Apariciones Marianas 1960s Miajadas (Caceres) por L. Gómez
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Apariciones Marianas 1960s Miajadas (Caceres) por L. Gómez
Octubre 2012
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MIAJADAS
M
IIRA con ojos expresivos y son-
risa amable. Se ruboriza como
unaniñacuandolaperiodistain-
tentaquehabledesusexperien-
cias. M. A. no está acostumbrada a hacerlo.
Pero finalmente se convierte en cronista de
su verdad. De unos hechos que no ha queri-
do compartir con nadie. Y eso la hace espe-
cial.
Trabajabaenelextranjeroenunfrí oinvier-
no de principios de los 60. «Cogí un catarro
enorme y la señora a la que servía no me ha-
cía gran caso. Dormía en una buhardilla que
si me ponía de pie me daba con el techo en la
cabeza. Estabamuymalayvialamuertemuy
cerca. Ycomosoybuenacatólicaquiseprep a-
rarme para ‘bien morir’», recuerda. Peticio-
nesporelperdóndesuspecadosyenc omien-
dasalaVirgenfueronlassúplicasd eM.A.en
aquel terrible trance. «Vi a laVirgen sentada
en un trono rojo de terciopelo. Me apoyé en
suspiernasymeacariciólacabeza. Eneseins-
tante empecé a ponerme mejor. Y al día si-
guiente me pude levantar», asegura.
Especifica que «llevaba un traje azul y el
manto rojo. Era muy bella pero no recuerdo
biensucara.Meayuda,meprotege, peronun-
ca me habla».Ante su rotundidad, interrogo
sobre la consistencia de la imagen y con sus
expresivos ojos afirma clara y rotunda. «Era
un ser físico. Le toqué las piernas y mi cabe-
za se recostó en ellas. Fue real. Yo he tenido
sueños y he tenido visiones. Y sé distinguir-
las perfectamente. Nada de imaginaciones».
Efectivamente, no era la primera vez que
lepasaba. Laprimeravisiónlatuvoalosocho
años durante una siesta. «Vi un resplandor
muy grande y a la Virgen toda blanca y res-
plandeciente con el Niño en brazos. Nunca
me habla. Me puse de rodillas en la cama y
recé tresAve Marías. E igual que se presentó
se fue. Desapareció la Virgen y después las
nubes y los resplandores», en sus propias pa-
labras. Hasta que no tuvo 23 años no habló
por primera vez de esta experiencia.
Sus visiones religiosas no solo abarcan el
universomariano, tambiénalpropioJesúsde
Nazaret.« Melevantabamuytemprano,alas
seis de la mañana.Venía de misa y me sentía
cansada, triste y mal». Cuenta M. A. «que al
pasar junto a un puente me encontré al Se-
ñor.Eraaltoyfuerte. Unapreciosidad.Nohay
hombreconelquesepuedacomparar. Separó
delante de mí y recosté la cabeza sobre su co-
razón. Ni un hombre que te quiera con todo
sucorazónytedeunabrazoamoroson opue-
de compararse con la paz y el bienestar que
yo sentí».
Lasexperiencias deM.A
Se dan la mano con otro tipo de fenómenos
como la precognición (conocer sucesos antes
de que ocurran) o las visiones proféticas. En
la actualidad las teorías apocalípticas están
muy de moda por el famoso 2012 y su vincu-
laciónconelmundomaya, perolossueñosde
estavidenteenrelaciónalFindelo sTiempos
fueroncuandotansolotenía15años deedad.
Nuestraprotagonistatuvoelsigui entesue-
ño. «Había una tormenta enorme y todo es-
taba oscuro, por eso he deducido que el fin
del mundo será así. Yo llevaba un Niño Jesús
de estos que se tienen en casa cogido en bra-
zos. Juntoamícaminabaunfraileynosre fu-
giamos en un convento donde había muchas
tiemblanlasmanosalrecordarlapi eltansua-
ve y la dulzura que tenía. No hay en el mun-
do una cosa tan bella. El Niñito me habló y
me dijo que llamara a las niñas que las iba a
bendecir. Había 500 niñas y solo 25 me cre-
yeron. Esas25sehincaronderodillasyelN iño
hizo la señal de la cruz en el aire».
AsírecuerdaM.A., décadasdespués,elsue-
ño que no es capaz de olvidar.
Para ella, las 25 alumnas que aceptaron su
mandatosonunacifraquepodríaind icarque
en elApocalipsis solo se salvará el 25 % de la
humanidad. Habladelfindelmundoporotras
visiones parecidas, donde ve guerras y todo
cubierto por tinieblas. La única luz que dis-
tingueenestasescenassonlasquep roducen
las bombas y los cañones. Y cuando se le in-
terrogasobrealgunaposiblesoluc iónqueayu-
dealhombreaevitarlacatástrofes eñalaque
«creer en Dios y cambiar. Esa es la única so-
lución».
Explicación
Desdeelpuntodevistadelexperto, lasvisio-
nes que M.A. ha tenido a lo largo de su vida
seasemejanmuchoaladeotrosmísti cosque
alolargodelahistoriahandejados utestimo-
niooraloescritodeestetipodeexp eriencias.
Así, estudiosos del tema como Moisés Ga-
rrido, quien en su libro El Negocio de la Vir-
gen hace un exhaustivo análisis de las apari-
cionesmarianas, hablandeelementoscomu-
nes entre los videntes. «Por lo general este
tipo de visiones de la Virgen suelen ser pro-
tagonizadas por niños –abundan los pastor-
cillos– ymujeresdeescasacultura, queviven
enzonasruralesoaisladas, bajounasituación
económica muy desfavorecida, y que han re-
cibidounaférreainfluenciacatól icaensuam-
biente sociofamiliar», asegura Garrido.
SinosatenemosalorelatadoporM. A.,ella
misma reconoce que era cuando vivía en el
extranjero, sola, sin conocer el idioma y sin
nadie con quien hablar, cuando más sucesos
de este tipo experimentaba, como la visión
deJesucristojuntoalpuenteolacu raciónmi-
lagrosa de laVirgen María.
No obstante, las experiencias de nuestra
testigo también entroncan con el género de
las profecías. Así, M.A. asegura que algunas
visiones que tuvo en sueños cuando era más
jovenseestáncumpliendopuntualm enteen
la actualidad, y hay que tener en cuenta que
eraprácticamenteanalfabeta, segúnnoscuen-
ta, en aquella época.
En relación a este tipo de sucesos, M. A.
también habla de una experiencia en torno
alPapaJuanPabloI.« Cuandomedijeronque
este Papa que solo vivió un mes había muer-
to, me asusté y estuve llorando. Y dije «no se
ha muerto, le han matado». Eso salió de mi
boca y yo me preguntaba: «¿Pero por qué soy
tan burra? ¿Por qué he dicho eso?». Yo no sa-
bíanadadeesePapa, eracomosialguienden-
tro de mí me empujara a decirlo. Con el paso
delosañoshevistoquemuchasperso nashan
dicho que murió envenenado».
Si nos atenemos a algunas teorías que tra-
tan de explicar el fenómeno de las aparicio-
nes marianas este tipo de facultades serían
enrealidaddeíndoleparapsicológ ica,yaque
algunos de los episodios entroncan con pre-
cognicionesyprofecías, aunquelaspersonas
que lo experimenten lo achaquen a su reli-
giosidad. La forma en que M.A. habla de Je-
sús recuerda a otras videntes y místicas reli-
giosas que describían sus éxtasis con frases
parecidasalasquenuestratestigo utilizapara
recordarsuencuentroenelpuente. Estopue-
de darnos una idea de que es cuanto menos
curiosoquelamayoríadepersonasq ueviven
este tipo de fenómenos tengan experiencias
tan cercanas entre ellas.
Muchos pensarán que se trata de alucina-
cionesodelirios. ComocreíaelpsicólogoCarl
Jung, el mundo «imaginario», ese en el que
intervienelapsique, puedesertanrealcomo
elfísico.YcuandoM.A. hablanolohacepara
convencer a nadie de la realidad del fenóme-
no. No necesita una palmadita en la espal-
da. Ni una mirada cómplice que la entienda.
Ella sabe que la verdad de la que habla solo
puedecomprenderlaensuamplitude llamis-
ma. Deloúnicoquesearrepienteesdeno ha-
bersidomisionera. Aunquecuandomeense-
ñalosrecuerdosqueconservadesus muchos
viajes sé que ha tenido una vida muy plena.
Ysobretodo, quelasexplicacionesqueofrez-
co más arriba se topan con el muro de hierro
que es la sinceridad de sus ojos