Atienza y el planeta URLN ummo

Descripción

ATIENZA y el Planeta URLN

 

Nota previa: este documento contiene una trascripción de los artículos que sobre el llamado Caso SINOD aparecieron en los números 884 (de 12-12-1968) y 885 (de 19-12-1968), en la revista LAE (La Actualidad Española) así como la referencia de los otros tres artículos sobre el mismo tema aparecidos en dicha revista en los números 886, 888 y 893 y que no he trascrito, debido a que su información sobre ATIENZA y el planeta URLN es prácticamente nula.

Previo a la trascripción, me he permitido extraer y copiar unos párrafos del documento de David Lozano Marqués, “CRONOLOGIA DEL CASO UMMO” que relata la situación de contorno del citado Caso SINOD.

Manuel Rotaeche Landecho (5-9-2003)

 

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CRONOLOGIA DEL CASO UMMO

Caso SINOD

(David Lozano Márquez)

 

FECHA: 12 de Noviembre de 1968

TEMA: CASO SINOD

Este día un personaje oculto tras el seudónimo de «Sinod», y cuyo verdadero nombre, como podemos leer en el libro de Antonio Ribera «UMMO: La Increíble Verdad» era Francisco Donis Ortiz, tuvo un encuentro con un OVNI que después le traería grandes implicaciones en el asunto UMMO. El caso fue, a grandes rasgos, el siguiente:

En el día mencionado, Sinod viajaba en su coche desde Valencia a Madrid, cuando alguien telepáticamente le comunicó que se desviase a la carretera del Parador Nacional de Alarcón donde iba a encontrarse con un extraterrestre. Después de que se le averiase el coche consiguió llegar al parador gracias a un camionero que le ayudó a ponerlo de nuevo en marcha, y aquí se encontró flotando cerca del suelo a un gran objeto discoidal del que descendió un ser humano. Este dijo llamarse Atienza y ser descendiente de humanos pero natural de un planeta llamado Urln cuyos habitantes eran peque os seres macrocéfalos aunque también existía una pequeña colonia de terrestres.

Mil Novecientos Sesenta y Nueve

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FECHA: Finales de 1968, principios de 1969

TEMA: PUBLICACION DEL CASO SINOD

La revista La Actualidad Española publica en sus números 884 (12‑12‑1968), 885 (19‑12‑1968), 886 (26‑12‑1968), 888 (9‑1‑1969) y 893 (13‑2‑1969), unos artículos firmados por F. Sinod, en los que este relata su encuentro con un extraterrestre llamado Francisco Atienza del que recibía mensajes telepáticos.

Como consecuencia de la publicación de sus experiencias, el 18 de Enero de 1969 F. Sinod (Francisco Donis) recibe una carta de los ummitas en la que estos le proponen lo que podemos leer en los siguientes párrafos extraídos de dicha carta:

UMMOAELEWE

Idioma Español

Copia Unica

Honorable Señor:

“En su relato referente a los contactos mantenidos por usted con el visitante Atienza, usted expresó que continúa manteniendo relaciones de comunicación ideográfica de carácter telepático con él.

Nosotros le rogamos que entre las preguntas formuladas por usted le consulte simplemente si estaría dispuesto a contestar con destino a nosotros (puesto que hasta el presente no nos fue propicia la posibilidad de iniciar un contacto con esa civilización) una pregunta formulada por medio de un código binario.

Simplemente ‑REPETIMOS‑ saber si estaría dispuesto a satisfacer esa contestación.

La respuesta que le ofrezca el citado Señor Atienza, podría usted comunicárnosla a través de uno de sus artículos o en otro caso le sugeriríamos otro medio para que llegara hasta nosotros».

El 28 de Febrero de este mismo año Donis recibe una nueva carta de los Ummitas:

UMMOAELEWE

Idioma Español

Número de Copias: 3

Francisco Donis Ortiz

MADRID‑ESPAÑA

FECHA: 28‑2‑69

Honorable Señor:

«Hemos leído su gentil contestación a nuestro mensaje. A través de su contexto pudimos observar con satisfacción que accede a nuestra solicitud gustosamente. Súplica que no estaba obligado a satisfacer, por lo que su postura debe ser objeto de nuestra más cálida gratitud.

Es cierto que en determinadas ocasiones hemos llegado a ofrecer pruebas irrefutables de carácter personal a ciertos hermanos suyos de TIERRA si bien entonces hemos adoptado precauciones severas, para evitar que una indiscreción o un cambio de actitud para con nosotros de tales OEMMI (Hombres) puedan lesionar gravemente nuestras normas de reserva.

Estamos dispuestos en el caso de usted: Señor Donis Ortiz, a ofrecérselas en el caso de que usted se ofreciese como intermediario entre F.ATIENZA y nosotros.

Ahora le transmitimos el texto codificado que suplicamos haga llegar a su extraño comunicante Francisco Atienza procedente para nosotros del desconocido Planeta URLN, tan pronto se encuentre en coyuntura favorable para esa comunicación oral‑telepática‑ideográfica o transmitida por cualquier medio idóneo que Ud. estime técnicamente fiable.

1011010111 100101 101000100111 110101111110 0100111

Le suplicamos en cualquier caso, si obtuviese respuesta no la divulgue a través de ningún medio de comunicación social. No podemos coaccionarle para que cumpla esta solicitud, pero le rogamos muy encarecidamente que guarde esta reserva. Le informaremos sobre el medio de comunicárnosla tan pronto nos haga saber que obtuvo tal respuesta. Ella constituirá para nosotros un criterio que nos confirme la idoneidad del testimonio de F. Atienza y la base para saber si desea nuevas comunicaciones de nosotros (tres últimos números codificados).

Señor: Para nosotros este favor es muy importante. Accedimos hasta Ud. por el relato aparecido impreso en la Publicación periódica LA ACTUALIDAD ESPAÑOLA…»

FECHA: 5 de Marzo de 1969

TEMA: REUNION EN CASA DE DONIS

En este día, próximo a la recepción de esta última carta, se celebra en casa de Donis, en la calle de Antonia Mercé, en Madrid, una reunión entre él y otras personas receptoras de correspondencia ummita, entre los que se encontraban Antonio Ribera y Rafael Farriols. La razón de esta reunión era la de dar lectura a dicha carta, pero el resto de implicados quería aprovechar la ocasión para dar a Donis una serie de preguntas para que este a su vez las comunicara a los Ummitas. En un momento dado de la lectura de la carta, la doncella avisa a Donis de que alguien le requiere al teléfono. Interrumpe entonces la lectura y contesta a la llamada, donde se encuentra con una voz gangosa que le pide que «los hermanos reunidos en su domicilio no formulen preguntas a mis hermanos». Esta llamada pudo ser grabada en parte por Farriols, con la aplicación de una ventosa a un supletorio. Según afirma Antonio Ribera en «UMMO: La Increible Verdad», esta grabación ha sido analizada en diversos laboratorios de acústica, nacionales y extranjeros, y sus frecuencias «no son humanas»(7).

 

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YO HE HABLADO CON UN SER EXTRATERRESTRE

(Primero de la serie de artículos aparecidos en “La Actualidad Española” publicado el día 12-12-1968 en el Nº: 884 de LAE)

Soy director en Levante de una importante sociedad y me desplazo en mi automóvil, con gran frecuencia, entre las distintas provincias del Levante Español y Madrid. Tengo una casa en la capital de España y otra en la costa de Alicante.

Desde hace un mes, y especialmente los días 25 y 26 de octubre, en que estuve en dos distintas ciudades para pronunciar sendas con­ferencias, recibía, casi diariamente, una es­pecie de confuso mensaje mental anunciándo­me un próximo encuentro con un hombre extra-terrestre.

Como nunca he tenido alucinaciones y ape­nas sueños, ello me sorprendió muchísimo, pero procuré relegarlo al olvido creyendo se trataba de absurdos pensamientos.

El día 12 del corriente, después de una jor­nada de trabajo normal y de entrevistarme con dos clientes en Valencia, cené en el pueblo de Chiva, pues me dirigía a Madrid con el triple objetivo de recoger un SEAT 124 que aca­baban da adjudicarme (vendiendo el SEAT 1.500 en que hacia el viaje), de inspeccionar el re­planteo de un chalet que van a empezar a construirme en la parcela que he adquirido en una urbanización de los alrededores de Madrid y de ocuparme de la compra de un piso, pues una de mis hijas va a casarse dentro de unos cuantos meses.

Nunca pruebo el alcohol y aquella noche tomé una cena de las más sencillas. Pedí un café doble, como hago siempre que conduzco de noche. Estaba perfectamente “en forma” para realizar un rápido viaje nocturno.

Sin embargo, apenas me puse al volante, empecé a recibir, en forma telepática, el mismo “mensaje” que ya he mencionado, muy confuso al principio, pera después cada vez con mayor precisión e intensidad, como si quien emitía aquellos pensamientos fuera gra­dualmente acercándose a mi. El “mensaje” se concretaba señalándome que no debía albergar ningún temor y que el encuentro se pro­duciría en la carretera de desvío que conduce al parador de Castillo de Alarcón. Seguía yo, entre tanto, mi camino por la carretera de Valencia a Madrid, a velocidad mucho menor de la que normalmente suelo llevar.

Unos cuatro kilómetros antes de llegar al cruce que conduce al parador, empezaron, parpadear los faros del 1.500 y a fallar la ignición, terminando el coche por detenerse. Al mismo tiempo, sentía como si me hablaran mentalmente a escasa distancia y “desde arriba”. El “mensaje” era ahora casi una orden amablemente imperativa: “Toma el primer desvío a la izquierda. Vamos a encontrarnos. No temas. Será una experiencia que te complacerá haber tenido toda la vida”.

Pensaba yo entonces que era víctima de alucinación y que en aquellas condiciones no debía seguir viaje a Madrid, de modo que me pareció prudente   irme a dormir al parador (¿o quizá, inconscientemente, quería seguir la orden que me daban?). Sería en aquel momento cerca de la una de la madrugada.

Al tratar de poner en marcha el coche, no arrancaba. Entonces, a cierta distancia en la carretera, apareció un camión que se dirigía Madrid, le hice señas para que se detuviera y así lo hizo.

Expliqué al conductor cómo el   coche no arrancaba he hicimos un intento de ponerlo en marcha sin éxito. Le pregunté tímidamente si no recibía como un mensaje desde arriba (me avergonzaba de explicar más ampliamente mi sensación a un extraño, temiendo que me tomara por loco). Creo que no me prestó atención en esto, lógicamente preocupado por ayudarme a arrancar el coche y proseguir rápidamente su camino. Me dijo que me pusiese a los mandos del coche para él empujarle, y así conseguimos poner en marcha el motor. Mientras me preocupaba por acelerarlo para que no se me calase, él se subió a su camión y yo le precedí con mi coche, quedando él atrás ya que marchaba mes lentamente.   (Por cierto, que seria para mi muy interesante comunicarme con este amable y servicial camionero quien apenas si pude dar las gracias)

Pocos minutos después llegué al cruce, torcí a la izquierda en dirección al parador, y cuando había recorrido unos dos kilómetros por la ca­rretera de desvío (siempre el “mensaje” en mi mente, cada vez más preciso, anuncián­dome el encuentro inminente) empezaron a parpadear de nuevo las luces, a fallar la chispa de las bujías y el motor se detuvo, apenas iniciado el descenso de un pequeño repecho que acababa de coronar, a la vez que veía a mi izquierda y delante un inmenso aparato de forma discoidal o parecido a un plato sopero invertido de 15 a 20 metros de diámetro, sus­pendido a tres metros de altura sobre el suelo, con uno de sus bordes tangentes al plato ver­tical que contuviera la orilla izquierda de la carretera, con una torreta central de unos tres metros de altura. Estaba Iluminado por una suave luz rosada que permitía adivinar una serie de escotillas dispuestas en forma circular.

Recuerdo que no sentí temor, simplemente pensé: ¡Caramba, pues era verdad!, tan ex­celente había sido la “preparación telepática”.

Descendí del 1.500 que quedó estacionado a la derecha de la carretera y yo a su lado. Me sentí entonces un poco entumecido, moviéndome y respirando con alguna dificultad, ex­perimentaba la sensación de estar dentro de un campo eléctrico de potentes líneas de fuerza.

Se abrió una de las escotillas del aparato. Asomó una escalera extensible telescópica que descendió unos tres metros hasta tocar el borde de la carretera y por ella bajó un hombre que se dirigió hacia mí con los brazos y las manos abiertos.

Al acercárseme pude verle a la luz de la Luna, que en aquel momento salió de entre las nubes a mi izquierda.

Parecía un hombre normal, de estatura pró­xima a 1,62 metros, delgado, de unos cincuenta años de edad, vestido con una especie de traje de esquiador de una pieza, ajustados los panta­lones a los tobillos y fabricado con una her­mosa tela grisácea brillante.

Avanzó hacia mí sonriendo: “Soy Francisco Atienza, desciendo de hombres de la Tierra, pero he nacido en otro planeta. He estado en imperfecta comunicación telepática con usted preparando este encuentro de paz y amistad”. (Sentía yo la sensación de que irra­diaba ondas de compresión, de bondad y de amistad).

Me estrechó la mano. Observé que se daba cuenta de mi malestar físico y “sentí” que lanzaba una orden al “platillo volante”. Las luces de éste se apagaron, desapareció mi opresión. Me sentía mejor: fue como si el “campo eléctrico” se hubiera extinguido.

El hombre me dijo: “Hace más bien frió” (hablaba un perfecto castellano). “¿No esta­remos mejor sentados en su coche?” Abrí la puerta trasera izquierda y entré en el coche, sentándome en el lado derecho. El entró tam­bién y se sentó a mi lado.

Dejé encendida la luz interior del 1.500, los faros de cruce y las luces de posición.

-¿Cómo habla usted perfectamente nuestro idioma?- le pregunté.

-Sí, al igual que el francés inglés, alemán y los demás idiomas de Europa Occidental. Lo he aprendido leyendo en la mente de los hu­manos, aparte de los conocimientos idiomáticos de mis antepasados directos, que habla­ban el castellano antiguo. Fíjese en mis labios, cesaré de moverlos y, sin embargo, seguirá “oyéndome” telepáticamente. “Tampoco es ne­cesario que usted me hable: yo leo sus pen­samientos. Haga la prueba”, y su mano dere­cha sujetó mi muñeca izquierda suavemente.

En efecto, a partir de aquel momento se en­tabló entre nosotros una conversación telepá­tica más clara y precisa que si fuera hablada. Cuando, repentinamente, soltó mi muñeca, pa­reció como si hubiera un cambio de “tono” y de “volumen” (más bajo), pero conservando la perfección de la transmisión.

Y empezó entre nosotros un asombroso diá­logo telepático que había de durar una hora, viéndonos gracias al alumbrado interior del coche y por la luz de la Luna, casi siempre oscurecida por las nubes que, de tiempo en tiempo, iluminaba la enorme masa del platillo volante suspendido majestuosamente sobre el suelo. A la derecha, a un kilómetro de distan­cia, las luces del pueblo de Castillo de Alarcón, en el que se encuentra el Parador Nacional de Marqués de Villena. Ni un solo rumor alteraba el perfecto silencio de la noche, mientras mi cerebro, febrilmente, absorbía la preciosa in­formación que con palabras y a velocidad cre­ciente pasaba del cerebro de Francisco Atienza al mío.

HACE UNOS TRESCIENTOS ANOS…

Mi primera pregunta mental se refirió al de­seo de conocer sus orígenes y cómo había llegado hasta aquel lugar.

-El único antepasado mío terrestre del que conocemos el nombre con seguridad se lla­maba Francisco Alianza, como yo mismo, y vivía hace unos trescientos años en el Interior de lo que hoy es la Argentina, cerca de la fron­tera con Chile.

-Era un soldado español que después deci­dió establecerse allí como pequeño agricultor y ganadero y que vivía aislado con su mujer, de origen indio, que murió de una enfermedad cuando el hijo de esta pareja cumplió ocho años. También formaba parte de la familia una niña india de cinco años que había sido reco­gida por ellos.

-En aquella época, la Cuarta Civilización de Urln (1), establecida en un planeta relativamen­te próximo a la Tierra, trataba de establecer con­tacto con los terrícolas, encontrando para ello dificultades similares a las que tendrán los astronautas terrestres cuando lleguen a la Luna al tener que moverse dentro de trajes espaciales con equipo que les permita respirar en un ambiente no creado para ellos.

(1) La fonética de este nombre me fue repetida varias veces y la escribo del modo más parecido posible aunque no es exacto

-Como los seres inteligentes de la Cuarta Ci­vilización de Urln eran distintos de los seres terrestres, éstos reaccionaban ante aquéllos unas veces huyendo aterrorizados y otras in­tentando agredirles.

-Procuraron, pues, limitar sus contactos a familias u hombres aislados a los que trataban de ayudar y mostrar sus sentimientos amistosos, para llegar a entenderse con ellos, puesto que los seres de Urln, que se comu­nicaban entre sí de modo telepático, no podían hacerlo con los hombres de la Tierra más que en forma muy imperfecta y unilateral.

-Francisco Atienza y su familia, excepcionalmente, acabaron acostumbrándose a la presen­cia de los platillos volantes y de los “hombres de traje raro” que les ayudaban en todo e in­tercambiaban Información principalmente por señas y dibujos.

-Esta convivencia duró casi un año, hasta que Francisco Atienza, ya entonces viudo, murió en un accidente y entonces, como los dos niños de ocho y cinco años de edad quedaban total­mente desamparados en aquel lugar solita­rio, se los llevaron al planeta Urln, después de una cuidadosa preparación de un comparti­miento de la astronave para su traslado y de fabricarles en su remoto planeta una especie de gran vivienda encristalada “como un in­vernadero”, que retenía en su interior una at­mósfera artificialmente producida y lo más pa­recida posible a la de la Tierra. También el suelo “se fabricó” para que fuese similar al suelo terrestre y pudiera producir ciertos ve­getales y semillas que de la Tierra se lle­varon (2)

(2) Al parecer ha habido intercambio mutuo de semillas entre la Tierra y Urln.

– Los mejores pedagogos de Urln penetra­ban en aquella vivienda especial de los niños terrestres y les enseñaban la forma de comu­nicarse con ellos y especialmente los conoci­mientos morales, sociales, políticos y religio­sos que les permitieron integrarse mental­mente con la población de Urln.

-También los niños hacían excursiones ex­teriores desde su pequeña “ciudad de cristal” (3), pero generalmente permanecían en el interior de ésta para poder moverse libre­mente, evitar riesgos de accidentes y no ex­perimentar las grandes dificultades que origina la adopción de trajes estancos a la atmósfera exterior.

(3)   No debe de tomarse en sentido literal. Es un símil

-Después de doce generaciones se acli­mataron a este género de vida los descendientes de aquella pareja inicial de niños y de otros hombres y mujeres terrestres que, en contadas ocasiones especiales (4), también fueron llevados de la Tierra a Urln.

(4) De algunas de estas ocasiones quedan huella en la prensa y en algunos libros publicados en la Tierra.

-Los últimos descendientes de esta duodé­cima generación son hombres y mujeres que mentalmente están mucho más evolucionados que los terrícolas actuales, pero morfológica­mente siguen siendo casi idénticos a nosotros. Las diferencias son: la estatura media es es­tacionaria, el peso del cerebro y la capacidad craneal son un poco mayores y con tendencia a crecer y la fertilidad en los varones es me­nor, lo que ha exigido, por una parte, que casi todos los humanos trasladados de la Tierra a Urln sean hombres y, por otra, que se haya establecido la poligamia entre el centenar de descendientes de terrestres que habitan Urln.

-Así como en la Tierra el número de varones nacidos es parecido al de hembras, entre los miembros de la “raza emigrada”, a Urln nacen muchas más hembras que varones, y los sabios de la raza de Urln, que están muy avanzados en genética, no conocen las causas con exacti­tud, aunque las atribuyen a las diferencias de alimentación, gravedad, temperatura, etcétera, y especialmente al género de vida en pequeñas ciudades estancadas, con atmósfera artificial.

-De igual modo que en la Tierra muchos de los animales en cautividad se reproducen difícil­mente (y sin que ello implique comparación irreverente), los hombres terrestres traslada­dos a Urln pierden fertilidad.

-Esto constituye una gran tristeza de la raza emigrada y de los seres inteligentes de Urln que la patrocinan, pues ven en ello una prueba de que quizá no es grato a Dios el tras­plante de seres de uno a otro planeta.

(Aquí mi mente interrogó a Francisco Atien­za acerca de por qué no volvían a la Tierra ese centenar de hombres y mujeres que ahora habitan en Urln.)

-Aunque morfológicamente podríamos con­fundirnos con los terrícolas y adaptamos, con alguna pequeña incomodidad, a la vida física en la Tierra, mentalmente nos sería imposible hacerlo, porque nuestra manera de actuar es distinta de la de los terrícolas y originaría continuos conflictos.

– Nosotros leemos en la mente de buena par­te de los terrícolas, y lo que leemos en ella no nos complace. Vuestro mundo es inmensa­mente hipócrita e insincero, aunque una gran parte de la Humanidad terrestre dice aceptar el precepto divino, en que nosotros creemos; de “amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo”. Entre nosotros, este mandato informa sistemáticamente nuestra con­ducta, mientras que muchos de los que entre vosotros alardean de cristianos, contradicen con su forma de vida lo que ellos pregonan como sus creencias.

-Esto, para quienes nos hemos educado en la Cuarta Civilización de Urln, es inimaginable y no porque seamos perfectamente virtuosos, pero ya están proscritos de entre nosotros los grandes pecados sociales que vosotros come­téis y eliminadas las guerras, las matanzas, la feroz ambición, el afán de dominio y de po­der que prevalece en gran número de los hú­manos. Todo eso nos es tan ajeno como pueda serlo el canibalismo para los españoles de hoy.

-Aquellas plagas existieron en la Tercera Civilización de Urln, en la etapa de los Nacio­nalismos, que con la ayuda de Dios hemos dejado atrás, y que conste que no somos tan estúpidos y orgullosos como para creernos por ello superiores. Simplemente, hemos tenido acceso a una civilización más adelantada, por más vieja, y hemos elevado así un tanto nues­tro grado de virtud colectiva.

-De la infinita serie de escalones que se­paran a la Divinidad de los seres inteligentes que pueblan el Universo, nosotros estamos res­pecto a vosotros en una posición que, relati­vamente, podríamos definir “de unos pocos escalones más arriba”, que, indudablemente, con el tiempo, también subiréis, superándonos quizá, como ya nos superáis en el mundo de la pintura, escultura, música y literatura.

-La tragedia en nuestras posibles relaciones mutuas estriba en que no vemos la forma clara de poder ayudaros a subir los escalones más de prisa.

-En cuanto el -centenar de emigrados de w Tierra y sus descendientes- viniese a este pla­neta en que estamos, vosotros, que establecéis diferencias raciales tan sutiles como el color de la piel, los catalogaríais como “invasores, espías, extraterrestres que vienen a invadir nuestro mundo, etcétera…”.

-Un escollo esencial para la convivencia entre los hombres de la Tierra es su total falta de sinceridad. La palabra sirve al hombre para ocultar su pensamiento.

-Seria insufrible para vosotros que cuando alguno de vuestros políticos nos dijese: “Sed bienvenidos, deseamos acoger a vuestros sabios para que nos enseñen lo que ignora­mos”, nosotros, que no podemos mentir por­que nos lo impide nuestro mecanismo mental, tuviéramos que responderle: “Leemos en tu mente y vemos que tus palabras son insinceras: tenéis grandes dudas sobre la convenien­cia del trato con nosotros. Deseáis nuestros adelantos científicos para mejor dominar a otros países”. Por ello consideramos nocivo el proporcionaros acceso a una tecnología más avanzada. Vuestro fallo está en vuestra escasa velocidad en el progreso social, político, moral y religioso, del que os ocupáis muy poco, ob­sesionados por las conquistas materiales y científicas. Jesucristo os señaló los claros ca­minos a seguir y vosotros le crucificasteis. Han pasado veinte siglos y apenas habéis mejorado en lo esencial. Es serio el peligro de una gue­rra atómica. En una de las naciones técnica­mente más adelantadas de la Tierra han sido asesinados recientemente tres de los hombres cuyas ideas podrían haber ayudado a su pro­greso real.

(Aquí mi mente, ansiosa de “más saber”, le Interrumpió: pienso en cuál ha sido su objetivo al entablar contacto conmigo.)

-Sin darse usted cuenta está cansándose mentalmente como consecuencia de este ejer­cicio, para usted desacostumbrado, de la trans­misión telepática que cada vez me pide a ma­yor velocidad. Interrumpiremos nuestro diálogo breve tiempo y después proseguiré contestan­do a su pregunta.

“NO SABEMOS NADA ..”

-Tras unos minutos de descanso, Francisco Atienza, el hombre extraterrestre, contestó:

-La raza terrestre emigrada al planeta Urln posee aún una mayor capacidad telepática para recibir mensajes mentales de los terrícolas que la propia raza de Urln, lo cual es lógico si se considera la igualdad morfológica existente en­tre los terrícolas y los hombres como yo. La razón principal que hubo para la emigración de algunos terrícolas, emigración dirigida por la raza de Urln, fue precisamente llegar a contar con una serie de humanos terrestres, educados por ellos en una civilización superior, que pu­dieran servir de “puente” o enlace entre las dos razas.

-Este “ensayo” hasta ahora ha sido negativo en algunos puntos y positivo en otros.

-Leemos en la mente de una buena parte de los hombres de la Tierra, con mayor o menor perfección según cada caso particular, según la distancia que separa al “lector” de la per­sona “leída” y según las circunstancias aními­cas momentáneas de esta última.

-Hombres y mujeres de todas las razas y clases sociales, de todas las edades y de toda condición nos suministran así una información completísima de los acontecimientos de la Tie­rra y, además, de lo que ellos piensan acerca de esos acontecimientos.

-Sólo nos Interesan los hechos político-so­ciales y económicos que afectan a los grupos humanos, y muy especialmente los procesos que conducen a la toma de decisiones de grupo en los aspectos moral y religioso. Jamás en­tramos en la vida íntima de las personas como tales.

-Como contrapartida, hasta ahora habíamos fracasado totalmente en conseguir que los hom­bres de la Tierra entendiesen nuestros “men­sajes”: yo soy, por ejemplo, un excelente re­ceptor del pensamiento de miles de terrícolas, pero sólo con usted he podido conseguir que, aunque Imperfectamente, mi pensamiento le alcanzase hasta lograr nuestro encuentro en este lugar.

-Se aprende haciendo. En este momento ambos estamos practicando el mecanismo de transmisión telepática bilateral, facilitado por nuestra gran proximidad, con la esperanza de poder continuar nuestra comunicación a distan­cia cuando nos separemos.

-De modo parecido a como los receptores de radio y televisión debidamente sintonizados reciben las ondas de ciertas estaciones emiso­ras, usted y yo estamos consiguiendo una sin­tonización bilateral para el futuro. Nuestro experimento es ahora mismo seguido en Urln con enorme expectación, pues es la primera expe­riencia de recepción perfecta por un terrícola.

-Previamente, la totalidad de los hombres y mujeres que viven en Urln, procedentes de la raza terrestre, han tratado de enviarle men­sajes y usted no ha recibido ninguno: sólo los míos. Parece lo más probable que cuando uno de nosotros dos muera, la comunicación bilate­ral quedará rota, hasta que aparezca otra pa­reja capaz de conseguir la sintonización que nosotros hemos ya establecido. Sobre esto tra­bajamos y trabajaremos incansablemente, ani­mados por este primer éxito verdadero.

-La recepción por los “hombres de Urln” de los pensamientos que se inscriben en las men­tes de los hombres de la Tierra no nos presenta ya ningún problema. Curiosamente, los “médium”, los “telépatas terrestres” (que entre ellos se comunican sin dificultad) no tienen disposición especial para relacionarse con nos­otros. En cambio, el grupo de los políticos, de los escritores, de los predicadores, de los mú­sicos y artistas, de los presidentes de grandes organizaciones de líderes de multitudes, etcéte­ra…, todos los que viven de su relación con el público o tratan de influir sobre él, suelen ser “mentes abiertas”, en las que leemos con mayor precisión y claridad que en las demás.

-Es preciso tener en cuenta que nosotros no podemos utilizar para fines terrestres la infor­mación que recogemos: sólo para nuestro co­nocimiento. Conservamos lo que leemos en la mente de un terrícola como un secreto de pro­fesión. Por otra parte, vuelvo a recalcar, no po­demos Invadir la “zona personal” del senti­miento de los humanos. Contigo hemos podido establecer un contacto telepático bilateral y podemos hacerte “sugerencias”, jamás obligar­te a obrar.

-Creo muy conveniente insistir en estos pun­tos porque la mente de los terrícolas, si difun­des esta información, es propensa a pensar: “Usarán del conocimiento de nuestra mente para convertirnos en sus esclavos y hacernos obrar de acuerdo con sus fines particulares”.

-La verdad es que ni lo deseamos ni pode­mos hacerlo así. Es algo parecido a lo que ocu­rre con aquellos terrícolas que pueden hipno­tizar a otros, pero no obligarles a actuar en contra de su conciencia o forzarles, por ejem­plo, a que asesinen a otro ser humano. La Divina Sabiduría dispone de una serie de “segu­ros” en este aspecto que nuestra experiencia demuestra que no pueden sobrepasarse nun­ca. El alma es siempre libre.

-En verdad, todos los seres con alma que habitan Urln sólo saben “que no saben nada”. A medida que aumenta el volumen de nuestros conocimientos (como el volumen de una esfera cuyo radio creciese), aumenta también la superficie de contacto (de la esfera) con el ex­terior, con lo desconocido, y por tanto, cuanto más sabemos, más cuenta nos damos de la in­mensidad de lo que ignoramos.

-Por otra parte, nosotros hemos recibido de la Tierra una preciosa cultura que atesoramos y usamos. En Urln se difunde la música de Mendelssohn, Mozart, Bach, Beethoven, Wagner, Chopin, Schubert, folklore negro (¡oh, los spirituals!) y de todas las razas e incluso cier­tas formas de la música moderna, aunque nos asombra lo poco que seleccionáis tanto en mú­sica como en libros o espectáculos. Parecéis preferir lo más ramplón o vulgar, con tal de que sea nuevo.

-Si bien es cierto que la “moralidad o re­ligiosidad en la masa de nuestra población­” es mucho más elevada que en la vuestra, en cambio nunca hemos producido todavía individualidades como una Teresa de Jesús o un San Juan de la Cruz, que llegaron por sí solos al diálogo directo con Dios, quien creemos es el fin última de las civilizaciones.

(Aquí mi mente aventuró une pregunta in­mediatamente contestada.)

-No te asombres del detalle con que cono­cemos vuestra vida en la Tierra. A través del pensamiento de los humanos, por la graba­ción de vuestras emisiones de radio y de tele­visión, leyendo vuestros libros a través de vuestras mentes (todos los descendientes de terrícolas que vivimos en Urln nos dedicamos a estas misiones ayudados por la “raza de Urln”), recogiendo muestras de vuestros mine­rales, de vuestras tierras, de vuestros vegeta­les y animales, tenemos un “dossier” más com­pleto sobre todo lo que se refiere a la Tie­rra que cualquiera de los que los hombres habéis formado en vuestro planeta. Comprendo que si comunicases a los terrícolas el gran número de artistas de cine que, sin saberlo, nos envían información, considerarían esto como una frívola imaginación y condenarían el resto del relato como fantástico. Estáis en un estado de vuestra evolución en que difícilmente soportáis la verdad. Por eso es casi imposible que nos entendáis y por eso queremos relacio­narnos con algún terrestre como tú que pueda pasar a los demás, al menos, alguna parte de nuestras ideas.

-Esto explica también por qué no os damos apenas nada: simplemente porque no estáis en condiciones de recibirlo. Ejemplo: vosotros podéis querer mucho a vuestro gatito, le com­prendéis bastante bien a él, pero os es imposi­ble comunicarle plenamente vuestro mundo de ideas y sentimientos. Y pido otra vez perdón por la irreverencia de las comparaciones, pero no encuentro otro símil más apropiado. ¿Cómo vais a entender un mundo de mayor número de di­mensiones que el que veis? El diálogo y la ex­plicación son casi imposibles. Por ello, todos los extraterrestres que estudian la Tierra evitan los contactos, especialmente con grupos gran­des de hombres, que originarían incidentes desaforados.

-Sin embargo, yo soy una muestra del “po­tencial existente en la raza terrestre”, pues en sólo doce generaciones hemos alcanzado a la Cuarta Civilización de Urln. Esta es la gran alegría de nuestra raza emigrada. Algunas de nuestras individualidades ayudan al Gobierno de Urln.

-Nosotros conocemos, con algún detalle, diez civilizaciones actuales diferentes de la nues­tra. Unas en grado de evolución superior, otras en grado de evolución inferior. En el momento actual deben de existir otras muchas más ci­vilizaciones que nosotros desconocemos.

-Todo lo que creemos debieran hacer los hu­manos os ha sido dicho ya por hombres de la Tierra.

(Mi mente absorbía cada vez más acelerada­mente la información que Iba recibiendo: era un ejercicio embriagador. Ansiosamente, inicié otra serie de preguntas…)

 

 

YO HE HABLADO CON UN SER EXTRATERRESTRE

(Segundo de la serie de artículos aparecidos en “La Actualidad Española” publicado el día 19-12-1968 en el Nº: 885 de LAE)

En el artículo anterior narraba cómo mi mente, en un ejerci­cio   embriagador,   pedía   cada vez mas aceleradamente a Francisco Atienza información so­bre los temas que yo creía de más apasionante interés.

La comunicación telepática, tal como la teníamos establecida, era infinitamente más perfecta que la comunicación verbal, pues permitía la transmisión del pensamiento, por medio de palabras, a velocidad mucho mayor que en forma oral, sin pérdida de precisión o cohe­rencia.

Yo, que soy muy aficionado a los automóviles rápidos, puedo compa­rar la sensación de la conversación telepática al placer que experimen­taría el conductor de un coche prodigioso que admitiese forzar y se­guir forzando la velocidad sin que el vehículo perdiese adherencia a la carretera y sin temor a volcar en las curvas.

De todos modos, quizá al llegar a un límite del orden de una rapi­dez diez veces mayor que en una conversación corriente, fue el pro­pio Atienza quien me mostró cómo, sin darme yo cuenta, me estaba fatigando mentalmente y cómo esta fatiga acumulada podría ser noci­va para mi, invitándome entonces a descansar y bajar a la carretera para pasear en dirección a la as­tronave, que, majestuosamente, se mantenía a unos tres metros del suelo, casi absolutamente inmóvil, y digo “casi” porque la escalerilla (extensible y telescópica) se enco­gía o alargaba un poco (¿de diez a veinte centímetros?) y “rastrea­ba” muy ligeramente sobre el suelo.

“Este platillo está tripulado por miembros de la raza de Urln” me dijo Atienza en forma telepática, después de haber tenido un par de minutos de .interrupción completa en nuestra comunicación mental.

-El interior de la astronave está acondicionado con el mismo tipo de atmósfera que hay en Urln, ex­cepto el compartimiento en que yo viajo como pasajero, que es independiente y tiene comunicación directa con la atmósfera terrestre mientras estamos en ella.

-No me preguntes sobre el me­canismo propulsor. Primero porque no soy un técnico en esas mate­rias. Después, porque tenemos ór­denes tajantes de mantenerlo en secreto, hasta el punto de tener que destruir la astronave antes de per­mitir que caiga en manos de los terrícolas. En efecto, conocido el sistema de propulsión, es muy fá­cil hacer aplicaciones de sus prin­cipios a fines bélicos, con posibi­lidades destructoras incalculables.

-Vuestros cohetes actuales sólo pueden servir para fines limitadísi­mos, como los que hasta ahora ha­béis desarrollado vosotros: lanzar satélites artificiales o realizar cortos viajes al espacio extraterrestre próximo a la Tierra. Ya será muy peligroso ir, permanecer y retornar de la Luna.

-Para viajes interplanetarios ten­dréis que descubrir previamente otros tipos de aparatos con moto­res iónicos o fotónicos o de com­bustible atómico, con transforma­ción directa en electricidad, apren­diendo a manejar los campos gravi­tatorios o electromagnéticos o recurriendo a lo que nosotros lla­mamos “interpenetración del espa­cio”, que es el sistema que em­pleamos para recorrer los enormes espacios interestelares todas las razas .capaces de saltar de un siste­ma planetario a otro. El sistema de la “interpenetración” es el único que permite recorrer distancias de años/luz, pero no es asequible a personas limitadas al Universo vi­sible de las tres dimensiones espa­ciales clásicas más la dimensión tiempo.

-Realmente, los hombres terres­tres acometen empresas para las que todavía no estén preparados, y son muy probables pérdidas de preciosas vidas humanas si con los rudimentarios medios actuales se pretende ir más allá. La Luna no presenta ningún interés. El alcan­zarla es una cuestión de falso pres­tigio. De igual modo que hace unos cuantos años el calificativo de “gran potencia” sólo era alcanzado por las naciones que poseían colo­nias, hoy obtienen aquel califica­tivo las naciones que fabrican bom­bas atómicas y tienen posibilida­des de lanzarlas con precisión a larga distancia. Pero de igual modo que se desacreditó la posesión de colonias, también se desacreditará, en el futuro, la fabricación de mi­siles,

-A nosotros nos asusta la carre­ra por conseguir “la base lunar”. ¿Por qué no arreglar los asuntos de la Tierra eliminando el hambre, la ignorancia y las guerras antes de lanzarse a los espacios exte­riores?

-Pero permitamos que tu mente descanse mientras yo “toco” algu­nos de vuestros productos Indus­triales, cosa que nunca he hecho y quizá no podré volver a hacer ja­más. Hasta ahora, mi platillo volan­te sólo ha descendido al suelo en América, en zonas deshabitadas, para recoger muestras de tierra, minerales, vegetales, insectos, et­cétera.

Y así diciendo (o mejor, así pen­sando), y con mi aprobación, des­pués de tocar la consistencia de los neumáticos y chapa de la carro­cería de mi SEAT 1.500, se sentó a sus mandos, mientras yo me colo­caba a su lado.

Giró el volante un poco a dere­cha e izquierda (le pareció algo pesado), tocó los mandos del cam­bio de luces, claxon, limpiaparabrisas etcétera, preguntó cuál era el control de sintonía y el de tono y volumen de la radio, si las teclas servían para la sintonización auto­mática de estaciones, etcétera…

En la guantera vio unas carteritas con cerillas de propaganda (yo no fumo), y con curiosidad infantil dijo: “Nunca encendí una, ¿puedo hacerlo ahora?”. Y después de ver­me encender a mí un par de ellas se dedicó con tal entusiasmo a la tarea que agotó todas las cerillas de una carterita y dejó sembrado de ellas el suelo de mi coche. (Se llevó otra carterita completa para el planeta Urln.)

Todas estas sencillas actividades las realizó con la ingenuidad y la alegría de un niño al que permitie­sen por primera vez llevar a la práctica conocimientos teóricos previamente adquiridos con gran minuciosidad y esfuerzo.

Ya nuevamente en marcha, “a to­do tren”, nuestra conversación te­lepática, inquirí qué seres habían emitido en la Tierra pensamientos filosóficos con los que ellos estu­vieran de acuerdo.

Dijo que admiraban el pensa­miento de santos y místicos como San Agustín. San Ignacio de Loyola, San Francisco de Asís. Santa Teresa de Jesús o San Juan de la Cruz; y hombres como Aristóteles, Galileo, Newton, Max Planck, Ale­xis Carrel, Einstein, o a los dos úl­timos Papas, así como a los arqui­tectos o escultores de la Grecia clásica, a los grandes maestros de la pintura clásica en la Tierra (no igualados por la IV Civilización de Urln), a los músicos cuyos nom­bres ya hemos reproducido en otro lugar, a políticos como Gandhi, et­cétera.

Me indicó que cuando nos sepa­rásemos (había de realizar una mi­sión en América, pero volvería des­pués a Europa) reanudaríamos nuestra conversación telepática “a gran distancia” mediante la lectura de un texto escogido que, por de­cirlo así, “encarrilaría nuestro diá­logo” y me acostumbraría a recibir su pensamiento desde larga distan­cia en forma más perfecta y continua que en las primeras comunica­ciones, en que sólo a fuerza de reiteración e insistencia consiguió lle­gase a coincidir con él en nuestro lugar de encuentro.

Sería ya la una y media de la ma­drugada. En la conversación tele­pática que estaba manteniendo con Francisco Atienza quedaba un inte­rrogante no aclarado:

¿Por qué el sistema de “interpe­netración del espacio”, que es el que empleaban para recorrer dis­tancias interestelares, no puede sernos asequible?

-Lo será, sin duda, en el futuro -dijo Atienza-, pero Dios quiera sea dentro de muchos siglos, cuan­do hayáis evolucionado lo suficien­te para obtener beneficios y no destrucción de tan gran descubri­miento.

-Vosotros los terrícolas (y noso­tros también) vivimos en un Uni­verso ilusorio que no es el Univer­so real. Este último sólo lo conoce Dios.

-Vosotros percibís solamente las tres dimensiones de ancho, largo y alto, más lo que llamáis tiempo. To­tal, cuatro dimensiones. Nosotros alcanzamos a diez dimensiones, pero sabemos que hay más. Así, el mundo que ven nuestros sentidos es incompleto y ficticio. Ejemplo: Lo que vosotros llamáis masa es todo un grupo de dimensiones, y el mundo de las almas os es comple­tamente desconocido. A lo más, tenéis algunos atisbos de él.

-Sensorialmente “nos parece” que vivimos rodeados de objetos macizos y que la Tierra también es maciza. Sin embargo, cualquier es­tudiante de Física sabe que la mate­ria ocupa partes insignificantes del espacio total y que si los electro­nes y protones que la componen se apelmazasen, suprimiendo los espacios intermedios, el volumen de la Tierra se reduciría al de una pelota de fútbol.

-Cuando descubristeis el micros­copio “apareció” el mundo de lo muy pequeño: los virus, las bacte­rias, los microbios, etcétera… Con el descubrimiento del telescopio aparecieron nuevas galaxias y mi­llones de estrellas. Sin embargo, estas galaxias y aquellos microbios ya estaban con vosotros en tiem­pos de Jesucristo: lo que ocurría es que “no os eran visibles” y, por tanto, para el hombre eran inexis­tentes.

-Los sentidos del hombre son tan burdos y engañosos que consi­deran enteramente distintas las sensaciones luminosas, caloríficas o sonoras. Nosotros ya las identifi­camos todas por igual como un mismo fenómeno físico vibratorio en el que tan sólo varía la longitud de onda.

-Creo que nuestro sol es lo que vosotros llamáis la Estrella Alfa de Centauro, que está “en línea rec­ta”, como decís vosotros, a unos cuatro años/luz. Pues bien, noso­tros recorremos ese espacio en unos pocos meses, cuyo número depende de ciertas circunstancias variables, lo cual es absurdo en vuestra Física convencional, que su­pone “no hay atajos” que permitan viajar más de prisa que la velocidad de la luz.

-El atajo existe y es “la interpe­netración espacial”.

Mi mente interrumpió el mensa­je de la suya con otra pregunta:

-¿Cuándo estableció la civiliza­ción de Urln su primer contacto con nuestro planeta?

-Hará unos cuatrocientos años solamente y en lo que hoy es Sudamérica, que, por estar entonces poco poblada, era buen lugar para contactos discretos; pero otras civilizaciones de otros planetas han debido tener contactos mucho más antiguos con vosotros, como lo atestiguan las quinientas noventa y tres enormes estatuas de la isla de Pascua, en el Pacífico, a tres mil ki­lómetros de las costas de Chile, donde enormes bloques de basalto y otras rocas, difíciles de mover aun con las más modernas técnicas terrícolas, encajan con maravillosa perfección,

-Las gigantescas estatuas (algu­nas de quince a cincuenta metros de altura) parece fueron esculpi­das con una pasta radioactiva que roía la roca.

-En esta isla volcánica, en el si­glo XIX sólo había doscientos habi­tantes, y se han encontrado ins­cripciones (que nosotros tenemos descifradas en Urln) en las que se habla de los “hombres voladores”que llegaron a la isla en tiempos remotísimos.

-Nosotros sólo conocemos doce razas planetarias distintas (aunque debe haber muchas más), y la ma­yor parte de ellas sólo a través de las referencias que nos dieron los habitantes del planeta Orma en la visita que hicieron a Urln hace un decenio.

-Todas estas razas (seres con alma) creen en un Dios único, aun­que la revelación se ha hecho en forma enteramente distinta para cada planeta. Se encuentran en dis­tintos estados de evolución y morfológicamente están influidos por las características de los planetas en que viven, pero todos muestran fueron creados “a la imagen y se­mejanza de Dios”.

-No existen superioridades abso­lutas. Por ejemplo: la raza de Urln es la que posee un poder telepático más marcado (que los terrestres emigrados a Urln hemos recogido). Sin embargo, este poder disminuye a medida que aumenta la distancia, cosa que no ocurre en otras razas. Los terrícolas descolláis en las tareas artísticas y en el sentido esté­tico. También admiramos mucho “el sentido del humor” de algunas de vuestras individualidades más des­tacadas en este aspecto, y la posi­bilidad de algunos humanos de lle­gar a establecer una transitoria co­municación directa con Dios.

-En cambio, vuestros sistemas educativos, vuestras organizacio­nes políticas y sociales, vuestra moral y vuestra religiosidad prác­tica son desastrosas, y en estos aspectos ocupáis el lugar más bajo en la escala de las doce razas que he mencionado.

– La raza de Urln ocupa, en estos aspectos, el lugar once, es decir, el más próximo al vuestro, y los emigrados terrestres en Urln lo mismo, puesto que, mentalmente, estamos integrados con ellos.

-Precisamente vuestra propia im­perfección hace más fácil nuestra comunicación con vosotros y la comprensión de vuestra rara mane­ra de pensar y actuar.

-Las razas más evolucionadas no atribuyen ninguna importancia al desarrollo científico y técnico, puesto que se produce de una ma­nera “automática e irrefrenable” a medida que se desarrolla cualquier raza en el transcurso del tiempo. Por el contrario, una evolución de­masiado rápida en este terreno puede ser peligrosa.

-Aunque vosotros tenéis ahora un nivel científico y técnico mucho más bajo que las otras once razas mencionadas, ello se debe a que la civilización terrícola es la más jo­ven de todas.

-Sin embargo, vuestro desarrollo científico y tecnológico es mucho más rápido del que existía en las otras razas cuando se encontraban en la misma etapa de evolución científica en que ahora vosotros estáis. Y esto nos inspira el gran temor de que en el futuro podáis sobrepasar el desarrollo científico de las otras once razas y emplear­lo para fines destructivos.

-Ninguna de las once razas tiene afanes de expansión ni dominio so­bre otros planetas; simplemente, aspiran a informarse, a ayudarse y a mantener una política de “buena vecindad”. El lema podría ser “Cada uno en su case y Dios en la de todos”. Sólo sabemos de una raza que emigró de su planeta a un satélite hasta entonces deshabita­do, porque los recursos de su anti­gua morada se agotaban y la vida se hacía imposible en él. Esta fue una circunstancia rarísima y difí­cilmente repetible.

-Realmente, los terrícolas de­bierais abandonar, en cierto modo, el estudio de las “cosas” y con­centraros en el estudio de las “ciencias del hombre” y en el pro­greso del espíritu. Vuestro desa­rrollo técnico y científico en los países más adelantados es sufi­ciente, y lo que tienen que hacer esas naciones es difundirlo entre las que se encuentran materialmen­te menos adelantadas. Esta ayuda habría de ser filantrópica y absolu­tamente desinteresada.

-Una nación espiritualista, como la India, podría emparejarse con una nación muy desarrollada en lo material como Estados Unidos y podrían influirse recíprocamente en sentido positivo, prestándose una ayuda mutua que los terrícolas parece no habéis llegado tan si­quiera a presentir.

-¿Y cómo se desarrolla la vida en el planeta Urln?

Sobre este tema, Francisco Atienza, el hombre extraterrestre, me informó así:

-Los sabios de Urln calculan que en el Universo deben de exis­tir más de dos millones de plane­tas o satélites en los cuales pue­den desarrollarse humanoides, es decir, seres inteligentes de tipo su­perior.

-Uno de vuestros astrónomos, el director del Observatorio Astro­nómico de Harvard, Harlow L. Shapeley, cree que puede haber cien millones de planetas en estas con­diciones (1).

-Nuestro planeta Urln, situado a unos cuantos años/luz de la Tierra, es uno de ellos.

-De volumen aproximadamente igual a la mitad del terrestre y for­ma esferoidal, en él las condicio­nes de vida son más duras que en la Tierra: mucha mayor variación en la temperatura, bruscos cambios en la presión atmosférica, vientos huracanados casi constantes en la superficie, menor número de espe­cies vegetales y animales (bastan­te distintas de las de la Tierra).

-El movimiento de rotación alre­dedor de su eje es un poco más lento que en la Tierra (días más largos). La órbita elíptica que des­cribe el planeta Urln alrededor de su sol es recorrida en un tiempo aproximadamente doble que la ór­bita de la Tierra, con la consiguien­te repercusión en la duración de lo que podríamos llamar “años de Urln”.

-La densidad del planeta Urln es algo mayor que la de la Tierra. La masa de los océanos es allí mucho menor, primero porque son mucho menos profundos, y en segundo lu­gar, porque el suelo sólido ocupa las tres quintas partes del planeta, repartido en dos continentes, gro­seramente parecidos a las Américas terrestres, extendidos desde el polo Norte al Sur y ocupando posi­ciones casi simétricas.

-Hay, además, muchas islas dis­tribuidas en el doble océano en for­ma irregular.

-Existen aproximadamente unos tres mil cien millones de habitan­tes en Urln (de ellos, ciento veinte personas descendientes de terrícolas). Esta cifra es casi estacionaria y desde hace muchísimo tiempo crece, pero en forma casi imper­ceptible.

-Existe un Gobierno único para todo el planeta, formado por lo que pudiéramos llamar un Presidente y doce consejeros. Al conjunto de estas personas se les llama “los grandes cerebros”, pues tras ha­ber pasado por una primera selec­ción han sido preparados como di­rigentes, luego se han experimenta­do en diversos campos de activi­dad y finalmente, una nueva selec­ción, “por resultados obtenidos”, les eleva al poder.

-Vuestros mejores sistemas de­mocráticos permiten elegir a un candidato, pero no lo seleccionan, y así es dificilísimo que “el mejor hombre” pase a ocupar el “puesto de mayor responsabilidad”, porque, normalmente, quienes entre voso­tros llegan a este puesto son as­cendidos a él a través de méritos personales, pero también por la “maquinaria política de los parti­dos”, por la ambición personal de poder y por un manejo más o me­nos inteligente de la publicidad.

-En cambio, entre nosotros ha­cemos un cribado de toda la pobla­ción de Urln (hombres y mujeres, pues no existe distinción de se­xos a la hora del trabajo) y nues­tras “Oposiciones a Estadistas” son tremendas y las más difíciles de todas. Dentro de la falibilidad humana, el sistema funciona a ple­na satisfacción de toda la pobla­ción de Urln. Para nosotros es mo­tivo de estupefacción el compro­bar las oposiciones a que sometéis a minúsculos funcionarios, mientras que eximís de todo examen a los más altos mandatarios.

-En estos momentos, de los tre­ce “grandes cerebros” de Urln, seis son mujeres, una de ellas des­cendientes de terrícolas, y los otros siete son hombres de la raza de Urln.

-También otra descendiente de terrícolas ocupa un alto cargo en la Dirección del Sistema Educativo, y es extraordinario que de ciento veinte personas, entre tres mil cien millones, se hayan escogido, por méritos, a dos de aquéllas, consti­tuyendo esto el mayor timbre de orgullo para nosotros, los miem­bros de la raza emigrada de la Tierra.

-Cuando se trata de decidir so­bre temas importantes, todas las personas de la población de Urln capacitadas para opinar sobre di­cho tema son consultadas por los “grandes cerebros”, que recogen, telepáticamente, sus respuestas, las clasifican, las resumen y ex­traen una conclusión que, por el mismo sistema mental, comunican a toda la población de Urln.

-Así no hay parlamentos, ni pape­les, ni comunicaciones escritas y todo se resuelve del modo más efi­ciente y rápido, pues no existe mentira ni engaño entre hombres que pueden leerse mutuamente sus mentes con toda nitidez. Nuestros dirigentes son así verdaderos coor­dinadores de una “opinión pública” formada toda ella por personas de elevada educación e intelecto.

-En lo económico tenemos lo que pudiéramos llamar un “Departa­mento Central de Ordenadores Electrónicos” (símil terrestre) en que cada habitante y cada empresa de Urln tienen abierta una cuenta con un “Debe” y un “Haber”.

-Según el rendimiento en su tra­bajo y según sus necesidades y si­tuación familiar, cada habitante ac­tivo de Urln puede retirar periódi­camente un número determinado de “unidades de consumo” (equi­valentes a vuestra moneda, aunque ésta no existe físicamente, sino sólo en forma contable). Asimismo se le contabilizan sus “unidades de producción”, y las “unidades de inversión”   que   se   le   adjudican.

-En conjunto, lo producido debe, normalmente, ser equivalente a lo consumido, más las unidades de in­versión que se adjudican (las cua­les crean rentas de capital), más un sobrante para gastos estatales, los cuales son moderadísimos por no existir presupuestos militares, ni apenas burocráticos, en el senti­do que empleáis en la Tierra. El Estado tiene, entre nosotros, muy pocos gastos consuntivos.

-Periódicamente se hacen rea­justes para comprobar si se van cumpliendo o no las previsiones presupuestarias, tanto generales como individuales, y se previene a quienes se apartan mucho de la norma para que se acerquen a ella.

-Los casos desgraciados se re­suelven (en lo material) por una organización caritativa fundada en principios cristianos idénticos a los que vosotros decís practicar.

-Tanto el sistema político como el social y el económico funcionan a satisfacción de todos desde hace más de tres mil años, y se desco­nocen revoluciones o protestas masivas.

-Existe, sin embargo, una “oposi­ción” que coopera con el Gobierno en la mejora de detalle de la orga­nización general y especialmente ayuda a establecer los ajustes que continuamente exige el progreso científico y tecnológico. Como “cosa curiosa”, los “grandes cere­bros de la oposición” son funcio­narios del mismo nivel que los “grandes cerebros del Gobierno”.

-El conjunto de las mentes de Urln puede “apoyar a la oposición” para que el Gobierno cambie sus puntos de vista y acepte los de la oposición.

-Los miembros de ésta son ele­gidos después que los miembros del Gobierno y de modo que aque­llos disconformes con ciertas ideas de los elegidos puedan hacer oír su disconformidad a través de la “oposición organizada”.

-Nunca se ha “derribado” en blo­que un Gobierno desde hace dos mil años, pero lo que sí se produ­cen son “frecuentes cambios” en los miembros del Gobierno, en el que entran (cada tres años) miem­bros de la oposición que ejecutan ciertas modificaciones para las cuales han obtenido aprobación de la mayoría de la población.

-El Gobierno se renueva así, pero sólo parcialmente, cada tres años, pudiendo renovarse tan sólo un tercio, como máximo, de los doce grandes jerarcas. El Presiden­te puede ser reelegido o cambiar cada seis años. (De este modo se evitan bruscos cambios en la política gubernamental.)

-Los gastos de educación absor­ben el noventa por ciento del pre­supuesto general del Estado y el cincuenta por ciento de cada presu­puesto familiar, por término medio, puesto que la experiencia ha de­mostrado que de la educación de­pende la estabilidad política y social y el formar un “marco adecua­do” para que se desarrolle la per­sonalidad de cada individuo y éste tenga un máximo de probabilida­des de conseguir su felicidad per­sonal y familiar.

Y respondiendo a una pregun­ta mía:

-Todos los humanoides del Cos­mos de los que tenemos noticias son seres idénticos en su estructu­ra general.

-Tienen un alma individual, invi­sible, por ser adimensional, que vive eternamente.

-Poseen una “memoria de su es­pecie” que es como un alma colec­tiva, que se transmite por heren­cia y que también es inmortal.

-Tienen un cuerpo, “soporte de dichas almas”, durante su existen­cia planetaria.

-Finalmente, poseen un elemento de unión entre el cuerpo y sus al­mas que cuando se rompe determi­na la muerte del cuerpo mientras que las almas se liberan y pasan a un nuevo mundo, invisible para los sentidos, del que sólo tenemos atisbos a través de hombres santos y de la Revelación divina.

Trataré ahora de terminar el re­sumen de la conversación que man­tuve con Francisco Atienza, dejando a un lado datos curiosísimos, pero menos importantes, sobre su orga­nización social y económica, que sería muy extenso reproducir

En Urln la producción de alimen­tos y artículos industriales se ajus­ta, sin grandes dificultades, a la demanda, y únicamente están “ra­cionados” (o limitados en su sumi­nistro) los bienes “terciarios”. En este aspecto es la suya una “so­ciedad de consumo” con empresas privadas independientes que reali­zan la producción compitiendo en­tre sí. La diferencia con nuestro sistema “capitalista” es que allí todos los habitantes son accionis­tas, puesto que además de adju­dicar a cada uno “unidades de con­sumo”, se les adjudican también “unidades de inversión”. Son tam­bién “accionistas activos” que apor­tan ideas para el desarrollo de las empresas de las que son dueños. El suelo, las minas, los árboles y todo lo que la Naturaleza produ­ce de modo espontáneo son de propiedad comunitaria. El Estado mundial de Urln garantiza trabajo para todos. Trabajar es allí un de­recho y un deber que todos cum­plen. La descentralización adminis­trativa es total, sin perjuicio de un control centralizado. Cuando una empresa privada pierde su capital (por ejemplo, al fabricar artículos que no gustan al público), desapa­rece, pasando a otras empresas mejor dirigidas el personal que en ellas trabaja.

Sin embargo, lo más interesante es la actitud mental de los habi­tantes de Urln pues muestran muy poco aprecio de todo lo material, que utilizan con un solo fin: el perfeccionamiento de los individuos y de la raza.

En cambio, la vida intelectual es la que absorbe el interés y casi todo el tiempo de los habitantes de Urln, centrándose también mu­cho más en el estudio del hom­bre y sus problemas que en el estudio de las cosas. Dedican mu­cho tiempo a la meditación, a la oración y al intercambio de ideas con los demás.

Las injusticias y las irritantes diferencias que existen en la Tierra entre los hombres, las razas y las naciones, allí han quedado abo­lidas (después de haberlas pade­cido hace miles de años) de tal modo que, prácticamente, no exis­ten problemas sociales y sólo quedan los individuales y otros de tipo especial, como el de retroce­der de un tipo de vida demasiado sofisticado a otro más natural.

A mi pregunta de cuándo los terrícolas podremos llegar a un grado de civilización similar, me contestó:

-Lo ignoro, pues vuestra forma de reaccionar es muy desconcer­tante, pero podrá suceder después de un largo tiempo de avances v retrocesos, como nos ocurrió a nosotros. La transición ha de ser lenta y gradual, pues no consiste en copiar unas leyes, una Constitución, etcétera (que luego nadie conoce), sino en un cambio de mentalidad que tendrá que alcanzar a todos los rincones de vuestro planeta. Tendréis que conseguir que en toda la Tierra reine el espíritu social de los suecos, el sentido po­lítico de los ingleses, el fondo de humana dignidad de los españoles, el desinterés por las cosas mate­riales de los hindúes, el pacifismo de los suizos, la eficacia de los norteamericanos y de los judíos, el espíritu religioso de algunas razas orientales, la disciplina y el espíri­tu de trabajo de los alemanes y otras razas nórdicas, el sentido car­tesiano de la medida de los fran­ceses, etcétera… Entonces podréis establecer un Estado mundial, como nosotros, y repartir y explotar ade­cuadamente las riquezas de la Tie­rra, distribuyendo la población hu­mana sobre el Globo de un modo más lógico que el actual.

Al preguntarle corno realizar tan vasto programa, me respondió:

-Reformad ante todo vuestros sistemas educativos, poned en práctica las encíclicas “Pacem in Terris”, de Juan XXIII y “El pro­greso de los pueblos”, de Pablo VI, teniendo en cuenta que para las naciones como para las personas el egoísmo es la forma más evidente de un subdesarrollo moral y que el nacionalismo aísla los pueblos en contra de lo que es su verdadero bien. Habréis de exten­der un idioma único alfabetizando y desarrollando a las naciones atra­sadas, tendréis que utilizar todos los medios de comunicación de que disponéis para establecer “una gran tarea común en un mundo solida­rio” que atraiga a todos los jóve­nes .y a todos los hombres hoy de­cepcionados por vuestro fracaso en alcanzar los ideales que anidan en el corazón de todas las personas de buena voluntad, que son la in­mensa mayoría de los terrícolas.

“Escoged también a vuestros go­bernantes entre los hombres hu­mildes, capaces y de alma lim­pia, pues nuestra experiencia, como la vuestra, enseña que los hom­bres ambiciosos, henchidos de or­gullo y de ansias de dominio y de poder, son los generadores de las grandes catástrofes a través de la Historia y los que originan retrocesos en la marcha de la Hu­manidad”.

Al preguntar a mi amigo extraterrestre si creía conveniente que yo divulgase sus ideas en forma es­crita, me contestó:

-Sólo a ti podrá dañar, porque la mayor parte de los lectores te tomarán por loco. A nosotros nos parece que, siempre que no se originen problemas por un lanza­miento sensacionalista, no está de más que haya una información que contrarreste ese mito de “los agre­sores del espacio” y que, poco a poco, como una mancha de acei­te, se vaya extendiendo en mu­chas mentes de terrícolas la idea de que “algo que no será desfavorable” puede venirnos del espa­cio exterior. De este modo (aun­que es muy improbable), si más adelante se juzgase conveniente un contacto oficial, entonces las mentes estarían preparadas para recibir a “amigos extraterrestres”.

-Como leemos en vuestras inte­ligencias, vemos el cúmulo de di­ficultades que se originarían si nos presentásemos en forma muy de­mostrativa. La postura actual de las autoridades de la Tierra es “desconocernos”, y nosotros he­mos de adaptarnos a ella. Ellas tienen la responsabilidad del man­do y muchos problemas sobre si, y no tenemos ningún derecho a au­mentárselos.

-Hay un corto número de huma­noides, entre vosotros, proceden­tes de otro planeta distinto al mío, y entiendo que opinan igual. Tie­nen un sistema telepático distinto del nuestro. No podemos comuni­car con ellos. Los conocemos “a través de las mentes de unos po­cos terrícolas”. Vienen con igua­les propósitos que nosotros y tie­nen nuestra misma actitud discre­ta en cuanto a establecer un míni­mo de contactos y sólo en casos especiales (1),

(1) Este párrafo me fue comunicado después, en un contacto telepático mientras yo estaba en una ciudad de Levante, y Atienza en América.

Mi diálogo telepático con Atienza había durado aproximadamente una hora, intensivamente aprove­chada, dada la velocidad de la transmisión mental.

Fue él quien me hizo notar, por segunda vez, que estaba fatigán­dome en exceso, y llamó mi aten­ción sobre el hecho de que mi frente transpiraba en exceso y mi respiración era jadeante. Empezaba también a dolerme un poco la ca­beza, aunque apenas me daba cuen­ta de ello.

-Es necesario dar fin a nues­tra conversación y separarnos -me dijo-. Marchamos a América, y desde allí estoy seguro de que rea­nudaremos nuestro diálogo. Tiempo tendremos de seguir conversando. Nuestra experiencia de hoy y la perfección del ejercicio realizado son prenda de ello. Siempre recor­daré con emoción esta entrevista contigo, pero seguramente no se repetirá en el futuro, puesto que, como sabes, huimos de los con­tactos personales.

-Aunque nacido en Urln, me con­sidero un terrícola más. Quiero que nos despidamos con un abra­zo y que no se enturbie tu ánimo con nuestra separación. Nuestro encuentro tendrá una gran tras­cendencia futura.

Yo estaba aturdido. Bajamos del 1.500, nos abrazamos. Mis ojos estaban humedecidos, y sen­tía como un desgarramiento al pen­sar que quizá se interrumpiría mi diálogo para siempre con aquel hombre bueno y sabio, portador de tan fascinante mensaje, fuente de tanto conocimiento…

Atienza recorrió rápidamente los quince metros que le separaban de la astronave, subió por la escale­rilla, que en seguida se contrajo, y ocultó en el interior y me hizo un último ademán de amistad, an­tes de desaparecer por la escotilla. Se encendieron unas luces ana­ranjadas dispuestas en forma circular y volví a sentir aquella des­agradable sensación de náusea como “de estar sumergido den­tro de un potente campo eléctrico”. Sin ningún ruido, con gran rapidez, el platillo ascendió verticalmente. Sus luces se apagaron y desapareció en la oscuridad de la noche. Quedé físicamente quebrantado y mentalmente deshecho.

Seguía recibiendo mensajes de ánimo de mi amigo, pero percepti­blemente en forma más tenue, lo que me acongojaba al temer que nuestra comunicación se interrum­piría para siempre, perdiendo yo aquel poder telepático cuyo ejer­cicio me había resultado tan embriagador.

Solo en la noche, penosamente, subí a mi coche. El arranque no funcionaba, pero al quitarle el fre­no el SEAT descendió por la pen­diente. Embragué en segunda velo­cidad y el motor empezó a funcio­nar. Seguí muy lentamente, sin cambiar de marcha, hacia las luces del pueblo de Alarcón, aproximada­mente a un kilómetro de distancia. Necesitaba contar a alguien mi ex­periencia, anotar todos los detalles para que no se me olvidasen y tam­bién… descansar.

Nunca había estado antes en el parador del Marqués de Villena. Por las calles del pueblo no vi a nadie (eran las dos de la madruga­da), pero unos indicadores mostra­ban el camino para llegar al pa­rador.

Abandoné el coche a la entrada. Aunque soy bastante flemático, la emocionante experiencia que aca­baba de vivir, unida al hecho de que en aquel momento se había interrumpido totalmente mi comuni­cación con Atienza, me tenían tras­tornado y experimentaba una sen­sación de infelicidad.

Llegué, como pude, hasta la con­serjería. Dos empleados jóvenes del parador, que debieron asustar­se un tanto de mi estado y de la explicación incoherente que les di de lo que me había pasado, me atendieron solícitamente.

Me dejé caer sobre un banco de madera y allí empecé a recuperar­me un tanto. Recuerdo que un vaso de agua que me trajeron se escu­rrió de mis manos .y se hizo trizas contra el suelo.

Uno de los empleados fue a bus­car al médico del pueblo mientras que otro me ayudaba a pasar a una de las habitaciones. Le entregué mi Documento Nacional de Identidad y las llaves del coche para que retira­se mi equipaje.

Ya en la habitación, empecé a tranquilizarme del todo, aferrándo­me a la esperanza que me dio Atienza de que nuestro diálogo te­lepático se reanudaría algunos días más tarde (como, gracias a Dios, así ocurrió).

El médico tardó en llegar (sin duda hubieron de despertarle y ten­dría que vestirse al ser llamado a hora tan intempestiva).

Cuando entró en mi habitación, creo que yo estaba casi normal físicamente, pero todavía obsesio­nado por la idea de “hacer partíci­pes a los demás” de la experiencia que acababa de vivir.

Me reconoció detenidamente, me tomó el pulso y la tensión y, por la forma en que escuchaba mi poco coherente relato, advertí que me creía víctima de una alucinación. Contesté a sus preguntas indicán­dole que jamás bebía y que sólo había tomado una ligera cena.

No quise ponerme una inyección para dormir. Me dio un tranquili­zante, recomendándome dejase un cuaderno en el que febrilmente ha­bía empezado a resumir el conte­nido de mi conversación con Atien­za y se despidió de mí prome­tiéndome volver a primera hora de la mañana.

Rogué expresamente a los em­pleados del parador y al médico que no avisasen para nada a mi familia en Madrid, que no espera­ban mi llegada, porque cuando salí de viaje yo había previsto llegar de sorpresa, pero el médico consi­deró conveniente (aunque a mí no me lo dijo), telefonear a mi fami­lia porque no creía posible que, a las ocho o a las diez de la maña­na, estuviera yo en condiciones de reanudar mi viaje a la capital.

Escribí algún tiempo en el cua­derno y luego me quedé dormido. Con gran sorpresa, horas más tarde me despertaron tres de mis hijas y mi cuñado, que habían lle­gado en su coche rápidamente de Madrid, ya que se pusieron en camino en cuanto les llamó el médico.

El sueño, aunque muy corto, me había dejado en perfectas condicio­nes físicas.

Desayunamos. Pagué la cuenta del parador y la minuta del médi­co, del que me despedí llamándole “hombre de poca fe” y a quien mostré la veintena de cerillas consumidas por Atienza que estaban en el suelo del coche y que una de mis hijas recogió, lo que para mí constituía una prueba de no haber soñado.

En el viaje hacia Madrid, a petición de mi cuñado, me detuve en el preciso lugar en que se había pro­ducido el encuentro y se le ocu­rrió buscar, encontrándolas, las huellas dejadas por el “rastreo” de la escalerilla metálica, cuyo extre­mo descansó en el borde de la carretera.

Volvimos a casa, donde tranquili­cé a mi asustada mujer (con la que ya habíamos hablado por teléfono). Pasé un día de reposo y volví a en­cajarme en mi módulo de vida nor­mal, no comunicando mi aventura más que a mi familia ya un reducidísimo número de amigos.

Investigamos en la vida de,

EL HOMBRE QUE HABLO CON UN SER EXTRATERRESTRE

(Tercero de la serie de artículos aparecidos en “La Actualidad Española” publicado el día 26‑12‑1968 en el Nº: 886 de LAE)

Todo el artículo aparecido en el numero 886 es una investigación sobre F. Donis y su viaje, realizado por la redacción de LAE. Se entrevista a los recepcionistas del Parador de Alarcón así como al médico No lo reproduzco.

EL EXTRATERRESTRE HABLA DE NUEVO.

POR QUE NO NOS COMUNICAMOS OFICIALMENTE CON LA TIERRA

(Cuarto de la serie de artículos aparecidos en “La Actualidad Española” publicado el día 9‑1‑1969 en el Nº: 888 de LAE)

  1. Donis elucubra sobre los ET en general y empieza a hablar sobre UMMO, asunto que ha llegado a conocer debido a que al interesarse por el tema OVNI, conoce el asunto UMMO, ya que por aquellos años era bastante conocido en España y a que los implicados en el Caso UMMO contactan con él. No lo reproduzco ya que casi no aporta datos nuevos sobre ATIENZA.

MI NUEVO CONTACTO CON OTRA RAZA EXTRATERRESTRE

(Quinto de la serie de artículos aparecidos en “La Actualidad Española” publicado el día 13‑2‑1969 en el Nº: 893 de LAE).

Trata exclusivamente de la recepción de la carta de UMMO solicitándole que gestione un encuentro entre ellos y ATIENZA.

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