentro de un marco de objetividad histórica y, por otro, de abordar las anomalías existentes en la interpretación oficialista respecto a sus orígenes.

 

Todo el mundo sabe que una historia es el relato de acontecimientos que se suceden unos a otros en el tiempo, y los cronistas urantianos han narrado la historia de los escritos sin mayor desacuerdo. Pero una historia es mucho más que un simple catálogo de acontecimientos dispuesto en un cierto orden. Los acontecimientos mismos deben estar conectados crono-lógicamente, y es en este sentido donde surgen las divergencias entre esos cronistas. No resulta fácil dar el paso desde la localización de los textos hasta su interpretación.

 

Además, narrar una historia con objetividad conlleva seguir una serie de pasos. En primer lugar, el historiador necesita encontrar datos en los que basarse —que no tienen por que reducirse a textos escritos—. Obviamente, hay algunos más valiosos que otros; es decir, hay fuentes primarias y secundarias. Saber confirmar esos datos es también una parte importante de la investigación histórica. Mullins ha llevado a cabo esta fase empírica al haber encontrado y validado testimonios textuales, y al haber excluido fuentes secundarias inconsistentes. Pero, al hacer esto, descubrió otros textos e interpretaciones tendenciosos y sesgados.

 

Basándose en esos testimonios textuales, el autor pasa a la segunda etapa de la investigación histórica, a la de la interpretación de los datos, logrando así establecer conexiones más lógicas y significativas entre los acontecimientos que llevaron a la aparición de los escritos. Como cualquier otra narración, la que Mullins nos presenta está abierta al análisis y a la discusión; si bien, las conexiones que realiza a la luz de pruebas documentales tienen sentido y resultan lo suficientemente convincentes como para que la comunidad urantiana pueda aceptarlas, sin muchas reticencias, como válidas.

 

Hay muchos urantianos, a ambos lados del Atlántico, que han sufrido las consecuencias de una interpretación oficialista y sesgada de los acontecimientos que llevaron a la autoría, materialización, y diseminación de los escritos, y que la encuentran inaceptable. Se trata de una interpretación indocumentada y poco solvente que ha llevado a engaño a muchos miembros hispanohablantes de la comunidad urantiana. Esto significa que la difusión en distintos idiomas de este libro no será del agrado “institucional”, pero no hay dudas de que por su exposición lógica, por su versión plausible, bien razonada y convincente de los hechos, habrá muchos lectores que abrirán sus ojos a la realidad.

 

Ángel F. Sánchez‑Escobar

 

 

Introducción

 

¿Hay inteligencias de orden superior en nuestro inmenso universo? ¿Saben que existimos? Suponiendo que existiesen esas inteligencias y se preocuparan por nosotros, ¿se pondrían alguna vez en contacto con nosotros para intentar ayudarnos? Dicho de otra manera, ¿tiene validez como premisa el concepto de revelación? ¿Qué nos revelarían o podrían prudentemente revelarnos unas inteligencias más desarrolladas y de mayor espiritualidad?

 

Si alguna vez ha considerado esa posibilidad, esta Historia de los escritos de Urantia le interesará. “Urantia” es el nombre dado en dichos escritos a nuestro planeta. Esta historia cubre un período aproximado de cincuenta años —desde 1906 a 1955—, momento en que se publicó The Urantia Book[1]. Aunque se han imprimido ya casi medio millón de ejemplares en lengua inglesa, nunca hasta ahora se había realizado, de manera documentada, el relato de los acontecimientos, muchos de ellos desconocidos, que llevaron a su aparición, a pesar de que éste represente el episodio más impresionante de nuestro turbulento siglo XX.

 

El millón de palabras aproximado de los escritos de Urantia no constituye sino un intento sin precedentes de formular una extraordinaria integración de tres núcleos de conocimiento —hechos científicos, realidades espirituales y verdades filosóficas— que tradicionalmente se habían tratado de forma separada, como si formaran compartimentos estancos. En realidad, cada uno de éstos contiene significados esenciales, aunque incompletos, sobre quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos. Los escritos de Urantia hacen uso del más profundo conocimiento disponible de la época en que se escribieron para establecer entre estas tres disciplinas —ciencia, religión y filosofía— una relación extraordinariamente novedosa. Al hacerlo no sólo posibilitan nuevas conexiones entre ellas, sino que, con la aportación de un material de carácter revelado, se engrandecen conceptualmente. El resultado para la humanidad es una perspectiva integrada y enaltecida sin paralelo o precedente alguno.

 

En los escritos encontramos testimonios que aluden a su carácter de revelación de los tiempos, pero es llamativo el hecho de que no reivindican para sí la infalibilidad:

 

Los escritos, uno de los cuales es éste, constituyen la más reciente exposición de la verdad que se haya realizado a los mortales de Urantia. Estos escritos difieren respecto de todas las revelaciones anteriores en el hecho de que no son la labor de un solo ser personal del universo sino la combinación de exposiciones de muchos seres. Pero ninguna revelación es completa a no ser que intervenga el Padre Universal, y cualquier otro tipo de aportación celestial no es sino parcial, transitoria y adaptada prácticamente a las condiciones locales en el tiempo y en el espacio. Aunque reconocer esto pueda tal vez restar fuerza y autoridad inmediatas a todas las revelaciones, en Urantia ha llegado el momento de ser francos al realizar estas afirmaciones, aunque se corra el riesgo de debilitar la influencia futura y autoridad de ésta, la más reciente de las revelaciones de la verdad destinada a las razas mortales de Urantia. (p.1008, pár. 2 )

 

Estos escritos son, sin lugar a dudas, profundamente religiosos, sin embargo, no tratan de establecer una nueva religión, sino que intentan integrar, de manera filosófica, conocimiento científico evolutivo y verdad espiritual. Aunque parte de su contenido científico está obsoleto, si lo sustituyéramos por el conocimiento científico más actual, su amplia síntesis filosófica no dejaría de tener sentido. Los escritos son en esencia una exposición y una expansión de la vida y obras de Jesús de Nazaret dentro de un contexto cosmológico magnífico, a una escala inédita en nuestro planeta. Y quizás sean estas aplastantes afirmaciones las que puedan suscitar cierta desconfianza. No obstante, si nos acercamos a ellos con una mente abierta, descubriremos conceptos tan nuevos y significativos que nos harán descartar la idea de que estamos ante una obra esotérica.

 

Llevo más de treinta años estudiando estos escritos y he tenido la oportunidad de conversar, en repetidas ocasiones, con personas que conocían de manera directa los acontecimientos que culminaron en su materialización. Es por ello por lo que estoy totalmente convencido de que entre 1906 y 1955 seres no materiales con una inteligencia y una madurez sobrenatural mantuvieron, de forma regular, contactos con un grupo de seis mortales, con el propósito de proporcionar al mundo una revelación espiritual de gran transcendencia.

 

Las personas que se vieron envueltas no eran ni parapsicólogos ni diletantes, sino todo lo contrario; su figura clave, el Dr. Sadler, era un prominente psiquiatra reconocido a escala nacional y autor de 47 libros. Sadler se había ganado una buena reputación desenmascarando supuestos fenómenos paranormales. En su libro The Mind at Mischief califica a los que se consideran médiums o que creen tener poderes paranormales de fraudulentos, de personas que se engañan a sí mismas. La historia de su pugna, hasta que pudo por fin reconocer abiertamente lo que sucedía delante de sus ojos, y la validación de algo para lo que se había entrenado como científico a desenmascarar, representa un fascinante argumento secundario en la historia de los escritos de Urantia. Sin embargo, tanto él como los restantes cinco cruciales protagonistas claves de estos sucesos han fallecido y, aparte de los mismos escritos, sólo dejaron retazos de información de cómo éstos se originaron. No hay nadie, ni lo ha habido, que pudiera expresarse con autoridad ni respecto a su origen ni a su increíble contenido. Realmente no sabemos mucho de cómo se materializaron los escritos en la lengua inglesa.

 

Pero, aunque los escritos de Urantia no tienen autoría humana, sí hubo una séptima persona con un papel relevante. Se le ha llamado el “sujeto dormido” o la “persona de contacto”. Todo indica que era una persona común que, de alguna manera, se vio envuelta en la materialización de los escritos. Sabemos que no fue un médium y, aunque el texto completo se originó en forma manuscrita, él no “comunicó” el texto ni lo hizo a través de “escritura automática”. Los escritos nos dicen que hay una parte de Dios que ordinariamente mora en el ser humano, y esta Fracción Divina, de alguna manera, sin usar la mente de esta persona, participó en dicha materialización. Es por ello que el Dr. Sadler fue claro y rotundo al afirmar que los escritos no se originaron mediante ningún fenómeno conocido de carácter paranormal. Nunca se ha podido establecer la identidad del sujeto dormido y probablemente nunca se establecerá.

 

Seguramente que los invisibles reveladores no tenían la intención de que surgieran misterios, sino establecer un marco en el que los escritos tuviesen validez por sí mismos. Al parecer, era necesario que los lectores basasen su valoración sólo en el contenido y no en ninguna fuente supuestamente milagrosa; por tanto, nunca se llegó a desvelar ni la identidad del sujeto dormido ni lo que el pequeño grupo de seis personas sabía sobre la mencionada materialización. No obstante, siendo como es el ser humano, para llenar ese vacío de información, no se han dejado de hacer especulaciones sobre la identidad de la persona de contacto y sobre los procedimientos y circunstancias que dieron origen a los escritos de Urantia[2].

 

Los escritos han recibido la atención de un gran número de personas, pero, más que su contenido o mensaje espiritual, ha habido quien se ha centrado más en sus elementos apócrifos o, en un intento de desacreditarlos, en relatos erróneos sobre su origen y en supuestos defectos de personas relacionadas con ellos. El contenido de los escritos ha atraído a una gran cantidad de personas, algunas más interesadas en los elementos apócrifos sobre su origen que en su mensaje espiritual. Hay, sin embargo, investigadores serios que han sabido alejarse tanto de estos detractores como de las estrambóticas suposiciones de algunos que se autodenominan “urantianos”, muchos de los cuales creen tener una condición especial y estar en exclusiva posesión de información “privilegiada”. Sin duda, todo esto puede generar, y de hecho genera, mucha confusión. No obstante, aunque dispersos y de distintas fuentes, se poseen datos históricos verificables suficientes como para aportar luz a esa confusión si sabemos acercarnos a éstos con prudencia y discernimiento y trazar una cronología que, de forma global, resulte coherente y plausible.

 

Siempre he albergado la esperanza de que alguna vez se contara con exactitud la historia de los escritos, pero esto no ha ocurrido. Por ello que me decidí a tomar esta iniciativa, sabiendo que no iba a obtener la aprobación “oficial”. De todos modos, es importante aclarar que la historia que aquí se narra es la de los escritos y no la del movimiento urantiano. Si bien es cierto que, siempre que se relacionen con el hilo de la historia, me referiré a éste y a las personas que intervinieron en él.

 

No me hubiese decidido a escribir este libro sin la valiosa ayuda de Meredith Justin Sprunger. Sprunger es ministro eclesiástico y doctor en psicología, y ha realizado estudios en filosofía, teología y sociología. Ha sido profesor universitario y ha ocupado cargos directivos en la universidad. También tiene experiencia como escritor. En este momento, Sprunger es editor de The Spiritual Fellowship Journal (Revista de la Fraternidad Espiritual).

 

Sprunger llegó a conocer a tres de las seis personas que componían la llamada “comisión de contacto” que, como su nombre indica, contactaba con los reveladores celestiales. Cuando conocí a Sprunger, a mediados de los setenta, yo tenía muchas preguntas sobre el origen de los escritos de Urantia —en aquellos días era difícil obtener información alguna al respecto—. Sabía que había escrito muchos artículos sobre el origen, contenido y significado de los escritos de Urantia y era, además, el autor del único material autorizado publicado por la Fundación Urantia (editores de The Urantia Book) sobre el origen de la revelación. Estaba seguro de que él sabía más de lo que se le había permitido publicar de manera oficial.

 

Cuando le conocí, me sorprendió su actitud abierta y franca. En contraste con otras personas pertenecientes a ese “circulo cerrado” oficialista, las explicaciones de Sprunger eran transparentes como el cristal y resultaban alentadoras. Me proporcionó —como lo hubiera hecho con cualquier otro investigador bien intencionado— sus artículos y, con cierta prudencia, me desveló muchas cosas interesantes que Sadler le había contado a él. En aquel momento, mi curiosidad se disipó y seguí su consejo en cuanto a que me centrara más en el contenido de los escritos. Y, efectivamente, a través de los años, he llegado al total convencimiento de que éstos son exactamente lo que dicen ser: una revelación transcendental para los tiempos. Sin embargo, en un recóndito lugar de mi mente, sabía que todavía había muchas preguntas sin respuestas y muchas “puertas prohibidas” que jamás se habían abierto a una investigación objetiva y sin temor, y pensé que era yo el que tenía tal cometido.

 

Clyde Bedell, uno de los primeros urantianos en ser miembro de lo que se vino a llamar “el foro”, me había proporcionado una primera edición de The Urantia Book. Yo había observado a Clyde atareado en una inmensa mesa cubierta con archivos de fichas de 3 x 5 pulgadas preparando su Concordex (1971). Trabajé con él durante tres años y hablamos muchas veces de los escritos de Urantia y de sus experiencias en el foro. En los setenta mantuve algunas conversaciones con uno de los miembros de la comisión de contacto y serví durante ocho años como consejero general de lo que se llamaba entonces la Urantia Brotherhood (la Hermandad Urantia)[3]. En el proceso, me di cuenta de que me iba a resultar difícil escribir esta historia sin ayuda y, por la sugerencia de mi esposa Joan, una gran conocedora de los escritos, me decidí a pedir la colaboración de Meredith Sprunger, el último de los colegas supervivientes del Dr. William S. Sadler, y de otras personas pertenecientes a la segunda generación de urantianos, con un conocimiento excepcional de los escritos y una gran experiencia en el movimiento urantiano.

 

Por tanto, en las siguientes páginas ahondaré en los orígenes de los escritos partiendo de la investigación de Sprunger, que conoció de cerca a personas implicadas en el proceso revelatorio. En dichas investigaciones, él siempre había mantenido una rigurosa objetividad y había sido muy crítico tanto de los escritos de Urantia como del movimiento urantiano. A él le parecen creíbles los puntos esenciales de los episodios que se relatan a continuación y que han sido tomados de personas con experiencia directa en relación a los orígenes de dichos escritos. Hay que añadir que durante esta investigación, Sprunger continuó ejerciendo su cargo de ministro de la United Church of Christ así como su labor docente en el Indiana Institute of Technology, la jefatura del Departamento de Psicología y la presidencia de la Facultad de Humanidades.

 

Pero esta historia, además de esos y otros testimonios, requería el ensamblaje de un mosaico de documentos de diversa procedencia y de correspondencia antigua. Curiosamente, a veces, he obtenido datos esclarecedores de los mismos detractores de los escritos y de ciertas personas que han intentado explicar o racionalizar errores o encubrir los hechos. Pero cualquiera que haya sido su origen, he tenido en cuenta siempre datos que fuesen plausibles, verificables y coherentes, ante los que el lector sabrá sacar sus propias conclusiones.

 

Sí puedo asegurar que he buscado, con la ayuda de Meredith y de algunos estimados urantianos, la verdad con toda franqueza, sin importarme los resultados cualesquiera que fueran. Es por ello por lo que manifestaré mis dudas cuando las tenga. Si existe algún desacuerdo con algún miembro del consejo de edición, expondré su opinión al lado de la mía. También, en el caso de información obtenida de forma oral, relataré únicamente aquella que haya obtenido de al menos dos o más fuentes distintas e independientes y que estuvieran en armonía con otros datos. De esta manera, creo que podré establecer, sin adornos ni embellecimientos ni especulaciones, los hechos históricos en torno a los escritos de forma objetiva, razonable y clara, y conformar un tapiz con diseños bien definidos.

 

Inevitablemente, las historias constituyen procesos dolorosos y casi siempre conllevan algún tipo de confrontación. Los que emprendimos la tarea de desarrollar ésta, nos damos cuenta de que sus conclusiones allanarán el camino futuro de los escritos de Urantia, pero hay mucho en juego porque chocan con los intereses de los que tratan de controlar la revelación. No nos puede sorprender, pues, la virulenta respuesta que puede provocar nuestra interpretación de los hechos acaecidos en torno a los escritos, porque es ésta, más que los mismos hechos, la que constituye el centro de nuestra argumentación histórica.

 

Nos hemos esforzado por exponer una buena historia, pero nos damos cuenta de que no hemos dicho la última palabra. Hemos descubierto cabos sueltos que necesitan más investigación. Resumiendo, queremos alcanzar los siguientes objetivos con esta narrativa:

 

1 ) Establecer una base sólida de los hechos.

 

2 ) Abrir todas las puertas hasta ahora cerradas e incentivar posteriores investigaciones.

 

3 ) Trazar una guía para los futuros urantianos.

 

En realidad, esto no es más que el comienzo.

 

RECONOCIMIENTO

 

Ante todo me gustaría agradecer a muchos urantianos su valiosa ayuda en la preparación de esta historia. En primer lugar, gracias a aquéllos que hicieron posible la edición de 1955. En segundo lugar, mi agradecimiento a Meredith J. Sprunger por todos estos años de sabiduría, discernimiento y guía. Gracias también a Joan Batson Mullins, mi compañera y constante inspiración, que me animó a escribirla. Su impresionante conocimiento de los escritos y su imparcialidad dan una especial dimensión a cualquier proyecto que se haga en relación a los escritos. Gracias, Joan, por haber convertido estos últimos años en los más felices de mi vida. Gracias igualmente a la joven urantiana Michelle Mullins, por su ayuda con las tablas y gráficos, por descifrar los descoloridos documentos de los primeros urantianos y por la fe que tiene en su padre; y a Kathleen Mullins, cuya intrépida búsqueda de la verdad es capaz de hacer cambiar las vidas de los que tiene a su alrededor, una de ellas la mía.

 

Mi agradecimiento también a Eric Cosh, que durante años ha trabajado por la revelación con denodado esfuerzo y talento y con fidelidad y generosidad; a James “JJ” Johnson, urantiano firme y devoto y gran conocedor de los escritos, por su inconmensurable ayuda en este proyecto gracias a sus importantes observaciones; a Ángel F. Sánchez-Escobar, de Sevilla, España, por su paciencia, discernimiento y valiente servicio a los urantianos de habla española, y por su apoyo, ayuda y traducción al español de nuestra historia; a Jeanney Horn, que ha mejorado el libro con sus acertada revisión; a Merrit Horn, a través de cuyas notables aportaciones e inquebrantable erudición hemos conocido las alteraciones realizadas en el texto original, por su inestimable ayuda a esta historia; a David Kantor, cuya gran dedicación a la revelación, integridad y coraje no tienen paralelo en la actual generación de urantianos; a Andre Radatus, que sabe aportar mesura e imparcialidad a todo proyecto sobre los escritos; a Rosey Lieske, por sus años de apoyo y aliento, por su relación ejemplar con los países de habla hispana y por su comprensión sin igual de los meta-valores; a Norm DuVal, un apasionado y comprometido urantiano siempre deseoso de ayudar en todo a la revelación; a David Biggs, uno de esos grandes urantianos que han luchado sin descanso durante años por la revelación sin que se le haya reconocido; a Jill Strunk, un dedicado urantiano, por sus sabios consejos durante años y por su valiosa ayuda con la revisión del texto; a Victor McGonnegal, un amigo de toda la vida, que con gran acierto dirige un gran grupo urantiano independiente en Washinton D.C.; a Kristen Maaherra y a Eric Schaveland, por haber ampliado mi perspectiva y comprensión de los escritos con su percepción, consejo y documentación a lo largo de los años, y por el coraje y la firmeza demostrados para liberar la revelación; a Donald Shea Green, un buen amigo, por su apoyo y por ser un fiel puntal de nuestro grupo Living the Teachings; a Mary Doubek, que inspira y sirve a la mujer y que levanta los corazones de sus alumnos; a sus jóvenes hijos MicahDamon y Aarón, que se esfuerzan por vivir las enseñanzas con nosotros y que algún día ayudarán a cambiar este mundo; a AngieJesse y Haley Thurston de nuestro grupo infantil, que me recuerdan cada día lo que significa esta revelación, y a Claire y Chuck Thurton, por su inmenso apoyo a nuestro grupo; a Tom Choquette, por su ánimo y generosa ayuda, y por su notable acercamiento a la juventud; a Behzad Sarmast y Marielle Tavares, por su amistad, comprensión y hermoso compañerismo; a Clyde Bedell, que me dio el primer libro de Urantia y me dijo, poco antes de su fallecimiento, que había docenas de seres invisibles a nuestro alrededor deseosos de ayudarnos cuando comenzamos a hacer algo; a Berkeley Elliot, que me enseñó lo que era ser guía y servidor, y que me presentó a mi primera familia urantiana en Oklahoma City.

 

Por supuesto, también le doy las gracias a esos invisibles y silenciosos seres que espero conocer algún día; a toda esa hermandad de creyentes, de todos los credos, que pugnan por servir a la humanidad con integridad, benevolencia y grandeza; a todos los urantianos cuyo trabajo menciono en esta historia, sin los que tendríamos muy poca documentación; a aquéllos que estén de acuerdo con mis conclusiones, y a aquéllos que tengan ideas contrarias, que pueden, dentro de un razonable debate, aportar luz a ciertos temas, y especialmente a aquéllos que mejorarán esta narrativa con las suyas; a todos, gracias.

 

He hecho un sincero esfuerzo para contar la verdad con imparcialidad, dentro de la mejor de mis habilidades y entendimiento, y al hacerlo es posible que haya ofendido a algunas personas. Si es así, dejo estas palabras de Shakespeare, “Al ser perdonado por tus delitos, que tu indulgencia me deje libre a mí.”

Larry Mullins (Boulder, Colorado)

 

 

MEREDITH JUSTIN SPRUNGER es un académico de prestigio con los pies bastante asentados en el suelo. Como teólogo y filósofo, había visto muchas de las llamadas “revelaciones” surgir y desaparecer. Pero, ¿qué fue lo que vio en The Urantia Book que le movió, hace muchos años, a intentar descubrir quién lo escribió y quién financiaba su publicación?

 

Sprunger supo de The Urantia Book por primera vez en 1955, a la edad de 40 años. En un principio no se sintió impresionado; sin embargo, durante un viaje en coche a una reunión de la junta de la iglesia, mantuvo una conversación con su acompañante y aquello desencadenaría una serie de sucesos que le harían reconsiderar el libro y cambiar su vida.

 

 

Foto de The Urantia Book, edición de 1955.

 

 

Capítulo I

 

“¡Desde luego que si esto no es una exacta descripción de la realidad, así es como debería ser!”

 

EN DICIEMBRE DE 1955, el reverendo Brueske, pastor de la Zion United Church of Christ de South Bend, Indiana, entregó al reverendo Meredith J. Sprunger un voluminoso libro que acababa de publicarse ese año: The Urantia Book. Aquel libro impresionaba por su tamaño. Tras sus pastas de un intenso color azul había 2.000 páginas y un millón de palabras.

 

“El juez Hammerschmidt me dio el libro”, dijo Brueske. “Algunos empresarios creen que es una nueva Biblia.” Su esposa y él sonreían mientras Meredith sujetaba el gran volumen entre sus manos y lo abría. Meredith dio un vistazo al índice. Los supuestos autores de los 196 escritos incluidos en el libro eran un reto a la credulidad incluso más que los títulos de éstos. El segundo escrito se titulaba “La naturaleza de Dios”, por un “Consejero Divino”; otro, “El universo de los universos” por un “Perfeccionador de la Sabiduría”, otro más, “Los seres personales del Gran Universo”, al parecer escrito por un “Mensajero Poderoso”. Con aquello bastaba para dejar de interesarle y encontrarlo, además, absurdo.

 

Sprunger leyó a Irene, su esposa, que estaba sentada al lado de él, algunos de los títulos, y todos esbozaron una leve sonrisa ante la ingenuidad del juez Hammerschmidt. Finalmente cerraron el libro. Sin embargo, los dos ministros y sus esposas sentían un profundo respeto hacia Hammerschmidt por su contribuciones a la Zion Church. Era una persona muy estimada dentro de la Church of Christ. El juez había desempeñado un papel fundamental en la construcción del Hospital Infantil de South Bend e incluso había donado una capilla a Elmhurst College. Pero, a pesar de todo, no había otra manera de ponerlo, The Urantia Book debía ser alguna forma de engaño. Sprunger puso el libro a un lado, y dio por sentado que aquel día de 1955 sería la última ojeada que le daría, pero se equivocaba.

 

Un mes más tarde, Sprunger, que era vicepresidente de la Junta de la Conferencia Indiana-Michigan, fue a recoger al juez Hammerschmidt para llevarlo a una reunión del consejo que tenía lugar en Jackson, Michigan. Durante las dos horas y media que duró el viaje, éste le comentó de forma cautelosa la investigación que había estado llevando a cabo sobre el fenómeno del espiritismo.

 

Hammerschmidt había perdido a su esposa hacía una década y había recurrido a la práctica del espiritismo, pero no estaba demasiado impresionado con lo que había descubierto. Al ver que a Sprunger no le inquietaba hablar del tema, el juez directamente le dijo: “Tengo un libro que me gustaría que leyera y me diera su opinión.” Sprunger mantuvo la mirada fija en la carretera y en el crudo día de enero reflejado en el paisaje delante de él. Se imaginaba lo que vendría a continuación, pero sin querer herirle le dijo: “Está bien, juez, mándemelo.”

 

 

Meredith J. Sprunger a mediados de los cincuenta.

 

En una semana le llegó un paquete con The Urantia Book. En los meses que siguieron, Sprunger leyó algunos de los pasajes de la voluminosa obra, formándose una opinión rápida de los escritos que contenía y llegando a creer que los esotéricos nombres que allí aparecían eran alguna forma de teosofía. De todos modos, aquel año se llevó el libro con él a sus vacaciones para leerlo, pero encontró otras cosas más interesantes que hacer y no le prestó demasiada atención.

 

En septiembre de 1956 solo lo había leído muy por encima; sin embargo, al darse cuenta de que al mes siguiente se reuniría con el juez, se vio en la necesidad de prestarle algo más de atención para poder salir del paso de alguna manera. Así pues, decidió leer un pequeño grupo de escritos y decirle con franqueza al juez lo que pensaba de ellos. Sprunger empezó de nuevo a examinar el índice. Al hacerlo, recordó que había una gran sección dedicada a “La vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret”, que por su formación académica le sería fácil analizar. Él ya había leído publicaciones parecidas como El Evangelio de Acuario, que narraba igualmente los primeros años de vida de Jesús, pero las historias apócrifas de Jesús modelando pequeños pájaros de barro para darles después vida no le parecían muy verosímiles. Comenzó, entonces, a leer el relato de la vida de Jesús, aunque sin encontrar lo que esperaba, ya que, poco a poco, aquella lectura le cautivó porque sonaba a verdad, a historia auténtica. Y a medida que leía la vida de Juan el Bautista y la comparaba con la del Nuevo Testamento más sorprendido se quedaba. Hasta echó algunas lágrimas ante el retrato tan real de la vida del Maestro. Al terminar el último de los escritos de la Parte IV, “La fe de Jesús”, y cerrar el libro, se dio cuenta de que estaban en armonía con los hechos narrados en el Nuevo Testamento. Llegó incluso a creer que lo que tenía ante sí no era sino la más profunda e inspiradora vida y enseñanzas de Jesús jamás antes publicada.

 

Debido a aquella inesperada elevada calidad de las 700 páginas de la Parte IV, Sprunger se sintió impulsado a leer el resto del libro, desde el Prólogo. Cuando terminó, se dio cuenta de que los escritos de Urantia en su globalidad conformaban la imagen más completa e integradora de la ciencia, de la filosofía y de la religión que él había leído. De repente, toda su formación anterior se reorganizó y modeló con aquellas nuevas nociones en una síntesis mental grandiosa, sorprendente e innovadora. Aquello significaba para él un nuevo paradigma de la realidad que le llevó a concluir: “¡Desde luego que si esto no es una exacta descripción de la realidad, así es como debería ser!”

 

Sprunger se puso en contacto con Hammerschmidt para saber cómo había conseguido aquel libro. El juez, que se alegró mucho al ver su interés, le dijo que a través de un amigo suyo llamado W.H. Harrah, un próspero hombre de negocios cofundador de la National Standard Company. Harrah era miembro de un grupo que se había formado en Chicago y que, de alguna manera, había conseguido el libro al principio. Organizaron un almuerzo y allí éste le explicó que el responsable del grupo que lo había publicado se llamaba William S. Sadler. Sprunger se sorprendió ya que conocía al Dr. Sadler por su reputación. Sadler había estudiado en el extranjero con Freud y Jung, y se le había considerado como el “padre de la psiquiatría americana”. Sadler era profesor universitario y prolífico escritor. Además, Meredith tenía amigos que habían hecho con él un curso de asesoramiento pastoral en el McCormick Theological Seminary.

 

Harrah, que quería obsequiar ejemplares de The Urantia Book a algunos de los ministros compañeros de Sprunger de The United Church of Christ, extendió un cheque con la suficiente cantidad para pagar una docena de libros y se lo dio. Más tarde, Sprunger entregó a doce de éstos un ejemplar del libro. Con la excepción de uno de estos jóvenes ministros, que reconoció no haberlo leído, los demás se quedaron tan impresionados con su lectura como el mismo Sprunger.

 

Cuando Sprunger reveló lo poco que sabía de los orígenes del libro a partir de Harrah, el grupo de ministros, en un intento por averiguar la autenticidad histórica de los acontecimientos que llevaron a éste, inició un riguroso estudio del libro y un análisis de las publicaciones de Sadler. Una de éstas, The Mind at MischiefTricks and Deceptions of the Subconscious and How to Cope with Them[4] (1929), les iba a proporcionar algunos datos relevantes para su investigación.

 

The Mind at Mischief

 

Es interesante observar que de toda su importante y extensa producción escrita el Dr. Sadler sólo menciona en una de las ediciones de este libro, la de 1929, el proceso que desembocaría en la materialización de los escritos de Urantia. Sadler eliminaría ese comentario en ediciones posteriores.

 

En el momento de escribir The Mind at Mischief, se conocía a Sadler como uno de los principales desenmascaradores de los fenómenos paranormales. En este libro se desacreditan esos supuestos mensajes del mundo espiritual como productos de la conciencia marginal del ser humano. En el Prólogo del libro, Robert H. Gault, Doctor y Catedrático de Psicología en Northwestern University dice:

 

Hoy en día los psiquiatras afirman que en el fondo de nuestra personalidad existen pozos de memoria en estado latente que pueden dar una total explicación de los fenómenos relacionados con los sueños, con la escritura automática, con las comunicaciones espiritistas y de muchos otros fenómenos que tienen que ver con la histeria, la disociación y otros estados síquicos anormales[5].

 

En su libro, Sadler, basándose en su experiencia, clasifica todos esos fenómenos paranormales en tres categorías:

 

Autoengaño.

 

Enfermedad de tipo emocional.

 

Fraude.

 

Para demostrarlo, Sadler expone el historial clínico de los muchos casos investigados. Sin embargo, el grupo de ministros encontró una especie de contradicción en su firme posición profesional:

 

Quizás se deba modificar esta afirmación y añadir que existen posiblemente una o dos excepciones a esta clasificación general de los llamados médiums y personas con facultades paranormales. Hace muchos años estuve al corriente de un fenómeno de este tipo de carácter muy extraordinario, que tuve el privilegio de observar de forma periódica desde ese momento, y del que espero algún día dar una información más completa por lo singular del caso. Pero me adelanto a decir que en ninguna de mis observaciones de esta persona ni de las peculiares experiencias relacionadas realizadas durante la noche hubo nada que indicara que se tratara de espiritismo. De hecho, en los contactos de esta persona con las supuestas fuerzas dominantes en esos momentos, sean cuales fuesen, éstas se mostraban de una manera radical contrarias y en desacuerdo con aquellas creencias basadas en la idea de que los seres fallecidos volvían para participar en los asuntos del mundo de los vivos[6].

 

Una nota al pie de página llevó a éstos a un apéndice al final del libro, donde descubrieron que, efectivamente, Sadler se desdecía de sus anteriores opiniones. Allí Sadler menciona dos casos, aunque solamente había podido estudiar uno de ellos en profundidad:

 

La […] excepción tiene que ver con un caso peculiar de fenómeno psíquico que me encuentro incapaz de clasificar y que me gustaría mucho relatar de forma completa. Si bien, esto no es posible debido a una promesa que no puedo violar. Dicho de otro modo, he prometido no publicar nada sobre este caso durante la vida de esta persona. Por las características tan interesantes que presenta, espero algún día pues informar sobre éste de manera más extensa. Tuve el primer contacto con este caso el verano de 1911, y ha estado bajo mi observación más o menos desde entonces. He estado presente probablemente en 250 sesiones nocturnas, en muchas de las cuales me hice acompañar de un estenógrafo que tomó una gran cantidad de notas[7].

 

Hoy en día, a muchos lectores de The Urantia Book, este pasaje les resulta bastante familiar; no era así en los setenta y ochenta. Recuerdo que lo descubrí por primera vez en 1975, en casa de Berkeley Elliott, de Oklahoma City. Berkeley, lector del libro casi desde su publicación y buen amigo de Bill Sadler, el hijo del Dr. Sadler, que al final de los cincuenta y principio de los sesenta visitaba a menudo al grupo de Oklahoma[8]. Todo sucedió cuando, recordando las palabras de Clyde Bedel sobre el mencionado apéndice y el “sujeto dormido”, saqué de la estantería de Berkeley The Mind at Mischief y comencé a leer aquellas palabras de Sadler. Tengo que decir que los vellos se me pusieron de punta. Era raro, en aquellos días, ver nada así, ya que aquella información se consideraba secreta, sólo accesible a unos pocos.

 

En al apéndice, Sadler, describiendo estos primeros contactos dice:

 

Un estudio completo de este caso me ha convencido de que no se trata de un trance ordinario. El sueño, aunque muy profundo, parece ser bastante natural, y hasta ahora nunca hemos podido despertar al sujeto cuando se encontraba en este estado; pero el cuerpo nunca está rígido, y el ritmo cardíaco no se ve alterado; la respiración a veces se interrumpe de forma marcada. Este hombre está totalmente inconsciente, completamente ajeno a lo que ocurre a su alrededor, y, a menos que, con posterioridad, se le comente algo al respecto, nunca sabe que se le ha usado como medio de comunicación en las idas y venidas de supuestos seres personales extraplanetarios. De hecho, es más o menos indiferente a todo lo que sucede, y demuestra una sorprendente falta de interés en lo que de vez en cuando le sucede[9].

 

El párrafo más impactante sigue:

 

Estas visitas nocturnas no son de ninguna manera como las sesiones de espiritismo. En ningún momento, durante los dieciocho años de observación, se ha dado comunicación con ningún ser que pretenda ser el espíritu de un ser humano fallecido. Las comunicaciones que se han escrito, o que hemos tenido la oportunidad de oír, tienen origen en un inmenso orden de supuestos seres que afirman venir de otros planetas para visitar este mundo y hacer aquí una parada para el estudio y la observación cuando van en la ruta de un universo a otro o de un planeta a otro. Estas comunicaciones además provenían de supuestos seres espirituales que afirmaban haber sido destinados a este planeta para realizar diversos tipos de tareas[10].

 

Sadler llega a admitir que no le ha sido posible encontrar la fuente psíquica, o inconsciente, de la información que se desvelaba. Aquel caso le resultaba desconcertante.

 

Dieciocho años de estudio y de meticulosa investigación no han podido dar cuenta del origen psíquico de los mensajes. Me encuentro en este momento donde me encontraba cuando empecé. El psicoanálisis, el hipnotismo, un detenido análisis comparativo, se muestran incapaces de demostrar que los mensajes escritos y orales de esta persona tienen origen en su propia mente. Mucho del material obtenido a través del sujeto es muy contrario a sus propia forma de pensar, a la manera en la que se ha educado y a su filosofía de vida. De hecho, de mucho de lo que hemos obtenido no hemos encontrado nada que exista que tenga la misma naturaleza. Su contenido filosófico es bastante nuevo, y no hemos podido encontrar la expresión humana de mucho de éste[11].

 

Es de notar la distancia científica con la que Sadler se refiere a este caso. Todavía en 1929, parecía seguir intentando encontrar una explicación verosímil al fenómeno.

 

A pesar de que me gustaría mucho informar de los detalles de este caso, no estoy en posición en este momento de hacerlo. Solo puedo decir que en todos estos años de observación toda la información que se nos ha comunicado de esta manera es coherente consigo misma. Aunque hay una considerable diferencia en la cualidad de las comunicaciones, esto parece tener su razón de ser en el grado de desarrollo del orden de los seres que realizan las comunicaciones. Su filosofía tiene coherencia. Es esencialmente cristiana y está, en general, totalmente en armonía con los hechos y verdades científicas conocidas en esta era. De hecho, el caso es tan poco común y tan extraordinario que de forma inmediata se coloca, de acuerdo con mi experiencia, en un clase aparte, una clase que se resiste a ser catalogado de origen auto-psíquico. Nuestras investigaciones continúan y, como he dado a entender, espero en un futuro próximo conseguir permiso y ofrecer una información más completa de los fenómenos vinculados con este interesante caso[12].

 

Tras encontrar estos detalles, estaba claro cuál iba a ser el siguiente paso del equipo de ministros en su investigación: Irían a Chicago y a conocer personalmente al Dr. William S. Sadler y tratar de los orígenes de los escritos de Urantia. Este importante encuentro tuvo lugar el 7 de mayo de 1958.

 

 

Foto antigua de la casa del Dr. S. Sadler en el n 533 de Diversey Parkway, Chicago, Illinois.

 

 

Capítulo II

 

Chicago y el Dr. Sadler

 

En la reunión que tuvo lugar el 7 de mayo de 1958, los protagonistas principales fueron William S. Sadler y Meredith J. Sprunger. Es importante, para situar al lector en la inmensa trascendencia de este encuentro, añadir algo acerca de la formación de uno y otro. Eran personas excepcionales. Sadler, aunque cordial y afable, era una persona llena de energía y de un carácter dominante. Cuando se reunió con Sprunger y los otros miembros del grupo de ministros, Sadler tenía casi 83 años, y aunque todavía conservaba cierta vivacidad, su carácter ya se había suavizado en el otoño de su brillante trayectoria profesional. Sprunger, sin embargo, tenía 42 años. Era un hombre de gran gentileza y quizás algo menos dinámico que Sadler, pero de una formación intelectual equiparable a la suya.

 

Sadler era ciertamente un hombre de incomparable talla académica y profesional. En la revista Who’s Who de 1942 aparecen unos datos biográficos y profesionales, que nos dan una idea de sus logros y versatilidad[13]:

 

 

Facsímil de Who’s Who de 1924 con una entrada del Dr. William S. Sadler. Foto añadida por el autor

 

El doctor era una persona de prestigio a escala nacional que había aparecido en la revista Reader’s Digest. Tenía una formación excepcionalmente amplia en dos disciplinas: la psicología y la teología. Sus libros reflejaban una percepción muy singular de la religión al igual que una profunda experiencia clínica y un conocimiento científico de la mente humana. No obstante, quizás adoleciese de la falta de unos fundamentos filosóficos sólidos que integraran estas dos disciplinas[14].

 

Al igual que Sadler, Sprunger era uno de esos raros intelectuales con grandes conocimientos de ciencia y religión. Por un lado, era ministro ordenado, lo que le había proporcionado una gran bagaje teológico y, por otro, había realizado un doctorado en Psicología Clínica; además, se había formado en ciencias sociales y filosofía, y tenía una brillante trayectoria en el Instituto de Tecnología de Indiana. Poseía igualmente una gran experiencia universitaria como profesor y en cargos de responsabilidad. En contraste con Sadler, Sprunger aportaba a esta reunión un conocimiento incluso más amplio y equilibrado que Sadler en las tres grandes disciplinas del saber humano: la ciencia, la religión y la filosofía

 

Sin duda, la relación entre estos dos intelectuales iba a ser singular. Sprunger se ganó la confianza y el respeto de Sadler y ambos se convirtieron en compañeros en la búsqueda de un entendimiento más profundo de la revelación y del mejor modo de difundirla. Una década más tarde, Sprunger oficiaría los servicios religiosos en memoria de su amigo y colega. Posteriormente, escribiría lo siguiente sobre el lado humano de Sadler:

 

Además de ser una persona extraordinaria de gran talento y variada experiencia en el servicio a la humanidad, era también afectivo, cariñoso y tenía un gran sentido del humor. Su experiencia en la vida le había preparado de manera singular para ser pionero en el campo de la medicina, la psiquiatría y la religión[15].

 

Pero Sadler le había comentado a Sprunger que su más importante contribución al mundo había sido el haber liderado un grupo llamado “el foro”, que había recibido de los seres celestiales el regalo de los escritos de Urantia, los que se publicarían con posterioridad como The Urantia Book.

 

La reunión

 

William S. Sadler era muy consciente de la curiosidad del grupo de ministros eclesiásticos sobre los orígenes de los escritos de Urantia, así como del interés que despertaba en ellos el método usado para su materialización. Al comienzo de la reunión, les hizo saber que aunque no se le permitía decir lo poco que sabía acerca de dicha materialización, no había nada que le impidiese explicar la manera en la que no se materializaron. Les dio, entonces, una lista con todas las formas posibles de actividad inusual de la mente subconsciente tales como la escritura automática, la oralidad automática o la visión automática, ninguna de éstas relacionadas con la recepción de los escritos. Veamos la lista que les dio[16].

 

 

Lista dada por Sadler de actividad inusual de la conciencia marginal, de la mente subconsciente.[17]

 

El doctor continuó diciéndoles que creía que la aparición de los escritos no tenía nada que ver con ninguna forma de actividad supraconsciente —no subconsciente—[18].

 

Durante la reunión, Sadler respondió con franqueza a cualquier pregunta que los pastores le formulaban. Si bien, dejó claro que no diría ni el nombre del sujeto por medio del que se habían materializado los escritos ni comentaría los detalles de tal materialización. Sadler explicó que al pequeño grupo de personas que formaron la llamada “comisión de contacto”, que habían mantenido contacto directo con dicho sujeto y con los reveladores, se le había exigido la promesa de guardar secreto sobre estas cuestiones. A la pregunta de por qué se habían impuestos estas restricciones, dio las siguientes razones:

 

[1] La razón principal para no revelar la identidad de la «persona de contacto» se debía a que los reveladores celestiales no querían que ningún ser humano —ningún nombre humano— estuviese nunca vinculado a The Urantia Book. Querían que la revelación perdurara por sus propios pronunciamientos y enseñanzas. Estaban empeñados en que las futuras generaciones recibieran el libro completamente libre de conexión con mortal alguno. No querían ningún San Pedro, San Pablo, Lutero, Calvino o Wesley. El libro ni siquiera lleva el pie de imprenta de quien lo imprimió[19].

 

[2] Por otro lado, hay mucho relacionado con la aparición de los escritos de Urantia que ningún ser humano puede llegar a comprender por completo. Ninguno de nosotros sabe realmente cómo se llevó a cabo dicho fenómeno. Hay muchos cabos sueltos sobre cómo esta revelación llegó a aparecer en inglés escrito. Si cualquiera de nosotros relatara al otro lo que en realidad sabe sobre el procedimiento empleado durante todos los años de revelación, nadie quedaría satisfecho porque hay muchos puntos que no estan claros[20].

 

Sadler también explicó que, además de la comisión de contacto, había otro grupo más grande conocido como “el foro”, relacionado igualmente con los escritos. Algunos de sus miembros creían que estas restricciones se debían al hecho de que los reveladores no querían nada milagroso asociado a la aparición de los escritos de Urantia. Sadler confesó al grupo de ministros que él mismo había estado buscando durante un buen número de años algún tipo de explicación natural a lo que había estado observando. Incluso había consultado con personas como Sir Hubert Wilkens, notable científico y explorador interesado en los fenómenos psíquicos, y Howard Thurston, un mago profesional conocido por su habilidad para descubrir los fraudes de aquéllos con supuestos poderes paranormales, corroborándole que los fenómenos relativos a la persona de contacto y la materialización de los escritos no tenían nada que ver con escritura automática, telepatía, videncia, trance, mediumnidad o comunicaciones paranormales, ni con anomalías de tipo psicológico como la personalidad escindida[21].

 

Meredith J. Sprunger tenía claro que Sadler había comenzado como un investigador profesional, objetivo y escéptico, y, de alguna manera, había llegado a creer. A su pregunta de cómo había ocurrido esta transformación, él le respondió:

 

Iniciamos el foro a mediados de los años veinte, de manera informal, reuniéndonos los domingos para tomar el té, en un lugar donde un grupo de treinta personas interesadas pudiera encontrarse y hablar de temas médicos y sociales. El foro estaba compuesto de personas de todas las clases, tanto profesionales —doctores, abogados, dentistas, ministros eclesiásticos, profesores— como amas de casa, secretarias, granjeros y trabajadores. Este foro acabaría por examinar y comentar los escritos de Urantia. Cada semana, yo leía uno de esos documentos y respondía a las preguntas que el foro me hacía sobre lo que había leído. Con el paso del tiempo, me percaté de que los miembros de éste estaban cada vez más impresionados con el contenido de los escritos, y estaban perdiendo objetividad. Me preocupaba sobre todo Lena, mi esposa.

 

De hecho, la doctora Lena C. Sadler se convirtió en una ferviente creyente de los escritos mucho antes que Sadler, y, al parecer, ella misma era la que le animaba a continuar cuando su propio interés flaqueaba. Desafortunadamente, Lena murió de cáncer en 1939, a la edad de 64 años, quince antes de que los escritos de Urantia se convirtieran en The Urantia Book.

 

Sadler continuó diciendo:

 

Así que un domingo, le hablé al grupo de la importancia de mantener un acercamiento rígido, crítico y objetivo al material. Ante mi sorpresa, la respuesta que obtuve fue como una declaración conjunta de aprobación. En resumen, la reacción fue: no nos importa quién escribió estos escritos, tienen más sentido que cualquier cosa que hayamos leído antes sobre este tema.

 

En aquel momento me di cuenta de que mi reputación profesional se podría poner en entredicho. A menudo había declarado en público que no había ningún fenómeno mediúmnico auténtico, y que no iba a permitir que ningún caso, por desconcertante que fuera, me iba a hacer cambiar de idea. Creí que con el tiempo acabaría por encontrar alguna explicación natural a aquel extraordinario caso.

 

Sin embargo, a medida que los años pasaban, cada vez me sorprendía más la calidad y la coherencia del material que se estaba recibiendo. Estaba seguro de que la persona involucrada en la materialización no era el autor de los escritos que se estaban recibiendo, ya que, simplemente, no estaba ni cualificado ni capacitado para aquello. Con el tiempo, me convencí de que no había ni engaño ni truco, sino que se trataba de alguna clase de fenómeno auténtico.

 

Finalmente a mediados de los treinta —unos veinte años tras haber encontrado este caso— estudié en profundidad un escrito en el que se evaluaban las personalidades de los apóstoles de Jesús, y fue en este momento cuando tiré la toalla. Soy psiquiatra, y creo que conozco bien mi profesión; sin embargo aquello fue un golpe para mi orgullo. Creo que si hubiese reunido a media docena de los mejores psiquiatras dándoles años para prepararlo, jamás hubiesen podido redactar un texto que irradiara tanta claridad y verdad. Así que me dije a mí mismo: “no sé qué es esto, pero ciertamente sé que se trata del material de índole filosófica y religiosa de la mayor excelencia que haya leído jamás”.

 

Desde ese momento, Sadler pasó de ser un distante profesional que dirigía el grupo a un guía activo y dedicado[22].

 

La cuestión del origen

 

Idealmente, desde una perspectiva filosófica humana, una revelación cobra su verdadero significado cuando se valora en relación a su contenido y no a su origen milagroso. Si bien, muchas personas creen que el origen milagroso, o incluso supuestamente milagroso, de un material revelado valida su contenido. No obstante, en el caso de los escritos de Urantia, el doctor Sadler realizó un gran esfuerzo para no explicar de forma milagrosa el proceso de materialización del texto. Efectivamente, no hay datos que confirmen que él o los miembros de la comisión fueran testigos de hecho alguno de tipo sobrenatural. Es cierto que estuvieron presentes en circunstancias inexplicables en relación a dicha materialización, pero ninguno de ellos afirma que la hubiese presenciado. A pesar de ello, los escritos nos dicen que si la mente humana no es capaz de captar el verdadero origen de un fenómeno, lo creará:

 

El intelecto parcial, incompleto y en evolución estaría indefenso en el universo maestro, sería incapaz de realizar incluso el primer patrón racional de pensamiento, si no fuese por la habilidad innata de toda mente, elevada o humilde, para formarse un marco universal en el que pensar. Si la mente no puede inferir conclusiones, si no puede conocer el origen verdadero de las cosas, infaliblemente sacará sus propias conclusiones e inventará orígenes con el fin de tener un medio de pensamiento lógico dentro del marco de dihas conclusiones. Y, aunque tal marco universal para el pensamiento creatural sea indispensable para las operaciones intelectuales y racionales, es, sin excepción alguna, erróneo en mayor o menor grado (p. 1260, pár. 2).

 

Por esta razón, Sadler acabaría por autorizar la preparación de una historia del movimiento urantiano. Posteriormente, en una conversación privada con Sprunger, él le reiteraría que no sabía cómo se había llevado a cabo la materialización de los escritos y haría hincapié en el hecho de que todo lo que se sabía de ésta se podía encontrar en distintas partes del libro. Sin embargo, basándose en lo anteriormente expuesto y en la propias experiencias de Sadler en relación al tema, el grupo de investigadores volvió a Chicago con ideas más claras respecto a los orígenes de los escritos. Hay que señalar una vez más que aunque la cuestión de estos orígenes tiene poca relevancia en la valoración de la verdad y en la calidad del contenido de los escritos, pero constituye no obstante un atrayente campo de investigación para muchas personas.

 

El 6 de octubre de 1958, Sprunger y su equipo se reunieron en South Bend con Robert V. Moss, catedrático de Estudios del Nuevo Testamento del Lancaster Theological Seminary y presidente de la United Church of Christ, con el propósito de analizar The Urantia Book. En esta reunión se entabló una animada y acalorada conversación. Aunque Moss no había leído el libro completo, recalcó que el material bíblico de éste estaba por completo en armonía con el más profundo conocimiento de aquel tiempo y contenía muchos pasajes inspiradores. Una semana después, Moss escribió a Sprunger haciéndole una pregunta que invitaba a la reflexión:

 

Se me ha ocurrido que no hemos tratado una cuestión básica. Como usted sabe, el cristianismo es una religión histórica y por ello la base de dicha revelación se puede probar con la investigación. Parece extremadamente importante que la fuente de la revelación urantiana se establezca en cualquier discusión rigurosa que la proclame como tal. Decir que no hay base histórica para ésta es como decir que tiene una gran diferencia con lo que el entendimiento bíblico nos dice de la manera en la que actúa Dios[23].

 

Es razonable concluir que la investigación sobre los orígenes de los escritos puede significar una gran contribución al análisis del mismo texto.

 

Pero, además, todavía quedaban temas relacionados con el orden de los acontecimientos y el método usado en la materialización, que en la siguiente década Sprunger indagaría, manteniendo muchas conversaciones con el Dr. Sadler y con otros miembros de la comisión de contacto como Bill Sadler[24], hijo del doctor, y Emma Louise Christensen (Christy). También conocería y se relacionaría con muchos miembros del foro.

 

Nuestra propia búsqueda de posibles respuestas comienza en los primeros años del siglo XX, un periodo singular y colorido de la historia del mundo. Matisse y Renoir continuaban con su pintura, y otro aspirante a artista llamado Adolf Hitler intentaba vender sus acuarelas en Viena. Theodore Roosevelt era presidente de los Estados Unidos. Los americanos todavía hablaban de dos hermanos llamados Orville y Wilber Wright que en 1903 lograron hacer volar una máquina más pesada que el aire. Chicago, en su llamada “edad dorada”, era entonces el centro de producción de películas y del arte, desde el jazz hasta la poesía, y el lugar donde había que estar en ese momento histórico. Algunos periodistas de Chicago como Carl Sandburg, Ben Hecht y Ring Lardner se estaban haciendo más serios y los americanos tomaban buena nota de ello. H. L. Mencken escribió: «En Chicago, un espíritu surge de las aguas»[25]. Fue en esta sorprendente ciudad de Chicago, Illinois, donde comenzó la fascinante historia de los escritos de Urantia.

 

 

 

 

Chicago, alrededor de 1910, la segunda ciudad más grande de los Estados Unidos: una ciudad de contrastes. De arriba abajo: (izquierda) Marshall Field, uno de los primeros grandes almacenes de Estados Unidos: (derecha) casas de inmigrantes de la calle Maxwell y (abajo) Martin House en Oak Park, del arquitecto Frank Lloyd Wright.

 

 

Capítulo III

 

«Le ha sucedido algo a mi esposo»

 

Un verano, entre 1906 y 1911, dos parejas protagonizaron un importante encuentro. Sabemos que una de ellas eran los doctores William S. Sadler y Lena C. Sadler, su esposa, pero no sabemos la identidad de la otra pareja. Lo que sucedió iba a alterar por completo las vidas de estas cuatro personas, y tendría consecuencias que todavía, después de casi un siglo, no se comprenden del todo.

 

Se ha especulado mucho sobre la fecha y las características de este encuentro. El año 1911 está documentado por dos referencias del apéndice de The Mind at Mischief. Sadler afirma que inició este caso en “el verano de 1911” y que en el momento de publicarse este libro, 1929, ya llevaba “dieciocho años de estudio” de este caso; es decir, 1911[26]. Algunos investigadores creen que esto es un error de imprenta y mantienen que Sadler conoció al llamado “sujeto dormido” algunos años antes, en 1906. Pero parece poco probable que haya dos errores de imprenta.

 

Otros investigadores creen que este encuentro tuvo lugar en 1908. Se basan en el hecho de que los Sadler, mientras esperaban que estuviese lista su nueva residencia, vivieron temporalmente en un piso en La Grange, Illinois, durante el verano de ese año. Esta residencia provisional parece que ocurrió una sola vez, por lo que confirma la versión de la descripción que hace Sadler de este transcendental acontecimiento, que Harold Sherman desveló. Sherman se basa en una conversación mantenida junto con su esposa, periodista como él, con el mismo Sadler en agosto de 1942, en la que el doctor le había comentado que el primer encuentro con el sujeto dormido había sido “treinta y cinco años antes”, lo que podría encajar con una fecha anterior[27].

 

Se ha intentado repetidamente establecer la fecha de este primer contacto a partir de la localización temporal de las distintas residencias de los Sadler. Puede ser que este encuentro tuviera lugar en 1906 ó en 1908, pero no podemos estar del todo seguros. Hay quien cree que Sadler, de manera intencionada, para proteger la identidad de su paciente, creó esta confusión. También es posible que en esos días el sujeto dormido no fuera sino un paciente más con algún tipo de trastorno del sueño. Como veremos, las sesiones que el doctor realizó con él tomaron un curso totalmente inusitado.

 

Hay también otras personas que, con la intención de desacreditar la autenticidad de los escritos, han realizado detalladas biografías de Sadler y de otros miembros de la comisión de contacto. Pero más que establecer fechas exactas y realizar exhaustivas biografías, nuestro deseo es el de rastrear el auténtico desarrollo histórico de la revelación.

 

Es importante indicar que todas las personas que se vieron involucradas en las primeras y posteriores etapas del contacto eran seres humanos comunes, incluidos Sadler, a pesar de su reputación como psiquiatra y escritor, y su esposa Lena, que tendrían como cualquiera de nosotros sus virtudes y sus defectos. Según mi propia experiencia, nadie vinculado al movimiento urantiano goza de ningún estado espiritual privilegiado ni de ningún “poder especial”. Sabemos de cierto que en las primeras sesiones sólo estuvieron implicados Sadler y Lena, y el sujeto dormido y su esposa. No fue así en el caso del hijo de Sadler, Bill Sadler, porque en 1911 contaba sólo con tres años de edad[28].

 

En el apéndice mencionado de The Mind at Mischief, Sadler indica que para 1929 ya había realizado unas 250 sesiones con el sujeto dormido. Sólo tenemos su testimonio respecto a los sucesos acontecidos antes del inicio del foro y al aumento de número de miembros de la comisión de contacto, ea comienzos de los años veinte. Más adelante veremos los cambios que se iban produciendo a medida que crecía el número de personas implicadas. Aunque el Dr. Sadler no da apenas información escrita de los acontecimientos iniciales que condujeron a la revelación, Meredith J. Sprunger sí lo hace y, mucha de ella, precisamente, a partir de su contacto personal con el doctor.

 

Sherman, que manifestaba tener poderes paranormales, también se refiere a los primeros contactos en su libro, How to Know What to Believe (1976), y aunque su objetivo principal es cuestionar la credibilidad del Dr. Sadler y manifestar su visión de los fenómenos paranormales, ofrece unos datos[29] que guardan un paralelismo con los que ofrecen Sprunger y Carolyn Kendall. Kendall, durante un breve espacio de tiempo, había trabajado para Sadler como recepcionista y, con posterioridad, ha estado muy vinculada a la Fundación Urantia. Ella recuerda que cuando tenía casi 19 años (en 1951), Sadler le contó la historia del sujeto dormido, y afirma que era “esencialmente la misma que se narra en el libro de Sherman”[30].

 

Mi propio relato de estos primeros contactos se basa en los datos dados por Sherman, comprobados y modificados a partir de la información de Meredith, y en mis propios recuerdos de conversaciones mantenidas a lo largo de los años con Clyde Bedell y Berkeley Elliott[31].

 

La Grange, Illinois, entre 1906 y 1911[32]

 

Si tomamos, por tanto, como media la fecha de 1908 para los primeros contactos, veremos a William S. Sadler, con 33 años, a su esposa Lena y un recién nacido Bill Sadler, viviendo en los alrededores del viejo Chicago, de manera temporal, en un piso amueblado y esperando a que su nueva residencia estuviera lista para mudarse. Los documentos que tenemos nos dicen que una noche, al final del verano, alguien llamó a la puerta de los Sadler. Se trataba de una señora que vivía en el piso de abajo y que sabía que eran médicos. La señora preguntó: “¿Pueden venir abajo conmigo? Algo le ha ocurrido a mi marido. Se ha quedado dormido y respira de manera muy extraña. No puedo despertarlo”[33].

 

Los Sadler se pusieron sus batas y sus zapatillas y siguieron a la angustiada mujer hasta su piso. En el dormitorio encontraron a un hombre de mediana edad tendido en la cama. Parecía dormido, pero su respiración era descompasada; inhalaba dos bocanadas rápidas de aire y luego paraba de respirar por un intervalo que resultaba alarmante. Sadler rápidamente le tomó el pulso y se sorprendió al encontrarlo normal; sin embargo, el sueño de la persona parecía bastante profundo. El doctor intentó varias veces despertarlo sin conseguirlo, por lo que tuvieron que optar por desistir y esperar.

 

Durante la hora aproximada que tuvieron que esperar, aquella persona realizó varios movimientos violentos. Entonces, de repente, se incorporó y miró alrededor.

 

“¿Quiénes son estas personas?”, preguntó a su esposa.

 

“Son unos doctores que han bajado porque no había forma de despertarte de tu sueño”, le explicó.

 

“¿Qué? ¿Qué ha sucedido? ¿Pasa algo?”, dijo aturdido.

 

“¿Cómo se siente?”, le preguntó Sadler.

 

“Me siento bien”, le respondió.

 

“¿Con qué soñaba?” le preguntó Sadler

 

“¿Por qué?, con nada”, le contestó.

 

“Pero ha estado pegando saltos en la cama”, le dijo Sadler.

 

“No recuerdo nada de eso”, le contestó. “Me siento bien”.

 

Tras una corta charla, Sadler le dijo:

 

“Mire, creo que sería conveniente que viniese mañana para que le hagamos un examen médico completo. Lo que ha pasado resulta muy poco común y tenemos que asegurarnos de que no se trata de nada importante.»

 

El hombre y su esposa dieron su conformidad.

 

 

William S. Sadler, alrededor de 1914.

 

 

Lena Celestia (Kellogg) Sadler, alrededor de 1914.

 

 

Lena Celestia Sadler, con su hijo Bill, alrededor de 1914

 

Al día siguiente, Sadler le hizo un detallado examen médico y le encontró en excelentes condiciones físicas. Tras hacer esto, investigó en la historia clínica de la familia y comprobó que no había antecedentes de ninguna enfermedad mental ni de epilepsia. Le sugirió entonces que se sometiera, durante algún tiempo, a observación, a lo que éste accedió[34].

 

Varias semanas después, aquella señora llamó una vez más a los Sadler para decirles que su esposo se había sumido de nuevo en aquel peculiar sueño. Éstos acudieron otra vez y le encontraron en el mismo estado de sueño profundo que en la ocasión anterior. Intentaron incorporarle, incluso pinchándole, pero no tuvieron éxito. Afortunadamente, su pulso era normal durante aquella secuencia de respiración y de movimientos anormales. No parecía existir peligro alguno para su vida mientras estaba en aquel extraordinario estado. Entonces, ante la extrañeza de los doctores, se despertó, ajeno por completo a su extraño comportamiento durante el sueño. Los doctores estaban perplejos. Hasta el otoño de aquel año, fecha en la que la nueva residencia de los Sadler se terminó, el fenómeno se repitió varias veces. Como el contrato de arrendamiento de aquel matrimonio vencía al mismo tiempo, decidieron también mudarse para estar cerca de los Sadler. Sería en aquella nueva residencia cuando el extraño sueño del paciente se tornaría incluso más desconcertante y sorprendente.

 

El primer contacto

 

Efectivamente los Sadler tuvieron que acudir pronto a la nueva vivienda del paciente y, como ya era costumbre, se sentaron al lado de su cama observando y esperando a que se despertara. Lena notó que se humedecía los labios. ”Quizás quiere decir algo. Podríamos hacerle alguna pregunta”, dijo. “¿Cómo se siente?”

 

Ante el gran asombro de todos, el hombre habló, pero aquella voz no era la suya, sino una voz peculiar que dijo ser un estudiante de otro planeta en visita de observación[35]. Aquel ser al parecer hablaba a través de aquella persona. Los doctores creyeron que estaban simplemente presenciando un fenómeno llamado oralidad automática, en la que el subconsciente actúa sin que la persona se dé cuenta.

 

Para confirmar aquel diagnóstico, Sadler le pidió que le visitase en su consulta unos días después del sorprendente suceso. Estaba convencido de que debía explorarle psicológicamente para descubrir, por el tradicional método de la hipnosis, la supuesta causa del fenómeno. Sadler creía que este inexplicable de este comportamiento tenía su base en el subconsciente de aquella persona.

 

Una vez en la consulta, Sadler tuvo mucha dificultad en dormirle, pero tras conseguirlo en ésta y en otras sesiones posteriores, el doctor se percató de que no existía en el subconsciente de aquella persona recuerdo alguno del supuesto visitante celestial. Aquello parecía increíble y muy desconcertante. Con el tiempo otros supuestos visitantes comenzaron a hablar “a través” de él. Pero Sadler continuaba confuso, sin realmente poder confirmar que la extraordinaria y novedosa información desvelada en aquellas sesiones tuviera en efecto su origen en la mente del paciente. La excelencia y coherencia de lo que se que comunicaba impresionó a los dos doctores, como también el hecho de que el sujeto dormido era indiferente y manifestaba poco interés o preocupación ni por lo que le sucedía en el sueño ni por la información que se daba. Todo lo contrario que su esposa, que se mostraba bastante ansiosa.

 

A pesar de su desconcierto, Sadler seguía creyendo que podría encontrar una explicación científica a este caso y empezó a consultar con otros científicos y doctores sobre aquel misterioso fenómeno. Como se ha mencionado, llamó entonces a Howard Thurston y a Sir Hubert Wilkens, expertos en fraudes y trucos de espiritismo, pero ni éstos ni otros especialistas en la materia pudieron encontrar explicación alguna a aquel extraño comportamiento y, al igual que él, se mostraron intrigados y perplejos ante la inusitada información que aquel hombre proporcionaba en las sesiones nocturnas.

 

Entretanto, la vida proseguía. La década de 1911 a 1921 fue una de las más turbulentas y terribles de la historia de la humanidad. El todopoderoso Titanic se sumergió bajo las olas del Atlántico en abril de 1912, dejando malherido el orgullo de los hombres que parecían haber desafiado a la naturaleza con su tecnología. La pérdida material del Titanic tuvo una amplia difusión, pero la fría indiferencia de la compañía White Star Line, que descontó dinero de la paga de la tripulación desde el minuto en que se hundió el buque, se aceptó en silencio sin que transcendiera aquel día a los medios de comunicación. A los cheques que se les dieron a las afligidas viudas se les había descontado incluso el precio de los uniformes, como se informó en una nota, al no haber sido devueltos. Dos años más tarde, el mundo civilizado entraba en guerra, y aunque terminó en 1919, se plantaron las semillas para la Segunda Guerra Mundial. Mientras, en Chicago, se pavimentaba el terreno para una nueva era de religiosidad y descubrimiento espiritual. A comienzos de los veinte, el afán por el nacimiento de una revelación de los tiempos que deshiciera la oscuridad materialista del planeta tomaba un nuevo giro.

 

El foro

 

Alrededor de 1923, de camino a la Universidad de Kansas para dar una conferencia sobre psicología Gestalt, William S. Sadler escribió una nota a su hijo Bill Sadler de quince años, estudiante en aquel momento de secundaria, diciéndole que sería una buena idea reunirse con algunos de los amigos y colegas del doctor y los de Lena para tomar el té y tener alguna charla de tipo general los domingos por la tarde. Los Sadler se habían trasladado ya a una casa nueva más espaciosa en el n 533 de Diversey. En la nota también le decía a Bill que discutiera la idea con su madre. Pero cuando Sadler regresó a Chicago, se encontró con que su esposa había invitado a un grupo de treinta amigos el domingo a las tres para tomar el té[36].

 

Aquel grupo estaba destinado a convertirse en el foro, al que pronto se incorporarían personas de todas las esferas de la vida. Clyde Bedell[37] me dijo que en las reuniones, en un principio informales, se le hacían preguntas a Sadler sobre los temas del día. Después, sin embargo, cuando se comenzaron a leer los escritos, las reuniones se hicieron más tediosas. El foro fue un éxito en número de personas, llegando a acoger hasta un total de 486 miembros. Su última reunión tuvo lugar el 31 de mayo de 1942[38]. En una entrevista realizada en 1983, Clyde Bedell se refiere a esos primeros días. Estamos en el año 1924; Clyde tenía 26 años de edad y acababa de regresar a Chicago:

 

“Vi a Lister Alwood. […] Cené el domingo en su casa […] Me preguntó si me gustaría ir a una reunión del foro en la casa de un eminente psiquiatra de Chicago. Yo le hice algunas preguntas y él me dijo: ‘Bueno, Sadler es un orador fantástico. Habla de todo tipo de cosas. La charla puede ir en cualquier dirección. Pero es un hombre fascinante, interesante y brillante.’ …Así que ese primer domingo cené en casa de Lister y fuimos al foro del Dr. Sadler en Diversey, 533. Fue muy interesante. No tenía idea ni de lo que pasaba allí ni de lo que él hablaba.”

 

Clyde continúa diciendo que le pidió a Sadler permiso para invitar a alguien al foro. Se trataba de su esposa, Florence Evans, a la que trajo en la siguiente reunión.

 

“A propósito, debo mencionar el hecho de que poco después de unirme al foro, Lister Alwood se fue de allí. […] Había bastante movimiento de personas. No existía límite para lo que se podía discutir. Creo que un buen número de las personas que se unieron al foro en los primeros años tuvieron la impresión, años más tarde, de que habían sido las circunstancias las que les habían empujado a ello. Si ese era el caso, lo que ocurrió antes de que los escritos empezaran a llegar no tenía mayor importancia. Es extraño pero […] no recuerdas muchas de las cosas que crees deberías poder recordar. ¿En qué año comenzaron a llegar los escritos? No lo sé. Si hubiésemos sabido que aquello era una revelación de los tiempos, habríamos llevado un diario”[39].

 

A medida que en el foro se comenzaban a discutir distintos temas, Sadler continuaba con su afán por descubrir el origen de aquellas desconcertantes manifestaciones nocturnas del sujeto dormido. Él y su esposa habían comenzado a preparar preguntas diferentes sobre el universo, para formulárselas en cuanto se presentara la ocasión. El doctor, de forma privada, desarrolló una especie de cuestionario con cincuenta y dos preguntas especialmente difíciles, las cuales memorizó —a Sadler se le conocía por su increíble memoria fotográfica— para ver si los “visitantes” podían adivinarlas. De acuerdo con Sprunger, Sadler no creía en la telepatía.

 

Poco después, en una de las sesiones nocturnas con el sujeto, Sadler y Lena se toparon con una ser particularmente “electrizante”, que afirmaba ser de un remoto planeta. Este ser les suscitó un gran interés por sus comentarios. Cuando estaba a punto de irse, Sadler le desafió diciéndole: “¿Cómo puedes probar que eres quien dices ser?” Éste le respondió: “No puedo probarlo, pero tú no puedes probar lo contrario.” El ser entonces dejó atónitos a ambos doctores diciendo: “Sin embargo, acabo de recibir permiso para contestarte a cuarenta y seis de las cincuenta y dos preguntas que tienes en la mente.”

 

Lena dijo sorprendida, “Pero, ¿por qué, Will? Tú no tienes esas preguntas, ¿no es verdad?” Sadler se vio obligado a admitir: “Sí las tengo, Lena, y su número exacto es cincuenta y dos.” Aquel increíble ser, tal como había prometido, comenzó entonces a dar respuestas a aquellas cuarenta y seis preguntas[40]. Entonces hizo una advertencia:

 

Si supieran con quién están en contacto no me harían preguntas tan triviales, sino preguntas cuyas respuestas fueran de un valor supremo para la raza humana[41].

 

La comisión de contacto

 

Tras esa afirmación, ocurrida probablemente con posterioridad a 1924, podemos tener una razonable certeza de que el grupo, que se llegaría a convertir en la comisión de contacto, se compondría del Dr. Sadler, que tendría entonces unos 48 años de edad; de su esposa, la Dra. Lena, también de 48 años; de Anna Bell Kellog, de 49 años, hermana de Lena; y de su marido, Wilfred Custer Kellogg, de 50[42]. Emma Louise Christensen, de 36 años, sería igualmente parte de la comisión de contacto porque en diciembre de 1923 ya había sido adoptada por los Sadler[43]. Bill Sadler no estuvo presente en la sesión descrita del “ser electrizante”, sino que se refiere a este hecho como sabiéndolo “de oídas”[44]. Clyde Bedell menciona en su entrevista de 1983 que los Kellogg tenían una hija que “muy raras veces” asistía a las sesiones con la persona de contacto. Bedell recuerda vagamente a otro doctor que pudo haber asistido de forma esporádica esos primeros días. Mark Kulieke piensa que se trata del Dr. Meyer Salomón, neurólogo y profesor en la Facultad de Medicina de la Northwestern University, que escribió la introducción de The Mind at Mischief[45].

 

En esos momentos, la actitud de Bill Sadler hacia la revelación se explica bien en las palabras de su padre, el Dr. Sadler, escritas a comienzos de 1958: “Cuando mi hijo vino de los marines con permiso para leer los escritos de Urantia, la primera pregunta que me hizo fue: “Papá, ¿hay alguien sacando dinero de esto?”. Yo le contesté: “No, hijo, todo lo contrario, hay un gran número de personas poniéndole dinero”[46].

 

Con el tiempo, Bill Sadler se convirtió en un dedicado miembro de la comisión de contacto, un estudioso de los escritos y, muy posiblemente, el primer filósofo urantiano. Finalmente la comisión de contacto que presenció la conclusión de los escritos tenía seis miembros: William S. y Lena C. Sadler, Wilfred y Anna Bell Kellogg, Emma Christensen (o «Christy») y Bill Sadler; sin embargo, Lena C. Sadler no vivió lo suficiente para ver el libro publicado porque murió en 1939.

 

Fueran quienes fueran los que estuvieron presentes en el momento en que el visitante celestial realizó tan drástica afirmación, aquello pareció tomarse como un reto y como una reprimenda. Se cuenta que aquella tarde William S. Sadler dijo: “Ellos lo han querido. Hagámosles preguntas que ningún humano pueda contestar”[47]. Se había establecido el escenario. Muy pronto, en una de las reuniones del foro, una pregunta, hecha por casualidad por uno de sus miembros a William S. Sadler, desencadenaría una serie de nuevos acontecimientos que cambiaría el tono casual e informal del té de los domingos. El foro estaba a punto de encontrarse con el destino.

 

 

Cuatro de los miembros de la comisión de contacto. De derecha a izquierda: Emma Louise Christensen, la Dra. Lena C. Sadler, el Dr. William S. Sadler y Bill Sadler.

 

 

CAPÍTULO IV

 

«Hay un extraño caso que todavía no he podido resolver.»

 

Poco después del encuentro con el “electrizante ser” que hablaba a través del sujeto dormido y que aseguraba ser de otro mundo, el Dr. Sadler se dispuso a dar al foro una serie de charlas sobre higiene mental. Al acercarse al atril ese domingo por la tarde, uno de los asistentes le preguntó si tenía alguna información sobre alguien con poderes paranormales que se había anunciado en el periódico y que actuaba en el centro de Chicago. Sadler dijo que no, y añadió: “Con una o dos excepciones, todos los fenómenos paranormales que he investigado resultaron ser fraudes conscientes o inconscientes. Algunos fueron deliberados y otros fueron casos extraños en los que la persona que realizaba dichos fenómenos era víctima del engaño de su propio subconsciente”[48].

 

“Pero, ¿cuáles son esas excepciones?”, preguntó otro miembro del grupo. “Sería muy interesante, doctor, si nos contara más sobre esos casos que no ha podido resolver”.

 

“Hay un extraño caso que todavía no he podido resolver”, contestó Sadler. “Estoy actualmente trabajando en él.” Le pidió entonces a Lena que le acercara algunas notas que ella había tomado durante una reciente sesión con el sujeto dormido. Se debe indicar que en ese momento no existía secreto en relación al caso, a no ser el meramente profesional del anonimato. Los escritos de Urantia aún no habían comenzado a aparecer[49].

 

Lena C. Sadler comenzó a leer estas notas al fascinado grupo. Más tarde, Sadler comentó ante la vívida reacción de la asamblea lo siguiente: “El grupo ha manifestado tanto interés por el caso que nunca pude llegar a dar las charlas sobre salud mental que había planeado.” Las charlas comenzaron entonces a centrarse en fenómenos paranormales. Algunas semanas más tarde, los Sadler recibirían aquellas palabras desafiantes del “electrizante ser” para que hicieran preguntas de mayor relevancia[50]. Sadler entonces decidió comentar a los miembros del foro lo sucedido con aquel supuesto visitante celestial y les pidió que le ayudaran a formular las preguntas más difíciles que pudieran pensar y traerlas el siguiente domingo. Una vez puestos de acuerdo, decidieron comenzar con cuestiones sobre los orígenes del cosmos, de la Deidad, de la creación y de otros temas que sobrepasaran el conocimiento de la humanidad en aquel momento. El siguiente domingo se trajeron cientos de preguntas que, durante varios días, se ordenaron y clasificaron, y se descartaron las duplicadas[51].

 

Así pues, en diciembre de 1924, respondiendo a aquel reto de origen celestial, en la siguiente sesión con el sujeto dormido, los Sadler se prepararon para realizar un gran número de preguntas, esperando poder “poner en evidencia” a aquellas supuestas inteligencias superiores. Sadler estaba “listo para el ataque” con 181 preguntas de bastante profundidad[52]. La primera de estas preguntas fue: ¿Existe verdaderamente Dios? Y si es así, ¿cómo es?[53] Sin embargo, pasaron semanas hasta que ocurriera algo.

 

Un día, a las seis de la mañana, sonó el teléfono. Era la esposa del sujeto dormido.

 

“¡Por favor, vengan rápido!”, dijo.

 

“¿Qué sucede?”, preguntó Sadler. “¿Ha entrado en estado de sueño?”

 

“¿Está dormido, pero eso no es todo”, contestó. “¡Por favor, vengan aquí pronto.”

 

Los Sadler “se vistieron como bomberos voluntarios” y se apresuraron hasta la casa. Cuando llegaron, estaban sin respiración pero embargados por una gran curiosidad[54]. La señora les condujo hasta un escritorio en el estudio. Cogió un voluminoso manuscrito y se lo entregó a Sadler.

 

“¿De dónde ha salido esto?”, preguntó el doctor.

 

“No lo sé”, dijo la consternada señora. “Mientras dormía, mi marido hizo unos extraños ruidos que me despertaron. Entonces, descubrí esto en su escritorio.”

 

“¿Se ha levantado de la cama?”, preguntó Sadler.

 

“No que yo sepa y no sé cómo se hubiera podido levantar de la cama sin que yo me diera cuenta. Además, está todavía dormido. No sé cómo ha podido hacerlo.”

 

Los Sadler comenzaron a examinar las casi 500 páginas del texto escrito a mano con letra muy ajustada[55]. ¡El manuscrito parecía dar respuesta a las 181 preguntas que Sadler había recogido en el foro! Los Sadler, asombrados, fueron al dormitorio. El sujeto estaba en un sueño normal en ese momento y se despertó con facilidad.

 

“¿Sabe lo que ha estado haciendo durante el sueño?”, preguntó Sadler.

 

“No he estado haciendo nada”, contestó él.

 

“¡Pues claro que sí! ¿No ha escrito esto?”, le preguntó Sadler.

 

“No, no he escrito nada.”[56]

 

Sadler telefoneó a su despacho y le pidió a Christy que le trajera inmediatamente un aparato que se usaba para comprobar la fatiga muscular. Pensó que si aquella persona había escrito realmente el documento aquella noche, su brazo mostraría muestras de agotamiento. Pero cuando llegó Christy y se le realizó aquella prueba, pudo comprobar que no había muestra alguna de agotamiento muscular. Con permiso del matrimonio, los Sadler se llevaron el manuscrito para pasarlo a máquina.

 

El asombroso manuscrito

 

Es necesario indicar que los acontecimientos habían tomado un inesperado giro. Sorprendentemente, lo sucedido difería por completo de las primeras sesiones orales con el paciente, cuando Lena C. Sadler tomaba sus notas. Pero a pesar de que lo ocurrido desafiaba de nuevo la objetividad científica de Sadler, el doctor seguía decidido a encontrar una explicación verosímil a todo aquello. No obstante, se encontraba totalmente confundido y no era un hombre acostumbrado a sentirse de esa manera. Aquel caso no acababa de tener características de escritura automática y su análisis resultaba ser más complejo de lo que inicialmente había creído.

 

Además del hecho de cómo se habían contestado a las preguntas del foro y el prodigioso contenido del manuscrito, había otras cuestiones. Sadler calculaba que una persona escribiendo rápido hubiese tardado entre siete y ocho horas en redactar aquel documento. Pero no se podía olvidar del contenido del material, que era de tal profundidad y brillantez intelectual que Sadler tenía dudas que alguien tuviese la capacidad para generarlo con tanta celeridad[57].

 

Los doctores también contemplaron la posibilidad de que alguien hubiese preparado aquello durante varias semanas o meses y de que todo fuese un engaño. Como científicos que eran, su siguiente paso fue llevar el manuscrito a expertos en grafología para comprobar si lo había escrito aquel hombre. Si esto era así, no había más remedio que concluir o que era producto de escritura automática inconsciente o se trataba de un texto escrito de forma deliberada, a pesar de lo que parecía ser el testimonio franco de aquel hombre y de su esposa.

 

Pero los grafólogos consultados afirmaron que la persona no había escrito el aquel texto, tal como menciona Sprunger, que lo supo a través de una conversación mantenida, muchos años después, en Culver, Indiana, con Clara, una contable titulada, y miembro de su congregación. Clara, años antes, cuando trabajaba en Chicago, había ido a la consulta de los Sadler para recibir tratamiento, y asistió al foro invitada por ellos. Pero no sólo se comprobó la escritura del hombre sino también la de su esposa, determinándose finalmente que no se conocía quién había escrito el manuscrito[58].

 

Mark Kulieke escribe en su Birth of a Revelation:

 

Aunque el Dr. Sadler se refiere a los mensajes escritos de la persona de contacto en The Mind at Mischief, los grafólogos habían determinado que la letra del texto no era la del sujeto humano ni la de nadie cercano a él. El grupo de contacto especuló con la posibilidad de que hubiera sido escrito por los medianos secundarios[59].

 

Podemos suponer con cierta seguridad la razón por la que el grupo de contacto había creído que un mediano secundario había escrito físicamente los escritos. A través de “History Two” sabemos que todos los intentos, observaciones e investigaciones realizados para descubrir el método usado en la escritura de los mensajes fracasaron por completo[60].

 

La cuestión de la letra del manuscrito

 

Sin embargo, no todos los urantianos creen que la letra original del manuscrito tiene un origen desconocido. Hay quien cree, no cuestionando con ello la revelación, que fue aquel hombre quien escribió el manuscrito, a pesar del hecho de que nadie le vio jamás escribir nada. Bill Sadler se refiere a este hecho, en una mencionada grabación magnetofónica, de la siguiente manera, al preguntársele si el texto estaba escrito a lápiz:

 

Todo se escribió a lápiz, sí. Todo está escrito con la letra de esta persona, que comentó arrepentido: “Si alguna vez quieren hacer uso de mi cuenta corriente, yo estoy acabado porque el banco pagará con esa firma”[61].

 

No está muy claro qué quiso decir con “esa firma”. Parece ilógico, con la preocupación existente respecto a su anonimato, que el mediano firmara en el texto con el nombre del sujeto. También, a pesar de que este comentario apunta al hecho de que la letra del texto y la del sujeto dormido eran las mismas, hay que tener en cuenta el contexto en el que se dijo esto, ya que antes, en la misma grabación, afirma que nadie vio nunca escribir al sujeto dormido:

 

Ahora bien, durante todos estos años, nunca se le vio a dicha persona, a quien el libro se refiere, escribir ni un solo escrito. Y no creo que no nos pusiéramos zapatos con suelas de goma para mirar. Si los escribió, lo único que puedo decir es que fue más listo que todos nosotros. Nunca se le observó escribiéndolos[62].

 

Se dice que el miembro del foro llamado Herman Schell mencionó que ellos incluso siguieron a esta persona a su trabajo tratando de “cazarlo” escribiendo el texto. Incluso el polémico Harold Sherman escribió que la persona estaba dormida en la cama con su esposa al mismo tiempo que se le supone estaba escribiendo.

 

¿Cómo, entonces, se escribieron los escritos? Bill Sadler expone una sorprendente teoría, que analizaremos en más detalle en el próximo capítulo:

 

Esta es mi teoría. Quiero que visualicéis varios puntos en el espacio […] llamaremos punto A, punto B, punto C y punto D. Creo que los escritos fueron dictados, u originados, en punto A. Y creo que si hubiéramos podido estar presentes en punto A cuando alguno de estos escritos se estaban escribiendo, no hubiésemos visto nada. En el punto A es quizás el consejero divino quien firma el escrito 1[63].

 

Bill Sadler entonces se pone a comentar los problemas de la traducción de la lengua de Uversa, la capital del suprauniverso de Orvotón, a la lengua de Ciudad de Salvación, nuestro universo local, y finalmente al inglés. Continúa entonces con su teoría de cómo los escritos se materializaron:

 

Ahora bien, uno podría ver algo en el punto B, pero sería muy borroso. Se vería a un hombre dormido, a una persona de apariencia normal, no haciendo nada. Ahora, sería emocionante poder estar en el punto C. ¿Recordáis el día de la resurrección? Los soldados vieron la piedra moverse aparentemente sola. Bien, estaban empujando aquella piedra […] medianos secundarios, que son seres incorpóreos que pueden manejar sustancias físicas. En el punto C, creo que se podría haber visto un fenómeno emocionante, un lápiz moviéndose sobre el papel sin ningún medio visible que lo impulsara. Allí fue donde el hecho físico de la escritura se consumó”[64].

 

Hay muchos estudiosos urantianos que creen que no fue el sujeto sino algún mediano secundario quien escribió los escritos. Seguramente, los medianos podían haber copiado la letra de esta persona si lo hubiesen deseado, pero, ¿con qué fin? Esto no sólo podía haber puesto en riesgo su objetivo de preservar desconocida su identidad, sino que hubiese significado una intrusión en la mente humana, algo contrario a la filosofía de los escritos.

 

Tal como se lee en The Urantia Book, los medianos secundarios pueden penetrar en la mente humana para tener diversos grados de contactos con esa parte de Dios, llamada “el Modelador del Pensamiento”, que normalmente habita en cada persona (p. 1258, par. 1). También se nos dice respecto a ellos que están “bastante solos en su esfera de actividad en la mente humana” (p. 1190, pár., 2). Además, los Modeladores convierten la información procedente de diversas fuentes celestiales en “significativa” para los seres humanos (p. 425, pár., 1).

 

Igualmente leemos que se usó el Modelador del Pensamiento de la persona de contacto para la materialización de los escritos, pero en ninguna parte se dice que se usó su mente. Es posible entonces que fuese la mente de este Modelador del Pensamiento —no la mente humana— la que interviniese en dicha materialización, como explicaré en el próximo capítulo.

 

Hay además otros factores, incluido uno de tipo filosófico, que me llevan a concluir que la letra del texto de los escritos de Urantia no era la de la persona de contacto:

 

1) Los inequívocos recuerdos que tiene Sprunger de lo que Sadler y Christy dijeron, corroborados por Clara Stahl, confirman que el texto no estaba escrito con la letra del sujeto. También se debe recordar que Bill Sadler tenía dieciséis años cuando el primer manuscrito apareció. En este momento Bill además ingresó en los marines, mintiendo sobre su edad. No pudo haber empezado a leer los escritos de Urantia hasta más tarde, cuando estuvo de permiso, y no pudo haber realizado una lectura intensa de los escritos hasta que terminó su alistamiento en 1928, a la edad de veintiocho años. Es posible que la comprobación de la letra del manuscrito se hubiese realizado con bastante anterioridad, mientras que él estaba fuera. Pero, aunque hubiese podido asistir a las primeras sesiones con la persona de contacto, es razonable pensar que éstas, en aquel momento, por su edad, no llamarían demasiado su atención. Finalmente, Sprunger me indicó lo siguiente en un correo electrónico fechado el 8 de noviembre de 1999: “Bill Sadler me dijo que él y su padre encontraban como más factible el hecho de que un mediano secundario escribiera el texto.” En mi opinión, estas palabras pondrían en duda las palabras de Bill Sadler referidas a la letra del manuscrito.

 

2) El Dr. William S. Sadler era un gran experto en fenómenos paranormales. Con frecuencia había comentado que él y otros expertos se desconcertaron ante la manera en la que se habían materializado los escritos. El hecho de que los escritos hubieran tenido la letra de la persona de contacto les hubiese llevado a concluir que se habían producido mediante escritura automática, pero él había afirmado de forma categórica, como ya se indicó anteriormente, que no se había empleado ninguna forma conocida de escritura automática, ni de habla automática ni de métodos paranormales para producir parte alguna de los escritos. Además, la Dra. Lena C. Sadler, convencida mucho antes que su esposo de la autenticidad de los escritos, apoyaba dicha afirmación.

 

3) Se puede aplicar el principio filosófico de la navaja de Ockham. Es decir, cuando nos encontramos ante dos análisis contradictorios de la misma cosa, se debe elegir el menos complejo.

 

La importancia de la letra del manuscrito

 

Para muchas personas no tiene sentido preocuparse por la letra de manuscrito. Sprunger nos se cansa de decir que lo importante en los escritos es su mensaje, y la revelación no formará parte de nuestra cultura hasta que haya un buen número de personas conscientes de su inigualable valor.

 

Sin embargo, este libro tiene el propósito principal de ofrecer al lector la oportunidad de tomar su propia decisión una vez sopese los diversos puntos de vista y analice las cuestiones aún no resueltas sobre los orígenes de los escritos de Urantia. En mundos más avanzados, no necesitaríamos una nueva narración para hacerlo. Ciertamente, el destino espiritual de ninguna persona va a depender de su creencia o no de que los escritos se materializaran en una letra de origen desconocido. Nadie va a aceptarlos de repente basándose en la fecha exacta y en las circunstancias por las que el doctor Sadler entró en contacto con el sujeto dormido. ¿Por qué entonces hay que intentar establecer y aclarar tantos hechos y suposiciones? Porque si se asume pasivamente ahora que los escritos de Urantia llevan la letra del sujeto dormido será prácticamente imposible demostrar ante futuras generaciones que éstos no son producto de escritura automática, que no es una obra “comunicada”.

 

También estamos buscando con toda meticulosidad la verdad porque hay personas que presentan sólo una visión parcial de ésta para controlar o desacreditar los escritos de Urantia. Harold Sherman, por ejemplo, en unas cien palabras, se refiere cuatro veces al hecho de que el texto que se produjo en aquella lejana noche estaba en la letra del sujeto dormido. Sin embargo, en su descripción, Sherman prácticamente sitúa a éste en la cama con su mujer mientras se redactó dicho texto. Esta paradoja se puede explicar por el aparente deseo de Sherman de clasificar la revelación como un caso ordinario de escritura automática. Sin duda debió sentirse decepcionado ante la repulsa que se hace en los escritos de los fenómenos paranormales, especialmente de la reencarnación y de la comunicación con los difuntos[65]. Algunas personas como Martin Gardner[66] defendieron la postura de Sherman para minar la veracidad de los escritos y para afirmar que los escritos tenían autoría humana y que se habían originado mediante una “comunicación espiritista”.

 

Yo comencé a creer en la revelación mucho antes de indagar sobre sus orígenes, como ha hecho la mayoría de la segunda generación de lectores. Esto no quiere decir que no haya lectores que sigan el proceso contrario, y es por ello que hay que darles toda la información necesaria para que saquen sus propias conclusiones. Pero también nuestro razonamiento ha de ser coherente con la propia filosofía de los escritos. A ésta acudiré en el próximo capítulo para analizar qué dicen sobre la mencionada materialización de los escritos.

 

El foro lee los primeros escritos

 

El matrimonio Sadler trajo el voluminoso texto, ya pasado a máquina, a la reunión del foro del 18 de enero de 1925[67]. El doctor anunció a los miembros de éste que sus preguntas habían sido respondidas con un asombroso lujo de detalles, y les leyó la primera sección o escrito al grupo. Mucho más tarde, tras la reunión, los miembros del foro dejaron el 533 de Diversey Parkway para marcharse a sus casas. Es difícil creer que fueran verdaderamente conscientes de la transcendencia de lo ocurrido aquella noche de enero en Chicago. Clyde Bedell, que se convertiría en un urantiano entregado como pocos, no podía ni siquiera recordar cuándo se produjo la primera lectura de los escritos. Decía justamente que en aquel momento nadie se percató de que estaban ante una revelación de los tiempos.

 

El proceso de lectura seguido en el foro

 

El foro se reunía en una sala que disponía de unas cincuenta sillas plegables. A veces, todas se ocupaban y los asistentes tenían que colocarse en un corredor contiguo. Allí, durante las semanas que siguieron, el Dr. Sadler (o posteriormente su hijo Bill Sadler) se encargaba de leer un escrito y a partir de éste los miembros del foro formulaban sus preguntas por escrito. Éstas se recogían en una bandeja o cesta que se colocaba en una mesa situada a un lado de la habitación. Entonces se clasificaban, se descartaban las duplicadas y las que tenían relevancia se preparaban en una o dos páginas. No está claro cómo se entregaban las preguntas a los reveladores. Helen Carlson, miembro del foro desde 1935, en una declaración jurada, describe este proceso de preguntas y respuesta, pero nunca pudo discernir dónde se colocaban dichas preguntas[68].

 

Se usó al foro de la manera que se usa a esos grupos en el estudio de mercado para analizar las reacciones de los consumidores a los productos y a las campañas publicitarias. El movimiento de personas en el foro no fue demasiado significativo porque cada una de éstas se quedaba, como he comentado, una media de dos años. Parece que los reveladores estaban interesados en conocer las reacciones humanas y su comprensión del material que se le presentaba. Al guiar y evaluar las reacciones a la lectura de los escritos, los invisibles reveladores ampliaban y revisaban el material. Mediante este proceso se acabaría por formar un original más amplio y revisado, en mayor concordancia con dichas reacciones, comprensión y las nuevas preguntas que se formulaban. El proceso inicial seguido en el foro era bastante informal y continuó así durante ocho meses tras la lectura del primer escrito. En ese momento, Sadler informó a los miembros del foro de que se habían dado instrucciones a la comisión de contacto para que hiciera del foro un grupo más cerrado.

 

El foro se constituye formalmente

 

Con el fin de preservar todo en secreto, en septiembre de 1925, se constituyó formalmente el foro, haciéndose efectivamente más restringido, y treinta personas firmaron un juramento de confidencialidad. Puesto que la afluencia de miembros continuó siendo un problema, sólo se admitían nuevos componentes “tras haber sido entrevistados por los responsables y haber firmado el mismo compromiso de confidencialidad ya realizado por los demás miembros”, que decía así:

 

Reconocemos nuestro juramento de confidencialidad, por el que nos comprometemos a no comentar las revelaciones de Urantia o cualquiera de sus temas con ninguna persona excepto con miembros en activo del foro, y no tomar notas de esta materia ni de las leídas ni de las comentadas en sesiones públicas, o hacer copia o tomar notas de lo que hemos leído de manera personal[69].

 

Sin embargo, sólo los miembros de la comisión de contacto conocerían la identidad del sujeto dormido. Los miembros del foro no asistían a las sesiones de contacto[70]. Además jamás llegaban a ver los manuscritos originales, que se guardaban en una caja de seguridad[71]. Sadler le dijo a Sprunger que una vez que se pasaban a máquina, éstos desaparecían de forma misteriosa de la caja de seguridad, y que, aunque trató de descubrir de qué manera esto se efectuaba, nunca logró saberlo[72]. Sadler también le había comentado que, al principio, había intentado de diversas formas causar confusión y posiblemente descubrir el engaño. Incluso una vez colocó varios billetes de 10 dólares entre algunas páginas de un manuscrito antes de colocarlo en la caja de seguridad, pero los manuscritos desaparecían y los billetes no. Colocó entonces un manuscrito en una caja de depósitos de un banco en lugar de en su propia caja de seguridad, pero éste desapareció igualmente. Además se le pidió que no siguiera con aquellas “estratagemas”.

 

La formulación de preguntas y respuestas continuó hasta 1929. En aquellos momentos Sadler[73] todavía albergaba sus dudas respecto a aquello, pero sin dejar de reconocer que se encontraba igual que al principio. Durante cinco años, el proceso revelatorio había producido 57 escritos, y el texto final escrito a máquina 1700 páginas[74]. Durante éste, el sujeto dormido fue siempre la única persona de contacto[75].

 

Así pues, todos los escritos se materializaban en forma manuscrita[76]. Entonces se pasaban a máquina, se verificaban y el manuscrito original se colocaba en la caja de seguridad, desapareciendo misteriosamente de dicha caja, como se ha explicado. La comisión de contacto no tenía autoridad alguna para revisar otra cosa que no fuese la ortografía, las mayúsculas y la puntuación. En 1955, los escritos de Urantia se publicaron tal como se habían recibido, dentro de los límites que la capacidad humana impone. No hubo intervención humana ni autoría humana alguna ni en su fondo ni en su forma[77].

 

Parece que se dio alguna forma de comunicación verbal informal entre los reveladores y los miembros de la comisión de contacto, aunque siempre como grupo y en la presencia del sujeto dormido. Estas comunicaciones se realizaban de forma directa, inexplicablemente, sin llegar a usarse las cuerdas vocales de la persona de contacto como mediadora[78]. En mi opinión, aunque no conozcamos la naturaleza exacta de estos contactos verbales, si se dieron no serían incompatibles con los escritos de Urantia, en los que se lee que los medianos secundarios pueden influir en la materia en ciertas condiciones y pueden, por tanto, producir ondas de sonidos. Estas comunicaciones eran para dar directrices y no tenían nada que ver con el texto de los escritos de Urantia.

 

También es significativo el hecho de que estas comunicaciones verbales se daban bajo ciertas condiciones, ya que tenían que estar presentes al menos dos miembros de la comisión de contacto[79]. De todos modos, hay que distinguir éstas de las llamadas “comunicaciones paranormales”, porque las primeras al parecer no brotaban de ningún cuerpo y al menos eran dos las personas que las oían, excluyéndose así el auto-engaño. En las segundas es una sola persona de forma privada quien oye esas voces o quien las pronuncia afirmando que proceden de una entidad desencarnada. Esto no se puede comprobar. En esta etapa del contacto, suponiendo que efectivamente se empleó esta forma de comunicación, es posible que los miembros de la comisión pudieran tratar con voces desencarnadas sin excesivo estrés. No obstante, como veremos, esto podría haber ocasionado algún tipo de trastorno mental a alguno de los miembros de la comisión de contacto.

 

Además, los reveladores dieron a la comisión de contacto instrucciones por escrito, no mencionadas en el texto, que de alguna forma se materializaban. Casi todos estos mensajes escritos tenía una nota al final que decía “Quemar no más tarde de la impresión de los escritos de Urantia”. No se conoce de la existencia de estos mensajes originales[80].

 

¿Fue necesario el sujeto dormido?

 

Se nos plantea ahora la cuestión no sólo de cómo sino de por qué fue necesaria la participación del sujeto dormido para la materialización del texto y de los mensajes escritos, y más cuando hay constancia de que no se escribieron con su letra. También uno se puede preguntar por qué al parecer tenía que estar siempre presente (en estado de sueño y completamente inconsciente) cuando se producía la comunicación verbal entre la comisión de contacto y los medianos si, como creemos, sus órganos fónicos no se usaban para estas comunicaciones. Sí podemos asegurar, no obstante, que incluso tras terminarse de revelar los escritos y se preparaba éste para su publicación, como veremos en el Capítulo IX, la persona de contacto estaba en todas las comunicaciones hasta que éstas finalmente se cortaron en 1955.

 

Sprunger supone que hay ciertas reglas celestiales que rigen el proceso por el que se entrega una revelación de transcendencia para todos los tiempos. Esto es coherente con lo que los escritos dicen sobre las revelaciones aclarando que éstas difieren de las autorrevelaciones o revelaciones personales realizadas por el Modelador del Pensamiento en la mente humana. Las revelaciones de los tiempos se “exponen con la mediación de alguna instancia, grupo o ser personal celestial (p. 1009).” También dicen que los escritos de Urantia “difieren de todas las anteriores revelaciones, porque no son la obra de un único ser personal del universo sino la exposición combinada de muchos seres (1008).” Es razonable suponer que el aparente difícil proceso por el que se realizó la materialización inicial de los escritos y el medio por el que los seres celestiales lo revisaron puede que hubiesen requerido, por algún modo de convención celestial, de la asistencia del Modelador del Pensamiento de un ser humano. El objetivo principal de los seres personales celestiales al exponer una revelación de los tiempos es evidentemente el bienestar y protección final de los mortales evolutivos del planeta. Por esta razón, el proceso se realiza de la forma más segura y menos intrusiva posible.

 

No sabemos qué procedimiento siguieron los reveladores en las sesiones o en los contactos posteriores, aunque parece claro que los reveladores guiaban a los mortales. Tampoco sabemos si la esposa de aquel hombre continuó estando presente durante los últimos contactos.

 

También hay preguntas que no podemos responder al respecto: ¿Era necesario que la Dra. Lena C. Sadler preguntara antes de que se estableciera el contacto inicial a través del sujeto dormido? ¿Por qué eran necesarias las preguntas de los miembros del foro para el desarrollo de los temas? En un mundo ideal, estas cuestiones no se plantearían, y los escritos de Urantia hablarían por sí mismos en favor de su autenticidad. Esa era la esperanza de Sadler:

 

Quedamos pocos de aquéllos que estuvieron en contacto con este fenómeno en sus comienzos, y cuando fallezcamos, nuestro conocimiento de éste morirá con nosotros. Entonces el libro existirá como un gran misterio espiritual, y ningún ser humano podrá saber la forma en la que surgió[81].

 

La ironía de este comentario es que se realizó justo después de que Salder hubiese dado una gran cantidad de información a dos periodistas, a los Sherman, sobre el origen de los escritos de Urantia. Siendo como es la naturaleza humana, no es raro que hayan surgido especulaciones y textos apócrifos respecto a los escritos, especialmente en los últimos años. Existe el riesgo de desarrollar una religión en torno a ellos, pero sin sus enseñanzas. Quizás una de las más aberrantes ideas sea la afirmación de que los miembros de la comisión de contacto tenían poderes secretos y una condición espiritual especial. La gente tiene cierta tendencia a creer las historias de esta naturaleza. En sus publicaciones, Mark Kulieke parece tener ideas contradictorias al respecto, pero en la segunda edición de Birth of a Revelation hace la siguiente e importante observación:

 

Quizás un factor o una perspectiva que se haya pasado por alto es el hecho de que ni Sadler ni el conjunto de toda la comisión de contacto eran proclives a vivencias místicas o extrasensoriales. Aunque vivieron y fueron testigos de ocurrencias sumamente inusuales durante medio siglo, ellos no las solicitaron. Nunca iniciaron estos contactos ni hicieron nada por incrementarlos. Además, estuvieron mucho tiempo con dudas respecto a todo aquello. Todo el ímpetu y control estaba en manos de seres sobrehumanos. A la comisión de contacto no le fue posible cultivar nada extraordinario, sino que fueron, en esencia, recipientes pasivos de tan extraordinario proyecto. Tuvieron un papel activo, pero su actividad era humana y ordinaria, no mística. Y permanecieron escépticos de todas las cosas ocultas o extraordinarias. Vivieron el singular desarrollo de una revelación de todos los tiempos, pero no se interesaron por muchos episodios de su propia revelación personal, muchos de éstos también genuinos o parcialmente genuinos, que continuamente abundan a nuestro alrededor[82].

 

«Repasemos de nuevo el libro»

 

Durante 1929, parecía que el libro estaba a punto de finalizarse, pero entonces el foro recibió una nueva instrucción escrita a través de la comisión de contacto:

 

Con todo lo que ha aumentado vuestra comprensión al haber leído y estudiado el material, podéis ahora hacer preguntas más inteligentes. Repasemos de nuevo el libro[83].

 

Así pues, entre 1929‑1930, el grupo comenzó a releer aquel formidable texto.

 

 

Nuevos conceptos.

 

 

CAPÍTULO V

 

‘Se nos expusieron muchos conceptos, algunos extraños para nosotros.»

 

Hasta el momento hemos descrito acontecimientos que se fueron produciendo durante unos veinticinco años y que tuvieron importantes consecuencias. Cualquier persona podría preguntarse si estos episodios fueron verdaderos. En realidad, más allá de la verosimilitud de los acontecimientos descritos, son los propios escritos de Urantia el mejor testimonio de su propia credibilidad y prácticamente cualquier persona que los estudie con atención y con la mente abierta podrá convencerse de ello. Esto no quita que alguien como yo, que cree en la autenticidad de estos escritos —y a quien éstos le cambiaron la vida—, desee indagar sobre su origen intentando, siempre de forma coherente con la misma profundidad de los escritos, buscar las fuentes documentales más veraces.

 

Sin embargo, los nuevos lectores podrían rápidamente perderse en la narración de los hechos si no se les explica que tanto el Dr. Sadler como los demás que estuvieron presentes en las primeras sesiones con el sujeto dormido estaban igualmente desconcertados ante los conceptos que se les presentaban. Insertada en “History Two”, hay una sección de tres páginas, al parecer escrita por Sadler, titulada «Contact Activities Preceding the Urantia Papers» (“Las actividades de contacto que precedieron a los escritos de Urantia”) que ilustra este hecho[84]. A diferencia de muchas de las otras partes de “History Two”, el estilo y el contenido son coherentes con la producción escrita de Sadler. Y si esto es cierto, podemos deducir de sus palabras que el período habido entre el primer contacto y el comienzo de los escritos de Urantia fue de preparación y prueba, así como de exposición de los nuevos conceptos. También dice en relación a la comisión de contacto lo siguiente:

 

Nunca nos dimos cuenta de lo que se habían expandido nuestras nociones religiosas hasta que comenzaron a llegar los escritos. A medida que la revelación avanzaba, más nos dábamos cuenta de cómo se nos había preparado, durante estos veinte años de contactos preliminares de formación, para el gran cambio de nuestras creencias religiosas[85].

 

En estas tres páginas se mencionan, pues, esos veinte años de formación previa antes de “que comenzaran a llegar los escritos.” Por otro lado, dicha formación a la que se refiere Sadler sólo se puede aplicar a los primeros cuatro miembros de la comisión de contacto y no, como se ha creído y como veremos, a los miembros del foro.

 

A veces los lectores experimentados de los escritos se olvidan del extraordinario cambio de paradigma que se produjo en su propio pensamiento tras la lectura de la revelación. Con frecuencia, ante la sorpresa de los nuevos lectores, pronunciamos nombre como “medianos”, “Modelador del Pensamiento” y “morontial”. Sabemos que Sadler, además de doctor en medicina, se había ordenado ministro y era un hombre profundamente religioso. Sin duda, estas sesiones preliminares tenían un contenido científico y religioso que produjeron un profundo impacto en él. Para comprender esto y ayudar a los nuevos lectores, enumeramos dieciséis puntos de la mencionada formación dados a la comisión de contacto, antes de que se formara el foro, como preparación para otros todavía más avanzados. He añadido unos comentarios, que aparecen al pie de página. Así pues, como comenta Sadler en las páginas 11 a 13 de “History Two”, de entre las numerosas ideas nuevas sobre cosmología y filosofía se podrían destacar las siguientes:

 

  1. Nuevo concepto del inmenso y extenso cosmos[86].

 

  1. Millones de planetas habitados.

 

  1. Exposición de una gran cantidad de niveles diferentes y variados de seres personales celestiales.

 

  1. Confirmación del origen evolutivo de la humanidad e incluso de un cosmos evolutivo.

 

  1. Iniciación a múltiples deidades creadoras[87].

 

  1. Provisional puesta a prueba de nuestras nociones teológicas. Paciente determinación de hasta dónde se podrían modificar nuestras creencias teológicas y nuestras opiniones filosóficas.

 

  1. Sin darnos cuenta, en un período aproximado de veinte años, nuestra visión fundamental de la religión y nuestras actitudes cambiaron de manera considerable.

 

  1. Se nos familiarizó con términos como «la Primera Fuente y Centro», «Havona»[88], «suprauniversos», y «Ser Supremo»[89], pero teníamos poca idea del significado real de dichos términos.

 

  1. También oímos palabras tales como «Espíritus Mayores», «espacio exterior», y «Directores de Potencia», pero, una vez más, poco comprendíamos su significado. También nos enteramos de los numerosos órdenes de ángeles.

 

  1. Supimos de los «Modeladores del Pensamiento», pero nuestro concepto del significado de este término era vago e indefinido[90].

 

  1. Habíamos adquirido un concepto confuso de los niveles morontiales de existencia, pero nunca oímos la palabra «morontia» hasta que dieron comienzo los escritos.

 

  1. Los medianos nos resultaban muy reales —con frecuencia hablábamos con ellos durante nuestros diversos «contactos»—. Comprendíamos plenamente que los medianos secundarios supervisaban los contactos.

 

  1. Supimos de algunas cosas acerca de la rebelión de Lucifer, pero teníamos poca o ninguna información sobre Adán y Eva.

 

  1. Nos dio la impresión de que había razones especiales para la efusión de Jesús sobre Urantia, pero teníamos poca o ninguna idea de la naturaleza de estas razones aún no reveladas.

 

  1. Alguna que otra vez oímos referencias a la vida y enseñanzas de Jesús, pero se mostraban muy cautelosos a la hora de exponer conceptos nuevos con relación a la efusión de Miguel sobre Urantia[91]. De toda la revelación de Urantia, los que más nos sorprendieron fueron los escritos de Jesús.

 

  1. Aunque no oímos el término «Colectivo Final», sí adquirimos una vaga idea de que el destino de los mortales supervivientes quizás fuera el Paraíso.

 

Sadler también añade:

 

Nuestros amigos sobrenaturales tardaron, por tanto, algo más de dos décadas en extender nuestro horizonte cósmico, en engrandecer nuestros conceptos teológicos y en expandir nuestra visión general de la filosofía[92].

 

Esta formación previa estaba evidentemente destinada a la comisión de contacto y tuvo lugar antes de que los primeros escritos comenzaran a llegar, de hecho y de manera general, como comenta Sadler, “estableciendo el marco para el posterior comienzo de la entrega de los escritos de Urantia”[93].

 

Podemos afirmar, con cierta seguridad, que el primer escrito se leyó al foro en enero de 1925. Por lo tanto, en las mencionadas páginas 11 y 12 de “History Two” es probable que estemos leyendo las palabras de Sadler, de su esposa Lena o de uno de los Kellogg. Parece más lógico pensar, no obstante, que sean las de Sadler insertadas por el miembro de la comisión de contacto en determinados pasajes de esta historia al construir la narrativa. La naturaleza híbrida de “History Two” parece reflejar la ingenuidad de su anónimo autor de que ésta no se asociara a ninguno de los miembros de la comisión de contacto.

 

Además, podemos razonablemente concluir que no todos los miembros de la comisión de contacto recibieron esta formación. Sólo William S. Sadler, Lena C. Sadler y Anna Kellogg pudieron haberla recibido ya que Emma L. Christensen no llegó a la casa de los Sadler hasta diciembre de 1923, más o menos un año antes de que se efectuara la lectura del primer escrito en el foro[94]. Parece obvio que Bill Sadler tampoco pudo haber recibido estos veinte años de instrucción previa. No llegaba a los 16 años de edad en enero de 1925, aunque era, sin duda, un niño precoz y puede que participara de alguna manera en estos primeros contactos.

 

Por otro lado, Lena C. Sadler murió el 1 de agosto de 1939, a la edad de 64 años; Wilfred C. Kellogg, el 31 de agosto de 1956, a la edad de 75, algo menos de un año antes de la publicación de The Urantia Book; Anna Bell Kellogg murió el 24 de febrero de 1960 a la edad de 82 años. Así que, para comienzos de 1960, el Dr. Sadler era el único miembro vivo de la comisión de contacto con la experiencia de las dos mencionadas décadas que precedieron a la aparición de los escritos de Urantia. Y, puesto que ni Lena C. Sadler ni los Kellogg dejaron ningún testimonio escrito en relación a la revelación, los recuerdos y afirmaciones de William S. Sadler sobre esos momentos iniciales resultan de gran importancia.

 

Más sobre los primeros contactos —y los escritos de Jesús—

 

Entre otras tareas, los invisibles medianos se encargan de las actividades no materiales e invisibles del mundo espiritual de nuestro planeta:

 

Los medianos son los guardianes, los centinelas, de los mundos del espacio. Tienen la gran responsabilidad de vigilar los numerosos fenómenos y tipos de comunicación importantes para los seres sobrenaturales de los mundos. Rondan el reino espiritual invisible del planeta. (p. 864, pár. 8, n 2)

 

Parece ser que los medianos estaban presentes en todas las comunicaciones y resulta evidente pensar que hubiese una determinada comisión de medianos asignada al proyecto de la revelación en Urantia. Pero aparte de ellos, no se dieron dos contactos iguales. Raras veces la comisión de contacto se reunía con el mismo visitante más de una vez, por lo que se le proporcionaba a ésta una extensa y beneficiosa preparación inicial[95].

 

Jesús se menciona en The Urantia Book ya en la página 30 y otras 19 veces antes de la página 100. Además Miguel se menciona en la página 8 como “Cristo Miguel —Hijo del Hombre e Hijo de Dios—” y otras 16 veces antes de la página 100. Hay referencias continuas a él y a su trayectoria en los escritos. Los reveladores puede que hayan insertado algunas de estas referencias, aunque seguramente no todas ellas, tras la materialización de la Parte IV: La vida y enseñanzas de Jesús.

 

En los primeros contactos, antes de que llegaran los escritos, hubo un limitado número de comentarios sobre la vida y enseñanzas de Jesús. Sadler suponía que los medianos tenían algo de “duda sobre su autoridad en tales cuestiones”. Es posible que se basara en el hecho de que, mucho más tarde en las exposiciones de los escritos, se dice que el equipo revelatorio de medianos había acudido a altas autoridades celestiales para clarificar su derecho a narrar con amplitud la historia de Jesús de Nazaret y de sus inigualables enseñanzas[96].

 

Una vez más queremos indicar que Sadler creyó durante mucho tiempo poder encontrar una explicación científica a lo que estaba ocurriendo. Incluso durante el período inicial de la existencia del foro desde 1924 a 1935, intentó permanecer objetivo y solo provisionalmente aceptaría la validez del contenido de los escritos de Urantia. Esto escribió de esos contactos iniciales: “Aquellos de nosotros que asistíamos a las vigilias nocturnas nunca llegamos a sospechar que estábamos en contacto con algo sobrenatural”[97].

 

 

Emma Louise Christensen (Christy) de joven

 

 

Anna Bell Kellogg y Wilfred Custer Kellogg (junio de 1942)

 

El proceso de materialización

 

Para Sadler y su hijo Bill Sadler sería, sin duda, un reto intelectual poder comprender cómo podían los seres espirituales comunicarse con los seres humanos y salvar la distancia entre el mundo material y el espiritual. Los escritos de Urantia nos dicen que:

 

La distancia entre el mundo material y el espiritual se salva mediante la vinculación múltiple del hombre mortal, el ser intermedio secundario, el ser intermedio primario, el querubín morontial, el querubín de fase media y el serafín. En la experiencia personal del mortal estos diversos niveles sin duda se unifican más o menos y se hacen personalmente significativos mediante la actuación misteriosa y no observada del Modelador del Pensamiento Divino (p. 425, pár. 1).

 

y también se dice:

 

Pero puesto que cada orden de ser intermedio puede establecer un contacto perfectamente sincronizado con el otro orden, cada grupo es por tanto capaz de utilizar de forma práctica la gama completa de energía que va desde el poder físico bruto de los mundos materiales, a través de las fases de transición de las energías del universo, hasta las fuerzas más elevadas de realidad espiritual de los reinos celestiales (p. 424, pár. 8)[98].

 

Debemos hacer algunas observaciones finales. Por un lado, la exposición de los escritos de Urantia en inglés fue una formidable e inimaginable labor. Éstos constituyen, en gran medida, lo que llamaríamos una “traducción” de otra lengua, en algunos casos, de dos lenguas. A veces un escrito tuvo que traducirse desde la compleja lengua de Uversa, la capital de nuestro suprauniverso Orvotón, a la lengua del universo local de Nebadón y, finalmente, a la lengua inglesa. Algunos lectores valoran los diálogos de la Parte IV porque dicen que contienen las palabras reales de Jesús. Sin embargo, aunque Jesús hablaba varias lenguas, ninguna de ellas era el inglés moderno. Todos estos desconocidos diálogos tuvieron que ser “traducidos” desde sus idiomas originales y grabados de alguna forma por los medianos. En 1959, Sadler, en una carta dirigida al reverendo Benjamin M. Adams, en la que le contestaba a una anterior de éste, decía:

 

Debe recordar que los medianos prepararon una narrativa que era muchas veces más extensa que la que finalmente se impartió como Parte IV de The Urantia Book[99].

 

Parece claro que Sadler sabía de alguna manera que los medianos habían revisado el texto antes de que esta parte se materializara. Además, de acuerdo con los mismos escritos, se les pidió a los medianos que, cuando estuviesen disponibles, usaran fuentes humanas y que los complementaran y corrigieran con información revelada para luego materializar el resultado como un todo en el inglés contemporáneo. Además, los medianos calcularon las fechas de los sucesos acontecidos durante la vida de Jesús de manera que se interrelacionaran con el moderno calendario y establecieron las horas del día exactas (basadas en nuestra cronología actual) para muchos de los hechos acaecidos cuando todavía no se había inventado un método preciso de medir el tiempo. No hay duda de que aquello fue un proceso de gran complejidad.

 

Por otro lado, los escritos de Urantia toman una gran cantidad de conceptos humanos y material escrito por humanos. Los escritos lo dicen con libertad y claridad en varios lugares. Sin embargo, esto a algunos lectores les perturba sobremanera porque creen que una revelación debe contener sólo material nuevo. Pero esto no es sino una forma de sobresimplificar el proceso y el propósito de una revelación de los tiempos, que trataría de lograr una síntesis de conceptos y conocimiento existentes, recuperando aquellos que, de alguna manera, se hubiesen perdido y aportar conceptos e ideas nuevas sólo cuando fueran absolutamente necesarios para su objetivo principal. El propósito de una revelación de los tiempos es expandir el contenido espiritual y las consecuencias universales de conceptos y conocimientos ya existentes, aunque en el caso de los escritos de Urantia los reveladores también aportaron una gran cantidad de nuevos conceptos e información sobre el universo desconocidos anteriormente.

 

Según los escritos de Urantia, hay diferencia entre revelación y autorrevelación (p. 1109, pár. 4). La autorrevelación es el resultado de la actividad del Modelador del Pensamiento en la mente humana, con resultados inspiradores y maravillosos, si bien es cierto que ese material inspirado se sesga a menudo al pasar por la mente humana. La revelación de los tiempos implica, sin embargo, la labor de personajes celestiales:

 

La prueba de que la revelación es revelación está en este mismo acto de la experiencia humana: el hecho de que la revelación sintetiza las ciencias aparentemente divergentes de la naturaleza y de la teología de la religión en una filosofía del universo uniforme y lógica, en una explicación coordinada y continua tanto de la ciencia como de la religión, creando así una armonía de mente y una satisfacción de espíritu que responde, en la experiencia humana, a aquellas interrogantes de la mente mortal que desea saber cómo elabora el Infinito su voluntad y sus planes en la materia, con las mentes y sobre el espíritu (p.1106, pár. primero).

 

La revelación de los tiempos y el conocimiento humano existente

 

Para sintetizar ciencia, religión y filosofía, los autores celestiales de una revelación de los tiempos deben basarse en diversos conceptos humanos existentes, y armonizarlos. Matthew Block, investigador urantiano de los que poco a poco van surgiendo, ha ido ensamblando documentos y textos escritos de origen humano, al parecer usados por los reveladores como materia prima para este proceso de síntesis. La tarea de los reveladores es supuestamente llegar a la mente del mortal evolutivo en el nivel en que se encuentre, y ofrecer hábilmente una nueva información que expanda la comprensión de la humanidad de los contenidos y valores del universo.

 

Con mucha habilidad, Block muestra cómo los reveladores supieron hilar nuevas ideas y conceptos con los de origen humano ya existentes. Su investigación, aún por concluir, aportará unos datos que necesitarán valorarse cuidadosamente. El problema es, a pesar de lo importante de su estudio, que reducir los escritos a sus componentes no va a revelar su auténtica naturaleza —no se entendería más de la mente humana si la sometiéramos a un análisis reduccionista llegando hasta sus moléculas y átomos—.

 

David Kantor, gran estudioso e historiador de los escritos y miembro del Executive Committee of the General Council of The Urantia Book Fellowship, realiza la siguiente observación:

 

No existe todavía nadie que haya descubierto ni haya descrito el auténtico mecanismo usado para ensamblar la revelación en su nivel conceptual. Creo que el estudio de Matthew es un comienzo. Me acuerdo de una cita de la página 1005 de los escritos “(La religión) consiste no en el descubrimiento de nuevos hechos o en el hallazgo de una vivencia única, sino más bien en el descubrimiento de contenidos nuevos y espirituales de hechos ya bien conocidos por la humanidad.” Las fuentes humanas descubiertas y analizadas por Matthew Block y otros indican que los reveladores, para comunicarse con nosotros, no solo usaron elementos lingüísticos de la lengua inglesa, sino también conceptuales de los mejores textos religiosos, filosóficos y científicos. Estos estudios están todavía en su etapa inicial, pero probablemente cambiarán nuestra comprensión de los orígenes de los escritos de Urantia, de una manera profunda y fundamental.

 

Kristen Maaherra, que ha estudiado las fuentes humanas de los escritos y su estructura de forma tan profunda como cualquier otra persona, ha descubierto muchas claves fascinantes, incluyendo el uso de “palabras únicas” o palabras que se citan sólo una vez entre los millones de palabras del texto, palabras compuestas con guiones, palabras en cursiva y otros elementos que hablan de un todo inmensamente complejo y desconcertante. No hay duda de que seguirán apareciendo nuevos estudios sobre la estructura de los escritos.

 

Sin embargo, sospecho que no existe ningún argumento por lógico que parezca que sea capaz de convencer a una mente que albergue dudas de que, de acuerdo con los escritos, es precisamente esa síntesis de la nueva información con la información existente la que se precisa para conformar una revelación de los tiempos. Para mayor claridad, ilustremos esto con un ejemplo. Se dice que el siguiente pasaje es prácticamente una versión parafraseada de un mensaje de Bertrand Russell, al parecer impartida a estudiantes universitarios antes de que se publicaran los escritos. Es una explicación pesada y negativa, típica de un intelectual de orientación existencialista:

 

Para el materialista no creyente, el hombre es tan solo un accidente evolutivo. Sus esperanzas de supervivencia son producto de su imaginación de mortal; sus temores, amores, deseos y creencias no son sino la reacción de la yuxtaposición fortuita de ciertos átomos de materia sin vida. No hay exhibición de energía ni expresión de confianza que puedan llevarle más allá de la tumba. La devoción y la inspiración de los mejores hombres están destinadas a desaparecer en la muerte, en esa larga y solitaria noche del eterno olvido y de la extinción del alma. La indescriptible desesperación es la única recompensa del hombre por vivir y luchar bajo el sol temporal de la existencia mortal. Cada día de vida, con lentitud y certeza, aprieta más el despiadado destino decretado por un universo material hostil e implacable que es el mayor insulto para todo lo que en el deseo humano es hermoso, noble, elevado y bueno (p.1118, pár. 1).

 

Consideren ahora el argumento positivo en contra que, en la página anterior, aparece en los escritos de Urantia, y que puede proceder de algún texto anterior, de algún ser humano, posiblemente perdido, que los reveladores recuperan para nosotros; aunque también se puede tratar de un texto completamente nuevo y maravillosamente inspirado. En cualquier caso, no se puede expresar mejor:

 

La [verdadera] religión asegura al hombre que siguiendo el destello de rectitud que percibe en su alma se identifica con el plan del Infinito y el propósito del Eterno. Un alma así liberada de inmediato comienza a sentirse a gusto en este nuevo universo, en su universo.

 

Cuando vivencies tal transformación en la fe, ya no serás una parte servil del cosmos matemático, sino más bien un hijo liberado con voluntad del Padre Universal. Un hijo así liberado ya no luchará solo contra el inexorable destino de la terminación de la existencia temporal; ya no combatirá contra toda la naturaleza, con todo en su contra de forma irremediable; ya no le invadirá el temor paralizante de que, tal vez, haya depositado su confianza en un fantasma sin esperanzas o haya puesto su fe en un error de la fantasía.

 

En cambio ahora, los hijos de Dios se alistan juntos en la lucha por el triunfo de la realidad sobre las sombras parciales de la existencia. Por fin, todas las criaturas toman conciencia del hecho de que Dios y todas las huestes divinas de un casi ilimitado universo están de su lado en la lucha excelsa por la vida eterna y el estado divino. Estos hijos liberados por la fe ciertamente se han alistado en las luchas temporales del lado de las fuerzas supremas y de los seres personales divinos de la eternidad; hasta las estrellas en su curso batallan por ellos ahora; por fin, contemplan al universo desde dentro, desde la perspectiva de Dios y todo se transforma, desde la inseguridad del aislamiento material a la certeza de la eterna progresión espiritual. Aun el tiempo mismo se torna una mera sombra de la eternidad proyectada por las realidades del Paraíso sobre la panoplia móvil del espacio (p. 1117, pár. 1-3).

 

Esto es revelación, y habla por sí misma más allá de toda retórica o argumento que yo pueda añadir. Uno lo comprende o no. Pero éste no es sino uno de los incontables ejemplos del poder de la revelación que transciende el parámetro común de la creatividad del pensamiento humano. Para mí y para otros urantianos, que por tantos años hemos leído los escritos de Urantia y disfrutado de su riqueza espiritual y de sus retos, no existe ninguna duda sobre su autenticidad.

 

Pero no podemos pasar por alto que el Modelador del Pensamiento del sujeto dormido era necesario en este proceso, pero no su mente humana. El Modelador actúa en el nivel subconsciente de la mente humana, pero, con raras excepciones, lo hace sin que el sujeto humano sea consciente de ello.

 

El Modelador del Pensamiento del sujeto dormido —junto con los medianos secundarios— constituían los últimos vínculos en este complejo proceso de materialización de la revelación y su inserción en la corriente evolutiva. En los mundos evolutivos, los Modeladores siempre se vinculan a su anfitrión humano bajo estas circunstancias revelatorias. Por tanto, el sujeto dormido resultó ser necesario (aunque de manera indirecta).

 

¿Pero por qué tal complejidad? Muchos teólogos estarían de acuerdo con lo mencionado en el anterior capítulo de que hay ciertas reglas que gobiernan las revelaciones planetarias. No se les permite a los ángeles de forma milagrosa colocar una revelación en el regazo de los mortales. Cuando Clyde Bedell me dio el primer libro de Urantia en 1968, me dijo que lo habían escrito seres celestiales, pero que nadie sabía exactamente cmo se había originado. Aquello me sorprendió, hasta que añadió: “Pero esa es la peor razón para creer algo. Léelo y mira si te llega. Valora el libro por su contenido”.

 

Se puede discutir que la persona de Jesús de Nazaret, cuya vida y enseñanzas también constituyeron una revelación de los tiempos, fue de hecho “colocada” en nuestro planeta mediante su encarnación. Pero hay que añadir que Jesús podía haber ganado el mundo con facilidad simplemente habiendo ejercido sus poderes milagrosos. Podía haber volado sobre el templo si lo hubiera elegido y haber erradicado las dudas de casi cualquier mortal civilizado de nuestro planeta; no obstante, estas obras y maravillas también podían haber sido la razón menos noble para creer en el Maestro, y Jesús nunca se cansó de enseñar este principio a los apóstoles. Al parecer los milagros tienen un efecto atrayente sobre la persona inmadura, pero no contribuyen al necesario progreso espiritual. Cada uno de nosotros tiene que afanarse por su alimento espiritual, de igual manera que lo hacemos por el material.

 

Pero, ¿cómo se materializaron los escritos de Urantia? Nadie lo sabe. En el Apéndice D expongo algunas citas y algunos supuestos en relación a esto. Los filósofos opuestos al concepto de revelación señalan los problemas que conlleva la relación del plano espiritual con el material. Quizás lo más interesante respecto a las claves proporcionadas por los mismos escritos es que responden a esta cuestión. La idea de que existe un plano morontial mediador que combina los planos material y espiritual y se interrelaciona con éstos sólo se da en los escritos de Urantia.

 

 

Mary Lou Hales, Christy y Bill Sadler (hijo de William Sadler).

 

 

CAPÍTULO VI

 

“Me sorprende la falta de entusiasmo de la mayoría de los miembros del foro”

 

Para 1929, cuando el foro comenzó a releer los 57 escritos y se les pidió que hicieran “preguntas más inteligentes”[100], había en el mundo gran agitación e incertidumbre. El 28 de octubre de ese año tuvo lugar el “lunes negro” que significó un colapso bursátil sin precedentes y una gran crisis económica que provocó el colapso financiero en Estados Unidos y una gran recesión en Europa, aunque los efectos se dejaron notar en todo el mundo. En Alemania el partido nazi ganaría 107 escaños en las elecciones que tendrían lugar el año siguiente. En 1929, Bill Sadler, el hijo del Dr. Sadler, a la edad de 21 años, comenzaría a ser más y más activo en la revelación[101].

 

Sin embargo, no hay en los escritos ni referencias ni reconocimiento alguno de parte de los reveladores de la ayuda prestada en forma de preguntas por el foro o por la comisión de contacto. En un principio, esas preguntas fueron muy simples, pero la petición de que se hicieran preguntas de mayor calado tuvo su efecto y los reveladores ampliaron el material de forma considerable. El escrito inicial sobre la naturaleza de Dios se amplió a dos y, posteriormente, a cinco. Una pregunta sobre el término “ser personal” resultó en un nuevo escrito[102]. Durante los cinco años que siguieron, los 57 escritos se incrementarían en 119. Éstos estaban divididos en tres partes:

 

El universo central y los suprauniversos, con 31 escritos patrocinados por un colectivo de seres personales de Uversa bajo los auspicios de los Ancianos de Días de Orvontón. Uversa es la capital de Orvontón.

 

El universo local, con 25 escritos patrocinados por un colectivo de seres personales de Nebadón bajo los auspicios de Gabriel de Ciudad de Salvación. Nebadón es nuestro universo local y Ciudad de Salvación su capital.

 

La historia de Urantia, con 63 escritos patrocinados por un colectivo de seres personales del universo bajo los auspicios de Gabriel de Ciudad de Salvación.

 

Cuando el foro completaba esta segunda lectura de los escritos de las partes primera a tercera, se sucedía otro acontecimiento respecto a los escritos de Jesús. Sabemos que Sadler creía que los miembros de la comisión de medianos asignada a la revelación tenían dudas sobre su potestad para dar a conocer a la comisión de contacto la vida y enseñanzas de Jesús. Para aclarar la situación, se efectuó una “acción legal amistosa” celestial, en el que estos medianos se enfrentaron al grupo de medianos responsable de recopilar los escritos de Jesús, acusándoles del incumplimiento de las normas del universo[103].

 

Los consejeros del sistema local se negaron a examinar el caso, y lo remitieron a un escalafón superior, a los consejeros de la Constelación de Nortaliadek. Estos tribunales lo enviaron a su vez a los consejeros de Nebadón, y todavía iría el caso a un escalafón superior, a las autoridades del suprauniverso de Orvontón. Desde principio a final, la amistosa protesta tardó en resolverse un año en tiempo de Urantia. El grupo de medianos que había preparado “La vida y enseñanzas de Jesús” no solo fue exonerado sino que, mediante un mandato especial, se concedía prioridad a su proyecto. Cuando la comisión de medianos supo la noticia rebosaron de alegría. Sadler comentó a Meredith J. Sprunger que, de alguna manera, se le permitió a la comisión de contacto “oír” el alborozo de los medianos[104].

 

La historia de esta amistosa discordia proporciona un poderoso mensaje. Es emocionante considerar la energía y devoción del equipo de medianos que había pacientemente esperado para traer la vida y enseñanza de Jesús a nuestro oscuro y zozobrante planeta. Al mismo tiempo, inspira ver la tolerancia y respeto que tenían por los límites de su propia autoridad, a pesar de sus sentimientos y creencias personales. Quizás los medianos estaban modelando el ideal de una actitud de no propiedad hacia los escritos de Urantia.

 

La fechas de las partes de los escritos

 

Hay mucha confusión respecto a las fechas de las distintas partes de los escritos. Hay opiniones, basadas en un comentario fuera de contexto de la citada “History Two”, que se completaron y certificaron en 1934. Sin embargo, ni los testimonios de los que estuvieron allí y, lo que es más importante, ni los mismos escritos corroboran esa fecha. Efectivamente, al final de estas partes se ofrece alguna información sobre los escritos de cada una de éstas junto a la fecha en la que fueron redactados en lengua inglesa, pero hay que indicar que en ningún caso se dice que fueran certificados o completados en tales fechas. Al final de la Parte I leemos:

 

Estos treinta y un documentos que describen la naturaleza de la Deidad, la realidad del Paraíso, la organización y funcionamiento de los suprauniversos y del universo central, a los seres personales del gran universo y el elevado destino de los mortales evolutivos, se patrocinaron, formularon y pusieron en el idioma inglés por una alta comisión consistente en veinticuatro regidores de Orvontón actuando de acuerdo con un mandato emitido por los Ancianos de Días de Uversa, que nos instruyó para que hiciéramos esto en Urantia, planeta número 606 de Satania, en Norlatiadec de Nebadón, en el año 1934 D.C. (p.354 ‑ §8).

 

Al final de la Parte III leemos:

 

Este escrito sobre la unidad universal es el número veinticinco de una serie de exposiciones de varios autores, que ha sido patrocinada de forma colectiva por una comisión de doce seres personales de Nebadón, actuando bajo la dirección de Mantutia Melquisedec. Hemos redactado estas narrativas y las hemos expresado en el idioma inglés usando un método autorizado por nuestros superiores, en el año 1934 del tiempo de Urantia (p.648 ‑ §6).

 

También al final de la Parte III se dice: (Los corchetes son del original.)[105]

 

[Este escrito que ilustra las siete efusiones de Cristo Miguel, es el número sesenta y tres de una serie de exposiciones patrocinada por numerosos seres personales, que narran la historia de Urantia desde sus orígenes hasta el tiempo de la aparición de Miguel en la tierra a semejanza de la carne mortal. Una comisión de doce miembros de Nebadón, bajo la dirección de Mantutia Melquisedec, autorizó estos escritos. Hemos redactado estas narrativas y las hemos expresado en el idioma inglés usando un método autorizado por nuestros superiores, en el año 1935 d. de J.C. del tiempo de Urantia.] (p.1319 ‑ §2)

 

Es posible que el último escrito de la Parte III haga de una especie de puente entre ésta y la cuarta con los escritos de Jesús y, por su fecha y autoría, se añadiese a los 62 ya existentes justo antes de que los escritos de Jesús llegaran en 1935. El escrito 119 —el que hace el número 63 de la Parte III—, parece que no guarda secuencia con los escritos anteriores de dicha parte. Su autor es “El Jefe de las Estrellas de la Tarde” —alguien que no había sido autor de otros escritos—. A partir de este escrito se da un cambio de enfoque a una nueva fase de la historia de nuestro planeta, porque se recupera y expande el conocimiento humano perdido con relación a la cuarta revelación de los tiempos: la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret.

 

Parte IV: los escritos de Jesús

 

Aunque en el libro está sin fecha, la Parte IV, “La vida y enseñanzas de Jesús”, apareció de una sola vez en 1935, sin responder a pregunta alguna del foro. Probablemente, los medianos ya la habían escrito en el momento en el que se les concedió permiso para materializarla. En la introducción de esta Parte IV se lee:

 

Este conjunto de escritos ha sido patrocinado por una comisión de doce seres intermedios de Urantia, bajo la supervisión de un Melquisedec, director del grupo revelador. El mediano secundario, a quien le fue encomendada la custodia suprahumana del apóstol Andrés, proporcionó la base para esta narración (p.1321).

 

Al comienzo del escrito 121, el segundo de la serie, el Melquisedec encargado dice:

 

Soy el mediano secundario con anterioridad asignado al Apóstol Andrés y actúo bajo la supervisión de una comisión de doce miembros de la Fraternidad de los Medianos Unidos de Urantia y el patrocinio conjunto del presidente de nuestro orden y del Melquisedec en servicio. Se me ha autorizado para que narre los actos de la vida de Jesús de Nazaret tal como mi orden de seres terrestres los observó y tal como, con posterioridad, los registró parcialmente el ser humano bajo mi custodia temporal. Andrés, consciente de que su Maestro evitaba con tanta escrupulosidad dejar testimonios escritos de su paso por la tierra, se negó con firmeza a que se multiplicaran los textos de relato escrito. Los demás apóstoles de Jesús compartían esta misma preocupación, de aquí que la redacción de los Evangelios se dilatara en el tiempo (p.1332, pár. 1).

 

La Parte IV se materializó en forma manuscrita al igual que las otras tres partes. Tenemos los testimonios de William S. Sadler y Christy que le dijeron a Sprunger que toda la revelación se había materializado escrita a mano. Bill Sadler, en la entrevista grabada ya citada, decía que no se pudo observar el proceso de materialización de ningún escrito, pero que, de haberse podido observar, probablemente hubiésemos visto un lápiz escribiendo solo en un bloc. Además, cuando se le preguntó si los escritos se escribieron a lápiz, contestó que sí[106]. J.J. Johnson, de Phoenix, Arizona, igualmente apoya esta idea del texto materializado de forma manuscrita apoyándose en sus conversaciones con Christy, que le informó de este hecho. También le preguntó cómo sabía las palabras que estaban en cursivas y Christy le respondió que estaban subrayadas en el original[107].

 

Tras recibirse la Parte IV, se llevó a cabo el mismo procedimiento que con las otras partes: se pasaba a máquina el original y se revisaba el texto resultante por si se hubiesen cometido errores al copiar. Una vez que se realizaba esto el manuscrito desaparecía. Bud Kagan, un amigo de Bill Sadler, sin embargo, cree que los escritos de Jesús se materializaron ya mecanografiados. No obstante, esta idea no se corresponde ni con el testimonio ni con la correspondencia de Sadler. Tenemos el ejemplo de las palabras de Sadler con relación a una carta con fecha del 9 de marzo de 1959, que Benjamín N. Adams envió a Earl L. Douglas, de la que Sadler recibió una copia. En dicha carta, Adams cuestionaba la exactitud de determinados aspectos de los escritos de Jesús al haber observado que el maestro de Alejandría que enseñó a Clemente era “Pantaneu” en lugar de “Poetaneus”, como se establecía incorrectamente en la impresión de 1955, página 2074[108]. Esto fue lo que Sadler explicó a Adams en una carta fechada el 17 de marzo de 1959:

 

Creo que la ortografía del nombre del maestro de Alejandría es sin duda un error cometido al pasar a máquina el manuscrito. “An” se transcribió como “ou”. Recuerdo que a menudo teníamos duda sobre si la letra era una “a” o una “u” en el manuscrito. Por supuesto, los que estábamos preparando esta cuestión no sabíamos el nombre de este maestro y fácilmente podríamos haber cometido este error”[109].

 

Puesto que el pasaje al que se refiere esta carta procede de los escritos de Jesús, se deduce que estaba escrito a mano y posteriormente se pasó a máquina, al igual que el resto de los escritos de Urantia. En su carta, Adams señala también otro posible error:

 

Página 363 (cerca del final): “Lejos al oeste se podía ver el valle del Jordán y, más a lo lejos, las colinas rocosas de Moab”, pero las colinas rocosas de Moab no estaban al este de Nazaret sino al este del Mar Muerto.

 

Sadler le responde, en la misma carta, de la siguiente manera:

 

Su observación sobre Moab me desconcierta. Acabamos de mirar el atlas, y, por supuesto, está en lo cierto. No encuentro ninguna explicación para esto; o es un error de los medianos o un error al copiar el texto. No puedo decir otra cosa sino que tiene razón.

 

En su carta, Sadler no aclara si va a realizar los cambios para subsanar aquellas aparentes discrepancias, pero, por su respuesta, podríamos deducir que para 1959 ya no tenían contacto con los reveladores. Otro punto de interés de la carta de Sadler es su comentario de que los reveladores habían decidido omitir una considerable porción del manuscrito sobre la vida y enseñanzas de Jesús:

 

Quizás recuerde que los medianos prepararon una narrativa mucho más voluminosa que la que finalmente se nos dio como Parte IV de The Urantia Book. Es posible que se encontraran con alguna dificultad al suprimirla.

 

Según el testimonio de Sprunger y Clyde Bedell, como en el caso del resto de los escritos, aquéllos que relataban la vida de Jesús, una vez que los reveladores los entregaron, se leían al foro. Esto se menciona en “History Two”:

 

Este era el plan: leeríamos un escrito los domingos por la tarde, y el domingo siguiente se entregarían las nuevas preguntas. Una vez más, éstas se separarían, clasificarían, etc. Dicho plan se extendió durante varios años y culminó con la lectura de los 196 escritos de The Urantia Book.

 

En cierta manera, hubo una tercera lectura. Tras recibirse estos 196 escritos, se nos dijo que a la «comisión de revelación» le complacería que examináramos de nuevo los escritos y que hiciéramos preguntas relativas a la «aclaración de conceptos» y a la «supresión de ambigüedades». Este plan una vez más se extendió varios años. Durante este período se nos impartió muy poca información nueva. Solamente se hicieron cambios de poca importancia en los escritos. Se añadió algo, se suprimió algo, pero hubo poca revisión o ampliación del texto.

 

Lo que acaba de relatarse se refiere más en particular a las Partes I, II y III de The Urantia Book. La Parte IV, los escritos de Jesús, se originó de forma algo diferente, ya que la realizó una comisión de medianos y se completó un año más tarde que los otros escritos. Las tres primeras partes se completaron y certificaron en 1934 d. de C. Los escritos de Jesús no se nos entregaron hasta 1935[110].

 

La penúltima oración se saca de contexto para apoyar la idea de que los escritos se terminaron en 1934, pero lo que la inexperta escritora Christy, su supuesta autora, quiere decir es que las Partes I a III de los escritos se materializaron en 1934, fecha en las que pasaron a manos humanas. Los 196 escritos de Jesús llegarían un año más tarde y, bajo la vigilancia de la comisión de revelación, se leerían durante varios años.

 

Hay una anécdota que le oí a Clyde Bedell y a Sprunger con relación a los escritos de Jesús, que muestra que los medianos, una vez que éstos se leían al foro, los revisaban. Sucedió en una de esas habituales lecturas de los escritos los domingos al foro, Sadler leyó: “Nataniel, para ser judío, tenía un buen sentido del humor.” Esto provocó en el foro algunas risas disimuladas. Más tarde, cuando se extrajo de la caja de seguridad el texto mecanografiado, se observó que esta referencia se había omitido. Por el hecho de que el texto mecanografiado siempre se guardaba en una caja de seguridad, nunca se llegó a determinar cómo se realizaron ni esta ni las demás correcciones.

 

 

El joven Bill Sadler se convertiría a los 21 años en un miembro activo de la comisión de contacto.

 

 

Una singular fotografía que muestra a los Kellogg y a parte del foro. (Desde la izquierda) Wilfred C. Kellogg, la Sra. Chase, Anna Kellogg, Maizie Jones, el Sr. y la Sra. Chilton y Katherine Douglas.

 

 

Picnic del foro en Beverly Shores, septiembre de 1949. (Desde la izquierda) la Dra. Anne Whitechurch, Anna y Wilfred C. Kellogg, el Dr. y la Sra. Chase.

 

 

Clyde Bedell en los años cincuenta.

 

La lectura de los escritos continuó durante los años treinta. En 1983, Clyde Bedell dice:

 

Los escritos se revisaron hasta el 196. Se leían, se hacían las preguntas y luego las respuestas se incorporaban al texto con su consiguiente ampliación, y así sucesivamente[111].

 

Cuando en 1935 se recibieron los 67 escritos de Jesús, no solamente resultó aquello una sorpresa por el hecho de que el manuscrito no constituía ninguna respuesta a las preguntas del foro, sino porque la vida y enseñanzas de Jesús ampliaban el alcance y las consecuencias de la revelación. Como se ha comentado, en referencia a la carta que Sadler envió a Adams, la versión final que se materializó para los humanos, una vez revisada por los medianos, era mucho menos voluminosa que el original. No obstante, esta parte, la cuarta de The Urantia Book, que contenía un marco temporal extraordinariamente detallado, aumentó el tamaño del texto completo en un tercio.

 

Las 1.300 páginas de las partes anteriores del libro cubren un período de 400.000 millones de años, llegando incluso a los orígenes del tiempo mismo, y describen distancias más allá de la imaginación humana. Frente a esto, las 773 páginas de la Parte IV narran la vida y enseñanza de Jesús durante un período de 36 años, centrándose principalmente en sus viajes, en un espacio de unos pocos cientos de kilómetros cuadrados. Además, casi un tercio de ésta contiene los últimos siete días de su vida y los acontecimientos que tendrían lugar tras su muerte. Sería difícil calcular la proporción en tiempo y texto. No debe sorprender que Clyde Bedell dijera más tarde:

 

Las primeras 1.300 páginas son un preámbulo a las últimas 800 páginas, las más importantes que se han imprimido sobre la Tierra: La vida y enseñanzas de Jesús. Estas 800 páginas no están para apoyar las primeras 1.300. Las primeras 1.300 páginas están en The Urantia Book para proporcionar un inconmensurable telón de fondo cósmico, un escenario infinito y un apoyo para el Creador de nuestro universo: vivir una vida con una misión en nuestro pequeño planeta[112].

 

Algunos cristianos fundamentalistas señalarían la advertencia de Juan al final de su Apocalipsis, el último libro de la Biblia, diciendo que nadie puede añadir ni quitar una sola palabra de lo escrito. Pero también se pueden citar otras palabras de Juan al final del Evangelio de Jesús:

 

Y hay también otras muchas cosas que hizo Jesús, las cuales si se escribieran una por una, pienso que ni aun en el mundo entero cabrían los libros que se habrían de escribir (Juan 21: 25).

 

Hay personas que se han sentido fascinadas por los hechos de Jesús y atesoran sus palabras recogidas en la Biblia, pero si hubiese la más mínima posibilidad de que se hubiesen revelado otros hechos y palabras sobre Jesús, ¿no merecería la pena al menos examinar la Parte IV de los escritos de Urantia? Los escritos de Jesús, han encendido en mí, como en muchos otros urantianos, un latente deseo de creer en el Hombre de Nazaret e Hijo de Dios, y estudiar sus enseñanzas. Cuando terminé su primera lectura, me di cuenta de que, con la inocencia de un niño, había redescubierto una fe en Jesús que acabaría con reconfigurar todo mi sistema de creencia: ése es el poder de la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret. Además, como se dice en los mismos escritos: “De todo el conocimiento humano, lo que tiene más valor es conocer la vida religiosa de Jesús y cómo él la vivió” (p. 2090).

 

Sin embargo, en los años que siguieron a la publicación de The Urantia Book, éstos se intentaron desacreditar aduciendo que habían sido añadidos en el último momento, o incluso que habían sido ideados por el Dr. Sadler mismo. Todavía hoy hay personas que persisten en esta idea; sin embargo, hay mucha documentación que apoya la idea de Clyde Bedell de que estos escritos representan una obra maestra a la que dan su marco los anteriores escritos. Alguien dijo una vez: “La última parte de The Urantia Book muestra cómo vive alguien que ha comprendido las primeras tres partes.”

 

Nadie que crea que William S. Sadler es el autor o que es él quien ha revisado los escritos en su totalidad o en parte ha podido dar nunca una razón convincente. Sadler no tenía necesidad de hacer aquello. Ya tenía éxito en su vida y era famoso, y no consiguió ni poder ni riqueza con los escritos. De hecho, si se hubiera hecho pública su relación con el libro, su floreciente carrera profesional podría haberse puesto en peligro. Además, Sadler era un hombre de honor y reputación, y nadie que le conociera hubiese podido inducirle a violar su sagrado juramento de proteger los escritos de Urantia de alteraciones o añadidos humanos.

 

La preparación del Prólogo

 

En un determinado momento, William S. Sadler y su hijo Bill Sadler pensaron que los escritos de Urantia necesitaban algún tipo de introducción y, con tal propósito, prepararon un documento, pero sufrieron un gran revés en una sesión de contacto. Los reveladores les dijeron que, a pesar de su buena intención, no podían aceptar su contribución porque “una vela no puede alumbrar el camino al sol”. También les indicaron que, a su debido tiempo, se prepararía una introducción al libro. Cuando recibieron el Prólogo, el Dr. Sadler se dio cuenta de lo inadecuado que era lo que él y su hijo habían redactado[113].

 

Más tarde, sin embargo, se le dio permiso a Bill Sadler para componer una tabla de contenidos del libro con los títulos de los escritos y los encabezamientos de las diferentes secciones. J.J. Johnson señala que Bill Sadler se tomó algunas pequeñas libertades al respecto, como el hecho de colocar a Mantutia Melchizedek como el autor del escrito 120, algo que sólo se sugiere en éste. El Dr. Sadler dejó bien claro que, con excepción de la tabla de contenidos, ningún humano había sido el autor de parte alguna del texto de los escritos de Urantia.

 

Es de notar en este sentido que un miembro del foro mencionó la posibilidad de “mejorar” uno de los escritos, pero aquello se trasmitió a los reveladores a través de la comisión de contacto y éstos rotundamente manifestaron que no se permitiría ningún añadido humano. Se tomaron pues todas las medidas posibles para publicar los escritos de Urantia y el Prólogo tal como se habían recibido[114]. Como se lee en el libro, el Prólogo termina con las siguientes palabras: (Los corchetes son del original.)

 

[Redactado por un Consejero Divino de Orvontón jefe del colectivo de seres personales del suprauniverso designado para describir en Urantia la verdad acerca de las Deidades del Paraíso y el universo de los universos.] (p. 17 ‑ 3)

 

La tercera vuelta del foro

 

Para 1939, la habitual lectura y formulación de preguntas se habría convertido en algo rutinario y es posible que algunos miembros del foro hubiesen perdido su entusiasmo. El movimiento de personas en el foro continuaba siendo grande y era de notar la escasa asistencia regular a éste. Algunos de sus más entregados miembros propusieron que se hiciera, de forma regular, un estudio más profundo de los escritos[115]. Setenta miembros del foro se presentaron como voluntarios y comenzaron a reunirse solamente los miércoles por la noche y, junto con el foro, los domingos. El grupo de los “Setenta”, como se les llamó, que sería el predecesor de la School of the Urantia Brotherhood[116], realizó un estudio sistemático de los escritos desde el 5 de abril de 1939 hasta el verano de 1956, admitiendo, durante estos 17 años, a 107 estudiantes.

 

Se dice que los Setenta recibieron ocho mensajes a través de la comisión de contacto de los serafines del progreso asignados al gobierno planetario suprahumano. Durante estos años, la comisión de contacto supuestamente recibió muchos otros mensajes escritos, en los que generalmente había una nota final que decía: “Para destruirse por fuego no más tarde de la aparición en prensa de los escritos de Urantia.” Estaba claro que el propósito de los reveladores no era que existiera un material apócrifo sobre Urantia con posterioridad a la publicación del libro[117].

 

 

La Dra. Lena cerca del final de su vida.

 

 

Christy se toma un descanso (533 Diversey Parkway).

 

Desafortunadamente, los supuestos textos apócrifos continuaron apareciendo. A veces, ofrecen información que puede ser útil para comprender algunas cosas, pero, otras, se han revisado y se han sacado de contexto, y resultan engañosos. Cuando los examinemos, debemos recordar que tales “mensajes” no son revelación y que resulta imposible verificar su origen. Pero incluso si en efecto se trataran de mensajes de los reveladores, hay que tener en cuenta que estaban redactados para que surtieran efecto en aquel momento y lugar. Además, el hecho de que ese material, que ha llegado normalmente a nosotros en forma de “instrucciones”, debía haberse destruido y son más un ejemplo de la insensatez y debilidad humanas que auténticos documentos históricos. Con estas consideraciones en la mente, cito a continuación un mensaje de un regente del Príncipe Planetario de Urantia en funciones supuestamente dirigido al foro y a los Setenta:

 

Tengo un interés personal en vuestro grupo y un gran afecto por cada uno de vosotros. Alabo vuestra lealtad, pero de alguna manera me asombra vuestra relativa indiferencia ante la importancia de la misión que se os ha encomendado. Vuestro grupo de los Setenta parece mostrar más interés porque estáis seleccionados y porque tenéis más o menos disciplina, pero me sorprende la falta de entusiasmo de la mayoría de los miembros de vuestro foro […] Os aconsejo que estéis siempre alerta ante la importancia de la extraordinaria confianza que se ha depositado en vosotros[118].

 

Cuando se acercaban los años cuarenta, pareció que los reveladores “congelaron” el texto y dieron permiso para la publicación The Urantia Book. El 1 de agosto de 1939, la Dra. Lena había fallecido después de una larga y valiente lucha con un cáncer de mama, tras haber recaudado, para dicha publicación, 20.000 dólares en pequeñas donaciones[119]. No obstante, puesto que esta cantidad no era suficiente, un miembro adinerado del foro se ofreció a financiarla por completo. Esto, sin embargo, pareció no agradar a los medianos puesto que, de acuerdo con lo que Sadler le comentó a Sprunger, se negaron, aduciendo que lo importante era que todo el grupo participara en la recaudación de fondos para la publicación del libro. Se hizo entonces una llamada general y los miembros del foro respondieron con entusiasmo, lográndose recaudar, junto a lo que Lena había ya había conseguido, la cantidad suficiente para financiar una primera impresión.

 

Con la muerte de Lena C. Sadler, desaparecía uno de los primeros miembros de la comisión de contacto, sin que se hubiesen previsto medidas para sustituirla. El tiempo pasaba y los demás miembros de la comisión de contacto se preguntaban si vivirían hasta la publicación del libro. Sadler y los Kellogg estaban en los sesenta en ese momento, Christy tenía casi cincuenta y Bill Sadler había sobrepasado los treinta. No obstante, no habían perdido la esperanza de que los escritos de Urantia “se publicarían durante la vida de algunos de ellos”[120] .

 

Un mes tras la muerte de Lena, el 1 de Septiembre de 1939, Alemania invadió Polonia. La Segunda Guerra Mundial había comenzado.

 

 

Un operador de monotipo de R. R. Donnelley & Sons efectuando la composición de un texto (World Book Encyclopedia, 1958).

 

 

CAPÍTULO VII

 

«No se esperaba que no tuviese errores.»

 

Para 1941, Francia había sucumbido y Hitler era virtualmente el dueño de Europa. Entre los norteamericanos existía una gran preocupación porque Estados Unidos entrara en el conflicto para rescatar a Inglaterra. Entretanto, en Chicago, en el 533 de Diversey, se temía que la guerra pudiera retrasar la publicación de los escritos de Urantia. En esta atmósfera, en julio de 1941, Harold Sherman y su esposa, en lo que llegaría a ser un fatídico encuentro, fueron a Chicago a entrevistarse con el Dr. Sadler.

 

La tempestad provocada por Sherman

 

En 1942 se produjo en el foro una especie de rebelión, conocida por lo general como la “tempestad provocada por Sherman”, que afectó a su convivencia y causó unas divisiones en el movimiento urantiano que todavía persisten.

 

Para comprender el efecto perturbador que tuvo Sherman sobre el foro, es necesario, por un lado, examinar los planes existentes de formar organizaciones que se encargarsen de la protección y diseminación de los escritos de Urantia. Sabemos que estos planes se formularon ya a comienzo de los treinta por una enérgica carta que Clyde Bedell envió a Wilfred C. Kellogg, en la que cuestionaba la idea de una junta de autoproclamados fideicomisarios ocupando un puesto de por vida[121]. Efectivamente, para 1941, cuando parecía que se acercaba el momento de la publicación, la comisión de contacto consultó con algunos abogados la forma de constituir una entidad que asumiera la protección de los escritos. El foro conocía esta actividad, pero ni se le consultó ni se le proporcionó información sobre su naturaleza. Fue en este entorno que Harold Sherman y su esposa se unieron al foro.

 

Por otro lado, debemos acercarnos a tres publicaciones: “How to Know What to Believe (1976)[122] de Sherman, que narra los sucesos acaecidos 34 años antes en relación a los escritos de Urantia; “A Response to a Thinly Disguised Attack on the Urantia Papers” (1976)[123], de Clyde Bedell, que con similar vehemencia a la de Sherman, refuta sus palabras; y The Sherman Diaries (2002-2004)[124], de Saskia Praamsma y Matthew Block, que presentan una nueva perspectiva de lo sucedido en el foro en 1942.

 

Tanto los diarios de Sherman como el artículo de Clyde Bedell coinciden razonablemente en lo que allí sucedió y que condujo a la mencionada crisis. Muy poco después de la incorporación de los Sherman al foro el 31 de mayo de 1942, se les dijo a los miembros de éste que el período de revelación había acabado y que no se aceptarían más preguntas. El texto había sido “congelado”. También se le dijo a la comisión de contacto que prepararan los escritos para su publicación. A partir de este momento, el foro se convirtió en un tipo de glorificado grupo de estudio[125]. Posteriormente, se excluyó al foro de toda participación en el proyecto de la formación de las citadas organizaciones, algo que provocaría grandes disensiones. Hay que recordar que, además de la labor realizada durante muchos años, el foro había contribuido monetariamente a la impresión (a la composición del texto y a la confección de las planchas).

 

¿Quién era Harold Sherman?

 

Harold Sherman era un buen escritor con inclinaciones poéticas y artísticas. Su esposa, Martha, le profesaba una gran devoción. A Harold le atraía lo oculto y los fenómenos paranormales. En 1921, a la edad de 24 años, conoció al policía y detective Harry Loose, un hombre carismático, que se encontraba en Marion, Indiana dando una conferencia en delincuencia y criminología. El joven Harold, reportero en aquel momento, había ido a entrevistarle. Pero aquel encuentro iba a tener consecuencias importantes para él al quedar convencido de que Loose poseía grandes poderes paranormales. Sin embargo, con la excepción de una sola carta de Loose un mes más tarde del encuentro, en agosto de 1921, perdieron todo contacto.

 

No sería hasta 1941, que Sherman, buscó y localizó de nuevo a Loose, comenzando una intensa correspondencia entre ambos, en la que le habló de los escritos de Urantia. Loose le indicó que cuando éstos se publicaran el mundo cambiaría su forma de pensar. Al parecer, Loose había sido paciente del Dr. Sadler y había intervenido en el foro. Además, como se demuestra por sus cartas, estaba convencido de que Harold estaba destinado a jugar un importante papel en la propagación de los escritos, y acabaría por escribir él mismo un gran libro que tendría un alcance paralelo de los mismos escritos. Loose tenía una gran habilidad para adular y persuadir a Sherman de que era un hijo del destino. Este libro, le decía reiterativamente, le daría fama y le haría ganar un puesto en la historia:

 

¡Oh, qué libro vas a escribir¡. “Este es el piso en el que vivió…” Recuerda que tu libro se hará tan necesario como el libro de Urantia y servirá para corroborarlo. Ambos irán juntos. Y en el difuso futuro, durante generaciones, tus descendientes recibirán los derechos de autor de su continuada venta. (The Sherman Diaries, vol. 2, p. 64).

 

Loose también le aseguraba que era un ser único, perteneciente a un grupo llamado “híbridos”. Creía igualmente que ambos se habían reencarnado varias veces en nuestro planeta, algo contrario a las enseñanzas de los escritos, que Sherman aún desconocía.

 

Según se narra en el volumen primero de los diarios, con el tiempo, Harold Sherman y su esposa Martha viajarían a Chicago a conocer al Dr. Sadler y a aprender más de la revelación. El doctor les aceptaría, por lo que se trasladaron a Chicago en mayo de 1942. Cuando acudieron a 533 Diversey, a los Sherman les animaba el deseo sincero de profundizar en la revelación y de servirla. El volumen dos nos proporciona una información sorprendente que contrasta con el citado libro de Sherman, How to Know What to Believe, pues observamos cómo alaba los escritos:

 

Esta es una revelación verdadera, auténtica y científicamente posible de todos los misterios del universo que han desconcertado al hombre desde que comenzó su evolución en este planeta. Cada línea de esta inmensa cantidad de material resulta imponente (p. 23).

 

Y esto a pesar del hecho de que, según Loose, el tema de los híbridos se había eliminado: “La historia de los híbridos ha sido evidentemente suprimida de las mentes y de los escritos. No sé la razón, pero estoy seguro de que existe algún propósito” (p. 47).

 

En relación a Sadler, Sherman dice que “es una de las personas más encantadoras que hemos conocido y estoy seguro de que tiene buenas intenciones” (p. 43). Y sin afectarle algunas críticas de Loose, Sherman se deja llevar por su amor y entusiasmo por los escritos hasta el punto de que tras leerlos por completo, dice: “Acepto de todo corazón y sin reservas el libro de Urantia y la revelación que contiene” (p. 73). De Jesús, dice: “por primera vez comprendemos completamente la aparición de Jesús en la tierra –la razón de su venida y lo que ésta significa para nosotros en relación a nuestro destino desde lo que llamamos muerte hasta indescriptibles glorias” (p. 23). Incluso tras su confrontación con Sadler en el foro, en septiembre de 1942, y su gran decepción, Harold mantiene su fe en los escritos, como le escribe a Sir Hurbert Wilkins en octubre de ese mismo año: “nada de lo que ha sucedido puede desacreditar esta maravillosa revelación.”

 

Relatos contradictorios de Sherman

 

Pero sus palabras en los diarios contrastan con la versión de los hechos presentada en How to Know What to Believe, en el que se explican los inmediatos recelos que él y Martha tuvieron respecto a los escritos, por un lado, porque no podían aceptar el concepto del Modelador del Pensamiento y, por otro, por su creencia en que los escritos de Jesús se habían añadido tras haberse declarado el libro terminado en 1934, según ellos, confirmado por el hecho de que en las primeras tres partes de El libro de Urantia no se menciona a Jesús (pp. 71-72).

 

Se debe recordar que Clyde Bedell y prácticamente todos los miembros del foro estaban de acuerdo en que la revelación continuó durante los años treinta no declarándose terminada hasta el 31 de mayo de 1942. Además, Jesús se menciona innumerables veces. Las citas comienzan en la página 30, donde hay dos, y, por ejemplo, hasta la página 100 hay 18 citas más.[126] También dice Sherman que hay 92 escritos cuando en realidad son 196. Puede ser que en 1976, a los 78 años de edad, su memoria flaquease un poco.

 

No obstante, hay discrepancias más serias entre los diarios y How to Know What to Believe. En este libro cuenta que su acercamiento a los escritos de Urantia se debió a que era investigador y defensor de fenómenos paranormales tales como la proyección astral, la comunicación con los muertos, la numerología, la astrología o la reencarnación, y que le había perturbado especialmente el hecho de que los escritos refutaran tales fenómenos –sabemos que los califican de “sórdidos”–.

 

En este libro también menciona una carta remitida al Dr. Sadler acusándole de ocultar la verdad y de distorsionar los escritos por sus prejuicios contra de tales fenómenos. En la misma le advierte con acritud de que, como “custodio de confianza” de los escritos, se le iba a culpar en los siglos venideros por su alteración del texto[127]. Pero cuando la única respuesta de Sadler que obtuvo de esta carta fue un airado berrinche, Sherman comenta que se unió a Clyde Bedell y a otros miembros de empuje del foro para desafiar el dominio que tenía Sadler sobre el foro enviándole una petición.

 

El relato de How to Know What to Believe respecto a ciertos acontecimientos acaecidos en el foro está alejado del que se realiza en el volumen 2 de los diarios. En estos se expone que, efectivamente, Sherman mandó tres cartas, la primera relativa a los fenómenos paranormales en la que se dirige al doctor no con acritud sino de forma respetuosa, acabando con un cordial: “Le hago estas preguntas y comentarios con total respeto y humildad” (p. 33-36). Las otras dos cartas, escritas antes del levantamiento contra Sadler, en las que se cuestiona la estructura de las organizaciones que se estaban creando y los planes para la publicidad y distribución del libro de Urantia (pp. 72-86 y 91-96), son también de tono afable, casi adulador. Además, Sadler contestó en persona a cada una de estas dos cartas, sucediéndose una cortés y detallada discusión entre ambos sobre los mencionados planes de organización y publicación. Si bien Sadler estaba receptivo en cuanto a las sugerencias respecto a la publicación del libro, no lo estaba en cuanto a la cuestión organizativa, sin esto querer decir que surgiese animosidad entre los dos. A pesar de ello, Loose, en una de sus cartas, sugiere a Sherman que debía enfrentarse a Sadler más directamente, terminando ésta con un indicativo: “Sí, cometerás errores. Todos los profetas y videntes, todas las personas santas, sin excepción, desde el principio hasta ahora, los han cometido. Tú no eres ninguna excepción, y yo, por supuesto, tampoco he sido ninguna excepción (p. 115).

 

A mediados de agosto de 1942, Sadler, Christy y los Sherman hicieron juntos un viaje en coche a Marion, Ohio, y, en el camino, Sherman sacó a colación el asunto de los planes de organización, siendo respaldado por Christy, y aunque Sadler siguió siendo firme en su idea acerca de los planes de organización previstos, pasaron un buen fin de semana. Confidencialmente, Christy reveló a Sherman que el doctor “se conmocionará sobremanera” cuando descubra las actitudes negativas del foro sobre el particular. Ese mismo fin de semana, mientras dormía, Sherman, recibió un mensaje que él atribuyó a seres celestiales. Se titulaba: “Plan de combate por el libro de Urantia”, que respaldaba sus ideas en el sentido de realizar una distribución a gran escala del libro con una mínima organización (pp. 117-120). El escritor interpretó el sueño como la señal que él había estado esperando, y, al regresar de Marion, le manda el mensaje a Loose con las siguientes palabras:

 

Como verá por el documente adjunto, su carta que llegó este lunes por la mañana, tras nuestro regreso de Marion con Sadler y Christyu, fue una confirmación de este “Plan de combate por el libro de Urantia, y usted dice lucha –¡ataca, ataca y ataca!–. Las cosas están comenzando a suceder. Estoy recibiendo instrucciones. Este documento me parece a mí incontestable. ¿Cómo puede Sadler o cualquier otro ser humano permanecer inmutable ante él? Estoy recibiendo apoyos de prominentes miembros del foro altamente considerados por los Sadler. Les impactará cuando estos “antiguos incondicionales” se enfrenten a ellos. (p. 121)

 

De hecho el Dr. Sadler estaba totalmente ajeno a todo lo que se estaba fraguando a su alrededor. Sherman comenzó a conseguir más y más apoyo para reabrir la cuestión de los planes de organización, incluso mostró el citado mensaje a varios miembros del foro, incluidos los Kellogg y a su hija Ruth. Pero surge un nuevo detalle: cuando Harry Loose recibe una copia del “Plan de confrontación por el libro de Urantia”, inmediatamente avisa a Sherman de que no lo presente como un mensaje celestial. Esto coloca a Sherman en una posición incómoda, ya que ya lo había compartido con otras personas e insinuado que el mensaje había venido de lo alto. No obstante, él nunca desvelaría tal indiscreción a Loose.

 

Se decidió, entonces, que era necesario hacer una petición, y Clyde Bedell fue el elegido de redactarla. En estos momentos, es de mencionar la sorprendente y detallada explicación que da Sadler respecto a la forma en la que se habían materializado los escritos de Urantia, dejando claro que ningún nombre podría ser nunca adscrito a éstos (pp. 131-136). Hay que observar también que, en el relato dado en los diarios respecto a la convulsión sucedida en el foro, nunca se cuestionó el contenido de los escritos, sino quién se haría cargo de ellos, los comercializaría y los distribuiría.

 

Como hemos mencionado, en How to Know What to Believe, Sherman alude haber mandado una desafiante carta a Sadler, incluida en el libro; sin embargo no se menciona en el volumen dos de los diarios sino en el tres, el siete de abril de 1843, seis meses tras el alboroto ocurrido en el foro (p. 125). En ese momento la escribió pero no se la envió a Sadler sino a Harry Loose para recabar su opinión al respecto. Harry inmediatamente le contestó, advirtiéndole de que no se la mandara. El 10 de mayo de 1943, Sherman informa a Loose de que había archivado la carta (p.160). No parece que haya ninguna mención posterior a esta carta en los diarios. Además, inmediatamente tras el revuelo del foro con la petición, Sherman envía una carta de disculpas al doctor, incluyendo una declaración jurada en la que afirma que no tenía deseo comercial alguno sobre los escritos, añadiendo: “No tengo interés, deseo o intención de cuestionar su autoridad…” Y terminaba esta carta con: “todos somos humanos y tenemos defectos. Yo tengo los míos. ¿Me perdonará los míos como yo le perdono los suyos?

 

En mi opinión, The Sherman Diaries representan un relato más fidedigno que How to Know What to Believe o la refutación de Clyde Bedell de lo que ocurrió en el foro, en el aciago mes de mayo de 1942.

 

La petición y sus consecuencias

 

Así pues, Clyde Bedell redactó una petición de cuatro páginas, escrita en forma de carta y la presentó, en una última reunión secreta, a unos veinte miembros del foro, la mayoría parejas. En ella, Clyde realiza un preámbulo largo y prudente alabando al doctor antes de entrar en la cuestión:

 

Creemos como grupo que los miembros del foro han de dar lo mejor de sí mismos para que se tomen medidas adecuadas por el bien del futuro de este libro, en todos sus aspectos. Con respeto, pero con total seriedad, pedimos que se nos dé la posibilidad de conocer todos los hechos –al igual que todos los planes— relacionados con The Urantia Book y con la organización ya hoy planificada.

 

Hasta la fecha no se le ha dado oportunidad al grupo ni para estudiar ni para discutir con libertad o examinar los estatutos, artículos de constitución, reglamentos, etc., de las distintas organizaciones contempladas. Hasta la fecha, los dedicados miembros del foro, muchos con una válida experiencia, sensatez y capacidad, no han podido expresar con franqueza todas sus opiniones sobre estos conocidos planes de organización ya elaborados por los miembros de la comisión de contacto con ayuda externa.

 

Creemos que está justificado el hecho de que se usen expertos legales para la formulación de ciertas medidas para llevar a cabo esos planes respecto a The Urantia Book, pero no creemos correcto, por la seria e innegable responsabilidad personal que tenemos hacia este Libro, que se prive a la gente del foro de la necesaria información sobre todas ellas[128].

 

De acuerdo con los diarios, 48 miembros del foro firmarían la petición. Pero una pareja de arrepentidos que había asistido a la reunión avisó al doctor Sadler de la inminente “revolución” y, cuando se le presentó la petición, varias horas después, ya estaba bien preparado. Según cuentan los Sherman, el Dr. Sadler llamó a los miembros del foro, pareja tras pareja, diciéndoles que los medianos le habían avisado de la reunión habida y le habían prevenido acerca de los Sherman, proporcionándole además una imagen “televisiva” de ésta. Por primera vez, surgió el nombre de Caligatia infiriéndose que había sido el instigador a través de los Sherman. Pidió entonces a los firmantes que excluyeran su nombre de la lista o, en caso contrario, serían considerados rebeldes. Les prohibió además que tuvieran contacto con los Sherman. El artículo de Clyde parece desvelar que el Dr. Sadler dijo alguna de estas cosas, aunque añade que lo dijo en broma. Sea como fuere, todos firmantes quitaron sus nombres de la petición exceptuando a los Sherman y a Sir Hurbert Wilkins, que se encontraba fuera de la ciudad.

 

Tras esto tuvo lugar una acalorada reunión del foro en la que Sherman abiertamente desafió los comentarios hechos por el doctor en relación a su participación y a la de su esposa Martha en la petición. El relato de Clyde acaba aquí. Clyde dice que no recuerda que los Sherman acudieran a ninguna otra reunión más tras dicha confrontación. No obstante, los diarios, con detallada meticulosidad, muestran que el matrimonio siguió asistiendo a las reuniones. Y se ve claramente cómo poco a poco otros miembros del foro se ponen en contacto con ellos a pesar de la prohibición del doctor.

 

El descontento por la organizaciones que se estaban formando continuó y muchos miembros del foro, entre los que se encontraba Clyde Bedell, nunca quedarían satisfechos ni con la Fundación ni con la Hermandad. Sin embargo, creo que el mayor daño se hizo por la manera en la que Sadler manejó la petición y distorsionó y manipuló la verdad. Había nacido un círculo interno, que permanece hasta estos días en el centro de la Fundación y la Fellowship (la Fraternidad) –como se llamaría con posterioridad a la Hermandad—y se había preparado el escenario para los futuros “mensajes secretos” y para un listado de “personas especiales” integrando un autocrático círculo interior que asumiría la total autoridad de la revelación urantiana.

 

Me gustaría añadir que el libro de Sherman, How to Know What to Believe, puede inducir a error porque ocultan la verdadera pasión y dedicación de Sherman hacia los escritos de Urantia. Estoy convencido, además, de que, contrario a lo que otros piensan, a pesar de los errores cometidos en su respuesta a la petición del foro, el Dr. Sadler protegió el texto original de la revelación. Y cualesquiera que fueran sus defectos, no creo que lo alterara. Los lectores son los que deben sopesar todo esto con los datos a su disposición. Recomiendo la lectura de The Sherman Diaries, ya que conforman una fascinante ventana por la que observar uno de los más asombrosos episodios de la historia de la humanidad

 

Existe un acuerdo casi común entre los expertos urantiano de que los contactos siguieron, aunque de forma limitada, hasta la publicación de The Urantia Book en 1955, momento en el que los reveladores dijeron “os habéis quedado solos.” Cuando se confeccionaron las planchas en 1942, los medianos dejaron, al parecer, que los acontecimientos humanos siguieran su propio curso, pero no parece razonable pensar que permitieran que los humanos modificaran los escritos antes de su publicación. Hasta la fecha nadie que cree que Sadler viciara la revelación ha podido probar, de forma satisfactoria, por qué los reveladores no pararan todo el proyecto si efectivamente fue así.

 

Hasta su muerte en 1943, Harry Loose siguió sin descanso adulando a Sherman y alimentando sus crecientes dudas con la supuesta eliminación de su extraño concepto de los “híbridos”. No obstante, en sus últimas cartas, Sherman dirige su ataque a los escritos de Jesús. Y aunque no hay sino alabanza en las secciones iniciales de los diarios, para 1976, comenzó, paulatinamente, a creer que habían sido añadidos por Sadler para vincular la revelación a la religión cristiana. Sin embargo, casi todos los estudiantes de The Urantia Book reconocen en sus tres primeras partes un gran marco cósmico para el replanteamiento de la vida y enseñanzas de Jesús de Nazaret, en la cuarta.

 

También, en How to Know What to Believe, Sherman se lamenta de los litigios de la Fundación Urantia contra los lectores de los escritos y afirma que el proyecto había fracasado. Además, se dejó cautivar por Oahspe, un libro que para él era inmensamente superior a los escritos. Es posible que Harold Sherman nunca imaginara que sus diarios se publicarían. Sería Martha quien tomara esa decisión tras su fallecimiento.

 

En mi opinión, nos queda una reflexión no sobre la supuesta alteración de los escritos sino sobre la insensatez humana una vez que el texto se congeló, una insensatez que continuó tras su publicación. Como veremos, las organizaciones, que tanto problema habían traído al foro, se formarían tal como el Dr. Sadler, Bill Sadler y algunos abogados las habían diseñado. Pronto, tras la publicación de The Urantia Book, Bill y su padre se distanciaban, dividiendo el grupo de Chicago en dos sociedades. Los sueños de Bill de una Hermandad democrática no se hicieron realidad y se produjo una separación entre la Hermandad y la Fundación, y una herida que aún sigue abierta. Me pregunto qué hubiese sucedido si Sherman y Clyde Bedell hubieran conseguido sus propósitos en esos años dorados en los que Sherman dijo que Sadler era “una de las personas más encantadoras que hemos conocido.” Clyde y Harold deseaban que los escritos se distribuyeran en grandes cantidades a bajo o ningún precio, y estaban convencidos de que las personas debían elegir la verdad por sí mismas sin la necesidad de organizaciones que se interpusiesen entre ellas y su revelación.

 

Corrección de las pruebas de imprenta de los escritos de Urantia

 

A mediados de 1942 todo estaba preparado para la impresión de los escritos de Urantia con lo que conllevaba de lectura y relectura de las pruebas. El texto, que como sabemos estaba escrito a máquina, se había revisado únicamente en cuanto a errores ortográficos, mayúsculas y puntuación: el único tipo de revisión permitido[129]. En la imprenta se realizaría la composición de dicho texto y se corregirían las pruebas antes de que se confeccionaran las planchas y se imprimiese el libro. Si en esos días la comisión de contacto hubiese tenido a su alcance la tecnología actual en el campo de la informática, la tarea de la pre-publicación hubiera sido relativamente simple. Christy hubiera preparado el disco en su ordenador y se lo hubiera entregado al impresor. Hubiese sido igualmente fácil componer el texto y generar las pruebas de imprenta, que sólo hubieran requeridos revisión en cuanto al formato.

 

La situación era muy diferente en los cuarenta, cuando Christy llevó el valioso texto al impresor R.R. Donnelley & Sons. El operador de monotipo[130] tenía que componer cada tipo (letras) suelto, que se moldeaba individualmente con metal tipográfico fundido. Posteriormente, se formaban las palabras y líneas y se disponían en una bandeja de metal llamada galera. El impresor sujetaba bien las líneas de tipos para que no se separasen y se hacía la galerada o prueba impresa para ver si se había cometido algún tipo de error al componer el texto.

 

En un principio, un corrector de pruebas profesional la revisaba meticulosamente a partir del texto original y se las devolvía al tipógrafo para su corrección. No había límite de pruebas, pero por el entrenamiento de los correctores una o dos eran suficientes. Una vez que el corrector daba su visto bueno, sometía una nueva prueba de galerada a la aprobación del cliente antes de que se confeccionaran las planchas de las que se hacía la impresión final. Esta prueba de imprenta era necesaria para no tener que moldearse de nuevo las planchas, algo que implicaba una gran inversión de tiempo y dinero de parte del impresor y, en cierto sentido, una presión de tiempo sobre el cliente para que diera su conformidad final. Cuando las planchas, que se moldeaban curvadas para usarlas en la rotativa, estaban listas, los tipos se fundían y utilizaban para una nueva composición[131].

 

Bill Sadler menciona que, en el caso de The Urantia Book, cada plancha constaba de una cara con 16 láminas (una lámina eran dos páginas), que se imprimían simultáneamente[132]. Esto se corresponde con la información obtenida de los empleados jubilados de Donnelley que entrevisté. Sin duda, producir un libro sin error, que fuera un duplicado perfecto del texto original, con una puntuación perfecta, era una tarea ya de por sí difícil con cualquier libro, pero, en el caso de The Urantia Book, ésta se complicaba porque tenía casi un millón de palabras, muchas no existentes en el idioma inglés, y abundancia de oraciones largas y complejas.

 

Uno de los problemas más difíciles de resolver con clientes menos avezados en el proceso de impresión es el llamado “efecto halo”. La prueba de la página ya compuesta parece tan perfecta, especialmente tras haberse leído una página mecanografiada año tras año, que resulta difícil para una persona no entrenada ver los errores. Pero los hechos eran que, a pesar de la minuciosidad con la que se hubiera preparado el texto original a máquina, la exactitud de la impresión realizada del libro no podía ser mejor que la conseguida durante el proceso de revisión de las pruebas. Se sabe que había varias copias a máquina en el 533 de Diversey Parkway. Los que querían leer los escritos, que se guardaban en una caja de seguridad, tenían que firmar y hacerlo en el recinto. Se les permitía hacerlo antes de la reunión de los domingos, en horas de oficina y entre semana por la tarde. Eran los miembros de la comisión de contacto los encargados de entregarlos[133]. Mariam Rowley, que se unió al foro en enero de 1939, recuerda haber leído el texto original mecanografiado de los escritos[134].

 

Podemos suponer que la corrección inicial de las pruebas de imprenta de los escritos (antes de hacer las planchas) llevó un tiempo considerable. Se nos dice que Mary Penn, empleada de la Donnelley Company, se encargó de realizar dicha corrección en el recinto del número 533 de Diversey. Así, si tenía alguna pregunta, podía hacérsela a la comisión de contacto[135]. La tarea de un corrector de pruebas profesional es principalmente proporcionar al cliente una prueba exacta, pero es el cliente el responsable de realizar la revisión final; en este caso sería la comisión de contacto y, muy probablemente, Christy, que recibió ayuda de Mariam Rowley, para muchos, la mejor correctora del 533 de Diversey[136].

 

Las planchas

 

Carolyn Kendall señala que las planchas de The Urantia Book se moldearon durante la Segunda Guerra Mundial. Si esto es cierto, el proceso de impresión se realizaría a mediados de los cuarenta. Sabemos que se destruyó el texto a máquina en un determinado momento del proceso de confección de las planchas. Parece ser entonces que para finales de 1945 las pruebas de galerada y las planchas, que se guardaron en una caja de seguridad de la planta de la R.R. Donnelley en Crawfordsville, Indiana, eran lo que quedaba de cuatro décadas de revelación. Kendall indica que, incluso después de que se moldeasen las planchas, se continuó de manera informal con la corrección de las pruebas: “Al final de 1940 y comienzo de 1950 el foro leyó las galeradas finales y se sellaron con ‘aprobadas por Oppy’”[137]. Pero una vez que se había destruido el texto original a máquina no había forma de verificar los que después la Fundación Urantia llamaría “errores de copiado”.

 

Kendall efectivamente comenta que estas pruebas finales de la galerada contenían “errores” (y obviamente las planchas), pero no se nos dice qué tipo de errores:

 

Cuando la Fundación Urantia publicó el libro el 12 de octubre de 1955, no se esperaba que no tuviese errores. El proceso múltiple de pasar a máquina el manuscrito, el mecanografiado del texto entre dos y cinco veces, y la posterior composición en imprenta a partir del texto mecanografiado se prestaba a la multiplicación de errores en los escritos, que no fueron localizados ni siquiera por dos correcciones profesionales. Para el día de la publicación, Christy y Marian habían ya realizado una lista de los errores que los miembros del foro habían advertido con su agudeza. Los medianos no se prestaron a localizar los errores, sino a informar que había errores en el texto publicado[138].

 

Con este párrafo le surgen a uno preguntas y respuestas. El hecho de pasar a máquina el manuscrito original y el número de veces que se volvió a mecanografiar, sin duda, podían haber ocasionado errores tipográficos en el texto final; sin embargo, los reveladores lo aceptaron tal cual estaba y lo consideraron listo para su publicación.

 

Errores en The Urantia Book

 

El cajista usó el último texto mecanografiado[139] de los escritos y el corrector de prueba profesional revisó la última composición de imprenta comparándola con dicho texto. Si, como se dice, esta última composición contenía errores que se transferirían a las planchas, parece ser que los reveladores no se los comunicaron a la comisión de contacto. Al menos no hay documentación o testimonio a tal efecto. También podemos suponer que el texto había pasado ya a ser parte de la corriente evolutiva, con lo que esto significaba de intromisión humana y de comisión de errores.

 

La lógica nos indica que los reveladores estaban apartando su guía del grupo humano relacionado con la revelación y que ellos mismos parecían tener sus propios límites en cuanto a su implicación en el proceso. Quizás por ello podían responder a preguntas sobre errores en el libro impreso, pero no se les permitía revelar dónde estaban. Podemos también suponer que los errores no significaban un amenaza para la integridad de la revelación, y que los escritos no habían sufrido ningún tipo de alteración humana intencionada. De otro modo, la comisión de revelación hubiese intervenido y tomado las medidas pertinentes.

 

Podemos, por tanto, concluir que los errores, mencionados por Carolyn Kendall, existentes antes de la publicación del libro eran de puntuación, ortografía y mayúsculas. James Mills, íntimamente vinculado con la revelación desde 1952 y representante de la Hermandad Urantia, escribió lo siguiente en una carta dirigida a Ken y Betty Glasziou:

 

Antes de la publicación, la principal preocupación de los miembros del foro, en su lectura de las primeras pruebas hechas de las planchas metálicas originales, era la búsqueda constante de errores tipográficos, que incluían errores de puntuación, de gramática, de sintaxis o de cualquier otro error que hubiese podido ocurrir en el proceso de transferencia del texto a las planchas metálicas de impresión durante el procedimiento de linotipia. Al parecer la causa más ordinaria de errores procedían del operador de linotipia[140].

 

Este comentario del que durante muchos años había sido fideicomisario y posteriormente fideicomisario emérito de la Fundación Urantia muestra la opinión general en el 533 de Diversey de que el operador de linotipia era, de alguna manera, responsable de los errores que fueron pasados por alto por la comisión de contacto durante el proceso de corrección de las pruebas. También existía una gran preocupación con esas erratas, los ya citados “errores de copiado”, que no podían comprobarse porque, como se ha indicado, el texto original mecanografiado se había destruido. Nos preguntamos, pues, por qué ordenaron los reveladores que se destruyera este texto, cuando lo más lógico hubiera sido haberlo conservado hasta el final y haber podido verificar cualquier error cometido al copiar.

 

Los reveladores no querían intervención humana

 

Pero si no se hubiese destruido el texto a máquina, una vez que se moldearon las planchas, como se ha mencionado, habría habido dos versiones del texto: el texto a máquina y las planchas. Los reveladores, sin duda, se percatarían de que dicho texto sería la “autoridad última” para verificar esta o aquella palabra u oración y que esto hubiese posiblemente creado una especie de “documento sagrado”. Serían igualmente conscientes de que se entablaría un interminable proceso de corrección de las planchas, y de que una vez que se abriesen las puertas a la intervención y a la opinión humanas, éstas nunca se iban a poder cerrar. Posiblemente, era mejor destruir el original a máquina inmediatamente —como ya se había hecho con el manuscrito—, tener unas planchas que no eran perfectas y dejar que la sabiduría humana se enfrente a estas anomalías, que sabían que acabarían por descubrirse, como sucedió en la segunda impresión.

 

Efectivamente, había inconsistencias textuales además de simples erratas que algunos avispados ojos descubrirían más adelante. Si los cinco miembros restantes de la comisión de contacto hubiesen tenido noticia de ellas, con toda seguridad habrían pedido permiso a la comisión revelatoria, todavía disponible, para rehacer las planchas defectuosas en 1950 —con anterioridad a la declaración de fideicomiso—, cuando el texto se transfirió a la Fundación Urantia, que asumió total responsabilidad sobre él. En 1950 hubiera resultado caro hacer estas correcciones y rehacer algunas de las planchas, pero hubiera merecido la pena. Así pues, las planchas, al destruirse el texto original mecanografiado, se convirtieron en el texto original, tal como se define en la declaración de fideicomiso. Estas planchas se usarían para la publicación, en 1955, de 10.000 ejemplares de The Urantia Book.

 

La lista de errores observados durante el periodo de diez años entre 1945 y 1955, tras confeccionarse las planchas, era muy probablemente las ya mencionadas de ortografía, puntuación y mayúsculas. Puede que resultaran algo embarazosos, pero obviamente los miembros de la comisión de revelación no los consideraron de ningún modo perniciosos. Así pues, la comisión de contacto procedió a usar las planchas, con todas sus imperfecciones, como base para establecer la Fundación Urantia, formulando la declaración de fideicomiso e imprimiendo el libro. Sin embargo, como veremos en más detalle, cuando se hizo la segunda impresión, en 1967, la Fundación encontró estos errores tan preocupantes como para tener que corregirlos, sin tener en cuenta que los reveladores habían dado permiso solamente a la comisión de contacto, no a ellos, para corregir el texto, en cuanto a puntuación, ortografía y mayúsculas, en aquel momento determinado de la revisión de las pruebas.

 

 

Bill Sadler con Christy a comienzo de los treinta.

 

 

Marian Rowley y el Dr. Sadler (1 de julio de 1944).

 

 

El Dr. William S. Sadler.[141]

 

 

Picnic en Beverly Shores (25 de junio de 1960). De izquierda a derecha, Edith Cook, Irene Sprunger, Meredith J. Sprunger.

 

Nadie podía haberlo hecho mejor

 

Tras haber examinado los hechos detalladamente, es necesario hacer hincapié en que la entrega y el compromiso de los miembros de la comisión de contacto, y especialmente de Christy, en la publicación del texto de 1955, no se hubiese podido superar. Creo además que incluso, en condiciones ideales, con verdaderos expertos, hubiese sido imposible haber producido un libro perfecto, y seguramente ésta no era la intención de los reveladores, conociendo las limitaciones humanas.

 

¿Por qué no un libro perfecto?

 

Algunos piensan que los reveladores hubieran podido prescindir de los humanos y habernos dado un libro perfecto, pero esto quizás hubiese significado que, en algunos casos, se hubiese podido llegar a “adorar” al libro de Urantia. Hay muchos cristianos que no saben que el paralelo de Jesús en la religión musulmana no es Mahoma sino el glorioso Corán, y que la reverencia que los cristianos sienten hacia Jesús es la misma que los musulmanes sienten hacia el Corán. El increado, o eterno Corán, se ha convertido en el pilar de la fe musulmana al creer que Dios se lo entregó a Mahoma de forma perfecta. Ha habido muchas guerras sangrientas para defender este dogma[142].

 

No os equivoquéis. La impresión de 1955 de The Urantia Book, con todos sus defectos, es una obra maestra de una gran significación para nuestros tiempos. Sus imperfecciones obedecen al hecho mismo de haber entrado en la corriente evolutiva y de que los humanos tuvieran que tomar parte en su impresión.

 

Los miembros de la comisión de contacto y del foro pasaron una dura prueba y, dentro de sus posibilidades, lograron para nuestro planeta, “tal como se había recibido”, una nueva revelación[143]. Y una de las cosas que esta revelación para los tiempos nos dice es que toda revelación sin la intervención de Dios, nuestro Padre del Paraíso, es limitada e incompleta (p.1008, pár. 2).

 

Quizás, desde la perspectiva de un universo expectante, lo que los medianos consiguieron al traer la revelación a Urantia, nuestro desesperado, atrasado y conflictivo planeta, fue algo único, incluso desde el punto de vista celestial. Tras dos mil años, el planeta Urantia, el “santuario sentimental de Miguel”, como nos dicen los escritos, brilló de nuevo con la luz de una nueva esperanza, cuando el texto de la quinta revelación de los tiempos fue por fin grabado en unas planchas de estereotipo laminadas de níquel.

 

Cambios realizados en el texto original

 

Antes de continuar de forma cronológica con el relato de los sucesos relacionados con la revelación, se debe indicar que las planchas originales se usaron solamente para la primera impresión de The Urantia Book, la de 1955. Tras ésta edición se hicieron cambios en el texto, aparentemente con la intención de corregir los “errores de copiado”. Con el paso de los años, de forma aislada, se comenzaron a descubrir estos cambios, pero en esos años anteriores a la era del ordenador esto resultaba una difícil tarea.

 

Al principio de los noventa, en Boulder, Colorado, Merritt Horn, un estudioso del libro, comenzó a usar la informática para comparar la primera impresión de The Urantia Book, página a página, con la impresión de 1993, en aquel momento la última. Aquello resultó ser una tarea extremadamente lenta, tediosa y costosa, que fue financiada por John Hay, un dedicado urantiano. Horn se dio cuenta de que, desde la primera impresión de 1955 hasta la de 1993, la Fundación Urantia había realizado unos 120 cambios en el texto. Muchos de estos cambios eran tipográficos y en su mayoría no afecta el significado del pasaje en el que se hallaron; no obstante, había unos 15 que resultaban más significativos con alteraciones y supresiones de palabras y números innecesarios o mal hechos. Un ejemplo de estas modificaciones es la elisión de “in the manger” (“en el pesebre”) de la página 1317[144]. Horn también comprobó que casi todos se habían realizado en la segunda y tercera impresión[145].

 

Pero a pesar de que es cierto que estos cambios no eran malintencionados, no es menos cierto que la declaración de fideicomiso de la Fundación Urantia prohibe expresamente cualquier cambio en el texto original. Además, no se puede comprender por qué la Fundación Urantia nunca informó de estos cambios a sus lectores ya fuera mediante notas al pie de página o finales. Los seguidores de la Fundación justifican, sin embargo, estas modificaciones alegando que no se puede hacer un fetiche de los escritos de Urantia[146].

 

Para mayo de 1942, los reveladores concedieron permiso a la comisión de contacto para preparar la impresión de los escritos, aunque no para realmente publicarlos como The Urantia Book.

 

 

El Dr. Sadler, Minnie Green (la hermana de Christy) y Christy.

 

* * * * *

[1]Nota del traductor: Como el autor se refiere en su historia al texto original en inglés, publicado como The Urantia Book (1955), no he traducido dicho título al español, para no confundirlo con su traducción, El libro de Urantia (1993), que cuenta igualmente con su correspondiente historia. Larry Mullins también se refiere a este libro como “los escritos de Urantia”.

 

[2]La identidad del sujeto dormido continúa fascinando a los lectores. John M. Bunker y Karen L. Pressler en Edgar Cayce and The Urantia Book (1996) han intentado probar que el sujeto dormido era Edgar Cayce. La familia de Cayce, sin embargo, lo niega, al igual que Meredith J. Sprunger y yo mismo. Cayce murió en 1945, con toda probabilidad antes de que se recibiera el último mensaje. Además, las publicaciones de Cayce, que hacen hincapié en la reencarnación y en otros fenómenos paranormales, están muy lejos de las enseñanzas de los escritos de Urantia.

 

[3]Nota del Traductor: Para evitar confusiones y allanar el camino a futuros investigadores en habla hispana, he decidido dejar en inglés los nombres de las asociaciones formadas en torno al libro, excepto las más significativas como ésta, la Urantia Foundation (la Fundación Urantia) o la Fellowship (la Hermandad).

 

[4]Nota del traductor: una posible traducción del título sería “Travesuras de la mente. Ardides y engaños del subconsciente y cómo hacerles frente”.

 

[5]William S. Sadler, The Mind at Mischief, Funk & Wagnall’s Company, New York and London, 1929, p. xi.

 

[6]Ibid., p. 332.

 

[7]Ibid., p. 382.

 

[8]El primero de los grupos urantianos surgidos de forma independiente. En un principio formó una iglesia. Bill Sadler se enteró de su existencia y comenzó a acudir a él de forma regular.

 

[9] William S. Sadler, The Mind at Mischief, texto citado, p. 383.

 

[10] Ibid.

 

[11] Ibid.

 

[12] Ibid., p. 384.

 

[13]Ver traducción en Apéndice A.1.

 

[14]Ver en Apéndice A.2 más datos biográficos.

 

[15]Meredith J. Sprunger, “A Short Biographical Sketch of Dr. William S. Sadler”, 1989.

 

[16]Ver traducción en Apéndice B.

 

[17]William S. Sadler, “Consideration of Some Criticisms of The Urantia Book”, 1958.

 

[18]El término “supraconciencia”, que difiere del de “subconciencia”, se usa en los escritos de Urantia para describir el supremo alcance de la conciencia humana. Algunos científicos como Abraham Maslow, Roberto Assagioli y Barbara Brown sugieren la existencia de esta mente supraconsciente. Para los escritos se trata de una mente plenamente operativa que obra por encima del nivel de la conciencia humana y facilita el mayor alcance del pensamiento humano por medio de la percepción religiosa y de los valores espirituales, de lo que Maslow llamó “metavalores”:

 

Pero también existe un ámbito de la oración en el que la persona intelectualmente alerta y en progreso espiritual logra un mayor o menor contacto con los niveles supraconscientes de la mente humana, con el ámbito del Modelador del Pensamiento interior (p. 996, pár. 4).

 

La oración lleva al ego humano a buscar dos tipos de ayudas: una asistencia material de la reserva subconsciente de su vivencia como mortal e inspiración y guía en los límites supraconscientes del contacto de lo material con lo espiritual, con el Mentor Misterioso (p. 997, pár. 3).

 

La mayoría de esos fenómenos espectaculares vinculados con las llamadas conversiones religiosas tienen una naturaleza completamente psicológica; sin embargo, de vez en cuando, se dan también vivencias de origen espiritual. Cuando la mente se moviliza, en cualquier nivel psíquico, hacia el logro espiritual, cuando existe una perfecta motivación humana de las lealtades hacia la idea divina, entonces, con mucha frecuencia ocurre el abrazo repentino del espíritu interior al coincidir con el propósito intenso, continuado y consagrado de la mente supraconsciente del creyente mortal. Y son esas vivencias en las que los fenómenos intelectuales y espirituales se unen las que conforman dicha conversión que va más allá de lo simplemente psicológico (1099, par.2).

 

[19]Es costumbre que los impresores incluyan un sello editorial que les identifique en publicaciones grandes, pero, en este caso, R.R. Donnelley & Sons tuvieron que omitir tal identificación.

 

[20]Meredith J. Sprunger, “The Historicity of The Urantia Book”, Fort Wayne, Indiana, 18 de diciembre de 1993, p. 3.

 

[21]Ibid.

 

[22]Ibid., pp. 3-4.

 

[23]Ibid., p. 1

 

[24]Nota del traductor: A partir de aquí, para evitar confusiones, siempre me referiré al hijo de Sadler como Bill Sadler.

 

[25]Bill Harris, Chicago: A Photographic Journey, New York, Crescent Books, 1989, p. 15.

 

[26]William S. Sadler, The Mind at Mischief, Funk & Wagnall’s Company, New York and London, 1929, p. 383.

 

[27]Harold Sherman, What to Know What to Believe, Fawcett, New York, 1976, pp. 61-62.

 

[28]Es difícil establecer la fecha de nacimiento de Bill Sadler. En el portal de internet de The Urantia Book Fellowship (la Fraternidad de El libro de Urantia) hay una excelente cronología del movimiento urantiano. Aquí se dice que Bill nació en 1908, pero se indica que hay diferentes opiniones al respecto. Según consta en los archivos del cuerpo de marines en el que sirvió, Bill Sadler nació en 1906, aunque se sabe que mintió sobre su edad para poder alistarse.

 

[29]Harold Sherman, texto citado, pp. 58‑96.

 

[30]Polly Friedman, “Interviews with Tom and Carolyn Kendall and Mary Lou and Bill Hales”, The Conjoint Reader, School of Meanings and Values for Readers of The Urantia Book, vol. II, n 1, verano de 1993, p. 3.

 

[31]Clyde Bedell se unió al foro, junto con su esposa Florence, en septiembre de 1924, a la edad de 26 años, y estaría muy vinculado con el movimiento urantiano hasta su muerte en enero de 1985. Berkeley Elliot era un íntimo amigo mío que mantuvo muchas conversaciones distendidas con Bill Sadler a finales de los cincuenta y principios de los sesenta.

 

[32]Aunque basado en las fuentes mencionadas y en datos fiables, en el diálogo que expongo a continuación sobre estos primeros encuentros entre estas personas, me he permitido alguna licencias narrativas.

 

[33]Harold Sherman, texto citado, p. 62. Sin embargo, es posible que nunca sepamos con exactitud cómo ocurrió este primer contacto. David Kantor, que ha oído una versión diferente, me mandó la siguiente nota: “Según creo, la esposa del sujeto dormido era paciente de Lena C. Sadler y cuando le cuenta a Lena el extraño problema de sueño que su marido sufría, Lena le indicó que debían pedir la ayuda del doctor Sadler debido a su conocimiento de los fenómenos paranormales y a su interés en éstos.” La historia parece verosímil. Sabemos que Sadler intentó proteger la identidad del sujeto dormido y es posible, como ya he indicado, que se inventara esta escena inicial, al parecer contada a Sherman y Kendall. Si así fuera, el año 1908, tomado como primer contacto por ser la referencia que tenemos de su residencia temporal, podría resultar poco verosímil.

 

[34]Ibid., p. 63.

 

[35]Ibid., p. 64.

 

[36] “History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 7. Esta historia, tiene treinta páginas. En 1994, la Fundación Urantia la presentó como prueba en su pleito contra Kristen Maaherra por la propiedad intelectual del libro. La Fundación Urantia y otras personas piensan que la escribió Sadler, pero mi opinión es otra. Creo que se trata de la inconclusa narrativa probablemente compuesta por Emma Luise Christensen o “Christy”, que había estado perdida durante muchos años. Se sabía de su existencia, pero no se pudo encontrar tras la muerte de ésta en 1982. Christy muy posiblemente usó como plantilla otra historia, que he denominado por claridad “History of the Urantia Movement One”, insertó unas páginas escritas pero nunca publicadas por Sadler, y añadió sus propias observaciones. Tal como se entregó al tribunal, esta “History of the Urantia Movement Two” no tiene portada, sino que comienza con la página número 2 de la primera historia. Se numeraron de nuevo las páginas e incluso hay páginas que tienen dos números diferentes. Además, se nota en esta historia la mano de un escritor poco avezado, nada que ver con Sadler, que sí era un experimentado escritor. Hay torpes cambios de segunda a tercera persona y largos pasajes que se refieren al Dr. Sadler en tercera persona. En la página 7, por ejemplo, se inserta el comentario “El doctor continúa su narración”. Sadler nunca escribió de sí mismo de esa manera. No obstante, aunque la información que se proporciona en esta narrativa es útil, hay que considerarla con precaución y contrastarla con otros datos. Kristen Maaherra me suministró una copia del documento que la Fundación entregó en el tribunal.

 

La “History of the Urantia Movement One”, también anónima, tiene 14 páginas y en su portada se lee “esta narración la preparó un grupo de pioneros urantianos con la ayuda de miembros de la comisión de contacto, 1960″. Sprunger me dio una copia de este documento, que tiene la palabra “Sadler” escrita a mano. Contiene revisiones y comentarios probablemente escritos por el doctor. En este libro utilizo ambas historias, a las que numeré una y dos para distinguirlas. Ver en el Apéndice C más detalles de las diferencias entre ambas.

 

[37]Comencé a relacionarme con Clyde Bedell en 1968, cuando vivia en Santa Bárbara. En ese momento, Clyde era conocido por ser uno de los grandes expertos en anuncios publicitarios del comercio minorista de todos los tiempos. En los años treinta, incluso escribió un libro sobre el tema, que se llegó a usar como libro de texto en la universidad. Clyde y yo compartíamos un interés mutuo por el mundo de la publicidad. Como he mencionado, él me daría mi primer libro de Urantia, que era una impresión del original de 1955.

 

[38]“History of the Urantia Movement One”, anónima, 1960, pp. 5-6. El foro tenía capacidad para unas cincuenta personas, y esto explicaría el hecho de que la media de rotación de éstas sería de una diez personas en los aproximadamente veinte años de funcionamiento. En otras palabras, con la excepción de algunos incondicionales como Clyde Bedell, la media de duración en el foro de algunos de sus miembros fue de sólo dos años.

 

[39]Barbara Kulieke, “An Interview with Clyde Bedell”, The Study Group Herald, diciembre de 1992, p. 12.

 

[40]Harold Sherman, texto citado, p. 65. Meredith y yo recordamos haber oído por separado la historia de esas preguntas que Sadler había memorizado.

 

[41]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 5. Meredith J. Sprunger, en su declaración jurada del 24 de octubre de 1998, se refiere a este episodio de forma diferente: “Si se dieran cuenta del elevado origen espiritual del ser con con el que tienen contacto, dejarían de plantear estas pueriles cuestiones para detectar fraude y harían preguntas de mayor relevancia sobre la naturaleza y realidad del universo.”

 

[42] No sabemos con exactitud cuando los Kellogg se unieron a la comisión de contacto. Es posible que estuvieran desde el comienzo o casi desde el comienzo del fenómeno.

 

[43]Urantia Brotherhood Bulletin, Special Memorial Edition, primavera de 1982, p. 1.

 

[44]Bill Sadler, Tape (grabación magnetofónica), Oklahoma City, 18 de febrero de 1962. En esta grabación, el hijo del doctor Sadler, además de mencionar el encuentro con este “ser electrizante”, afirma que estos incidentes ocurrieron entre 1924 y 1928.

 

[45]William S. Sadler, The Mind at Mischief, texto citado, pp. xiii-vx.

 

[46]William S. Sadler, “Consideration of some Criticisms of The Urantia Book”, 1958, p. 19. Aunque no se ha podido verificar, parece que Lena usó su influencia en la Cruz Roja Americana para que su hijo Bill Sadler fuera pronto dado de baja de los marines. Al parecer tenía la intención de que se implicase en la revelación. En este artículo de Sadler no se dan datos de su salida de los marines ni de su lectura de los escritos, que en aquel momento ya estaban disponibles.

 

[47]”History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 5. Ver también Bill Sadler, Tape, Oklahoma City, 18 de febrero de 1962.

 

[48]“History of the Urantia movement Two”, anónima, p. 7.

 

[49]Ibid., p. 7.

 

[50]Ibid.

 

[51]Ibid.., p. 8.

 

[52]Carolyn B. Kendall, “The Plan for The Urantia Book Revelation, 18 de enero de 1996, p. 1. Kendall es hija de Clarence N. Bowman, miembro de foro. Sadler la contrató como recepcionista a la edad de 19 años y trabajó para él desde 1952 a 1954 y en 1957. Ocupó también diversos cargos en la Urantia Brotherhood (la Hermandad Urantia). Su marido, Thomas A. Kendall, fue fiduciario de la Fundación Urantia desde 1963 a 1983 y presidente de ésta desde 1973 a 1983.

 

[53]Meredith J. Sprunger me contó a título personal que Sadler le había desvelado esta información.

 

[54]Harold Sherman, How to Know What to Believe, New York, Fawcett, 1976, pp. 66-67.

 

[55]Ibid., p. 67. Sherman cree que el manuscrito tenía 472 páginas.

 

[56]Ibid.

 

[57]Ibid.

 

[58]Meredith J. Sprunger, “The Historicity of The Urantia Book”, 18 de diciembre de 1993, Fort Wayne, Indiana, p. 5. Sprunger también lo desvela en Video Interviews (entrevistas grabadas en video), realizadas por Eric Cosh, the CEO of Paradigm Productions, Phoenix, Arizona.

 

[59]Mark Kulieke, Birth of a Revelation, segunda edición, Chicago, Illinois, 1992, p. 9.

 

[60]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, p.4.

 

[61]Bill Sadler, Tape, Oklahoma City, 18 de febrero de 1962.

 

[62]Ibid..

 

[63]Ibid. Bill Sadler no se vuelve a referir al punto D en la grabación.

 

[64]Ibid..

 

[65]Harold Sherman, texto citado, p. 67.

 

[66] Martin Gardner, Urantia, the Great Cult Mystery. Prometheus Books, New York, 1995. Publicado en español como Urantia, ¿ revelación divina o negocio editorial?, Barcelona, Tikal, 1995.

 

[67]Carolyn B. Kendall, “The Plan for the Urantia Book Revelation”, texto citado, p. 1.

 

[68]Helen Carlson, Sworn Deposition, Chicago, 29 de junio de 1994.

 

[69]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 9. La referencia «tras haber sido entrevistado por los responsables» no está clara. Parece referirse a la comisión de contacto ya que no hay datos que corroboren la existencia de esos “responsables”. Clyde Bedell me dijo que le había entrevistado el Dr. Sadler.

 

[70]Ibid.

 

[71]Meredith J. Sprunger, “The Historicity of The Urantia Book”, texto citado, p. 5.

 

[72]Meredith J. Sprunger, en conversación telefónica conmigo el 16 de octubre de 1999.

 

[73]William S. Sadler, The Mind at Mischief, Funk & Wagnall’s Company, New York and London, 1929.

 

[74]Carolyn B. Kendall, “The Plan for The Urantia Book Revelation”, 1996, p. 1.

 

[75]Ibid., p. 9.

 

[76] Meredith J. Sprunger, “The Historicity of The Urantia Book”, texto citado, p. 5.

 

[77]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 24. Ver igualmente la declaración jurada de Meredith J. Sprunger, 24 de octubre de 1998. Asimismo, durante el pleito contra Kristen Mahaerra, para apoyar su caso, ésta presentó un convincente testimonio jurado por miembros de la comisión de contacto y directivos de la Fundación de Urantia. Este testimonio establecía hechos legales no alegados.

 

[78]Meredith J. Sprunger afirma, en una entrevista grabada que, de alguna manera, a los miembros de la comisión de contacto, se les permitió “oír” el júbilo de los medianos cuando se les otorgó permiso para materializar la Parte IV, “The Life and Teachings of Jesus” (“La vida y enseñanzas de Jesús”). (Ver Capítulo VI). Obviamente, el método usado para tal fin transciende el uso de los órganos vocales del sujeto dormido. Bill Sadler sostenía que una vez que los escritos comenzaron a llegar “no hubo mucha interacción con el sujeto dormido.” Ver portal de la Fellowship (archive/ history/ h_timlin_2.htm, 19 de mayo de 1999). Sin embargo ésta puede haberse realizado. Esta claro que Christy tomó notas de todos los contactos verbales de tipo directivo con los reveladores tras unirse a la comisión de contacto, y es probable que sea ella la “estenógrafa/o” mencionada en The Mind at Mischief (1929).

 

[79]David Kantor en su “History Timeline” (Portal de The Fellowship: http: //www. ubfellowship.org) afirma que, según las directrices establecidas por la comisión de revelación, al menos dos miembros de la comisión de contacto debían estar presentes en cualquier comunicación verbal. Kantor dice que recibió esta información de Christy y Carolyn Kendall. Meredith J. Sprunger también me comunicó que en todos los contactos de los que él tenía conocimiento había al menos dos miembros de dicha comisión. Kantor también menciona que se le pedía a los miembros de la comisión de contacto que saliesen de la habitación cuando los invisibles medianos tenían que mover o manipular algún objeto físico. Se les informó que ser testigos de tales efectos podría perturbarles psicológicamente. Se debe tener en cuenta que estas directrices indicaban el compromiso regular de la invisible comisión de revelación. Hasta ese momento, todos los contactos se habían realizado con medianos y visiitantes estudiantiles. La transmisión de material revelado terminó en mayo de 1942. En 1954, la comisión de revelación celestial sería reemplazada con una comisión de medianos. Ver Capítulo VII.

 

[80]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 21.

 

[81]Harold Sherman, What To Know What To Believe, texto citado, p. 69.

 

[82]Mark Kulieke, Birth of a Revelation, segunda edición, Chicago, IL, 1992, p. 11.

 

[83]Ibid.

 

[84]Se sabe que el Dr. Sadler empezó su propia historia, pero nunca la completó. Estos párrafos podrían corresponder a dicha historia. Es también posible que Sadler delegara el proyecto en Cristy.

 

[85]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, pp. 2-4. Observemos que esos “veinte años de formación previa” indican que el primer contacto se haría entre 1904 y 1905. Esto apoya el hecho de que el proceso revelatorio comenzó mucho antes de lo que Sadler establece en The Mind at Mischief (1929).

 

[86]La idea del cosmos presentada en los escritos de Urantia excedía cualquier teoría postulada por la ciencia en aquel momento. No se sabía en aquel momento que el universo se expandía. Los escritos nos dicen que esta expansión obedece a la respiración regular del universo que cada mil millones “exhala” y luego “inhala” durante un periodo igual. Esto contradice la idea del “Big Bang” y apoya otra más minoritaria del “universo en oscilación”, que da respuesta a la problemática no contestada por el “Big Bang” de por qué el universo se expande a una velocidad suficiente para que no se deshaga o implosione.

 

[87]La filosofía de los escritos de Urantia es monoteísta; sin embargo, hay una Primera Fuente y Centro y un Dios, o Padre del Universo, que se distribuye a sí mismo y delega sus prerrogativas como Creador a seres divinos de menor rango de su creación.

 

[88]El Universo central se compone de siete vías orbitales de miles de millones de mundos perfectos más las tres vías integradas por las esferas del Paraíso.

 

[89]El aspecto evolutivo de Dios que se desarrolla en perfección con los seres evolutivos. Este concepto ha sido postulado por teólogos contemporáneos, pero no se han expuesto en relación con un Dios omnisapiente.

 

[90]El Modelador del Pensamiento es una fracción de Dios que se efunde sobre toda mente humana normal en el momento de adquirir una conciencia moral, e incide sobre los niveles supraconscientes del pensamiento. El Modelador del Pensamiento del sujeto dormido participó en la materialización de los escritos de Urantia. No se usó la mente del sujeto.

 

[91]Jesús fue el nombre humano de nuestro Hijo Creador, Miguel de Nebadón, durante su efusión sobre nuestro planeta.

 

[92]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, pp. 11-13.

 

[93]Ibid., p. 2.

 

[94]Urantia Brotherhood Bulletin, Special Memorial Issue, primavero de 1982, p. 1.

 

[95]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 4.

 

[96]Ibid.

 

[97]Ibid.

 

[98] Ver en el Apéndice D un análisis más completo de la posible forma en la que se materializaron los escritos.

 

[99]William S. Sadler. Letter to Rev. Benjamin M. Adams, 17 de marzo de 1959. Ver en el Apéndice F los originales en inglés tanto de esta carta como de la que Adams le había escrito antes fechada el 9 de marzo de 1959.

 

[101]En la cinta magnétofónica ya citada (Oklahoma, 18 de febrero de 1962), Bill Sadler expone su teoría de cómo se materializaron los escritos. Él dice que la información que relata sobre el período 1924-1928 es “de oídas”. El hijo de Sadler menciona esta fecha dos veces, junto al hecho de haber estado “en Nicaragua luchando en una revolución” en los años veinte, al parecer cuando él estaba alistado. Este dato parece correcto porque, de acuerdo con The World Book Encyclopedia, los marines estuvieron en Nicaragua durante ese período con el objetivo de aplacar la revolución y supervisar las elecciones.

 

[102]Helen Carlson, Sworn Deposition, Chicago, 29 de junio de 1994.

 

[103]Meredith J. Sprunger, Video interviews. Ver también Mark Kulieke, Birth of a Revelation, segunda edición, 1992, p. 16.

 

[104]Ibid.

 

[105]J.J. Johnson señala que, por las razones que fueran, las citas de la Parte III se presentan entre corchetes [ ] mientras que la de las Partes I y II no.

 

[106]Bill Sadler, Tape, Oklahoma City, 18 de febrero de 1962.

 

[107]J.J. Johnson, Personal Letter, 29 de septiembre de 1999. Johnson mantuvo dos conversaciones con Cristy, una en los setenta y la otra a comienzos de los ochenta.

 

[108]Benjamin N. Adams, Letter to Earl L. Douglas, 9 de marzo de 1959. Ver en el Apéndice F la carta original en inglés.

 

[109]William S. Sadler, Letter to Rev. Benjamin N. Adams, 17 de marzo de 1959. Ver en el F la carta original en inglés.

 

[110] “History of the Urantia Movement Two”, anónima.

 

[111]Barbara Kulieke, “An interview with Clyde Bedell”, The Study Group Herald, n . 3, diciembre 1992. Se realizó en 1983.

 

[112]Clyde Bedell, «A Monograph on a Vital Issue Concerning The Urantia Book and Movement», Santa Barbara, California, enero de 1981, p. 25.

 

[113]Meredith J. Sprunger, “A Commentary on the Origin of The Urantia Book”, Fort Wayne, Indiana, 13 de junio de 1991, p. 5.

 

[114]Ibid.

 

[115]Tanto Sprunger como Mark Kulieke (en Birth of a Revelation) creen que esta idea debió partir de los reveladores. Hay también unas supuestas comunicaciones apócrifas apoyando esta idea.

 

[116]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, pp. 22.

 

[117]Ibid, p. 21.

 

[118]Carolyn B. Kendall, “The Plan for The Urantia Book Revelation”, 18 de enero de 1996, p. 8.

 

[119]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, pp. 24.

 

[120]Ibid., p. 21.

 

[121]Clyde Bedell, Letter to Wilfred C. Kellogg, octubre de 1933. Esta carta se puede examinar en el portal de la Fellowship: http://urantiabook.org/archive/historykellogg_letter1033.htm.

 

[122]Harold Sherman, How to Know What to Believe, New York, Fawcett, 1976.

 

[123]Clyde Bedell, “A Response to a Thinly Disguised Attack on The Urantia Book”, 5 de septiembre de 1976, pp. 2‑9. No sabemos los detalles del tipo de organizaciones a las que se refiere. En este artículo, Bedell expresa igualmente su desacuerdo con la estructura oligárquica del cargo de por vida de los fideicomisarios de la Fundación (p. 15), estructura a la que continuaría oponiéndose hasta el final de sus días. En relación con los motivos comerciales, Bedell señala que “nadie, ni el Dr. Sadler ni su familia, ni ningún urantiano que yo sepa, ha sacado provecho de The Urantia Book” (p. 9), añadiendo “incluso hoy, la frugal Fundación está principalmente financiada por las contribuciones de urantianos, para que el libro continúe vendiéndose a un precio que le convierta en la mejor compra de libro sobre la tierra.” En años posteriores, las contribuciones de tipo general disminuyeron y la Fundación Urantia comenzó a financiarse a través de contribuidores adinerados y de las ventas del libro mismo. Bedell se opondría con energía a la subida de precio y comenzó a referirse al libro como a la “Biblia del rico”. Los precios se mantuvieron altos hasta 1995, momento en el que Pathways publicó una réplica exacta de la impresión de 1955 y comenzó a vender los libros por menos de la mitad del precio establecido. Ante ello, la Fundación respondió reduciendo los precios para hacer la venta del libro más competitiva. Hoy se cree que la Fundación se mantiene con las ganancias de las ventas de éste y las donaciones personales de los mismos fideicomisarios.

 

[124]Harold Sherman, The Sherman Diaries, compilados y revisados por Saskia Praamsma con Mathhew Block, tres vols., Square Circles Publishing, Inc, Glandale, California, 2002, 2003 y 2004.

 

[125] “History of the Urantia Movement One”, anónima., 1960. p. 6. David Kantor dice también que fue al firmarse el contrato para la producción de las planchas cuando se le dijo a la comisión de contacto que no se admitirían más preguntas y el trabajo del foro, como consecuencia hab´ñia terminado, convirtiéndose en un grupo de estudio; no obstante, continúa, aunque algunos miembros se identificaban a sí mismos como miembros del foro, a pesar de que había dejado de existir el 31 de mayo de 1942.

 

[126]Además, “Miguel” se menciona en la página 8 como “Cristo Miguel” y otras 16 veces antes de la página 100.

 

[127]Harold Sherman, How to Know What to Believe, texto citado, pp. 73-75. Ver en estas páginas el texto de la carta. Martin Gardner usó a Harold Sherman y al expolicía Harry Loose como las fuentes principales de su citado libro Urantia ‑ The Great Cult Mystery, cuyo objetivo era difamar a Sadler y desacreditar la revelación urantiana, rechazando y ridiculizando, al mismo tiempo, el testimonio de personas como Meredith J. Sprunger. Su Capítulo VIII (pp. 135-160) nos puede dar una idea de hasta dónde pudo haber llegado Sherman y Loose con su idea de lo paranormal. Igualmente, Gardner se refiere al viaje “extracorpóreo” de Sherman a Júpiter con un científico y la habilidad de Loose para hacer que un pañuelo situado a varios metros volase desde un tocador a sus manos. También menciona una carta que Loose envió a Sherman considerando su nuevo libro The Dead Are Alive (Los muertos están vivos), con instrucciones sobre cómo comunicarse con los muertos, como una obra maestra, e indica, además, que Sherman describió su primer encuentro con Loose como una de las más inspiradoras horas de su vida (pp. 135-160). Gardner obtuvo igualmente información de Martha, la viuda de Sherman. Y se refiere además a las acusaciones de la hija de Kellogg de que Sherman le había pedido que robara las planchas de The Urantia Boook para poder registrarlo como propiedad intelectual y hacer una película con él. (Las planchas estaban almacenadas en una cámara de R. R. Donnelley & Sons en Crawfordsville, Indiana). Gardner termina este capítulo publicando una última carta de Sherman a Sadler, una carta llena de extrañas acusaciones y de preguntas retóricas, que al parecer el Dr. Sadler no contestó. Gardner añade que una carta del expolicía Loose a Sherman conjeturaba sobre el hecho de que la muerte de la Dra. Lena C. Sadler había originado “algo” en la personalidad de Sadler (p. 407).

 

[128]Clyde Bedell, Petition Letter to Dr. Sadler, p. 2. Esta carta puede examinarse en el portal de la Fellowship (http://www.uversa.org/archive/history/bedell_petition.htm).

 

[129]“Meredith J. Sprunger, “A Commentary on the Origin of The Urantia Book”, Fort Wayne, Indiana, 13 de junio de 1991, p. 5. Ver también, “History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 24.

 

[130] El operador de linotipo, sin embargo, componía líneas completas.

 

[131] He obtenido información sobre el proceso de impresión de la época de The World Book Encyclopedia 1958. También entrevisté a Krohn y Paddock, dos antiguos empleados de la primera planta de Donnelley Company en Crawfordsville, Indiana. Krohn era el supervisor de la imprenta y Paddock jefe del departamento de planchas en el momento de la segunda impresión del libro. Ambos coincidieron en que se debía haber usado para la impresión de The Urantia Book una prensa M‑1000 —una prensa alemana de gran tamaño— tanto para la primera impresión (1955) como para la segunda (1967). También entrevisté a Greg Young, yerno de Meredith J. Sprunger, ahora ministro eclesiástico, que había trabajado en una M-1000 en 1969, aproximadamente un año tras la segunda impresión. Greg, lector del libro, me dijo que creía que aquella prensa se había usado para imprimir The Urantia Book antes de su llegada y que también se usó para imprimir publicaciones de Reader’s Digest. Krohn y Paddock habían realizado la misma observación. Greg añadió que esta prensa también se había usado para imprimir The World Book Encyclopedia. Curiosamente, yo había adquirido la edición de 1958 de esta enciclopedia hacia unos diez años en Oklahoma por un par de dólares, sin imaginar que iba a resultar tan valiosa a la hora de explicar el método de impresión de los años cincuenta. Por una extraordinaria coincidencia, dicha enciclopedia menciona, en su artículo sobre la imprenta, entre los métodos de impresión, el de monotipo, el que se había usado para la impresión de esta enciclopedia, lo que me llevó a la conclusión de que en The Urantia Book se había usado también monotipo. Tras hablar con Greg, volví a mirar la enciclopedia, que tiene varias fotografías de métodos de impresión, y había una de un componedor en su tarea de preparar el monotipo de esta enciclopedia, la misma que usé para la introducción de este capítulo. Léase también el Capítulo IX.

 

[132] Bill Sadler, Tape, Oklahoma City, 18 de febrero de 1962.

 

[133]En “Setting the Record Straight” (1999) se dice: «El último texto mecanografiado, que probablemente tenía un número de errores, se destruyó una vez que se hicieron las planchas, se revisó y se creyó sin errores.” La sintaxis de esta oración es algo extraña. La secuencia lógica debe ser: se revisó, se creyó sin errores y se hicieron las planchas. No hay razón para dar por sentado de que el texto original tendría “un número de errores”, ya que durante varios años el foro lo había leído y revisado. Además, el texto se había destruido después de que se hicieron las planchas y no había razón para determinar si el texto usado por el tipógrafo era el mismo que el que más tarde se creyó con errores. Ver portal de la Fundación Urantia (http://www.urantia.org/newsinfo/strs.htm).

 

[134]Carolyn B. Kendall, “The Plan for The Urantia Book Revelation”, 18 de enero de 1996, p. 4.

 

[135]Ibid., p. 5.

 

[136]Meredith J. Sprunger, Personal letter to author, september de 1999.

 

[137]Carolyn B. Kendall, “The Plan for The Urantia Book Revelation”, texto citado, pp. 4‑5. «Corregido por Oppy» quizás sea un error tipográfico del artículo de Carolyn. Es posible que se refiera a “Poppy”, que era el nombre favorito de Cristy para llamar al Dr. Sadler.

 

[138]Ibid., p. 5. Kendall comenta que obtuvo esta información verbalmente de Cristy. Estos comentarios son similares a los realizados posteriormente en «Setting the Record Straight», punto n 7, portal de la Fundación Urantia, (http://www.urantia.org/newsinfo/strs.htm), 1999.

 

[139]Es lógico pensar que la comisión de contacto llevaría a la imprenta el mejor texto a máquina que habían conseguido de los escritos, y si éste hubiese tenido errores que necesitaban corregirse, los mismos reveladores los hubiesen indicado antes de llevarlo a la imprenta.

 

[140]James Mills, Letter to Ken and Betty Glasziou, 5 de marzo de 1991. Este último comentario de Mills sobre la responsabilidad del operador de linotipia sobre los errores es impreciso y equívoco, pero al parecer eso fue lo que se le dijo. La responsabilidad última de los errores reside en el cliente. Siempre se le proporciona al cliente una prueba de imprenta para que realice la corrección final en la copia antes de que ésta se grabe y se confeccione en forma de planchas. Ver en el Apéndice F la carta original en inglés.

 

[141]En el portal de la Fraternidad se da la fecha aproximada de 1950 para esta fotografía. Sin embargo, aquí parece más joven que en la anterior de 1944. Estas cuatro fotografías se pueden ver en dicho portal.

 

[142]Daniel J. Boorstin, The Creators, Random House, New York, 1992, pp. 63‑64.

 

[143]“History of the Urantia Movement Two”, anónima, p. 24. Ver el Capítulo IV como referencia. Meredith J. Sprunger ha dicho repetidamente que Sadler insistía en el hecho de que no hubo intervención humana en la impresión de 1955. [Ver su Declaración Jurada (Affidavit) del 24 de octubre de 1998]. Clyde Bedell me dijo que se apostaría la vida ae que no hubo intervención humana alguna; su esposa Florence me dijo igualmente que estaba convencida de la integridad de la primera impresión. Kristen Maaherra y Eric Schaveland recogieron muchos testimonios de diversas fuentes y las remitieron como pruebas por la defensa del litigio emprendido por The Urantia Foundation contra ellos. Estos son algunos de ellos:

 

Emma Christensen: «Puedo afirmar con toda seguridad que ningún ser humano decidió el contenido de The Urantia Book. El libro está tal como los reveladores nos lo dieron.» (Pruebas 8, 10 y 16.)

 

Thomas Kendall, fideicomisario: «The Urantia Book está ordenado y recopilado tal como se reveló.” (Pruebas K‑1 y 750.)

 

James C. Mills, fideicomisario: «No teníamos ningún control sobre el significado. Reprodujimos el texto exactamente tal como lo recibimos. Hemos jurado conservarlo inalterado y así lo haremos.” [Prueba 510.]

 

William M. (Bill) Hales, primer presidente de la Fundación Urantia: “The Urantia Book se publicó tal como se recibió en inglés. No hubo correcciones. Nuestra responsabilidad consistía únicamente en escribirlo a máquina, revisar las erratas y publicarlo.” (Declaración jurada de W. Hales, p. 19, línea 24, y continúa en la página 20, líneas 1‑3.)

 

[144] Véase una lista de los cambios en el Apéndice E.

 

[145] Merritt Horn, “Changes in the Text of the Urantia Foundation Printings of The Urantia Book” . Horn realizó su estudio entre 1990-1992 y éste se ha publicado por primera vez junto con este libro (2000). Nota del traductor: El estudio de Horn no aparece en la traducción por su extensión y porque muchos de los cambios son difíciles de explicar una vez se traducen al español.

 

[146] Examinaremos esta cuestión con más profundidad en el Capítulo IX.