Carta sobre UMMO de Jesus Vela Pino

Descripción

 

 

 

Jesús Vela Pino

 

 

 

EL ENIGMÁTICO CASO UMMO

 

Ummo

 

Presunto planeta que giraría en torno a la estrella WOLF 424, a cuyo grupo expedicionario en la Tierra se atribuyen multitud de cartas e informes sobre los temas más diversos enviados durante un cuarto de siglo a diferentes personas, fundamentalmente en España. Como han demostrado las investigaciones realizadas por Javier Sierra, Carlos Berché, Juan José Montero, y Enrique De Vicente, que acabaron desenmascarando plenamente al principal ejecutor de esta operación, se trata de un complejo fraude, cuyos cerebros y finalidad perseguida por los mismos, no están aún claras.

 

 

 

 

 

 

Corría el mes de Noviembre de 1952. Un norteamericano de origen polaco George Adamski, se topaba de bruces en las cercanías del observatorio de Monte Palomar, con un platillo gigantesco. En la soledad del desierto, tuvo un extraño encuentro con un ser que le dijo provenir de Venus. De extraordinaria altura y larga cabellera rabia, aquel angelical humanoide le explicó el peligro que corría la raza humana de proseguir su carrera armamentística.

 

 

Real o imaginaria, aquel insólito caso, fue el que rompió en mil pedazos el fenómeno OVNI, una nueva dimensión, la de los contactados con seres del espacio cósmico, había llegado a la Tierra. Decenas de películas y novelas de ficción, se hacían eco del encuentro de Adamski. “Ellos estaban llegando a nuestro mundo”.

Pasaron casi dos años, hasta que aquella fiebre contactista desembarcarse en nuestro país. España por aquel entonces no era ajena al fenómeno OVNI, en 1950 una auténtica oleada de observaciones tubo gran resonancia en los periódicos de la época; sin embargo los nuevos vientos dejaban atrás las esporádicas visiones de luces en los cielos, para adentrarse en el mas fangoso campo de la ufología:

 

 

El contacto directo.

 

 

Fue Fernando Sesma Manzano, excéntrico y pintoresco personajes, quien encarnaría el “Adamski hispano”. Durante el Otoño de 1954, Sesma fue el encargado de escribir unos capítulos dedicados a los platillos volantes, en el mítico diario de Madrid.

 

 

Aquella sección, le proporcionó multitud de contactos con personas interesados por el nuevo enigma de los Extraterrestres. Aquellos tertulias tras salir de la redacción, en lo que nuestro protagonista disertaba sobre los visitantes del cosmos, atrajo a un reducido número de curiosos entre los que se encontraban Alfonso Paso o Buero Vallejo.

 

 

Las conversaciones, cada vez más avivadas por la polémica que suscitaba las observaciones narradas en el periódico, recalaron finalmente en un sombrío sótano del Castizo café Lión, llamado “La Ballena Alegre”. En aquel peculiar ambiente, nació para bien o para mal, el contactismo español. Por casualidad del destino, Sesma fundaba con sus amigos la “Sociedad de Amigos de los Visitantes de Espacio”, Marte ponía en Madrid su primera piedra.

Al menos así titulaba el rotativo “El Alcázar”, la insólita experiencia vivida por un enfermero de la residencia las Flores, llamado Alberto San Martín. Al parecer, San Martín se encontraba dando un paseo por la ciudad universitaria, en la madrugada del 17 de Noviembre de 1954. Un dolor de muelas le había despertado, optando entonces por dar un largo paseo.

 

 

En el transcurso de su larga caminata en plena oscuridad, pudo observar el enfermero, cómo un extraño ser, alto y de un aspecto angelical, le cortaba el camino. Cortésmente aquel individuo le entregó una piedra violácea y rectangular al confuso Alberto San Martín.

Segundos después, el inquietante ser se deslizó por un terraplén próximo al puente de los franceses, penetrando en un disco metálico que se alejó a gran velocidad.

 

 

“La piedra del espacio”, tenía grabados nueve símbolos. Según parece fue fragmentada y enviada a diversos especialistas… , siendo hoy imposible averiguar su paradero. Sin embargo y para aportar un ápice de credibilidad al encuentro de San Martín, fue analizada primeramente por el profesor del Instituto Madrileño de Mineralogía, Pedro García Bajón-Campo manes, quien no tuvo reparo en afirmar “que aquella piedra era rarísima y daba reacciones muy extrañas”.

Sesma eufórico, localizó al enfermero en cuestión y se unió a los cada vez más extensas tertulias del café Lión. Para él no cabía duda de que la piedra aportaba la clave para un conocimiento superior, que nos mostraban los extraterrestres.

 

 

Con el paso de los años, Fernando Sesma se convirtió en el motor de aquellas reuniones. Más aún cuando comenzaba a recibir extrañas comunicaciones directas de los “hermanos cósmicos”. En 1962, una voz semejante ala de Mussolini, se presentaba al otro lado del hilo telefónico de Sesma. El interlocutor dice llamarse Saliano y provenir del planeta Aúco. Durante más de un lustro (50 años), Saliano envió misivas de contenidos inexplicables que eran leídas con avidez en “ La Ballena Alegre”.

Por merecimiento propio Saliano era el primer extraterrestre que al parecer proponía contacto continuo con algunos Españoles. Aquellas comunicaciones de Saliano, hacen a Sesma ganar una increíble popularidad en todos los medios de la época. En plena vorágine contactista, sale a la luz uno de los legendarios libros que llevaba por título “Sensacional, hablan los extraterrestres”. Primera obra dedicada al contactismo escrito en España.

 

 

Con la llegada de 1966, hasta al ilegible Saliano, dejó de ser interesante para los contertulios del café Lion. El motivo era bien sencillo, una nueva ola de diferentes contactos irían gestando un nuevo enigma que centraría al grupo de Sesma, en su estudio. El asunto UMMO, la más increíble y rocambolesca historia ufológica acaecida jamas en nuestro país, había nacido…

 

 

Tras una breve llamada telefónica de un ente que se presentaba como DEI 98, los UMMITAS hacían su presentación en España. Sesma y algunos miembros de las tertulias, comenzaron entonces a recibir extensos informes, donde con un lenguaje pulcro y científico, se explicaban las particularidades de UMMO, un planeta habitado situado a 14´6 años luz de nuestro mundo. Los UMMITAS habían desembarcado ya, según rezaban sus informes, en las cercanías de la Jívie en Francia allá por 1950.

 

 

Desde que tuvieron conocimiento de la existencia del planeta Tierra, se encontraban infiltrados estudiándola, desde diversas perspectivas. Los informes enviados por correo, matasellados desde países de los cinco continentes, seguían llegando a los abrumados contertulios. En ellos se describían red social de UMMO, la propulsión de sus naves y todo lo necesario para tener un amplio conocimiento de su humanidad.

Aquellas misivas, aparecían siempre selladas con un a modo de “H” con un trazo central, firma del gobierno central de los UMMITAS. Entre las anécdotas de estos primeros contactos, se impone la conversación que el ingeniero Enrique Villagrasa con un supuesto UMMITA.

 

 

Aquella voz metálica, estuvo mas de dos horas disertando sobre todo tipo de materias y ciencias con nuestro asombrado interlocutor. Más aún, cuando este le interrogaba sobre cualquier cuestión técnica de su propia profesión y el UMMITA respondía son divagar… como si fuese una enciclopedia provista de voz… UMMO se constituía así, como una gran realidad para Sesma y sus seguidores, ya tan solo faltaba una prueba física…

La prueba física que constatará la realidad UMMO, al parecer no tardó en llegar. El 7 de Febrero de 1966, un escueto comunicado de la agencia Cifra, informaba a todos los madrileños de un increíble suceso acaecido en la tarde anterior. Al parecer, un gigantesco objeto incandescente y con forma de platillo, había sobrevolado el barrio de Aluche, aterrizando poco después en un extenso solar.

 

 

 

 

 

 

Según varios testimonios aparecidos en la prensa, sobre las ocho de la tarde, y en plena oscuridad, un objeto de tonalidad anaranjado, con forma de platillo y doce metros de diámetro, aterrizo en el denominado “Polígono C” de la popular barriada madrileña tomando tierra unos instantes después en un solitario descampado cercano a la finca “El Regajal”. Según declaraciones realizada a la revista “Por Que”, un ama de casa María Teresa Ruiz, observó el extraño objeto posarse desde la ventana. Otro testigo, el guarda Juan Jiménez, pudo vislumbrar incluso como una especie de portezuela en el inferior del objeto, antes de que este emprendiera el vuelo.

 

 

                            

 

 

Sin embargo, fueron principalmente los dos testigos que cobran vital importancia en el avistamiento de Aluche. José Jordán Peña psicólogo es el primero de ellos.

 

 

Desde las ocho de la tarde del 6 de Febrero de 1966, hasta nuestros días, Jordán Peña será una de las claves del asunto UMMO.

Jordán, volvía aquella noche del poblado de Casilda de Bustón en su Seat 600. Al iniciar la carretera que conducía al “poblado C” de Aluche, fue sorprendido por una gran luminosidad que provenía del cielo. Nuestro testigo, con una mezcla de pavor y curiosidad, logró orillar el vehículo y salir al exterior, para presenciar las evoluciones de aquel extraño aparato circular.

 

 

El objeto, emitía un sonido uniforme y apagado fue descendiendo lentamente sobre el duro terreno de la finca “El Regajal”. Jordán Peña, absolutamente paralizado, pudo observar a la vera del camino como el gigantesco artilugio volvía a ascender a velocidad vertiginosa, alejándose para siempre de aquel lugar. Cuando el OVNI fue ascendiendo, Peña pudo fijarse en tres puntas, bien podrían ser las patas de aquella mole. Entre ellas inequívocamente aparecía un signo semejante a una “H” con un trazo central…

 

 

El testimonio de este avistamiento, fue enviado por el mismo Jordán Peña a un investigador llamado Eugenio Danyans. Era curioso observar como una persona racionalista y con una mente poco dada a las fantasías, como Jordán Peña, declarase el haber sido testigo de tan impresionante aterrizaje.

Por si fuera poco, aún habría otro observador más, para dar veracidad al asunto. Vicente Ortuño, ingeniero residente en el Nº12 de la avenida de Rafael Finat, también fue modo testigo de la evolución del OVNI de Aluche. Según confesó, se encontraba junto a la ventana del sexto piso, cuando presenció la llegada del inusual visitante. Ortuño perplejo, pudo vislumbrar a través de los cristales, cómo la nave tomaba tierra y después desaparecía en la oscuridad de la noche a velocidad endiablada.

 

 

Por la consistencia de sus argumentos y profesiones Ortuño y Jordán, se convertían en la pieza clave de esta observación. Esa misma noche, cerca de las nueve, llegaba un grupo de soldados al desvencijado bar “Palencia”, situado en la mencionada avenida Rafael Finat. En los rostros de los reclutas, según testificó el dueño del bar, se percibía un pavor sobrehumano, antinatural. Excitados, los soldados discutían sobre si era posible lo que acababan de ver. Como era de esperar, ante los ojos de los jóvenes, un gigantesco aparato desconocido había tomado tierra, alejándose poco después en los cielos.

 

 

 

Pocas veces se había vivido tanto revuelo en la barriada de Aluche. A la mañana siguiente decenas de curiosos se acercaron hasta el lugar donde aterrizó el presunto OVNI, en el duro suelo de aquel solar se encontraba, ante el asombro de las gentes, tres profundas huellas rectangulares con una especie de aspa en su interior. Las tres pisadas del OVNI, aparecieron en posición triangular, separadas por unos seis metros. Con el tiempo Jordán Peña empezó a asistir a las tertulias de “La Ballena Alegre” liderando a un grupo de gente mas escéptica siendo curioso este hecho, ya que él fue el gran testigo del aterrizaje, no pudiéndole dar explicación racional nunca al fenómeno.

Los años 1966 y 1967, fueron un torrente continuo de supuestas investigaciones UMMITAS. Personas como Sesma, Villagrasa, Aguirre Ceberio o el Dr Garrido seguían recibiendo extensos informes de UMMO. En ellos se reflejaba el supuesto e inconfundible, el emblema UMMITA…

 

 

Con gran asombro comprensible, los contertulios leyeron aquellas páginas, en las que se narraban como a las 8:20 de la tarde del 1 de Junio, un enorme plato volador, había aparecido en las proximidades de los castillos de San José Valderas. Decenas de testigos que aprovechaban los últimos colores del día, pudieron ver con nitidez, el enigmático balanceo de un objeto de forma ovoide, provisto de un misterioso signo en su parte inferior. Aquel artefacto, provisto de una luminosidad anaranjada; se balanceó como una “hoja muerta” durante unos doce minutos y sobrevolando la zona, pasando junto a los castillos y las torretas del fluido eléctrico, para posteriormente realiza un giro brusco y desaparecer a gran velocidad hacia la Casa de Campo.

 

 

El misterioso signo que aparecía en la “panza” del OVNI era sin duda alguna la misma “H” curvada con la que venían firmando los informes.

Tras haber hecho acto de presencia, la misteriosa nave cruzó la Nacional V, para situarse sobre la despoblada colina de Santa Mónica. Allí junto a una humildes construcciones y en las proximidades de un restaurante llamado “La Ponderosa”, aterrizó… El aterrizaje de Santa Mónica, fue fugaz.

Instantes después un niño, hijo de un albañil que trabajaba en las cercanías, señalaba a su padre lo que parecía ser unos tubos plateados de unos 10 Cm.

 

 

Estos extraños objetos, al parecer se encontraban junto a las huellas del OVNI. Tras forzar uno de los cilindros, pudo comprobarse, como surgía un líquido parecido al agua, apareciendo también una laminilla también de material plástico de color verde, con el símbolo UMMITA en relieve. Un hombre del que nunca se supo, el misterioso galo Henti Dagouset, repartió diversas misivas por barriada de Santa Mónica, con la idea de pagar hasta 18.000 a aquellos que les proporcionasen uno de esos cilindros.

 

 

El único fragmento, que fue enviado a un investigados, arrojó el resultado de que nos encontrábamos ante una aleación de níquel de extraordinaria pureza. El Instituto Nacional de Técnica Aerospacial, añadió además que la laminilla de plástico, estaba compuesta por un material promocionado con la denominada TELDAR, comercializado por una empresa norteamericana, que todavía no pensaba introducirla en nuestro mercado.

Las fotografías (las más claras obtenidas en España para algunos), fueron realizadas por un fotógrafo anónimo, que las remitió al diario Informaciones.

 

 

A pesar de la tangibilidad de la laminilla y el fragmento del tubo, a pesar de las impactantes fotografías, el escabroso y oscuro asunto UMMO no había hecho sino su mas decisiva etapa. Por aquellos días del verano de 1967, la comunidad receptora de informes UMMO, celebraba con entusiasmo y alegría lo que para ellos constituía la prueba irrefutable, de la existencia de un planeta habitado a 14´4 años luz de la Tierra y lo que era mas importante, el deambular de una nave por los cielos de Madrid, que según todos los indicios pudieran proceder de dicho mundo.

 

 

Pero la guinda que coronaba al pastel, para algunos envenenados ya en sus inicios, eran las inquietantemente espectaculares fotografías, obtenidas sobre los castillos de los marqueses de Valderas, que mostraban al extraño artilugio en diversas posiciones, para posteriormente, continuar su viaje y perderse en dirección a Santa Mónica. Estos importantes documentos gráficos, fueron publicados por primera vez en el diario “Informaciones”, de la mano del periodista Antonio San Antonio. El oscurantismo es imperante a lo largo de todo el asunto UMMO, pero quizá sea uno de los puntos más enigmáticos, ya que el fotógrafo que captó las imágenes, que posteriormente entregaría al mencionado San Antonio, nunca apareció. ( No olvidar que se publican el 2 de Junio).

 

 

Y es el 26 de Agosto de 1967, cuando la comunidad ufológica tiene conocimiento de la existencia de otro fotógrafo del caso Valderas.

En una carta recibida por el investigador Morius Lleget en su hogar de Barcelona, un nuevo testigo hacía acto de presencia. Antonio Pardo era un hombre sin identidad, que andando el tiempo, acabará siendo una de las piezas principales de tan escabroso asunto. En este documento, se añadían también una serie de entrevistas, que este personaje había realizado en los alrededores de la colina de Santa Mónica, quien sabe si buscando una clave que avalara su historia.

 

 

Lo cierto es que algunos de sus testigos a los que refieren en su carta fueron localizados años mas tarde por José Juan Montero, pero la realidad de los avistamientos de los que éstos fueron partícipes, nada tenía que ver con la nave supuestamente de UMMO. Pero volvamos a los días posteriores a la aparición del OVNI (entre comillas, y muy grandes) sobre el castillo de San José de Valderas. Resulta lógico pensar que en vista de las cinco fotografías, si tomamos como punto de referencia el castillo, el tamaño del aparato, debería de ser bastante grande. Si por otro lado, observamos que enfrente del mismo hay varios bloques de edificios enormes, lo normal es que fueran muchos los testigos del suceso.

 

 

Pero no es así. Aparte del mencionado Antonio Pardo, y del anónimo fotógrafo que facilitó las imágenes a San Antonio, tan solo los entrevistados, por un espontáneo investigador, los cuales no pudieron ser localizados por nadie más, aparecían como únicos testigos del mayúsculo caso. Cabe decir, que estos aprendices de investigadores, eran José Luis Jordán Peña, testigo un año antes del OVNI de Aluche, y alguien que no deben olvidar.

 

 

Y por aquellos años, surgió la polémica ante la apabullante claridad de los documentos gráficos obtenidos. La luz de alarma se encendió para muchos investigadores. Entre ellos quizá fue Oscar Rey Brea, quien por primera vez, puso en tela de juicio las fotografías del supuesto OVNI. En un artículo firmado por él y aparecido en la revista del Centro de Estudios Internacionales “Stendek”, el 9 de Agosto de 1972, le saltaron serias dudas acerca de la veracidad de las mismas.

 

 

Anteriormente a esto, manifiesta sus pesquisas al investigador Manuel Osuna, en torno a los errores que él encuentra en los informes que algunos califican de altamente científicos. Por último no podíamos dejar en el tintero la carta de Rey Brea, enviada a Antonio Rivera en Abril de 1970, manifestando la extraña similitud entre las investigaciones llevadas a cabo por Antonio Pardo, fotógrafo y testigo de Valderas, y José Luis Jordán Peña, testigo de Aluche. ¿Dos en uno? Posteriormente hablaremos de ello.

Volviendo a la fotografía, la autenticidad de las misas, parece caer por los suelos, tras las investigaciones que realiza el estadounidense Spaulding y el francés Poher, en los que en uno de los negativos aparece un hilo que contacta con el OVNI de Valderas. Esto supone un auténtico aldabonazo para los fervientes seguidores del fenómeno, que aparentemente prefieren olvidarlo.

 

 

Las ultimas investigaciones al respecto, son las realizadas este mismo año por el investigador y psiquiatra Carles Berché, quien con la tecnología de los 90 ha encontrado otro hilo, pero en otro negativo.

Éstos análisis, abren las puertas a inquietos investigadores del fenómeno, que no ven en él mas que una trama urdida por manos terrestres. Y por fin llegamos al controvertido José Luis Jordán Peña. Su enigmático interés, sus numerosas entrevistas a testigos ilocalizables, y su similitud con las investigaciones realizadas por Antonio Pardo, llega al colectivo Iván en 1979, a comparar un número de cartas escritas por el segundo, con una misma de Jordán a Antonio Ribera, obteniendo unos resultados sorprendentes. Hasta un total de 4 test de distancia entre palabras, de puntos ortográficos, etc., ponen de manifiesto que hay mayor semejanza entre las cartas de Sr. Jordán y una de Pardo, que los dos del Mismo Pardo. Por otro lado, este hombre de las mil caras, añade un nuevo nombre a sus espaldas.

 

 

Tras el aterrizaje de Santa Mónica, el mencionado en el bloque anterior Herri Daguset, interesado en los tubos que abandona el OVNI y que llega a ofrecer hasta 18.000 pesetas por los mismos, no era ni mas ni menos que Jordán Peña, en una clara maniobra de despiste a los investigadores, un modo mas de intentar dar credibilidad al asunto.

Y es aquí donde se podría hablar, de una múltiple personalidad de este sujeto, un caldo de cultivo ideal, para que en el año 1988, Carlos Berche sacará a la luz a través de la publicación “Cuadernos de Ufología”, su teoría de la paranoia compartida, cuyo epicentro sería José Luis Jordán Peña.

Es que tal podría se la avidez de este psicólogo sin escrúpulos, que en su afán de investigar, podría llegar a crear su propia secta de carácter hindú, como ya hemos dicho, con el único fin de investigar, y que además utilizaría a sus adeptos para enviar cartas UMMITAS. Hay que decir que en la segunda mitad de la década de los 80, los informes UMMITAS pierden su contenido científico inicial, para pasar a un mensaje pseudo-mesiánico.

 

 

Las evidencias son tan claras que ante las presiones de los investigadores a Jordán Peña, no le queda mas remedio que reconocer su culpabilidad y en una carta enviada a Rafael Farriolls, en Abril de 1993, reconoce ser el autor de toda la trama UMMITA.

 

 

Por aquellos días, ya era conocida la paralela trama sectil, pero para mayor seguridad el investigador José Montero, consigue localizar a principios de 1993, a dos de los miembros pertenecientes a esta secta. Mercedes Carrasco, narra con pelos y señales, los crudos años que de un modo u otro, estuvieron al servicio de Jordán Peña. Este hábil investigador, tiene también el honor de haber descubierto la relación amistosa existente, entre dos de los testigos de Aluche; Vicente Ortuño, y por su puesto Jordán Peña.

Son muchas las preguntas que surgen ante un tema de esta índole. Preguntas que para muchos tan solo tienen respuesta posible en este planeta, situado a 14´6 años luz, aunque para la mayoría es algo cuyo misterio, se encierran entre las paredes de un humilde domicilio Madrileño.

“Siento no ser mas explícito. Describir más cosas sería   simplemente mentir o fabular, que es lo mismo”.

Carta enviada por José Luis Jordán Peña a Eugenio Danyans el 26 de Febrero de 1966.

 

 

 

 

– Director Enrique De Vicente.

 

 

Informe realizado por Jesús Vela Pino.

 

 

 

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