Julia Kim la vidente de Naju

Descripción

Julia Kim la vidente de Naju

 

Julia Kim la vidente de Naju

Esta información resumida, así como las imágenes que se acompañan, están extraídos de la propia historia que ha contado la misma vidente a quién sucedieron los extraordinarios milagros que seguidamente se relatan y que fueron dados a conocer por ella con el fin de propagar la fe y el amor hacia la Virgen María.

Julia Kim nació el 3 de marzo de 1.947, en Naju, una pequeña ciudad al sudoeste de Corea del Sur. Vivió hasta que cumplió los cuatro años rodeada del cariño de sus padres y de toda su familia, hasta que comenzó la guerra de Corea en que la paz terminó para innumerables familias de este país como era el caso de la familia de Julia que hasta aquel momento había vivido muy felizmente.

Durante la cruel guerra entre los años 1950 a 1953, que enfrentó a Corea del sur contra Corea del Norte, en una lucha despiadada entre hermanos con el único afán de conseguir el poder, trajo consecuencias desastrosas para una población atacada cruelmente, produciendo muchas víctimas y trayendo la pobreza y la miseria por todo el país.

Antes de finalizar la guerra murió el padre de Julia Kim y también fallecieron su hermana pequeña y su abuelo, quedando su madre y ella como únicos supervivientes de su núcleo familiar y en la más absoluta pobreza.
Pasaron los años y ya en el 1.972, Julia contrajo matrimonio con Julio Kim y como fruto de esta unión, nacieron cuatro hijos, do niños y dos niñas.
Por motivos económicos Julia tuvo que interrumpir sus estudios en una escuela secundaria y a esto se añadió un serio problema de salud que le producían hemorragias e intensos dolores y tras hacerle minuciosos exámenes y diversas operaciones sin lograr ni tan siquiera una pequeña mejoría, se le detectó un cáncer extendido por todo el cuerpo que sería causa inexorable de una pronta muerte, dado que los recursos médicos ya estaban agotados.

Julia Kim, comenzó a sentir insensibilidad en distintas partes de su cuerpo, por lo que su marido Julio y su madre, le practicaban masajes para intentar que se recuperase la sensibilidad, también bajo de forma alarmante su presión arterial.

A pesar de que el cáncer había invadido su cuerpo, Julia no quería morir y dejar a su muy querida madre abandonada y mucho menos darle un disgusto con la noticia de su mortal enfermedad, por lo que esa fuerza interior que todos tenemos dentro, empezó a brotar y ayudarla a superar ese duro trance.

Unas buenas mujeres se la llevaban algunas veces a la iglesia Presbiteriana para orar, después la acompañaban de nuevo a casa; pero en su interior Julia deseaba más acudir a la Iglesia Católica. Un día dos de las mujeres que la solían acompañar para hacer oración, la estuvieron distrayendo con su charla para que el tiempo le pasase más deprisa y se olvidase un poco de los dolores que tenía; cuando llegó la hora se despidieron de Julia.

Julia oyó que cuando salían de casa, una de estas dos mujeres hacía un comentario refiriéndose a que era muy triste que esta dura enfermedad la estuviese matando a ella e indirectamente a su familia. Esto la hizo reaccionar y pensó esta mujer está en lo cierto, porqué no se me habrá ocurrido a mí.

Entonces preparó una dosis de cianuro potásico, pero antes de tomarlo se sentó para escribir siete cartas de despedida a sus seres queridos: su madre, su marido y sus cuatro hijos e incluso una última para la que posiblemente sería la futura esposa de Julio Kim cuando ella abandonase su cuerpo.

Estaba pensando en que era ya el momento para ejecutar su propósito, cuando de pronto escuchó a su marido que casualmente regresaba de su trabajo antes de la hora habitual. Julio se dirigió inmediatamente a su mujer confesándole que una voz interior le había dicho que deberían visitar la Iglesia Católica.

Dicho y he hecho, ese mismo día el matrimonio se acercó a la Iglesia Católica y fueron directamente a hablar con el cura párroco. Las palabras de Julia fueron de gran resentimiento. ¿qué había hecho ella de malo en esta vida para merecer ese castigo Divino? Si Dios existía realmente, había sido muy cruel con ella. El sacerdote le contestó que muy al contrario de lo que pensaba ella estaba recibiendo gracias de Dios repletas de dolores y sufrimientos, que él no había recibido ni un poco de estas gracias.

Al escuchar las palabras del sacerdote, pasó por la mente de Julia una reflexión rápida como un relámpago, terminaron sus quejas y reproches contra Dios y se puso en actitud de creer firmemente en las palabras del sacerdote. Y de repente su cuerpo que estaba frío, casi sin vida, reaccionó, notando como fluía la sangre por sus venas equilibradamente, se calentó su cuerpo, se puso a sudar y los latidos de su corazón se aceleraron, notando según su testimonio que el Espíritu Santo empezaba a trabajar en ella.

Después de esta experiencia y de hacer su oración, el matrimonio decidió abrazar la fe de la Iglesia Católica, por lo que adquirió una Biblia, libro de oraciones y la imagen de una Virgen, que entronizó encima de un mueble de su habitación adornada siempre con una rosa e iluminada con una vela. allí, ante la imagen rezó y contó a la Virgen sus preocupaciones y sus grandes dolores, rogándole fervientemente que la protegiese.
Al tercer día de su conversión al catolicismo Julia afirmó escuchar la voz de Jesús que le indicaba que leyese la Biblia, ella abrió al azar el libro y encontró el Evangelio de San Lucas (Lc 8,40-48), que hablaba sobre una mujer que tuvo hemorragia durante 12 años y que era tan grande su fe en Jesús que sabía que tocando su vestidura sanaría y así fue, y Jesús le dijo: «Hija, tu fe te ha salvado; ve en paz.» Julia pensó que esas palabras también estaban escritas para ella e hizo también un acto de fe.

Pocas semanas después y tras preparar la Catequesis, Julia y su marido por su propio deseo, recibieron las aguas bautismales.
Pasados unos días se realizó el milagro, Julia se curó totalmente del cáncer que la invadía, hasta el punto de que su buena salud le permitía llevar una vida muy activa, pues además de sus actividades dentro de la Iglesia Católica, montó un salón de belleza en donde con el dinero que ganaba podía ayudar al mantenimiento de su hogar.

El día 30 de Junio de 1.985, comenzó un período de manifestaciones sobrenaturales, pues la imagen de la Virgen que tenía en su dormitorio empezó a llorar lágrimas de sangre; en el cuerpo de Julia Kim comenzaron a aparecer los estigmas de la pasión de Cristo, en las manos y en los pies , sufriendo los dolores de la crucifixión, según Julia por la conversión de los pecadores y en beneficio de las almas del purgatorio.
Durante más de 700 días la imagen de la virgen lloró lágrimas de sangre, en presencia de hombres y mujeres, autoridades de la Iglesia e investigadores de todas las partes del mundo, quienes recogieron y analizaron muestras de la sangre verificando que se trataba de sangre humana.

En junio del año 1987 la Virgen le explicó a Julia Kim , el porqué de sus lágrimas de sangre con estas palabras:

Mi estimada hija, mis lágrimas son por el constante fracaso de la humanidad en no conseguir amar a Dios como Él merece y amarse mutuamente las personas como Él mismo nos enseñó; también debido al terrible aborto que mata una cantidad innumerable de bebés diariamente, asesinando inocentes en el útero de sus madres, por cobardía, maldad y placer satánico, y aún, debido a las muchas almas que se niegan a arrepentirse de sus pecados, no buscando un medio para la conversión y por eso, con el riesgo de la propia condenación eterna.»

Cuando la imagen de la Virgen cesó de verter lágrimas de sangre, comenzó a salir de su cuerpo un aceite perfumado que impregnó toda la Capilla de la Iglesia Católica de Najú con un olor muy suave a rosas. En octubre del año 1.994, cuando dejó de producirse este nuevo fenómeno y durante los años siguientes hasta mitad del año 1.998, todas las personas que acompañaban a la vidente en us rezos seguían oliendo este perfume de rosas.

Durante la celebración de una Misa, y en el momento de la Consagración, se produjo un fenómeno sobrenatural, el de transubstanciación, en que las especies de pan y vino se transformaron realmente en el Cuerpo y la Sangre de Jesús. Al administrarle el sacerdote a la vidente el sacramento de la comunión la Sagrada Forma se convirtió sobre la lengua de Julia en Cuerpo y Sangre del Redentor, dejando perplejos ante este insólito milagro a todos los presentes, repitiéndose este hecho en más de veinte ocasiones, en presencia de algunas autoridades eclesiásticas e incluso en el mismo Vaticano.

En una ocasión al recoger la vidente agua en una fuente próxima a la Capilla, vio en el fondo del recipiente la imagen de una Sagrada Forma de tamaño grande y en el tejado de dicha capilla también se vio en diversas ocasiones proyectada por la luz del Sol, la imagen de un cáliz sujetando una Hostia.

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