TERRORIFICOS ENCUENTROS
Sin lugar a dudas, uno de los sucesos mas extraños e irritantes que se acopian en mi archivo sucedió en la década de los noventa en la localidad de Algeciras.
Un incidente, todo hay que decirlo, que, por muchos años que han pasado desde que ocurriera, no ha dejado de intrigarme… sobre todo por la relación que tiene con otros pavorosos casos sucedidos en el mundo…
Fue un buen amigo, gran aficionado al tema OVNI, quien me ponía tras la pista de un gigantesco puzzle: «no se que les ocurriría los muchachos – refería Rafael Tobajas a través del hilo telefónico-, pero lo que te puedo decir es que sus padres me han confirmado que llegaron a casa con el susto en el cuerpo». Y no era para menos. A los pocos días del «sobresalto» pude charlar con los protagonistas y conocer todos los pormenores de la historia en el mismísimo lugar de los hechos.
Bajo un cielo estrellado y un viento de mil demonios, los jóvenes procedieron a recordar lo vivido aquella terrorífica madrugada.
Todo comenzó el 14 de octubre de1995, cuando Joaquín María de 21 años y Rafael N. de 20 años, aficionados a la pesca nocturna, habían decidido probar suerte, por primera vez, bajo el faro que se encuentra en él, por entonces, nuevo baladero de la playa de Getares (Algeciras). La noche prometía, y algunas prematuras capturas hacían presagiar una jornada inolvidable… y así fue… pero por otros motivos muy distintos…
Frente a la posición de los testigos, a unos 250 metros, podían observar un largo espigón de unos 200 metros que penetraba en las oscuras aguas de la bahía. En su extremo una delgada baliza roja señalaba su posición, con un destello intenso.
La jornada transcurría con absoluta normalidad. Serían las tres y media de la madrugada, cuando el repentino vuelo de varias gaviotas llamó la atención del joven Joaquín, qué, mirando en dirección al espigón, vio una extraña silueta negra que emergía rápidamente del mar.
Sin salir de su asombro aviso a su amigo y ambos pudieron observar como una «sombra» en forma de cono se recortaba sobre el mar frente a ellos. «Al poco de surgir del agua, la «sombra» se colocó bajo la baliza, allí estuvo detenida unos 10 segundos, como buscando algo -según nos relató Joaquín desde la posición donde pescaban- era una cosa rarísima, de un color negro mate, sin brillo y por su parte delantera estaba como deformada. Parecía un enorme peón de ajedrez…»
«Tras esta pequeña parada – comentan los jóvenes mientras realizan un croquis- la «sombra» reemprendió la marcha a una velocidad considerable y la perdimos de vista entre los materiales de aquella obra de ahí enfrente. No escuchamos ningún tipo de sonido. Esperamos tres cuarto de hora, mas o menos, por si regresaba aquello, pero nos marchamos un poco asustados al ver que no volvía. Jamás en mi vida había visto una cosa igual. Llegamos a casa bastante impresionados…».
La «sombra» parecía haberse esfumado en la noche…
Los testigos no saben con certeza si la figura iba a ras del suelo o flotando, pero asegurarían que iba levitando a baja altura, cuando recorrió toda la superficie del espigón. La extremada irregularidad del terreno, unida al viento reinante en la zona, aquella madrugada, hace casi imposible que un vehículo pueda desplazarse por el lugar con facilidad. Lo que descarta, completamente, que lo contemplado por los jóvenes se trate de algún tipo de ciclomotor o vehículo a ruedas…
Situados junto a la baliza, con ayuda de los testigos, pudimos deducir las medidas aproximadas de la fantasmal silueta. Sorprendiendonos por el tamaño de la misma, siendo su altura de unos 262 cm, 80 cm ó 90 cm de ancho por la parte superior y 150 cm por la parte inferior.
La extraña figura siempre mantuvo la misma forma de cono, uniforme por su parte trasera, e irregular por la parte delantera. Los 250 metros que conforman el espigón fue recorrido por la silueta a una velocidad estimada de unos 45 km.
En un día normal, el espigón suele estar ocupado por varios pescadores, pero debido al intenso oleaje la pesca resultaba arriesgada en el lugar, y por ello estaba desierto. No hubo mas testigos…
¿Qué fue lo que observaron estos jóvenes?… ¿estaría relacionado éste hecho con los continuos avistamientos OVNIs reportados en aquellos mismos parajes?
Recordé un suceso ocurrido en 1969, donde decenas de testigos, entre los que se hallaban varios policías locales, F. S. Castro, E. M. Marín y Andrés Gómez Serrano observaron, en la zona del puerto, varios objetos de tipo discoidal con multitud de luces de colores, que surgieron del mar en medio de un fuerte zumbido, para, tras permanecer varios minutos estáticos en el aire, volver a introducirse en las profundidades de la Bahía de Algeciras…
EL «MONJE» DEL ESPACIO
Buscando en mi archivo casos que pudieran tener algún tipo de relación con el enigmático suceso de Algeciras, encontré que décadas atrás, 43 años exactamente, unos jóvenes norteamericanos estuvieron frente a frente a una diabólica entidad muy similar a la descrita por los dos pescadores gaditanos…
Una alocución radiofónica, en el conocido programa «Nosotros el pueblo», muy famoso en los años 50, mantuvo en vilo a miles de oyentes del país de la hamburguesa, que estupefactos, escucharon pegados a sus receptores de radio, el sincero testimonio de una mujer que aseguraba haberse tropezado, cara a cara, con un monstruo que descendió de un OVNI…
La noche del 12 de septiembre de 1952, miles de personas fueron testigos del paso de un extraño objeto volador sobre los cielos de Virginia Occidental. En Sutton (Condado de Braxton) varios adolescentes que jugaban al futbol, observaron un «platillo volante» de fuerte luminosidad rojiza que, tras detenerse un momento en el aire, pareció descender tras una colina cercana, concretamente en Flatwoods. A la carrera, algunos chicos, se dirigieron hacia el lugar donde creían que estaba posado el misterioso artefacto. Por el camino, se les unió la Sra. Kathleen May, sus dos hijos y Gene Lemon, Guardia Nacional, que junto a su perro fiel, decidieron investigar en compañía de los jóvenes. Detrás de la colina se adivinaba la presencia de una fuerte luminosidad.
Con el corazón en un puño, el grupo de exploradores enfilaron hacia el montículo. El perro de Lemon pareció «presagiar» lo que minutos después iba a ocurrir, y salió despavorido del lugar.
Por si este repentino abandono fuera poco para amedrentar la moral del grupo, una misteriosa niebla, salida de la nada, les envolvió rápidamente. Un olor nauseabundo y una repentina sensación de calor, precedió al avistamiento de un enorme objeto discoidal, de color rojizo que resplandecía en pulsaciones. En la oscuridad de la noche aquel artefacto irradiaba fantasmagóricamente entre la bruma. De pronto Lemon creyó ver algo junto a unos arboles.
Tras alumbrar la zona con una linterna, el horror se apoderó de todo el grupo, recordando en aquel instante, la sabia decisión del perro.
La débil luz de la linterna, descubrió, agazapado en la oscuridad, una oscura silueta que les observaba con unos enormes e hipnóticos ojos rojos. Frente a los testigos había un gigantesco ser de mas de tres metros de altura, con el rostro rojo y sudoroso, enfundado en una especie de manto de color verde oscuro con capucha y falda. El «monstruo» se movía con pasmosa agilidad y parecía flotar sobre la hierba. De sus penetrantes ojos rojos surgían rayos de luz azulada. Tras describir un amplio movimiento circular se dirigió hacía el OVNI. Aquello fue demasiado. La tensión desbordó al grupo, y en desbandada dieron por concluida su exploración nocturna. Puede ser incluso que en su alocada carrera adelantaran al previsor perro…
Esa misma noche la policía intento rastrear la zona en busca de pruebas, pero ante la nula cooperación de los perros, que se negaban a avanzar en dirección al supuesto lugar del aterrizaje, decidieron postergar sus indagaciones hasta el día siguiente.
Con la tranquilizadora luz del alba, las autoridades locales hallaron una zona de pasto inexplicablemente aplastada, y varios fragmentos de un material parecido al plástico.
Por su parte, algunos de los testigos, sufrieron diversos malestares físicos, típicos, según los facultativos, a la exposición prolongada a gases lacrimógenos, como hinchazón de garganta y convulsiones.
Algunos investigadores indican que el gigantesco humanoide, al ser descubierto, vertió sobre los testigos una extraña sustancia oleaginosa que fue la causante de los daños físicos.
La criatura descrita en este suceso nos recuerda extraordinariamente, tanto en su forma como en su manera de desplazarse, a la figura observada por los pescadores españoles… ¿tendría relación ambos casos?…
Pero hay un penúltimo ejemplo más, que vincula a los encapuchados con los escurridizos OVNIs…
El 10 de octubre de 1954 en el norte de Francia, en Pournoy-la-Chévetive, sobre las 6:30 horas de la tarde tres niños vieron aterrizar una maquina brillante muy cerca de donde ellos se hallaban jugando. Un humanoide bajito vestido con una sotana parecida a la de un cura, descendió del OVNI portando una luz en la mano. El ser tenía la cara cubierta de vello destacando dos grandes y siniestros ojos. Los niños observaron al extraño monje que balbuceaba en un idioma incomprensible, mientras se alejaba del objeto. Cuando la luz de la linterna iluminó a los jóvenes estos emprendieron la huida, viendo desde la distancia, como el OVNI despegaba y se alejaba en la lejanía.
El ultimo suceso que agregamos a este glosario de extravagantes encuentros, nos traslada hasta Nuevo León en México. Allí el joven oficial de policía Leonardo Samaniego Gallegos, de 21 años, se llevó un sobresalto de los que no se olvidan fácilmente. Ocurrió la madrugada del viernes 16 de enero del 2004, mientras patrullaba tranquilamente por el sector de «Guadalupe». Serían mas o menos las tres y cuarto de la noche (hora similar al encuentro de los dos pescadores) cuando observó como, repentinamente de un árbol, caía «algo» oscuro que llamó su atención. Dio marcha atrás a su vehiculo y encendió el faro lateral para intentar apreciar mejor de que se trataba (detalle que coincide con el suceso de Flatwoods) . El potente haz de luz, iluminó un monstruoso ser, que el testigo calificó, por su aspecto, como parecido a una «bruja». Se trataba, según Samaniego de una «mujer» ataviada de una extraña vestimenta, que consistía de una larga «falda» negra y una capucha del mismo color que acaba en punta, el rostro tenía facciones femeninas, pero con la peculiaridad de tener grandes ojos, completamente negros si parpados. En uno de sus antebrazos tenía una esfera, como el «monje frances» …
La «bruja», de gran tamaño, pareció no gustarle demasiado que el policía la iluminara con su foco y se cubrió el rostro con las manos. El patrullero, presa del lógico pánico comenzó a dar marcha atrás con su coche, en el mismo momento que la criatura se elevó en dirección al testigo, cayendo violentamente contra el parabrisas del automóvil. En esos tensos instantes, el joven, pidió auxilio por radio a sus compañeros. No pudiendo resistir mas la situación, Samaniego se desmayó. Minutos más tarde, llegarían al lugar de los hechos algunos compañeros y una ambulancia que hallaron el coche patrulla detenido y con su ocupante desvanecido. El oficial de policía fue sometido a diversos exámenes toxicológicos y psicológicos, para determinar si se hallaba bajo los efectos de alguna droga. Todos los estudios dieron negativos. El testigo parecía decir la verdad de su horripilante encuentro, su estado de shock parecía corroborarlo. Otra consecuencia del episodio fue que, durante tres días, tuvo un agudo dolor en un brazo. Posteriormente, cuando los investigadores le mostraron un croquis del «monstruo de Flatwoods», Samaniego no lo dudo un segundo, se trataba de su bruja…
Para terminar no me resisto a incluir la siguiente anécdota.
En agosto del 2002, en una fortuita conversación mantenida con el hermano de uno de los testigos, éste me comunicó que Joaquín y Rafael, varios años después de su experiencia, encontraron en un supermercado un libro de Juan José Benítez, La punta del Iceberg, que «casualmente» reflejaba en sus paginas el suceso del «Monstruo de Flatwoods». Lo que mas le llamó la atención del acontecimiento, fue el parecido de la criatura con lo observado por ellos mismos durante aquella inolvidable madrugada… No pude evitar sonreír …
Fuente: http://caravaca.blogspot.com