Apariciones Fátima por Carmen Porter

Descripción

Apariciones Fátima por Carmen Porter

 

Extractado del libro ‘Misterios de la Iglesia’
de Carmen Porter

Una mujer sin cabeza

Hay acontecimientos que han sido h bilmente ®eliminados¯ de las cr¢nicas oficiales de los sucesos de F tima.

Varios meses antes de que las apariciones de la Virgen en Cova da Iria estuvieran en boca de todo Portugal y de media España, se produjeron hechos a£n m s inauditos si cabe. Entre abril y octubre de 1915 Luc¡a, que se encargaba de llevar a pastar el ganado a las tierras familiares, y otras tres pastorcitas -Mar¡a Rosa Mat¡as, Teresa Mat¡as y Mar¡a Justino- se encontraban con sus ovejas en un cerro conocido como Cabe‡o, cerca de Aljustrel. Como cada jornada, despu‚s de comer las viandas que sus madres les preparaban para soportar mejor el d¡a, comenzaron a rezar el rosario.

A los pocos minutos, una de las niñas se qued¢ at¢nita ante la visi¢n que se dibujaba al frente. Avis¢ a las dem s y las cuatro pudieron observar c¢mo encima de unos  rboles, suspendida en el aire, aparec¡a una figura blanca – ®parec¡a vestida de nieve¯- a la que ®los rayos del sol iluminaban de lleno¯, d ndole una singular transparencia. As¡ explic¢ Luc¡a el verdadero primer hecho ins¢lito del que fue testigo:

«De buenas a primeras vemos que, sobre la arboleda del valle que se extend¡a a nuestros pies, se deten¡a como un nube, m s blanca que la nieve, algo transparente, en forma humana. Parec¡a una persona envuelta en un lienzo».

Una de las muchachas fue corriendo a su casa y con gran congoja asegur¢ a su madre que hab¡a visto encima de un  rbol ®una cosa blanca que parec¡a una mujer sin cabeza, que no ten¡a ni manos ni ojos¯.

®El  ngel¯, como m s tarde denominar¡an a aquel extraño ser, se volvi¢ a dejar ver en otras dos ocasiones por Luc¡a, Jacinta y Francisco, a los cuales nadie cre¡a.
La Virgen se aparece a los tres pastorcillos

El 13 de Mayo de 1917 amaneci¢ soleado. Era domingo y los pastorcillos acudieron muy temprano a o¡r misa con sus familias.

Jacinta hab¡a cambiado mucho desde la visita del ®ser de cristal¯ y aprovechaba cualquier instante para hacer sacrificios y rezar con gran devoci¢n. Pero no se pudo resistir al juego que su hermano propuso y as¡ comenzaron a construir una cabaña con piedras. De repente un ®rayo¯ se dibuj¢ en el horizonte. No hab¡a nubes y el sol brillaba con todo su esplendor. Sabiendo lo peligrosas que pueden a llegar a ser las tormentas en el monte, decidieron que lo mejor era volver al pueblo.

En pocos minutos juntaron los rebaños y comenzaron a descender por el camino de la cuenca. Al pasar al lado de una robusta encina, otro rayo, m s fuerte, los vuelve a asustar. Aceleran el paso, pero pocos metros despu‚s quedan inmovilizados ante una mata de carrasca de poco m s de un metro de alta, sobre la cual se halla una mujer ®m s brillante que el sol¯.

– No teng is miedo, no quiero haceros daño alguno.

Luc¡a, precavidamente, le pregunta:

– ¿Usted de d¢nde es?

– Soy del cielo.

– ¿Qu‚ es lo que quiere usted de m¡?

– Vengo a pediros que veng is aqu¡ seis meses seguidos, el d¡a 13 a esta misma hora. Despu‚s dir‚ qui‚n soy y lo que quiero. Y volver‚ aqu¡ todav¡a una s‚ptima vez.

Tras charlar varios minutos con los niños, la figura

«…abri¢ las manos comunic ndonos una luz muy intensa como un reflejo que de ella sal¡a penetrando en nuestros pechos […]. Comenz¢ entonces a elevarse serenamente en direcci¢n al oriente, hasta desaparecer en la inmensidad del espacio, rodeada de una luz muy viva que iba como abri‚ndole camino en el c¡rculo de los astros.»

La descripci¢n oficial que se divulg¢ sobre la mujer que se hab¡a aparecido a los pastorcillos es la siguiente:

«Manifiesta tener de quince a dieciocho años. El vestido blanco como la nieve, sujeto al cuello con un cord¢n de oro, le baja hasta los pies, que rozan apenas las hojas de la carrasca. Un manto, todo bordado en oro, le cubre la cabeza y todo el cuerpo. Tiene las manos juntas delante del pecho en actitud de orar y de ellas cuelga un rosario de cuentas blancas…».

Son t‚rminos que, ajust ndonos a la verdad, no tienen nada que ver con la primera declaraci¢n que los niños hicieron ante el can¢nigo Manuel Nunes Formigao.

Es m s Luc¡a, nunca dijo haber visto a la Virgen, ni lo reconoci¢, como podemos comprobar en una conversaci¢n mantenida con su t¡o Marto, que al escuchar la historia de labios de la pequeña espet¢:

«- Si los niños han visto a una mujer vestida de blanco, ¿qui‚n pod¡a ser sino Nuestra Señora?

– No s‚ si era Nuestra Señora. ¡Era una mujercita muy bonita!»

Como el lector comprender , debido al contenido paranormal que se relataba, estos hechos estuvieron durante muchos años dormidos hasta que gracias a la investigadora Fina dïArmada y Joaquim Fernandes salieron a la luz.

La historiadora DïArmada consigui¢, en 1978, una beca del Instituto Nacional de Investigaciones Cient¡ficas para hacer un estudio sobre la situaci¢n de la mujer durante la Primera Rep£blica. Pero su sagacidad la llev¢ a adentrarse en los archivos del primer historiador de los acontecimientos de F tima, el reverendo Formigao – tambi‚n conocido como vizconde de Montelo-, y extraer una informaci¢n £nica que recopilar¡a en su obra As apari‡oes de F tima e o fen¢meno ovni.

As¡ en los primeros documentos, la descripci¢n del ser que se aparece ante ellos es completamente diferente:

«La Señora parec¡a tener unos quince años, med¡a un poco m s de un metro de altura y llevaba un sayo blanco que daba luz y dorado, que no llegaba hasta los pies. La t£nica ten¡a costuras doradas a lo largo y ancho como si estuviera acolchado. Ten¡a dos o tres cordones en los puños. No ten¡a cinto o faja en la cintura.

Estaba cubierta con una capa blanca y llevaba una esfera a la altura del pecho. Ten¡a algo en la cabeza que le cubr¡a el cabello y las orejas. Sus ojos eran negros y ten¡a una gran belleza, hablaba sin mover los labios. Tampoco mov¡a los pies al desplazarse y descend¡a hasta el lugar de la aparici¢n por una rampa luminosa. No se parece a ninguna de las im genes de Nuestra Señora o de otras santas que haya visto antes.»

Un mes antes de que la entidad visitara oficialmente a los pastorcillos, un enigm tico anuncio, publicado por un grupo espiritista local, apareci¢ en el Jornal de Noticias de Lisboa firmado por Stela Matutina, que dec¡a:

«La fecha del 13 de mayo ser  de gran alegr¡a para los buenos espiritistas de todo el mundo. Tened fe y sed buenos. Ego sum charitas.»

Tambi‚n anteriormente hab¡an sido muchos los portugueses que aseguraban haber observado foo-fighters -pequeños objetos luminosos muy conocidos en la ufolog¡a-, incluso uno, seg£n aseguran, lleg¢ a golpear en la cara a una hermana de Carolina Carreira, vecina de los videntes. Otros afirmaron ver un globo plateado, un objeto en forma de escalera o ®nubes¯ que iban en direcci¢n contraria al viento.
®Achicharrados en aceite¯

Un mes m s tarde el fen¢meno se volv¡a a repetir. A la hora indicada, un extraño vapor blanco rode¢ a los niños, mientras la temperatura disminu¡a velozmente y la luz solar menguaba. Cuando Luc¡a comenz¢ a hablar mirando hacia la encina, muchos de los presentes pudieron escuchar un leve zumbido ®como el de un enjambre de abejas¯, al que sigui¢ una ins¢lita ®explosi¢n¯.

«Cuando la visi¢n empez¢ a alejarse, se oy¢ como la explosi¢n lejana de un cohete y se vio levantarse en el espacio una nubecilla blanca. Todas las hojas de la encina se recogieron y plegaron hacia el oriente, como si la orla del manto de la Señora, al partir, hubiera pasado rozando sobre ellas.»

Durante el tercer contacto con el ser celestial, le anuncia por primera vez a Luc¡a que en octubre se producir¡a un milagro para que todos creyesen, por lo que el 13 de agosto de 1917 ya eran unas seis mil las personas que se concentraban en torno al  rbol esperando la llegada de los videntes. Pero estos no aparecieron.

Arturo de Oliveira Santos, alcalde de Ourem, distrito al cual pertenec¡an F tima y Aljustrel, hab¡a sido el culpable de la ausencia. Su figura y cargo dentro de la masoner¡a hac¡a que fuera un hombre temido e influyente. Nadie osaba a llevarle la contraria. Desde 1910, año en que triunf¢ la revoluci¢n en Portugal, acabando as¡ con la monarqu¡a, sacerdotes y religiosas hab¡an sido perseguidos y encarcelados. Se prohib¡a acudir a orar al templo, ni mostrar iconos sagrados, produci‚ndose un mayor recrudecimiento al entrar Portugal en la Primera Guerra Mundial.

De Oliveira no pod¡a consentir que todo por lo que hab¡a estado luchando en contra de la religi¢n, se lo echaran a perder tres cr¡os que dec¡an ver a la Virgen. As¡, llegada la fecha de la cuarta aparici¢n, decidi¢ ®secuestrar¯ a los videntes y obligarles a desvelar su secreto. Tras ser encarcelados, se les advirti¢: ®C¢mo no quer‚is obedecer a la autoridad, ser‚is achicharrados vivos en una caldera de aceite hirviendo¯. Uno a uno fueron interrogados, pero ninguno revel¢ las prof‚ticas palabras que les hab¡a dirigido la ®Señora¯.

Mientras pasaban por este trance, en la campa un fuerte estruendo seguido de un rayo part¡a en dos el firmamento. Poco despu‚s se divisaba una nube pequeña y transparente que durante algunos minutos permaneci¢ flotando a baja altura.

A nadie le qued¢ la menor duda de que la ®Virgen¯ hab¡a acudido a su cita.

Veinte mil personas, entre las que se encontraba el vicario general de Leira, se congregaban ya un mes m s tarde y todas observaron c¢mo un globo de grandes dimensiones se desplazaba lentamente por el horizonte. Algunas personas aseguraron haber observado a un ser blanco antes de que la nave partiera en direcci¢n al sol y comenzara a producirse una lluvia ins¢lita:

«Parec¡an copos o pequeños p‚talos de colores que desaparec¡an antes de posarse».

Jos‚ Galamba de Oliveira afirm¢:

«Despu‚s de ver el globo luminoso, comenzamos a ver como una especie de p‚talos de rosas o flores de nieve que ven¡an de lo alto y desaparec¡an un poco m s arriba de nuestras cabezas, sin que los pudi‚semos tocar».

Por su parte, el abogado Antonio Rodr¡guez da Silva aseguraba que ®ca¡an desde las alturas una especie de copos de nieve o de algod¢n en rama¯. En años posteriores, por lo menos en otras cinco ocasiones, se volvieron a producir estos fen¢menos.

Esto me record¢ que hace unos años, con motivo de las ca¡das de aerolitos que se estaban produciendo en el mundo, yo misma escrib¡ una noticia en la revista Enigmas respecto a las lluvias ins¢litas que se ven¡an dando desde la Edad Media; hall‚ un sinn£mero de ellas: de ranas, cruces, flores, p jaros…

Tambi‚n descubr¡ las de fibralvina, una sustancia que se asemejaba a la ca¡da de F tima -®una sustancia muy blanca que ca¡a de lo alto en forma de flecos¯- que en todos los casos hab¡a estado precedida de avistamientos ovni.

Por citar algunos de ellos, los ®hilos de la Virgen¯ o tambi‚n llamados ®cabellos de  ngel¯ -filamentos blanquecinos y evanescentes, compuestos en su mayor¡a por sicilio- fueron recogidos en las localidades portuguesas de Evora y de Romorantin en 1996. En septiembre de 1702, en Jap¢n, tras tomar el sol una tonalidad rojiza, estuvieron cayendo durante varios d¡as estas fibras de origen desconocido.
La danza del ¿sol?

Durante seis meses consecutivos, desde el 13 de mayo hasta el 13 de octubre, un ®ser¯ se estuvo apareciendo a tres pequeños pastorcillos, Luc¡a, Jacinta y Francisco, de diez, nueve y siete años, respectivamente. Un gran milagro hab¡a sido anunciado para el £ltimo encuentro, un prodigio gracias al cual las visiones de F tima se convirtieron en las m s conocidas, reconocidas como aut‚nticas por el Vaticano y por tanto autorizadas. Pasando a ser m s tarde, la primera aparici¢n aceptada del siglo XX.

Luc¡a, que era la £nica de los videntes que hablaba con ella, rezaba en espera de que ®la Virgen¯ se les volviera a aparecer y realizara el anhelado prodigio. Hacia la una y media de la tarde, la niña grit¢: ®¡Miren al sol!¯ Toda la multitud repiti¢: ®¡Atenci¢n al sol!¯ En ese momento, las nubes comenzaron a desaparecer y dejaron ver una gran esfera luminosa que no dañaba a los ojos y que oscilaba y giraba velozmente en torno a su eje mientras lanzaba una multitud de rayos multicolores hacia la tierra. Pasados tres minutos, el objeto volante se detuvo en seco.

Avelino Almeida, redactor jefe del peri¢dico O Seculo que se encontraba en el lugar cubriendo el evento, relat¢ as¡ lo que presenci¢:

«Se ve a toda la inmensa multitud darse la vuelta para ver al sol, que se muestra libre de nubes en el cenit […]. Es posible ver el contorno del disco sin el m s m¡nimo esfuerzo. No quema, no ciega. Pero el sol tembl¢, el sol realiz¢ movimientos bruscos nunca vistos, fuera de todas las leyes c¢smicas. El sol ®bail¢¯, seg£n la t¡pica expresi¢n de los campesinos».

En un momento dado, el ingenio comenz¢ a caer en vertical zigzagueando -®parec¡a que se desprend¡a del cielo¯- sobre los all¡ reunidos. El p nico se apoder¢ de la gente -®¡Ay, Jes£s, que aqu¡ morimos todos!¯-: algunos ca¡an de rodillas y confesaban en voz alta sus pecados, otros corr¡an despavoridos y los m s rezaban todo aquello que sab¡an.

Los doce minutos que transcurrieron hasta que el disco volvi¢ a su disposici¢n original se hicieron eternos. Con gran asombro se dieron cuenta de que el suelo se hab¡a secado repentinamente y que los ropajes de las personas que m s cerca hab¡an estado del objeto aparec¡an completamente ajados.

Un profesor de la facultad de Ciencias de Coimbra, el doctor Almeida Garrett, que hab¡a acudido al lugar con cierto escepticismo ante los acontecimientos que durante meses estaban acaeciendo en F tima, fue testigo de la profec¡a y pocos d¡as despu‚s relataba as¡ lo que all¡ pudo contemplar:

«Yo miraba el lugar de las apariciones en un estado sereno, aunque fr¡o, en espera de que algo pasara, y mi curiosidad disminu¡a, pues ya hab¡a transcurrido bastante tiempo sin que pasara nada que llamara mi atenci¢n. De repente escuch‚ el clamor de miles de voces, y vi a una multitud desparramarse en aquel vasto espacio a mis pies […] darle la espalda a aquel lugar, que hasta el momento hab¡a sido el foco de sus expectativas, y mirar hacia el sol en la otra direcci¢n».

«Yo tambi‚n me di la vuelta hacia el punto que atra¡a su atenci¢n y pude ver el sol, como un disco transparente, con su agudo margen, que brillaba sin lastimar la vista. Lo m s sorprendente era que se pod¡a mirar directamente al disco solar sin que los ojos se lastimaran o dañaran la retina […] el disco giraba alrededor de s¡ mismo en un furioso remolino. Ocurrieron tambi‚n cambios de color en la atm¢sfera. Todo hab¡a cambiado, adquiriendo el color amarillento de damasco viejo».

«Parec¡a como si la gente padeciera de ictericia […]. Entonces, s£bitamente, escuch‚ un clamor, un grito de angustia de la gente. Fue como si el sol, en su girar enloquecido, se hubiera desprendido del firmamento y , rojo como la sangre, avanzara amenazadoramente sobre la tierra como si fuera a aplastarnos con su peso enorme y ardiente. La sensaci¢n durante esos momentos fue terrible».

Otras personas, como el doctor Domingo Pinto Coelho, aseguraban que hab¡an visto al objeto:

«…unas veces rodeado de llamas muy vivas, otras aureolado de amarillo y rojo atenuado, otras veces pareciendo animado de veloc¡simo movimiento de rotaci¢n, otras aparentando desprenderse del cielo».

Cuando Luc¡a asegur¢ que la ®Señora¯ se marchaba, la gente pudo contemplar c¢mo una pequeña nube ascend¡a hacia el cielo. El desasosiego volvi¢ a gobernar el lugar.

-¡Hay alguien dentro del sol!

Muchos de los presentes, que incluso portaban binoculares, pudieron observar c¢mo dentro de aquel ®globo de luz¯ se dibujaban unas figurillas muy luminosas. La propia Luc¡a declarar¡a m s tarde que vio a:

«San Jos‚, de medio cuerpo, vestido de blanco, con el Niño Jes£s dando la paz al mundo. San Jos‚ estaba a la izquierda del sol y bendec¡a al pueblo con su mano derecha. Parec¡a que hac¡a tres o cuatro cruces sobre el pueblo. A nuestra Señora del Rosario con un  ngel a cada lado y a nuestra Señora de los Dolores…»

La Iglesia enseguida dio su veredicto. Lo que all¡ se hab¡a observado era la Sagrada Familia. Pero, realmente, lo que algunos pudieron contemplar dentro de la esfera que se volvi¢ transparente eran tres ®seres¯ antropomorfos que gesticulaban con las manos.

En numerosos casos de avistamientos ovni se han podido observar dentro de estos ingenios figuras muy parecidas a las descritas por los portugueses. Baste un ejemplo rescatado de mis archivos: en 1956, en Granja de Torrehermosa (Badajoz), veinte chicos que se encontraban jugando un partido de f£tbol observan un objeto volante en forma de bala que se para a unos tres metros sobre ellos. En uno de los extremos del artefacto hab¡a una secci¢n transparente y en su interior pudieron ver la cabeza y los hombros de dos seres que parec¡an estar saludando.

Unos d¡as despu‚s de que se produjera el ®milagro¯, se decidi¢ acudir al Observatorio Astron¢mico de Lisboa en busca de una explicaci¢n meteorol¢gica, pero el director de dicho centro, como muestra en su declaraci¢n en el peri¢dico «O Seculo», no pudo ofrecer respuesta alguna:

«Si fuese un fen¢meno c¢smico los observatorios astron¢micos lo detectar¡an con exactitud. Pero es precisamente eso lo que falta, el registro inevitable de alguna perturbaci¢n en el sistema […] por pequeña que fuese».

Los m s esc‚pticos aseguraron que se trataba de una sugesti¢n o alucinaci¢n colectiva debida al ambiente religioso y milagrero que se viv¡a en la campa. Pero el fen¢meno no solamente fue visto en Cova de Iria. En cuarenta kil¢metros a la redonda fueron decenas los testigos que de pueblos como Minde, Leirira o San Pedro de Muel -donde se encontraba el c‚lebre poeta Alfonso L¢pez de Vieira- los que aseguraron haber visto el misterio lum¡nico. La hip¢tesis de la alucinaci¢n quedaba descartada…, por el momento.

Este fen¢meno ®solar¯ no es exclusivo de F tima. Veinte años antes, en la localidad de Tilly-Sur Seulles (Normand¡a), el astro rey tambi‚n ®bail¢¯, al igual que aconteci¢ en Tyromestica (Checoslovaquia) el 27 de junio de 1947, donde despu‚s de que una ®mujer¯ se apareciera a unos niños se produjo el ®milagro del sol¯. Los vecinos de Herolsbach (Baviera) y de Acquaviva-Platani (Sicilia), en 1949 y 1950, respectivamente, observaron c¢mo el globo solar se les ven¡a literalmente encima.

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