El cuento del lobo de UMMO

Descripción

El cuento del lobo de UMMO

 

 

6. EL CUENTO DEL LOBO

Como decía, hay otros casos ovni en los que naves o tripulantes presentan ese mismo «emblema», en forma de «H» o de «X», al que acabo de referirme. No se trata de reseñarlos en su totalidad. Mi intención, como habrá adivinado el lector, es otra. Si el asunto «Ummo» fue un invento humano, ¿cómo explicar esa veintena de encuentros, algunos anteriores a 1967, en los que los testigos dan fe de la presencia de la misteriosa «H»? Y algo más: ¿cómo es posible que personas tan alejadas en el tiempo y en la geografía puedan coincidir en los detalles? En 1960, en Dinamarca, el testigo que vio a los seres los describió exactamente igual que lo harían en Canadá, Australia y España algunos años después: seres de pequeña estatura (alrededor de un metro), con trajes de color verde, con algo similar a una «H» en el pecho, con movimientos lentos (como si flotasen) y «peceras» o cascos en las cabezas. ¿Se pusieron de acuerdo los testigos? Es obvio que no. Ninguno de ellos se conocía entre sí. ¿Y qué decir de la sensación de calor experimentada por los observadores en Polonia y España? ¿Casualidad? Como ya he mencionado en otras oportunidades, no creo en el azar…

¿Seres de pequeña estatura, «como niños»? ¿No fue esto lo que vio la india quechua, en el altiplano boliviano? ¿Qué relación podía existir entre los «ummitas» y estas criaturas de un metro de altura? Si no recuerdo mal, en las cartas, supuestamente extraterrestres, se describe a los citados «ummitas» como individuos altos y rubios (de aspecto nórdico). Algo, en efecto, no encajaba en este endemoniado rompecabezas…

Reconozco que no fue agradable. No voy a disimular.

Conociendo lo que conocía, y después de haber reunido tan considerable bagaje informativo sobre naves y tripulantes con la célebre «H», mis conversaciones con José Luis Jordán Peña fueron un suplicio. Como ya referí, desde 1993, fecha en la que decidió autoinculparse como responsable del fraude «ummita», he mantenido numerosas entrevistas con Jordán, todas ellas en su domicilio en Madrid. E insisto: no fue sencillo, ni tampoco agradable. Jordán es un mentiroso patológico. En mi caso, al menos, no resulta cómodo comprobar cómo un individuo va cambiando de criterio y modificando los hechos conforme transcurren los meses y los años. Ésa, en definitiva, fue mi táctica: interrogar a Jordán Peña sobre los mismos asuntos, pero dejando pasar cuatro o cinco meses entre charla y charla. Los resultados fueron catastróficos (para él y para cuanto sostiene, naturalmente). Hoy, diez años después del inicio de estas conversaciones, estoy más convencido que nunca: Jordán ha mentido tanto y a tantos que nada de lo que pueda decir es creíble. Me limitaré a exponer una síntesis de algunos de los temas tratados con él, bien personalmente o por escrito. Entiendo que el lector sacará sus propias conclusiones…

 

ASUNTO «AUTOINCULPACIÓN»

En dos cartas a Rafael Farriols (abril de 1993), Jordán afirma que «Ummo» es un mito creado por él. Fue un experimento científico, dice. «Me decidí a contar mi versión de los hechos, atosigado por la propaganda contraria. Sobre todo en Francia.» Algún tiempo después, Jordán Peña explicó que la auto inculpación tuvo su origen en la secta Edelweis. «No me gustó que unos homosexuales jugaran con mi símbolo» (se refiere a la «H» de «Ummo»). Posteriormente me ofreció una tercera versión: «He hablado sobre «Ummo» cuando el tema fue desclasificado por los norteamericanos.»

 

Sin comentarios.

ASUNTO ClA

En un primer momento (1993), Jordán afirmó que «el invento sobre «Ummo» fue cosa suya, única y exclusivamente». Meses después, al proponerle que escribiéramos conjuntamente un libro sobre «Ummo», Jordán Peña cambió de criterio. En una larga carta me decía textualmente: «…Ante todo, me reservo algunos puntos que mantendré o no secretos porque atañen a una institución de Estados Unidos… Ya que no estoy seguro de sobre cuáles debo guardar cautela es por lo que he evacuado con fecha 21 de marzo de 2000 una consulta para comprobar las cuestiones desclasificadas […] Aunque pueda parecer que mi postura obedece a una subordinación de un agente («quemado» en el argot de la Agencia), te repito que no soy, ni he sido un subordinado en nómina, de la Central Intelligence Agency (ClA). Es decir, un agente de los muchos que tiene repartidos en el mundo. Ello no implica que sí: He sido un colaborador más. Te lo aclaro porque ha pasado tiempo y porque mentirte en cuestión tan delicada resulta superfluo e inútil […] La Agencia es como una masa amorfa y gigantesca (como un pulpo viscoso) donde, analizando sus múltiples actividades, se pueden encontrar partes muy buenas y casi excelentes y otras que apestan tanto que producen horrible repugnancia […] Valorarla en su totalidad es con certeza tarea imposible. Tanto que ni el fallecido William J. Casey, que fue uno de los controvertidos directores de la CIA, probablemente no fue capaz de dominar los complicados entresijos de un Estado dentro de un Estado como EE. UU. Esta afirmación quizá pueda extrañar a un observador poca avezado […] Centrando nuestro tema: la Agency (además existen ciertos organismos cuasi-independientes de Inteligencia reservada) no es, como parece a los profanos fantasiosos, sólo una central de espionaje exterior e interna y con unos departamentos capaces de analizar la política foránea y otros capaces de elaborar la modificación social (Dpto. de Propaganda) que modifica y manipula profundamente las actitudes políticas y económicas del público […] Sino también (y es importantísimo) una sección de estudios profundos en las áreas de epistemología, psicología social, informática, antropología cultural, redes estructurales, electrónica espacial, etc. Estas actividades, aunque independientes, se engarzan de alguna manera con las usuales de Información y de la NASA […] Ésta, repito, es la razón por la que no soy agente, ya que mi colaboración fue precisamente en esta «área» para la cual no tiene sentido tener repartidos en el mundo agentes pagados. Esto me permite hacer una crítica acerba o rigurosa con plena libertad a determinadas actividades (por ejemplo, en el caso Pinochet, un pobre enfermo sádico y criminal) en la que tomó parte la Agency y al alimón el depuesto presidente federal: Richard Milhous Nixon […] Si fuera lo contrario, te lo confesaría lisa y llanamente, ya que mis actividades han cesado a causa de mi trombosis (soy evidentemente un paralítico). Repito: he colaborado (como muchos) con la Agencia, que ha aportado varias docenas de millones de pesetas (no de dólares) al proyecto. Y nada más. Un relato sucinto o más extenso creo que es necesario incluirlo en el libro, salvo que se oponga la Institución…»

 

Carta de Jordán Peña a Rafael Farriols, en la que asegura que se decidió a contar su versión de los hechos, «atosigado por la propaganda contraria».

 

Esta confesión de Jordán (aceptando que diga la verdad) (?) no me sorprendió. Todos cuantos nos hemos interesado por el asunto «Ummo» hemos pensado en la hipótesis de la CIA como uno de los posibles autores o colaboradores en el supuesto fraude. Como es perfectamente sabido, la Agencia Central de Inteligencia investiga y reúne información ovni desde 1949, intoxicando y mintiendo sin cesar. Naturalmente, al volver a verlo, me interesé por la respuesta de la CIA a la solicitud de Jordán Peña, evacuada, según él, el 21 de marzo de 2000. Jordán respondió afirmativamente. «La Institución USA [en referencia a la CIA] me ha contestado. Dice que no hay inconveniente. Podemos escribir el libro…» Al solicitar una copia de dicha carta, Jordán se negó. Ni siquiera permitió que la leyera. ¿Existe dicha carta de la CIA? Lo que está claro es que Jordán Peña mentía, una vez más. Según una carta que obra en mi poder, en octubre de 1998, Jordán escribía a Luis Jiménez Marhuenda, anunciándole que «desde abril de 1997 tengo autorización para ampliar algunas notas que den amplia información de mis trabajos». Si Jordán tenía autorización (se supone que de la CIA) desde 1997, ¿por qué me dice que ese permiso llegó en 2000?

 

Y los inventos, mentiras y contradicciones se sucedieron sin el menor pudor…

 

«A finales de 1965 puse en marcha mi proyecto: observar y analizar las reacciones de un determinado grupo social ante la hipótesis de una presencia extraterrestre. Así nació «Ummo». Fue un experimento de carácter antropológico religioso…»

 

Jordán, entonces, decidió enviar dicho «proyecto» a dos antropólogos norteamericanos que -según él- rechazaron la idea como algo carente de ética y de especial peligrosidad por su claro contenido paranoide. El siguiente paso fue la CIA. Jordán declaró que se puso en contacto con la «Institución USA» y en ese mismo año 1965 recibió en Alicante la visita de dos «personalidades académicas norteamericanas: un doctor del Instituto de Tecnología de Massachusetts (experto en termotecnia) y un doctor ingeniero por la Universidad de Illinois». Cuando me interesé por la forma de «contactar» con la CIA, Jordán Peña se negó a proporcionar detalles. Y uno, lógicamente, se pregunta: ¿era tan sencillo contactar con la «Institución», como la define Jordán Peña eufemísticamente? Obviamente, surge la duda (otra más): ¿era Jordán Peña, en 1965, un colaborador o agente de la CIA? Según sus propias palabras, diez años atrás, hacia 1956, Jordán formó parte de los servicios de inteligencia de Fe Católica, una organización de la Compañía de Jesús. «Me propuse estudiar las sectas y para ello colaboré con los jesuitas en tareas de espionaje contra la heterodoxia de la doctrina verdadera.» En suma: llovía sobre mojado…

 

 

 

Desde 1956, Jordán Peña formó parte de los servicios de espionaje de Fe Católica, según sus propias palabras.

 

 

 

«Era extraño ver cómo unos hombres adultos y presumiblemente cultos se dejaban engañar por unas doctrinas erróneas. Fue así, en 1956, cuando me propuse entrar sigilosamente en los Pentecosteses», me confesó Jordán Peña.

 

De esa novelesca (?) reunión en la playa de San Juan, en Alicante, a finales de 1965, con los dos «académicos de la CIA», nació -según Jordán- el «experimento científico» propiamente dicho. La CIA se hizo cargo y subvencionó el proyecto proporcionando hombres y medios. «La operación se llamó «U W W». Al preguntar el significado de las referidas siglas, Jordán se encogió de hombros. No lo sabía (!). Ésa, al menos, fue su respuesta…

 

Naturalmente pregunté por el dinero aportado por la CIA. Y lo hice en diferentes ocasiones. Debo reconocer que, en este caso, las respuestas de Jordán Peña fueron siempre las mismas: «La Institución corrió con todos los gastos: más de setenta millones de pesetas.» En otras palabras, si Jordán dice la verdad (?), esos setenta millones podían equivaler, en aquellos tiempos (1966) a unos quinientos o seiscientos millones de pesetas del año 2000. «Yo me encargaba de distribuir el dinero -dice Jordán-, a razón de quinientas o seiscientas mil pesetas por mes, según las necesidades.» Cuando pregunté a cuánto ascendía su remuneración, Jordán Peña sonrió, dando a entender que él cobraba más. Por supuesto, en dinero negro… Las cuentas, obviamente, no salían. Si el fraude «ummita» se prolongó durante veintisiete años (entre 1966 y 1993) (?), ¿cómo entender que los colaboradores percibieran alrededor de medio millón de pesetas mensuales? A este ritmo, los supuestos setenta millones se habrían agotado en poco más de un año, suponiendo que Peña hubiera «trabajado» con diez colaboradores. El problema es que, a la hora de preguntar sobre dichos colaboradores, el ínclito Jordán tampoco acertó. En algunas conversaciones habló de dos o tres «amigos y colaboradores». En otras, elevó el número a quince y, finalmente, lo redujo a diez. Como ya mencioné, la vieja táctica de interrogarlo cada cinco o seis meses fue demoledora. Yo lo apuntaba todo, conforme él hablaba, y repetía muchas de las preguntas en las sucesivas entrevistas. El resultado es elocuente: mentira tras mentira. Al preguntar a los «colaboradores y amigos» de Jordán Peña sobre el dinero pagado mensualmente, todos, sin excepción, lo negaron indignados. Uno de ellos -Vicente Ortuño-, al que me referiré más adelante, definió la situación con una enorme plasticidad: «Jordán Peña hace de la mentira un deporte.»

 

«La mayor parte de ese dinero -prosiguió Jordán- estaba destinada a Alemania. Quizá un sesenta por ciento.» (La situación seguía empeorando. Ahora, con esta nueva información, los setenta millones de pesetas quedaban reducidos a treinta.) Las explicaciones de Jordán me dejaron perplejo: «…La Institución USA utilizó las cartas «ummitas» para encriptar información y remitirla sin peligro a sus agentes infiltrados. Sólo se trataba de mensajes extraterrestres. ¿Quién podía imaginar que, en una letra o en un signo de puntuación, pudiera esconderse una información secreta? Así, los envíos «ummitas» viajaron a Rumania, Francia, Alemania (el verdadero objetivo de la CIA, según Jordán), Italia, Argentina, Brasil y Chile. Estados Unidos y Portugal fueron eliminados del «experimento». Al preguntar por qué, Jordán Peña guardó silencio. «Estoy autorizado a revelarte que, en esos años, los envíos (cartas «ummitas») fueron los siguientes: más de sesenta a Rumania; más de doscientas a Alemania; unas diez o doce a Francia y alrededor de treinta o cuarenta a España. Que yo sepa, sólo se han hecho públicas las cartas dirigidas a ciudadanos españoles.» (La afirmación ha sido ratificada, hasta cierto punto, por Ignacio Darnaude, uno de los grandes estudiosos del caso «Ummo». Según Darnaude, entre 1966 y 1994, los «ummitas» dirigieron 172 documentos a un total de 34 españoles, con un volumen aproximado de 1.148 páginas.) Si Jordán se ajustara a la verdad (?), la explicación de los mensajes encriptados resolvería otra gran duda: ¿por qué no han salido a la luz los documentos o cartas «ummitas» escritos en otros idiomas que no sea el castellano? Lamentablemente, las palabras de Jordán Peña no son fiables. Nada más formular la teoría de los mensajes encriptados, en uno de sus habituales gestos, se echó atrás, afirmando que «durante un tiempo, ésta fue la respuesta más verosímil. Después comprendí que la Institución me estaba engañando…». Insistí, pero fue inútil. Jordán no volvió a hablar sobre los supuestos agentes de la CIA infiltrados en Alemania, Rumania, etc. ¿Decía la verdad? Yo me siento incapaz de pronunciarme al respecto. «No te extrañe mi silencio -añadió-. El experimento continúa clasificado. En los años sesenta alcanzó el nivel 2. Ahora se encuentra en el 8. Por eso no han muerto los rumores…» Jordán mentía de nuevo. Poco antes me había «revelado» que el tema «ummita» ya fue desclasificado por la CIA. Por eso, según él, se decidió a hablar…

ASUNTO «COLABORADORES»

Fue al tercer o cuarto intento cuando Jordán Peña, inexplicablemente (P), me facilitó una información, digamos, «delicada»: los nombres de sus colaboradores en la gestación de «Ummo». Y digo «inexplicablemente» porque, también de forma supuesta, serían agentes o colaboradores de la «Institución». ¿Por qué Jordán accedió a proporcionarme las iniciales de estos sujetos? Sólo cabe una sospecha: los nombres son pura invención. ¿O no? He aquí un buen ejercicio para los jóvenes investigadores. Excelente ejercicio de investigación, sí, y peligroso…

Con fecha 20 de abril del año 2002, Jordán me escribía una carta en la que, entre otras cuestiones, decía textualmente: «…Vayamos por partes: después de tu petición, me he esforzado en ponerme en comunicación con mis colaboradores, tanto en España como en distintos países. Te confieso con desilusión que he fracasado. Me explico: con cuatro personas no he logrado ponerme en contacto porque ignoro su domicilio actual. Me he enterado con tristeza que han fallecido I. F. y A. S. P., estos últimos españoles (el segundo ha fallecido en febrero de 1989) no han tenido relación alguna con la «Institución Americana». De V. O. B., como ya te informé en su día, a pesar de nuestra amistad, y de que colaboró conmigo en los dos montajes del OVNI, le he ocultado, como a mi esposa, las delicadas relaciones con I. A. [la CIA].

»De E. H. puedo decirte que fue o es funcionario de la Agencia, e ignoro su destino actual. De todos modos, te está vedado ponerte en contacto con él. Puedes, sin embargo, citar su nombre abreviado, si lo deseas. También te digo que sus siglas son verdaderas.

»He tenido especial interés en ponerme en contacto con P. S. S., que fue colaborador mío, en Bolivia. Todas mis súplicas para autorizar que revele su nombre completo y facilitar la documentación que tiene sobre el caso «D W W» han resultado inútiles. Ni mediante las dos conferencias que tuve para disuadirle, ni por la última carta que le envié, he logrado mi propósito. De todos modos, me aseguró que su antigua vinculación con la I. A. [CIA] hace tiempo que ha cesado, por lo que abrigo la esperanza de que decida, al fin, su colaboración.

»Con M. S., de Brasil, aunque es de nacionalidad española, he fracasado. Quiere quizá desentenderse de esta historia porque le parece «peligrosa». ¿Por qué? Él sabía perfectamente que fue una ficción y que los directivos del departamento del Instituto [CIA], respetan una decisión que no les atañe. No sé, estimo que es una reacción paranoide, pasado el tiempo. Aunque conoce que su nombre, y no sus siglas, será respetado, por su vinculación a la Institución, se niega tozudamente a aclarar más datos. No creo que la «I. A.» le ponga un veto, ya que, repito, no has de suponer que esté clasificada la antigua operación «U W W» en lo que respecta a «Ummo», ya que es mía exclusivamente…

»De Y. B. (Francia) tuve otra vez una conversación telefónica con él el 6 de junio de 2001. Tampoco he logrado su colaboración. Es una lástima porque tiene abundante información que quizá te interesaría en tu labor prospectora.

 

»R. A. B., W. G. y R. V. (los dos primeros argentinos, aunque de nacionalidad foránea) también se niegan. No creo, de todos modos, que te puedan facilitar reseñas de interés…»

 

En otro documento escrito, Jordán Peña añade: «…Te pongo en guardia con mi antiguo colaborador latinoamericano E. G. F., que estuvo a mi servicio. Es funcionario de la Agencia, de modo que es preferible omitas toda relación con él. De Alicia Araujo, fallecida, y que trabajó para la embajada en España, puedo decirte que fue una excelente colaboradora en la Operación «U W W»… Del resto, hasta catorce personas, me reservo sus nombres por razones sentimentales mías: tú puedes localizados y mostrar sus nombres…»

ASUNTO «ORURO»

Fue otro de los temas en los que estuve a punto de levantarme, llamarlo mentiroso y darle con la puerta en las narices. Pero me contuve. Tenía que averiguar hasta dónde era capaz de llegar. Jordán habló de un tal P. S. S., colaborador suyo en Bolivia (en otra carta lo define como «colaborador argentino desplazado a Oruro») con el que tramó lo que llama «simulacro de Oruro». Como digo, lo dejé hablar, sin mencionar mis investigaciones en el altiplano: « ..Para nosotros (Jordán y la CIA) era importante organizar un triángulo. E inventé los aterrizajes de Madrid, Oruro (Bolivia) y Río Grande do Sul (Brasil). De esa forma potenciaríamos la creencia en el hecho de que los «ummitas» habían aterrizado ..»

Peña se estaba refiriendo al célebre descenso de las tres naves «ummitas», anunciado en cuatro cartas, a otros tantos españoles, en mayo de 1967.

«…Todo fue un invento -prosiguió-. Las coordenadas geográficas las elegí yo, al azar. Después, con la ayuda de mi colaborador -P. S. S.-, se fraguó el plan, el simulacro de Oruro. P. S. S. organizó otro aterrizaje ovni, similar al de San José de Valderas. Para ello hizo fotos de una maqueta colgada de una cuerda, entre dos árboles, en plena selva de Oruro. Mi colaborador tomó una serie de fotos: entre diez y quince, y las llevó a la prensa local. La propaganda, en Bolivia, era menos eficaz que en España, y la noticia no trascendió…»

No sé si Jordán Peña percibió mi repugnancia. Oruro, como ya mencioné en su momento, es una ciudad ubicada en el Altiplano, a 3.700 metros sobre el nivel del mar. Allí no hay selva. La más cercana se encuentra a mil kilómetros, bien en el Mato Grosso (al este) o en la Amazonia boliviana, al norte. Jordán Peña inventaba, una vez más. Tampoco es cierto que las fotos del supuesto ovni fueran presentadas a la prensa. Nadie sabía nada al respecto. «Algo así -me contaron los periodistas bolivianos en Oruro, Uyuni y en La Paz- no hubiera pasado inadvertido. En aquel tiempo, los medios de comunicación daban gran importancia al asunto de los ovnis…»

 

Entre la ciudad de Oruro y las selvas más cercanas existen entre novecientos y mil kilómetros. Como dice el refrán, antes se descubre a un mentiroso que a un cojo…

 

Oruro, en el Altiplano boliviano. Ni un árbol en muchos kilómetros cuadrados… (Foto: J. J. Benítez)

Naturalmente guardé silencio sobre el dramático encuentro de la india quechua en la región de Uyuni y en esas mismas fechas del llamado «simulacro de Oruro». De haberlo hecho, lo más probable es que Jordán Peña, con su habitual cinismo, lo hubiera atribuido a otra «puesta en escena» de la CIA y de sus colaboradores…

Y siguieron las mentiras. Meses más tarde, al interrogarlo de nuevo sobre el «simulacro de Oruro», Jordán perdió de vista lo que había afirmado anteriormente y aseguró que «la elección de Oruro se debió, no al azar, sino a la presencia en la zona de un agente de la Institución. Eso hacía las cosas más fáciles…».

Respecto al segundo supuesto aterrizaje «ummita» (Río Grande do Sul), Jordán se sintió atrapado y balbuceó: «…Allí, el montaje no salió tan bien… M. S., mi colaborador, repitió la operación desplegada en Oruro, en la selva, pero sólo se publicó la noticia. Los periódicos rechazaron las fotos del ovni con la «H» en la base… Yo me ocupé de las coordenadas. M. S. hizo el trabajo y la CIA envió la noticia a la prensa…» Cuando le pregunté en qué fecha se publicó dicha noticia, Jordán replicó, rotundo: «El 2 de junio.» La comprobación, como puede suponer el lector, fue sencilla. En tal fecha no se publicó información alguna sobre un ovni con el referido signo en la panza. Al menos en Brasil. Por supuesto, tampoco le hablé del objeto visto en 1954 sobre la ciudad de Curitiba. Jordán, con su retorcida mente, lo hubiera utilizado para seguir mintiendo o inventando. Y es más que probable que así suceda cuando tenga conocimiento de lo que estoy exponiendo en el presente libro. Tiempo al tiempo.

ASUNTO «CARTAS «UMMITAS»»

También en este capítulo, las contradicciones, las falsedades, los inventos y las medias verdades fueron continuos. «Todos los informes y los dibujos son míos. Yo los inventé y los diseñé.» Cuando me interesé por el número de folios escritos, Jordán respondió: «Imposible precisar. Han pasado muchos años. Quizá fueron más de quinientos.» La respuesta me desconcertó. ¿Es que no guardaba copia de lo escrito? En una de las primeras conversaciones (1993) dijo que sí, «por supuesto». Posteriormente negó que guardara nada. «Todo se lo llevó la Institución.» Aquello era de locos. Si Jordán Peña era el autor material de los escritos «ummitas», ¿cómo era posible que no supiera que el número de páginas superaba el millar? «Escribía los fines de semana. Empecé dos o tres meses antes de lo de Aluche (1).» Nuevo error (?). Si la primera reunión con los agentes de la CIA tuvo lugar -según su propio testimonio- a finales de 1965 en Alicante, ¿cómo pudo enviar las cartas «ummitas» antes de que se gestase el «experimento»? (Como recordarán los estudiosos del tema «Ummo», el no menos célebre aterrizaje de Aluche se produjo el 6 de febrero de 1966.) En sucesivas entrevistas, como era de esperar, las versiones cambiaron: «Yo fui el autor de todos los mensajes, excepción hecha de los que redactó la «Institución USA». Quizá media docena, no más…» ¿Participó la CIA en la redacción de las cartas «ummitas»? Según Jordán, se limitaron a los escritos «más técnicos, en especial los que hacen referencia a la nanotecnia [miniaturización]. No sé cómo lo hicieron, pero ellos [la CIA] sabían de mi defecto en la vista. Veo las cosas muy aumentadas. Esto me sirvió a la hora de dibujar en algunos de los informes «ummitas…»». En una de estas visitas a su domicilio, al conversar sobre la miniaturización, Jordán fue a mostrarme una placa de metacrilato en cuyo interior se conservaba un pequeñísimo escrito (sólo descifrable con lupa o microscopio) con un texto de la Biblia. «Fue un regalo de mis amigos, los norteamericanos…» Algún tiempo después, en una de las cartas, Jordán escribía: «Fue en febrero de 1971 cuando recibí el obsequio que te mostré… Uno de mis colaboradores en Madrid me visitó y me entregó un sobre cerrado, con el sello de la «Institución Americana» [CIA] Lo abrí cuidadosamente. Contenía un saludo de…, fechado en Estados Unidos. En su interior podía leerse: «…¿Recuerda la grata conversación que tuvimos en esa maravillosa ciudad de Alicante (España)? Ahora tengo la satisfacción de proporcionarle un ejemplar de la Santa Biblia, reproducida de un texto, editado por World Publishing Company. Hemos utilizado una técnica que llamamos microimágenes fotocrómicas. Como verá por la imagen que mide 1,3 x 1,3 pulgadas [un cuadrado de unos 2,294 cm de lado], aproximadamente la medida de un sello postal, puede apreciar con ayuda de un microscopio ocular de alta resolución [sic] que está compuesto por aproximadamente 3,6 millones de tipos de letra, lo que resuelve una densidad de información de 330.578 letras/cm2… Comprenderá que ha sido desclasificada en…» ¿Verdad? ¿Nueva mentira? Cuando le pedí que me mostrara la referida carta de la CIA, silencio… «Los textos eran fruto de mi imaginación o de las lecturas de revistas y libros científicos (2). En ocasiones tomaba apuntes, pero, en líneas generales, los informes surgían improvisadamente, sobre la marcha. Una vez tuve problemas: uno de los receptores de cartas, el comisario de policía Dionisio Garrido, en una de aquellas conversaciones telefónicas con los «ummitas» (3), preguntó cómo grabar sin necesidad de elementos móviles. Me pilló por sorpresa. No supe qué decirle. Consulté a la CIA y, al poco, me facilitaron un informe sobre dicho tema.» No hubo forma de verificar lo apuntado por Jordán Peña. Garrido, el comisario, harto de tanta mentira, se negó a hablar. En enero de 1995 lo intenté por última vez. Dionisio Garrido siguió negándose a hablar sobre «Ummo», y mucho menos sobre Jordán Peña. Poco después falleció. «Para las llamadas de los «ummitas» utilizaba un aparato que me proporcionó la «Institución». De esta forma distorsionaba la voz… Sólo en una ocasión solicité a uno de mis colaboradores que hablara directamente por teléfono, simulando que era uno de estos viajeros del espacio» (Jordán se refería a Vicente Ortuño).

 

Texto y dibujo pertenecientes a una carta «ummita».

 

Escrito «ummita» sobre grabación sin elementos móviles, redactado, según Jordán Peña, por la CIA.

 

Un defecto en la vista permitía a Jordán Peña dibujar con gran facilidad los esquemas e inventos «ummitas». (Imagen proporcionada por Jordán.)

En cuanto a la mecánica para enviar las cartas «ummita» desde lugares tan distintos como distantes (Europa, África, Indonesia, etc.), Peña, sonriendo, aseguró que todo fue orquestado minuciosamente. «En ocasiones, yo mismo las echaba al correo, aprovechando mis viajes profesionales…» Nueva falsedad. En aquellos años sesenta y setenta, Jordán, como empleado de la empresa Agromán, no desempeñó ningún trabajo que exigiera el desplazamiento fuera de las fronteras españolas. Otra cuestión es que pudiera viajar de forma particular o por cuenta de la CIA… «En otras ocasiones -prosiguió­ eran los norteamericanos los que se ocupaban del asunto. Yo entregaba las cartas y ellos las echaban al correo, allí donde fuera…» ¿Decía la verdad? Sobre este no menos espinoso asunto recuerdo una carta que me remitió el desaparecido Luis Jiménez Marhuenda el 5 de mayo de 1993, con motivo de la citada auto inculpación de Jordán. Decía Luis, entre otras cosas:

Creo que después de los últimos acontecimientos y la reunión celebrada en Barcelona, el asunto que tanto nos interesa debemos afrontarlo con sosiego y objetividad. Ante todo, debemos recapitular algunos hechos, y me permito ponerlo todo por escrito porque así lo enviaré a algunos de vosotros y podéis añadir o corregir lo que os parezca, pero, al fin y al cabo, dejo un testimonio de hechos que deben ser considerados.

Ante todo está la «declaración» de José Luis Jordán. Los que hemos vivido experiencias personales en el caso «Ummo» no podemos tragar esa declaración aunque al exterior debamos admitirla. Pero entre los íntimos, entre los que hemos vivido experiencias importantes y personales, tragar esto equivaldría a admitir o que somos tontos o que somos falsos. Demos un repaso a algunas de las experiencias personales:

Día 26 de febrero de 1983. Me llama Juan Dominguez [otro de los receptores de cartas «ummitas»] a las once y media de la noche y me dice: «¿Te has dado cuenta de que para el próximo mes tenemos un puente con la fiesta de San José? ¿Qué te parecería si celebrásemos una reunión sobre el tema [se refiere a «Ummo»] aquí, en Madrid, coincidiendo con esas fechas?»

Lo acepto. Acordamos pedírselo a Manolo Alvárez (q. e. p. d.) para hacer la reunión en el Colegio Mayor San Agustín. Juan me pide que prepare un esquema de la reunión y que se lo mande a él para encargarse de distribuirlo entre los allegados al tema.

Esa misma noche, en cuanto colgué el teléfono, preparé un esquema sencillo, lo metí en un sobre y, a la mañana siguiente (día 27 de febrero), lo eché al correo.

Pasan los días y nos reunimos donde estaba previsto. Y justamente estando reunidos se recibió una carta de «Ummo», Fue llevada en mano al padre Álvarez e iba destinada a Juan Aguirre. Creo que era la carta que estaba «censurada» por el (o la) mecanógrafo. Venía de Kuala Lumpur, en Indonesia. ¡Y en el matasellos se distinguía perfectamente la fecha en que había sido depositada allí: DIA 27 DE FEBRERO! Muy rápido tenía que ser José Luis para lograr que el mismo día en que yo mandaba la carta a Juan Dominguez pudiese hacer que se depositara esa carta en Indonesia. Pasarse toda la noche anterior, desde las 11.30, escribiendo y lograr que al día siguiente estuviese en un lugar tan alejado…

 

 

 

Luis Jiménez Marhuenda, fallecido el 18 de abril de 2000, martes santo. (Gentileza de la familia Jiménez Marhuenda.)

Para Jordán Peña, la carta matasellada en Indonesia fue una simple maniobra de la CIA. Él supo de la reunión en el Colegio Mayor San Agustín con varios días de antelación (no olvidemos que Juan Domínguez y Jiménez Marhuenda se encargaron de alertar a buena parte del llamado «grupo de Madrid» o receptores de los mensajes «ummitas»). Jordán, según él, redactó la carta, y la CIA se ocupó del resto. Aun así, como insinuaba el querido Luis Jiménez Marhuenda, la «maniobra» presenta puntos oscuros. A saber: ¿cómo explicar la coincidencia del día 27 de febrero? Para Jordán Peña sólo se trató de una casualidad.

 

Era otra pregunta obligada. Si Jordán fue el autor de las cartas y las llamadas «ummitas», ¿por qué lo hizo? ¿Cuál era su objetivo? Las respuestas, a lo largo de diez años, fueron igualmente contradictorias y tan dispares que, en mi opinión, no merecen confianza. Estaríamos, una vez más, ante una historia similar a la del pastorcillo y el lobo. Las mentiras fueron tan numerosas que, cuando dijo la verdad, cuando llegó el lobo, nadie lo creyó…

 

He aquí algunas de las «explicaciones» de Jordán Peña, recogidas entre 1993 y 2003:

 

«Fue hacia 1963 cuando se forjó en mi mente la idea de estudiar las sectas, el masoquismo y la figura del líder. El primer proyecto se moldeó en febrero de 1966 y tendría [estimaba ingenuamente] un período aproximado de dieciséis meses.»

«Yo tenía muy claro que el tema ovni era una falacia; es decir, un engaño o mentira con que se intenta dañar a una persona. Así nació «Ummo», como un experimento para demostrar que el asunto de los extraterrestres era una falacia más.»

«El motivo de mis ensayos está en buscar las raíces del delirio religioso-paranoide y sondear paleológicamente el masoquismo de los grupos.»

«Quise demostrar que el masoquismo constituye un pilar básico entre los miembros de las sectas destructivas.»

«Ummo tenía otra justificación importante: investigar la paranoia religiosa. ¿Hasta dónde puede llegar un grupo que cree en Dios?»

«La experiencia de «Ummo» me ayudó a trazar un esquema de la evolución darwiniana de la humanidad.»

 

«Demostré que la estupidez no tiene límites. El proyecto «Ummo» es la prueba.»

 

«Ummo fue la demostración de la falacia de Brocken: la gente califica de sobrenatural lo que, en realidad, sólo es un error.»

 

«La operación «Ummo» fue diseñada por mí para testar a las personas en su conducta psicosocial: afán de notoriedad, grado de estupidez, sumisión al líder, reforzamiento de las creencias, etc.»

 

¿Y qué tenían que ver estos supuestos «objetivos» con aquellos iniciales receptores de las cartas «ummitas»? He conocido a muchos de ellos y puedo asegurar que jamás formaron una secta, como pretende Jordán Peña. Es más: durante años ni siquiera se conocieron personalmente. Sabían los unos de los otros por los mensajes mecanografiados. ¿A qué figura del líder se refiere Jordán? ¿Masoquismo? ¿Delirio religioso­paranoide? ¿Masoquismo de los grupos? Está claro que estas «explicaciones» al por qué de «Ummo» son muy posteriores al «experimento» propiamente dicho y, desde mi punto de vista, dejan mucho que desear sobre la salud mental de Jordán…

 

Y en mitad de este pandemónium de mentiras y despropósitos, con fecha 27 de marzo de 2000, me llegó una carta de Jordán en la que ofrecía otra «explicación» sobre el origen del «experimento». El texto dice así: «…Un poco después me percaté de que mi proyecto se hacía muy difícil, casi imposible, sin ayuda económica, por lo que escribí a dos antropólogos, uno de ellos catedrático de historia de las religiones en Estados Unidos, exponiéndoles mi proyecto. El resultado fue desolador: el primero rechazó la idea (creo que indignado) porque la consideraba «poco» ética. El otro la acogió fría pero cortésmente. (Es preciso decir que mis estudios se alejaban de la antropología porque carezco del título de licenciado en filosofía y antropología.) Luego (5 de noviembre de 1966) volvió a escribirme, esta vez con una propuesta sorprendente. Resulta que me habían investigado discretamente a través de la embajada de EE. UU. (se informaron de mi cualidad curiosa de escribir y trazar dibujos-miniatura). Y además resultó ser este señor, ¿un agente en nómina o, al menos, colaborador de la Central Agency? (ignoro sus relaciones con este departamento). La carta (que conservo cuidadosamente) contiene unas minutas que transformaban poniendo del revés completamente mi ingenuo planteamiento inicial. Primero respetaban la idea primitiva de crear una ficción extraterrestre. Y también de dos sectas: hindú-masoquista y otra llamada «Pirophos». También aprobaba mi idea de desarrollar literariamente una civilización novelesca en el supuesto planeta «Ummo» (les daba igual lo estrambótico y absurdo que tenía mi proyecto)… Pero proponían, para prestarme ayuda, una sugerencia que me causó gran sorpresa. A cambio dispondria de ayuda ilimitada. Los fines (de la CIA) eran diametralmente opuestos a mis pautas originales. Ante todo no se opusieron a mis estudios iniciales, pero añadían otra condición [el subrayado es de Jordán Peña]: era preciso que primara un estudio en profundidad de las implicaciones sociales de la microtecnia, luego derivado a la nanotecnia. Invitación que me sorprendió sobremanera. ¿Por qué diablos mezclaban un tema que me parecía rotundamente ajeno a mi estudio?… Desde luego, tuve que cambiar radicalmente mis planteamientos. Por lo pronto, de estos magros dieciséis meses a los más de treinta años que duró el experimento. Tuve, además, que ampliar (gratamente) el número de países sobre los que incidió la muestra (España, Francia, Gran Bretaña, Rumania, la antigua URSS, Alemania, Australia y Argentina. Tuve que omitir la misma USA)… Tuve que dar prioridad al análisis de la propagación social de los temas microtécnicos. Te digo esto porque no tiene nada que ver el estudio de los ovnis (falacia muy corriente de los que como tú se dedican a este cometido). Repito: el análisis de los supuestos Objetos No Identificados «cae» relativamente lejos [subrayado de Jordán] del experimento «Ummo». (El tema ovni nos sirvió de tapadera) y digo «nos», aunque seguí casi en solitario con el análisis de estas creencias falaces…»

Jordán Peña, Víctima de sus propias mentiras, comete un nuevo error al fechar la carta del colaborador o agente de la CIA. Si la misiva de marras, según Jordán, está fechada el 5 de noviembre de 1966, ¿por qué en otras entrevistas me aseguró que el «experimento «Ummo»» nació dos o tres meses antes del aterrizaje de Aluche? (6 de febrero de 1966). En esa supuesta carta de uno de los antropólogos de Estados Unidos, la CIA -dice Jordán Peña- le ofreció ayuda económica ilimitada si cambiaba los objetivos del «experimento». De ser cierto, ¿en qué quedan los restantes y no menos supuestos «objetivos»: masoquismo, delirio religioso-paranoide, etc.? Y lo más escandaloso: si la CIA hizo la mencionada propuesta en noviembre de 1966, ¿cómo explicar que Fernado Sesma (uno de los receptores de las cartas «ummitas») recibiera informes de «Ummo» los días 11, 16, 18 y 19 de marzo de 1966? ¿Quién escribió las cartas «ummitas» que llegaron a manos de otros receptores españoles a lo largo de ese año 1966? (Sesma, Campo, Garrido, Regina Sendras, Joaquín Valdés, Sancho, Villagrasa y Alfonso Paso, entre otros). En cuanto a los países citados por Jordán, como ya dije anteriormente, en esos primeros años sesenta y setenta, sólo en España y Argentina fueron detectadas cartas «ummitas». Del resto no se sabe nada ..

ASUNTO «SELLO «UMMITA»»

«Yo fui el creador de la palabra «Ummo» y del símbolo que caracteriza al gobierno de aquel planeta, la famosa «H»», me contó Jordán en muchas de las entrevistas. «Para ello me inspiré en «humo», un concepto que evocaba, fonéticamente, a «Ummo». Algo vacío e insustancial… Yo dibujé el emblema, al principio con los palos rectos. Después, el periodista Antonio San Antonio curvó esos trazos hacia el exterior. No sé por qué lo hizo… La Agencia [CIA] no tuvo nada que ver en la creación de la «H». Sólo fue cosa mía. Yo les proporcioné el dibujo y ellos [CIA] me facilitaron el soporte físico, el dispositivo mecánico, para imprimir el sello. Lo he tenido en mi poder, en mi casa, hasta el otoño de 2002. En ese tiempo, cuando tú te interesaste por dicho sello, la CIA se lo llevó. No he vuelto a saber de él… Lo inventé antes de lo del aterrizaje en Aluche… Lo que no sabe nadie es que no se trata de un único sello «ummita» sino de varios. Fue la «Institución» la que llevó a cabo el ingenioso sistema. Me explico: cada receptor de cartas tenía asociado un sello en particular, diferente de los que aparecían en los mensajes recibidos por otros receptores. Las diferencias son mínimas, sólo perceptibles con lupa o microscopio. Cada diferencia correspondía a una secuencia numérica que identificaba al receptor en cuestión. Por ejemplo, el sello impreso en las cartas de Ignacio Damaude era igual a «1010011001», por decirte algo… Y así sucesivamente…»

Una vez más, no hay forma de saber si Jordán dice la verdad. ¿Fue el creador de la «H» «ummita»? ¿La copió? ¿Ha hecho suyas (1993) las frases de Marius Lleget y Sebastián Fontrodona (1979) cuando decían «»Ummo» se escribe con H» y «por el «Ummo» se sabe dónde está el fraude»? (Pista proporcionada por el investigador Manuel R. Salazar Serrano) ¿Quién plagió a quién? Dado el historial «delictivo» de Jordán Peña, me inclino a creer que fue él quien copió al resto…

Cuaderno de campo de J. J. Benítez, con dibujos de Jordán Peña sobre la creación del emblema de «Ummo» y la no menos supuesta asociación del sello «ummita» a una codificación numérica inventada por la CIA.

Cuaderno de campo de J. J. Benítez, con dibujos de Jordán Peña. Al preguntar sobre el paradero del sello «ummita», Jordán aseguró que se lo había llevado la CIA. Después modificó la versión, afirmando que lo tenía un guardia civil (se refería a Manuel Carballal, alias «Benito Pazos», que entrevistó a Peña haciéndose pasar por guardia civil). En una tercera versión me confesó que el troquel de hierro lo había sustraído Carballal durante esa visita a su domicilio.

¡También es casualidad! Cuando, en una de las entrevistas, me interesé por el sello «ummita», la CIA acababa de llevárselo (!). Según Jordán Peña, era lógico: quizá yo hubiera descubierto (¡pobre de mí!) los códigos secretos de la «Institución»… Meses después, en otra conversación, al regresar sobre el asunto del sello de «Ummo», Jordán se contradijo: «…Ahora lo tiene un guardia civil. Puedo preguntar si te dejaría verlo…» ¿Por qué se refería a un dispositivo mecánico si, en realidad, según sus propias palabras, eran varios? Enésima mentira. En algunas oportunidades hablaba de un solo sello, y en otras, según, de varias decenas. Sellos que habrían sido manipulados por la CIA para introducir determinadas «informaciones encriptadas» correspondientes, al parecer, a secuencias numéricas. Esos dígitos -siempre según Peña- estarían asociados a cada receptor de cartas «ummitas». Francamente, no concedí mucho crédito a la nueva «revelación» de Jordán. Sin embargo, por aquello de la objetividad, sometí algunos de los sellos originales al estudio de la policía científica. Si Jordán decía la verdad (?), los sellos recibidos por una misma persona deberían ser iguales y, al mismo tiempo, diferentes de los estampados en los mensajes «ummitas» que llegaron a manos del resto de los receptores. En otras palabras: treinta y cuatro sellos con sendas y casi imperceptibles «diferencias», como mínimo.

La investigación fue simple. Varios de los sellos (estampados en cartas recibidas por un mismo ciudadano español) fueron sometidos a las correspondientes ampliaciones e intensificaciones de imágenes, que permitieron una completa apreciación de los más finos detalles del dibujo. Tras el estudio mesoscópico a diferentes aumentos, se procedió al mensurado de las imágenes en cuestión y a la comparación entre las muestras. Se emplearon también iluminaciones episcópica, diascópica, rasante, blanca, ultravioleta e infrarroja de distintas longitudes de onda. Conclusión: ninguno de los sellos era igual que otro. En cada perfil existen más de setenta «diferencias». Algo lógico, por otra parte, dada la simpleza del procedimiento de imprimación. Jordán seguía inventando. Por supuesto, tampoco supo jamás de estas indagaciones policiales. Y prosiguió con su locura: «…Como verás -añadió en otra de las entrevistas-, la textura del sello cambia según sea el destinatario y la fecha en la que se remitió… Modificación calidoscópica que se hace más nítida cuando cambia el tono de color, según fuera la nacionalidad del corresponsal: creo que violeta para España, amarillo para Australia, etc. De ese modo es imposible que sean iguales las diferentes muestras calcográficas repartidas por todo el mundo… Como cosa curiosa te diré que fue secreto para mí hasta que en 1991 me fue entregado el dispositivo de imprimación. En resumen: el grabado es casi imposible de falsificar para un experto agente. Resulta sencillo discriminar el original con un vulgar sello de caucho realizado por cualquier taller calcográfico…» ¿En qué quedamos? Primero afirmó que los sellos eran distintos (cada destinatario tenía el suyo). Después, con idéntica frialdad y cinismo, dijo lo contrario: «De ese modo es imposible que las muestras sean iguales.» Y volvió a caer en el embuste cuando aseguró que la CIA le había entregado el «dispositivo de imprimación». Si cada receptor de cartas tenía asignado un sello específico, con una «variante» concreta en algún punto de la «H», ¿dónde están los restantes dispositivos? Como ya mencioné, sólo en España se han contabilizado 34 receptores de mensajes «ummitas». Cuando hablé con el periodista Antonio San Antonio, la respuesta fue la esperada: «Jordán desvaría.» Aun así, Peña continuó empecinado en «su» verdad: «Yo soy el creador del emblema. Yo lo inventé.» Como imaginaba, no supo aclarar de dónde le llegó la inspiración. Yo, en cambio, sí tengo una teoría al respecto. José Luis Jordán miente, pero, además, fue engañado. Trataré de explicarme. La CIA sabía de la existencia de la célebre «H» en los ovnis desde mucho antes de la supuesta gestación del fraude «ummita» por parte de Jordán. Como ya mencioné, en 1954, los militares del polvorín de Curitiba, en Brasil, permanecieron alrededor de veinte minutos observando una enorme nave con el símbolo en la «panza». Militares y civiles coincidieron a la hora de describirlo. Obviamente, si los militares supieron del avistamiento, la CIA no tardó en recibir cumplida información. Años después, en mayo de 1966, militares y servicios de Inteligencia recibieron la confirmación, merced a la película de ocho minutos captada en la base de seguimiento de misiles, en la isla de Andros. Fue la ratificación ideal: tres ovnis con la «H» en la base e inmóviles sobre una instalación militar estadounidense. En otras palabras: cuando Jordán dice que «inventó» el emblema «ummita», la CIA no sólo tenía conocimiento de la «H» sino que, incluso, disponía de una filmación. Esta circunstancia me conduce a otro inevitable planteamiento: ¿pudo ser la CIA quien propuso el sello «ummita»? Ellos, al fin y al cabo, tenían las pruebas sobre la existencia de unas naves «no humanas» con la referida «H» en el fuselaje. Si la CIA tomó parte en el engaño, qué mejor argumento a favor de unos supuestos viajeros espaciales que un símbolo tomado de la realidad, aunque esa «realidad» sea negada sistemáticamente. Jordán, según esta hipótesis, sería víctima y verdugo, al mismo tiempo. Algo que él no acepta, naturalmente. Y en cada entrevista siguió insistiendo obsesivamente: «Yo la dibujé. Yo soy el creador de la «H». La Institución sólo siguió mis directrices y mis dibujos…» A decir verdad, poco faltó para que le revelara el caso de Curitiba, en 1954. Pero guardé silencio. ¿Hasta dónde podía llegar su cinismo?

Según Jordán, la flecha el sello granate correspondiente a Rumania. «Lo he suprimido -dice- porque te podría facilitar una información que no sé hasta qué punto estoy autorizado a entregar.»

Tres sellos «ummitas» impresos en otras tantas cartas, recibidas por el mismo receptor. Según la policía científica, «no son iguales». Los dibujos presentan múltiples diferencias.

Últimos párrafos de una carta «ummita» con el sello correspondiente, recibida, en este caso, por Ignacio Darnaude Rojas-Marcos en 1972. «Por consejo de la CIA -dice Jordán Peña- suprimí acentos y la tilde de la letra «ñ».»

ASUNTO «MECANÓGRAFO»

Vicente Ortuño, uno de los colaboradores de Jordán Peña, se quedó corto cuando afirmó que «Jordán hacía un deporte de la mentira». Veamos otros ejemplos. En aquel año de 1966, además de las cartas «ummitas», algunos de los receptores empezaron a recibir otras misivas anónimas, redactadas, al parecer, por el «mecanógrafo de los «ummitas»» (4). Este no menos supuesto personaje (perito mercantil), asombrado ante la presencia de los extraterrestres, se decidió a contar lo que estaba viendo y, para ello, eligió a los destinatarios a los que él mismo escribía por mandato de los «ummitas». La primera de estas misivas «aclaratorias» (?) llegó en junio de 1966 a manos de Sesma, en Madrid. A partir de ahí, otros receptores recibieron cartas igualmente anónimas y con mensajes más o menos parecidos. En ellas se hablaba de los «ummitas», de su aspecto físico (rubios y altos), de sus continuos viajes y, por supuesto, de su bondad. Cuando interrogué a Jordán sobre el citado «mecanógrafo», éstas fueron sus respuestas: «No lo busques. El mecanógrafo fui yo. Yo escribí todas las cartas. Por consejo de la Institución estadounidense puse un anuncio en el periódico ABC, ofreciéndome para hacer copias a domicilio. Así nació el embrollo del falso mecanógrafo. Una vez escritas, yo entregaba las cartas a mi contacto en la Agencia [CIA], y ellos las revisaban y las echaban al correo. Para la redacción de los informes «ummitas» -por consejo de los norteamericanos-, yo debía utilizar otra máquina de escribir, omitiendo acentos e insertando faltas de ortografía. De esta forma, simulando la lógica ignorancia de los extraterrestres, el contenido alcanzaba mayor verosimilitud…» Nueva contradicción. Si los «ummitas» no podían escribir a máquina, y si los textos eran mecanografiados por el perito mercantil, ¿por qué suprimir la tilde de la «ñ» o sembrar los informes de faltas de ortografía? Una de dos: o Jordán volvía a mentir, o la CIA es más estúpida de lo que parece… La versión de Jordán Peña sobre el «mecanógrafo» presenta otros graves fallos que, desde mi punto de vista, invalidan sus afirmaciones (una vez más). A saber: según los análisis practicados sobre las cartas del «perito mercantil», varias de estas misivas anónimas fueron tecleadas con la misma máquina con la que se redactaron los informes «ummitas». En segundo lugar: el estilo literario de ambos textos (cartas del «mecanógrafo» y de los «ummitas») es diferente. Jordán, por tanto, en opinión de los peritos, no podría ser el autor de las cartas del «mecanógrafo», suponiendo que hubiera escrito los informes, y viceversa.

Anotaciones de Enrique Villagrasa durante la búsqueda del «mecanógrafo». Junto con Garrido, localizó una treintena de pistas. Cuando estaban a punto de descubrir la identidad del perito mercantil, una inesperada llamada telefónica los obligó a desistir. (Archivo E. Villagrasa.)

Dionisio Garrido, comisario de policía, otro de los receptores de las cartas «ummitas». (Foto: J. J. Benítez.)

Por supuesto, antes que yo, otros receptores de las célebres cartas de «Ummo» dedicaron su tiempo y su dinero para tratar de esclarecer el no menos supuesto anuncio en el diario madrileño ABC. ¿Era cierto que un perito mercantil se había anunciado en dicho rotativo a lo largo de 1965? ¿Se ofrecía para hacer trabajos a máquina? Enrique Villagrasa y Dionisio Garrido (ambos receptores de mensajes «ummitas») tomaron una decisión confidencial, sólo conocida por ellos: «Fue en 1970. Dionisio y yo -me contó Villagrasa- quisimos averiguar qué había de verdad en aquel asunto. ¿Existía el tal mecanógrafo? Y nos pusimos a investigar en el más absoluto de los secretos. Nadie supo nada al respecto. Garrido y yo acudimos a las páginas de ABC y revisamos el año 1965…» Enrique Villagrasa me mostró uno de sus cuadernos. Allí leí treinta anotaciones, con nombres, teléfonos y direcciones. Por ejemplo: «c/ Mauricio Lejendre, 11. Es una señora la que lo hace.» «Lo hace una señorita, profesora de inglés.» «Es una agencia de transportes y no recuerdan que se haya puesto ese anuncio…» «De esta manera -prosiguió Villagrasa- llegamos a seleccionar tres o cuatro. Pues bien, cuando Garrido, como policía, se dispuso a descubrir la identidad de la persona que se hallaba detrás de cada uno de esos anuncios, sucedió algo imprevisto: Garrido recibió una misteriosa llamada telefónica, en la que le advirtieron que debía suspender la investigación. Si no lo hacía, si continuaba, los «ummitas» cortarían los mensajes que estaban remitiendo. Y las pesquisas sobre el «mecanógrafo» fueron interrumpidas.» Villagrasa, el ingeniero, no supo explicar la naturaleza de la súbita llamada telefónica. ¿Fue Jordán Peña? Según Villagrasa, el asunto sólo era conocido por Garrido y por él mismo. ¿Fue la CIA? ¿Estaban intervenidos los teléfonos de los receptores de las cartas «ummitas»? ¿Quién fue el responsable de aquella llamada (5)?

ASUNTO «ATERRIZAJE OVNI EN ALUCHE»

Como ya comenté anteriormente, el domingo, 6 febrero de 1966, algo extraño sucedió en el barrio madrileño de Aluche. Dos días después, la prensa publicaba la siguiente noticia: «Serían más o menos las ocho de la tarde de ayer domingo, cuando en el barrio de Aluche, muy cerca de la Casa de Campo, un objeto sin identificar, pero que por las descripciones de los testigos responde a las características de los traídos y llevados «platillos volantes», tomó tierra en terrenos de la finca «El Relajal» y, segundos más tarde, emprendió nuevamente el vuelo para perderse en el cielo.

»Como vestigio de la presencia del objeto, queda una superficie del suelo no muy extensa casi carbonizada y la afirmación categórica de algunos testigos presenciales del hecho. Uno de los testigos no ha querido facilitar su nombre para evitar su publicidad; el otro, que observó desde la ventana de su casa la llegada y partida del extraño objeto, es Vicente Ortuño. Las descripciones coinciden en afirmar que «un disco anaranjado descendió, se posó en tierra y seguidamente emprendió vuelo a gran velocidad». Todo ello a las ocho de la noche de ayer domingo…»

Uno de los testigos del supuesto aterrizaje ovni en Aluche fue, justamente, Jordán Peña. Eso, al menos, fue lo que reconoció (6). Cuando le interrogué sobre aquel lejano suceso, Jordán titubeó: «… Han pasado muchos años… Yo fui el inventor de todo, con la ayuda de dos personas más… Esa tarde del domingo fuimos al lugar y elaboramos las huellas. Las hicimos con un cubo de playa… Después quemamos la zona con un soplete… La Institución americana [la CIA] me proporcionó tierra radiactiva (arena con un corto porcentaje de óxido de torio). La esparcí en el interior de las huellas y en las proximidades. Ninguno de mis colaboradores lo supo jamás [Jordán se refería -si decía la verdad- a Vicente Ortuño y a uno de sus cuñados]. Después telefoneé a la prensa y aparecieron los testigos… Algunos fueron pagados previamente o condicionados…» Meses más tarde, al preguntar sobre el mismo asunto, Jordán Peña desvarió. Ya no recordaba a los testigos que habían sido «comprados», excepción hecha del ingeniero señor Ramírez. «Era amigo mío. Ése era su verdadero nombre. Todo fue un montaje. Él cobró un dinero…» Jordán, como digo, desvariaba o mentía.

Una de las fotos tridimensionales, supuestamente «ummitas», presentadas a Sesma por Vicente Ortuño en 1966. Se trataba de una publicidad de los laboratorios Pfizer, de Nueva York.

Jordán Peña ocultó cuidadosamente la parte dorsal de las fotografías tridimensionales en las que se leía el presente texto publicitario, con el nombre del laboratorio norteamericano. En la imagen se aprecian las veinticuatro manchas provocadas por el pegamento utilizado para tapar dicha zona dorsal con una cartulina.

Simbolos «ummitas» dibujados por Jordán Peña sobre una de las cartulinas adheridas al envés de la fotografía tridimensional. Se trataría de una de las pruebas de su participación fraudulenta en el caso «Ummo».

Ramírez fue uno de los testigos (?) de otro caso, mucho más sonado, registrado en la tarde del 1 de junio de 1967, en San José de Valderas. El tal Ramírez aseguró haber visto el ovni que fue fotografiado en Valderas y describió también la «H» que presentaba en la panza. Jordán, al recordarle que se había equivocado de testigo, palideció y cambió de tema, mintiendo por enésima vez: «…Fueron los norteamericanos quienes me proporcionaron el aparato para practicar las huellas del aterrizaje de Aluche. Todo el mundo se lo tragó.» Cuando interrogué a Vicente Ortuño, uno de los cómplices de Jordán, confirmó la primera versión: la del cubo de playa. «Con eso hicimos los agujeros -añadió Ortuño-. Yo lo ayudé también en la redacción de algunas de las cartas «urnmitas», en las llamadas telefónicas y a la hora de llevar unas fotos tridimensionales (supuestamente extraterrestres) a Fernando Sesma. Eran unos cortes biológicos. No sé de dónde las sacó. Me pidió que las llevara personalmente a la casa de Sesma y que se las mostrase, como enviado de los «ummitas». Recuerdo que Sesma las recibió como un niño. Estaba maravillado, y se las mostró a toda su familia. Eso fue en enero de 1966, poco antes de lo de Aluche. Yo, entonces, me había dejado una larga y espesa barba. Ésa fue una de las razones por las que no permití que me fotografiaran junto a las huellas de Aluche. De haberlo hecho, Sesma podría haberme reconocido en mis posteriores visitas a las reuniones que celebraban en la Ballena Alegre.» ¿Quién mentía? ¿Cómo surgieron las huellas de Aluche? Para algunos investigadores, aquel terreno era demasiado duro como para practicar unos «rectángulos» tan profundos. Salazar Serrano lo intentó y comprobó que el cubo de plástico en cuestión no servía para semejante fin.

 

 

Ortuño desaparece por la derecha de la fotografía. «Si me hubiera dejado fotografiar junto a los testigos y las huellas de Aluche, Fernando Sesma podría haberme reconocido como el «mensajero» de los «ummitas».»

 

 

Vicente Ortuño, cómplice de Jordán Peña, con la barba que lucía en aquel tiempo. «Me quité de en medio cuando comprendí que aquella supuesta broma empezaba a escaparse de las manos.»

Tuvieron que ablandar previamente el terreno (inundado) y utilizar después una pesada maza de hierro. «Nadie, en su sano juicio, hubiera logrado unas huellas tan profundas con un simple cubo y, mucho menos, la cruz en aspa que aparecía en el fondo.»

Cuando pregunté por la autoría de la llamada telefónica recibida por Fernando Sesma y en la que le anunciaban un avistamiento «urnmita» en Madrid para ese mes de febrero de 1966 (la llamada tuvo lugar el día 2 de febrero), Jordán Peña se limitó a guardar silencio, invocando la enigmática y más que sospechosa excusa: «Secreto». De esta llamada, Vicente Ortuño no sabía nada…

Algo no encajaba. Si el avistamiento y el aterrizaje ovni de Aluche había sido otro «invento» del diabólico Jordán, ¿por qué fue visitado en su domicilio, en la calle San Illán, por un oficial del Ejército del Aire Español? Ésta fue la versión de Jordán Peña y de Maite, su mujer, que asistió también a la conversación con el citado militar: «Se presentó en la casa poco después del incidente de Aluche. Llegó de uniforme. Se quitó la gorra y dijo que me había localizado por la prensa. Quería conocer mi versión de los hechos. Yo, entonces, le dije que podía tratarse de un ovni de origen norteamericano. Le comenté, incluso, que mis sospechas se dirigían hacia la base de Torrejón. Según dijo, él también había visto el objeto…» Maite, la esposa, asintió con la cabeza. «Y nos habló de unas extrañas interferencias electromagnéticas registradas en la torre de control y en coincidencia con el aterrizaje de Aluche. Yo estaba asombrado. Aquel militar me estaba hablando de algo que yo había inventado. Después añadió: «Tenga cuidado porque estas cosas pueden ser norteamericanas. Es usted muy joven…» Me dejó una tarjeta con su nombre y teléfono. Plaza, se llamaba…. Meses más tarde lo llamé por teléfono y me dijeron que me había equivocado. Allí no conocían al tal Plaza. Nombre y teléfono eran falsos. Acudí al Ministerio del Aire y presenté la tarjeta en cuestión. Nadie sabía nada. El militar no existía. Después supe que otro de los testigos de Aluche recibió la visita del mismo militar. Era un individuo de baja estatura, con bigotito y muy educado.» Esta declaración de Jordán se produjo el 29 de abril de 1992; un año antes de su autoinculpación.

Una de las huellas del supuesto aterrizaje ovni en Aluche (Madrid).

Forma y dimensiones, en centímetros, de una de las huellas de Aluche (Madrid). (Archivo de Rafael Farriols.)

Y hay aún un último «detalle» que obviamente, me hace desconfiar de la palabra de Jordán Peña. El 26 de febrero de 1966, como ya he mencionado, Jordán dirigió una larga carta al investigador Eugenio Danyans, relatándole lo ocurrido en Aluche. En dicho texto habla de «algo» que vio en el «vientre» o zona inferior de la nave: «…una línea recta situada entre dos paréntesis abiertos hacia afuera». La explicación iba acompañada por varios dibujos del propio Jordán. Años más tarde, al interrogarlo sobre el emblema «ummita», Jordán cometió otro error: «Yo dibujé el emblema, al principio con los palos rectos. Después, el periodista Antonio San Antonio curvó esos trazos hacia el exterior.» Algo no encajaba, efectivamente. Según declaraciones de Jordán Peña, su primer contacto con San Antonio fue telefónico y tuvo lugar quince meses después del caso Aluche, en la mañana del 1 de junio de 1967, con motivo del ovni fotografiado en San José de Valderas (Madrid). Si esto es así, ¿por qué en la versión proporcionada a Danyans habla de un símbolo con los palos exteriores abiertos hacia afuera? Podría ser, claro está, que Jordán y San Antonio se conocieran anteriormente. En este caso, Jordán Peña seguiría mintiendo…

Dibujo de Jordán Peña. Objeto visto en Aluche en la tarde del 6 de febrero de 1966.

ASUNTO «ClA Y COMPAÑÍA»

En otra larga carta (más de doscientos folios), Jordán, de pronto, hizo una inesperada «confesión» (?): «…Era ministro de Gobernación don Camilo Alonso Vega, que había sido informado años antes por la «Institución norteamericana» [ClA] de la reservada operación «Ummo». Ya me había entrevistado con él para informarle detalladamente de nuestros proyectos. Él se mostró respetuoso con los planes, aunque se abstuvo completamente de toda intervención por parte de ningún agente. Hasta que un día tuve una entrevista con él, en el ministerio. Estaba hondamente preocupado por el cariz sociológico que iba tomando el dichoso asunto de las «Caras de Bélmez». Había traspasado las fronteras hasta el punto de que varios teletipos, desde Alemania, Italia, Estados Unidos…, se mostraban inquietos ante las extrañas noticias que estaban recibiendo. Tal vez porque estaba realizando una experiencia sociológica -«Ummo»-, me rogó que interviniera en la selva de los supremos arcanos de ultratumba. No me lo dijo así, claro está. Era demasiado inteligente para creer en las supersticiones populares que mezclaban lo divino con lo mágico. Pero se mostraba inquieto por las posibles e impredecibles implicaciones políticas que pudiera arrojar el suceso, como un gigantesco pulpo que nos succionara a todos… Me escuchó con asombro, entusiasmado por mis brillantes explicaciones. Entonces dio las órdenes oportunas para que consideraran como oficial mi tarea investigadora. Puso a mi disposición varios agentes de la Benemérita, incluso me asoció a un miembro de la Brigada Político-Social. Esto es realmente lo sucedido. He de rechazar como absurda la idea de que fuera el gobierno español el motor del asunto «Ummo» y yo el agente subordinado al mismo Alonso Vega, aunque sí -repito- estuviese informado de mis actividades…»

 

¿Hasta qué punto son creíbles las afirmaciones de Jordán? ¿Se informó al gobierno de Franco de la operación «Ummo»? ¿Lo hizo la ClA, como asegura José Luis Jordán Peña? Cuando analizamos lo ocurrido a lo largo de esos años, las palabras de Jordán quedan de nuevo en entredicho. Los agentes o servicios de Inteligencia de la dictadura sí estuvieron presentes, en varias ocasiones, en el desarrollo del tema «ummita». Un ejemplo, lo tenemos en el micrófono que fue hallado en la sede de Eridani, una sociedad fundada en Madrid en 1971 para la investigación del fenómeno ovni y demás temas cosmológicos y de la que formaban parte, entre otros, algunos de los primeros receptores de mensajes «ummitas». Fueron éstos -Villagrasa, Joaquín Martínez y Jorge Barrenechea- quienes me proporcionaron la información sobre aquel incidente: «Fue hacia 1972. Eridani se hallaba entonces en la calle Belén, 15. Alguien llamó por teléfono y nos alertó sobre la existencia de un micro. Nos reunimos previamente, fuera de la sede, para decidir qué debíamos hacer, en el caso de que apareciera dicho micrófono. Allí estaban Jordán Peña, que era presidente de Eridani, Aguirre, Barrenechea, Juan Domínguez, Borraz, Villagrasa, Joaquín Martínez, Paco Mejorada, Dionisio Garrido y Muela. Y a eso de las siete de la tarde entramos en el domicilio, y procedimos a una minuciosa y silenciosa búsqueda. Fue Barrenechea quien lo encontró. Estaba pegado con cinta a una tabla existente sobre el radiador. Nos quedamos perplejos. Era increíble: alguien estaba espiando. Era un micro pequeño, del tamaño de una caja de cerillas, embutido en un bloque de plástico transparente. Pesaba muy poco. Garrido, el policía, lo examinó y lo guardó en una caja, con el fin de que no pudieran escucharnos. Entonces, alguien se percató de la presencia de un Mercedes negro, aparcado muy cerca de la sede. Jordán Peña salió a la carrera, pero el coche arrancó y desapareció. El micro parecía muy tosco y artesanal. Días después lo depositaron en el buzón de Eridani porque -dijeron- los de «Ummo» pasarían a recogerlo…»

 

 

Camilo Alonso Vega, ministro de la Gobernación (hoy llamado del Interior).

 

 

Jorge Barrenechea, el hombre que halló el micrófono en la sede de Eridani, en Madrid. (Foto: J. J. Benítez.)

 

 

Tres imágenes del tosco micrófono encontrado en la sede madrileña en la que se reunían habitualmente algunos de los receptores de las cartas «ummitas». En la imagen 1 se distinguen el acumulador, el solenoide y los posibles transistores. En la imagen 2 aparece la antena, y en la 3, el micrófono. (Gentileza de Enrique Villagrasa.)

 

La cuestión es que el micro terminó en el domicilio de Jordán Peña y, supongo, allí sigue, en un cajón de su despacho. La última vez que lo tuve en mis manos fue el 20 de mayo de 2000. Le pedí que me permitiera analizarlo, pero Jordán se negó. «Nunca supimos quién estaba detrás -añadió-. La CIA me avisó de la existencia en Eridani de una frecuencia desconocida. Por eso lo encontramos. En cuanto al vehículo que permanecía estacionado a las puertas de Eridani, ni idea. La «Institución» tampoco supo darme razón.»

 

Si Jordán decía la verdad (?), es evidente que alguien deseaba estar al tanto de lo que se hablaba en la inofensiva sociedad de estudios cosmológicos. Si ese «alguien» no era la CIA, ¿en quién podemos pensar? Sólo se me ocurren dos posibilidades, medianamente correctas: el ministro de la Gobernación o el propio Jordán, por su cuenta y riesgo. En ambos supuestos, Jordán Peña habría mentido de nuevo.

Otro de los incidentes en el que, al parecer, intervinieron agentes de policía españoles tuvo lugar en diciembre de 1970, en plena «actividad» del asunto «Ummo». El «protagonista» fue Enrique de Vicente, estudioso del tema ovni y hoy director de la revista Año Cero. Ignacio Darnaude, en su exhaustiva recopil­ción de escritos «ummitas» (Ummocat), en el documento número 415, dice al respecto: «Según aseveraciones de Enrique de Vicente… , hacia diciembre de 1970 recibió un sobre anónimo con matasellos del distrito del aeropuerto de Barajas (Madrid) que contenía dos fotografías (tamaño 9 x 12), pertenecientes a un varón de raza blanca, corpulenta complexión y elevada estatura, que aparentaba alrededor de cuarenta años, elegantemente vestido a la usanza europea y tocado de mascota [sombrero] al estilo del cine negro americano .. El curioso personaje se erguía a pie firme en alguna suerte de barco, malecón o paseo marítimo, en parajes costeros o fluviales de Portugal o Brasil, a juzgar por los letreros, en portugués, que aparecen en dichas imágenes… Al dorso figuraba un afectuoso mensaje dirigido a De Vicente, con motivo de su persistente interés por el misterio de «UMMO»… El texto aparecía firmado por «Dei-98″, el supuesto líder de los «ummitas» en España. A Enrique de Vicente, excitado por el inesperado regalo, le faltó tiempo para telefonear a medio Madrid, dando cuenta de la existencia de las fotografías del «ummita» «Dei-98″… Según De Vicente, las fotos en cuestión fueron a parar a su cartera de mano y, con ella, se echó a la calle y prosiguió sus múltiples contactos y actividades habituales. Pasadas varias horas, ante su sorpresa, fue abordado por inspectores de la siniestra Brigada Social de Franco, adscritos al rastreo de operaciones subversivas antifranquistas, que lo trasladaron sin contemplaciones a la Dirección General de Seguridad, sita en la Puerta del Sol, en el corazón de Madrid… Al llegar, como es preceptivo, entregó el portafolios con todo el variopinto y personalísimo contenido, incluidas las dos fotos del supuesto extraterrestre… Allí fue interrogado durante varias horas sobre su hipotética participación en algaradas estudiantiles. Finalmente, los policías lo pusieron en libertad, con la excusa de que todo había sido un error… Al salir del «kilómetro cero», los «grises» le devolvieron cortésmente la bolsa de mano .. Cuando Enrique de Vicente buscó las fotos de «Dei-98″ comprobó que ambos retratos habían desaparecido…»

Enrique de Vicente, receptor de las falsas fotos de «Dei-98», el líder de los «ummitas» en España. (Foto: J. J. Benítez.)

Las fotos del supuesto «Dei-98» fueron mostradas, antes de su incautación por los funcionarios, a los también investigadores del tema «Ummo» Francisco Mejorada y Javier Ruiz Sierra. Ambos dieron fe de la existencia de dichos retratos.

 

Hasta aquí, la versión «oficial». Lo que no se había dicho hasta ahora es que Enrique de Vicente fue víctima de una broma. El autor de la trastada fue Ignacio Darnaude. Así me lo confesó: «Yo tenía un tío, Antonio, que era radioaficionado. Pues bien, cuando efectuaban una nueva conexión, era costumbre que se intercambiaran fotos o postales, dando cuenta de los pormenores de dicha comunicación. Un buen día, mi tío Antonio recibió dos fotografías de un radioaficionado brasileño. Yo me hice con sendos retratos y pensé en gastarle una broma al crédulo Enriquito. Escribí un saludo al dorso de las fotos y lo firmé como «Dei-98″. Después me puse de acuerdo con un amigo de Madrid y éste lo echó al correo, en la zona de Barajas. El resto ya lo sabes…»

 

 

Ignacio Darnaude, autor de la broma a Enrique de Vicente. Las fotos del supuesto extraterrestre eran los retratos de un radioaficionado brasileño. (Foto: J. J. Benítez.)

 

Sí, lo sabía, y sigo preguntándome: ¿quién alertó a los policías de la Dirección General de Seguridad? ¿Estaba «pinchado» el teléfono de De Vicente? Y, si lo estaba, ¿quién llevó a cabo la escucha: la CIA o la policía de Franco? ¿Fue alguno de los receptores de las cartas «ummitas», advertido por De Vicente de la existencia de las fotos de «Dei-98», quien lo puso en conocimiento de Jordán? ¿Fue Jordán, a su vez, el que avisó a la Policía o a la CIA? El embrollo es de tal magnitud que hoy, incluso, dudo de la segunda parte de la historia: la detención de Enrique de Vicente. Cabe la posibilidad de que las fotos de marras fueran «extraviadas» por De Vicente, al comprender o sospechar que había sido víctima de una broma…

El 20 de noviembre de 1988, los servicios de Inteligencia españoles volvieron a intervenir en el asunto «Ummo», según Jordán Peña. Ese día, en el hotel Sanvy, en Madrid, un nutrido grupo de estudiosos y seguidores de los «ummitas», fueron convocados para asistir a la lectura de una nueva y supuesta misiva extraterrestre. Previamente (primeros de ese mes de noviembre), varios ciudadanos españoles habían recibido sendas cartas procedentes de Suiza en las que -en un pésimo inglés­ se anunciaba que los «ummitas» estaban a punto de hacer una importante revelación sobre la Sábana Santa de Turín. Yo fui uno de los receptores de aquella carta y, francamente, quedé desconcertado. Curiosa y sospechosamente, pocos días antes de dicha recepción, la Iglesia católica dio a conocer en rueda de prensa el veredicto del carbono 14 sobre la antigüedad del referido lienzo. El 13 de octubre, el cardenal Ballestrero anunciaba al mundo que la Síndone o Sábana Santa fue confeccionada entre los años 1260 y 1390. La reacción de los numerosos científicos que no estaban de acuerdo con el veredicto del C 14 no se hizo esperar y, lógicamente, se encendió la polémica. Pues bien, en mitad de esa polvareda -sospechosamente, como digo-, apareció la supuesta carta de «Ummo». Y esa tarde del 20 de noviembre, ante doscientas personas, Rafael Farriols procedió a la apertura de la misiva «ummita». En el sobre se leía la siguiente observación: «ANTES DE ABRIR. Para abrir el 20 de noviembre de 1988 a las dieciocho horas y diez minutos ante toda la asamblea.» En total, casi diez folios mecanografiados a un solo espacio. La larga y monótona carta, leída por Luis Jiménez Marhuenda (7), me dejó más perplejo si cabe. En ella, los «ummitas» aseguraban que la Sábana Santa que hoy conocemos se trata, en realidad, de una copia, propiciada por la Iglesia católica. El cambio -rezaba el panfleto- se efectuó en 1929. Según los «ummitas» el lienzo fue comprado en secreto por la Iglesia. Se trataba de una tela fabricada en Jaffa (Israel) en 1220. Construyeron igualmente un molde metálico con la imagen del hombre muerto y así, aplicando el lino al metal previamente calentado, obtuvieron la imagen que hoy conocemos. De la sorpresa pasé a la indignación. Aquello era una burla y de muy mal gusto. Años después, al interrogar a Jordán Peña sobre el contenido de esta carta, lo negó todo: «No sé nada sobre ese cambio de la Sábana Santa. El Cristo de «Ummo» sí fue un invento mío. Eso, en cambio, lo del hotel Sanvy, es falso…» Meses más tarde, al plantearle el tema de nuevo, Jordán olvidó sus anteriores declaraciones y afirmó (por escrito): «…El documento sobre la Sábana Santa de Turín fue redactado al alimón por mí, y fue injertada, además, una parte clave por un agente español del CESID. Te digo esto porque fuiste precisamente tú quien me inspiró relativamente la fantasía del informe sobre el sagrado Síndone. No hay demasiado espacio en esta carta. Más adelante seré más explícito…»

Invitación para participar en la reunión convocada por los «ummitas» en el hotel Sanvy, en Madrid.

 

Parte de la carta «ummitas» recibida por J. J. Benítez en la que se habla de la Sábana Santa de Turín y de cómo fue cambiada por un lienzo fabricado en 1220 en Jaffa. Otra burda broma…

En una nota «E-1», en esa misma carta, Jordán añadía: «Mi trato con el tema fue circunstancial. Sospecho que la Administración norteamericana también tenía algún contencioso con esta organización internacional (8). El caso es que, ¿a título privado?, un agente conocido por mí que había, años atrás, actuado como enlace en la operación U W W me suplicó que recibiese a un agente del CESID, para tratar un asunto diferente al caso «UMMO». Fue, pues, casi el único contacto que tuve con estos señores. El ruego cumplido de insertar determinados párrafos en el informe. Que debería ser leído precisamente a determinada hora y en un hotel determinado. La coincidencia de la detención de la plana mayor de los dirigentes de esta secta frenoclasta me sorprendió a mí mismo. Sospecho con bastante certeza que hay una especie de hiato entre la lectura pública del informe y la operación policial. Pero el asunto está entre tinieblas, tanto para ti como para mí.»

 

 

Carta «ummita» con matasellos de Suiza, con fecha 1 de noviembre de 1988. Según Jordán Peña, fue manipulada por el CESID.

 

¿Decía la verdad Jordán Peña? ¿Participó el CESID (antiguo Centro Superior de Información de la Defensa) en la redacción de la carta «ummita» sobre la Sábana Santa? Para mí, en este asunto, sólo hay una cosa cierta: la supuesta revelación sobre la Síndone es más falsa que el pavo de Bush…

 

ASUNTO «OVNI SOBRE ALICANTE»

No pude resistir la tentación. En una de aquellas incómodas entrevistas saqué a relucir el caso del ovni visto en la noche del 27 de mayo de 1977 sobre la localidad de San Vicente del Raspeig, en Alicante. Como se recordará, dos días antes, el desaparecido Luis Jiménez Marhuenda recibió una carta anónima en la que le anunciaban una «señal luminosa» , visible desde su domicilio. Luis y otras diez personas fueron testigos, a las doce de la noche del referido viernes, 27 de mayo, de una bola de fuego que cruzó el cielo en silencio y de este a oeste. Al recordar el caso, Jordán sonrió malévolo y afirmó: «Eso fue un misil. Fue lanzado por el ejército de Estados Unidos desde la base de Aitana. Yo supe del lanzamiento con antelación y envié la carta al pobre Luis…» Ante las nuevas preguntas, Jordán Peña aclaró: «Me enteré del lanzamiento en una reunión en Madrid, en la que participaron Alicia Araujo, la Institución norteamericana y yo… Formaba parte de la operación «Ummo» o «U W W». Supe de la fecha y de las características de la prueba y me apresuré a escribir la carta…»

 

Era asombroso. La capacidad de Jordán Peña para la mentira no tenía límites. Y lo más increíble es que terminaba por creer sus propios embustes. Veamos. Jordán volvió a mentir al situar el lanzamiento del misil (?) en la base de Aitana. Este lugar, al noroeste de la ciudad de Alicante, es un radar militar. Nunca fue una base de lanzamientos. En segundo lugar, si se hubiera molestado en consultar un mapa, Jordán habría comprendido que esa «explicación» era inviable porque, sencillamente, el ovni fue visto de este a oeste (Aitana, como digo, se encuentra al norte). En tercer lugar, según mis averiguaciones, en esa fecha y en las anteriores y posteriores al 27 de mayo, no se registraron maniobras militares en la zona. Por último, por muy norteamericanos que sean, ¿en qué cabeza cabe que disparen un misil sobre un núcleo urbano y a las doce de la noche? La carta existe y me consta. Jordán Peña miente. Eso también es innegable. El objeto fue visto por muchas personas. Esto es igualmente cierto. La cuestión es: ¿quién manipuló al manipulador?

 

 

Ovni sobre San Vicente del Raspeig a las doce de la noche del 27 de mayo de 1977. Situación del radar militar en Aitana y trayectoria del supuesto misil, según Jordán Peña. El viento, esa noche, soplaba de norte a sur. El último vuelo que entró en el aeropuerto de El Altet se registró a las 23.25 horas del jueves, 26. Es decir, media hora antes del avistamiento ovni.

ASUNTO «SUSURROS»

Lo ocurrido en aquel verano de 1996 fue, cuando menos, sorprendente. Debo empezar por aclarar que Jordán Peña jamás pisó la casa de Rafael Farriols, en Argentona (Barcelona). Pues bien, en varias de las entrevistas en su domicilio, en Madrid, Jordán repitió que «Ummo», como «experimento», finalizó en 1989, «más o menos coincidiendo con la caída del muro de Berlín. La Institución -añadió, refiriéndose a la CIA- dio por concluido el «experimento». No me preguntes por qué ..» Jordán mentía o inventaba, una vez más. Después de 1989 siguieron apareciendo cartas «ummitas». ¿Fueron obra suya? La cuestión es que el 15 de julio del citado 1996, Rafael Farriols recibió una nueva misiva, supuestamente «ummita». Dado su especial interés, y con la autorización de Farriols, la reproduzco íntegramente. Decía así:

Ummoalevee

Número de copias: 3 (Escrito a mano (9))

Permítame poner la mano en su pecho.

Mi nombre es OOLEEOO 2, hijo de EEWAANII 1. Yo no he tenido el honor de dirigirme a Vd. previamente, pues me encontraba hasta hace 2,4 años [en medida de su tiempo] en «Ummo» planeta del que soy originario.

(Yo entiendo que hace 2,4 años que está en la Tierra).

He sido destinado recientemente a su bello país con la misión de restablecer un contacto voluntariamente abortado por imperiosas órdenes de mis hermanos a los que me hallo voluntariamente sometido. Obran en mi poder todos los DEEGOO (Supongo que se refiere a datos y referencias; es una voz nueva) conteniendo una precisa descripción de toda la historia de nuestra incorporación (98,4% de las veces pasiva) a su hermoso OYAGAA (10). (Entiendo que sólo en 1,6% de ocasiones ha sido una incorporación o relación íntima y activa). Poseo también una minuciosa definición psicosomatológica de Vd. y de todos sus hermanos que han tenido contacto más o menos próximo a nuestra cultura. Mis hermanos expedicionarios que estuvieron en contacto con Vd. me ruegan le transmita un emocionado saludo.

Vd. no puede hacerse una idea ni remotamente aproximada de la tristeza que nos embarga cuando debemos abandonar misiones en las que se implican afectos y sentimientos. Ello es debido a la peculiar estructura de nuestro cerebro en el que además de una evolución del cuerpo estriado y del tálamo muy superior a la de Vds. se ha desarrollado considerablemente en nuestra especie el GOOYOOOOO (parte del cerebro equivalente a lo que Vds. denominan Polígono de WILLlS). Este subórgano es el responsable de lo que su inteligentísimo hermano Miguel Unamuno denominaba «Inteligencia Simiente» y que sus hermanos neurólogos están próximos a descubrir en su planeta. De hecho algunos pedagogos y psicólogos norteamericanos ya han empezado a elaborar tests (más sobre bases empíricas que científicas) que correlacionan inteligencia y sentimientos. Compruebe Vd. mediante sencilla observación de las diferentes especies animales que comparten existencia con Vd.

A mayor inteligencia mayor sensibilidad

Pero además (y esto es parcialmente desconocido en OYAGAA) la sensibilidad, retroalimenta a la inteligencia, no solamente por proporcionar una mayor información sino también una MEJOR información situando así a los cerebros en un plano cuántico perceptible por BUAWA BIIAEI (11) que instará a una mutación de la especie a través de unos individuos concretos, auténticos «pioneros biológicos».

Sr. Rafael: Con contenida emoción hemos estudiado su libro EL HOMBRE EL COSMOS Y DIOS el cual nos ha parecido excelente: es encomiable y enternecedor observar a un OEMMII (12) de OYAGAA luchando con dignidad y tesón entre las embravecidas aguas de la ignorancia imperante. Nuestra mano en su pecho, señor. No obstante (y le suplicamos no tome lo que sigue como una crítica) le invitamos encarecidamente a que repase los siguientes documentos: EL MANIFIESTO COMUNISTA (Karl Marx y Friedrich Engels) y los cálculos de Gauss y las implicaciones del llamado plano de Gauss para representar gráficamente los llamados por Vds. «números complejos».

Nosotros conocíamos con una alta certeza la posibilidad de victoria de su hermano J. M. AZNAR en las elecciones democráticas del país España. Por ello mis hermanos le advirtieron de lo arriesgado de ciertas inversiones antes de la primera mitad del año actual. Si Vd. pregunta a expertos inversores le dirán el número de aventuras empresariales fracasadas o periclitadas en los últimos dos años. Nosotros creemos con alto grado de fiabilidad que se aproxima un buen momento inversor, mas ello sabiendo elegir los campos y momentos adecuados y dejándose asesorar por expertos.

 

Sr. Farriols: Hay un riesgo de rebrote en su país de fiebre equina. Tome precauciones.

Sr. Farriols: Nosotros queremos saber si quiere Vd. ayudamos a reestructurar la A YUYISAA (Red) de su país. Para ello nos sería de gran ayuda que Vd. pregunte personalmente a TODOS cuantos han tenido un contacto razonablemente alto con civilización «UMMO» sobre su eventual interés en una reparticipación en el estudio de nuestra civilización. Puede para ello usar canal telefónico entre días 5 de Julio y 28 de Agosto del año 1996. Puede suplicar ayuda a su hermano PONS.

Sr. Rafael, yo pongo mi mano en su pecho. Ruego transmita nuestro respeto a su YIEE (esposa) y a sus hermanos adictos.

Dictó: OOLEEOO 2 Hijo de EEWAANII1

Cuando Farriols leyó la carta, quedó sorprendido, al menos por dos motivos. El 24 de julio de ese año (1996) me escribía, lógicamente alarmado, explicando las razones: «…He escrito un libro que titulo El hombre, el cosmos y Dios. No lo he publicada todavía, aunque ésta sea mi intención. He sacado unas pocas fotocopias del libro que he repartido entre la familia y, desde hace un mes, una copia a Jorge Barrenechea… Me parece inconcebible que digan «hemos estudiado su libro». ¿Cómo es posible si -prácticamente- sólo estaba en el ordenador?… Además, y eso es muy interesante, yo había «metido la pata» en mis comentarios sobre el manifiesto comunista y sobre la imposibilidad de representar gráficamente los números complejos, o imaginarios, en el plano de Gauss. A raíz de las advertencias «ummitas», tuve que modificar ambos conceptos para ceñidos a la realidad, pues llevaban razón…»

 

 

Cubierta del libro escrito por Rafael Farriols y mencionado en la carta «ummita» del 15 de julio de 1996. Según Jordán, «la Insititución» (CIA) supo del libro porque «espiaron su ordenador». (Gentileza de Farriols.)

 

La segunda causa de extrañeza se hallaba en uno de los últimos párrafos de la referida carta «ummita»: «Sr. Farriols: Hay un riesgo de rebrote en su país de fiebre equina. Tome precauciones.» Y Rafael Farriols, con razón, se preguntó: «Si Jordán fuera el autor de esta carta, ¿cómo podía saber que tengo caballos si jamás ha estado en mi casa?, ¿cómo adivinó que entre mis planes, estaba la exportación de caballos a Alemania e Italia y que, obviamente, la fiebre equina hubiera puesto en peligro mi proyecto?» Jordán, según dijo, «no sabía nada de esa carta». Meses después cambió de opinión: «No sé quien la redactó, pero la información procede de la Institución. Ellos disponen de medios técnicos para espiar las conversaciones de Farriols y para entrar en su ordenador. Así supieron lo del libro y lo de los caballos.»

 

 

«La CIA espió a Farriols», dice Jordán Peña.

 

¿Decía la verdad Jordán Peña o se trataba de una nueva mentira-fantasía? Un mes más tarde, el 26 de agosto (1996), Farriols recibió una segunda misiva «umrnita». En ella, comentada en páginas precedentes, los supuestos extraterrestres le rogaban que elevara el tono de la voz por encima de diecisiete decibelios. Días antes, como se recordará, Rafael se encerró en su estudio y a eso de las dos de la madrugada, mientras caminaba en círculos, susurró a los «ummitas» una serie de preguntas y reflexiones. «Este monólogo lo ensayo varias veces al año, aunque, en aquella ocasión, me dio por hablar con susurros; es decir, sin emplear las cuerdas vocales y confiando en la eficacia de sus métodos de amplificación. Por lo visto me equivoqué y les fue muy difícil grabar lo que decía. Pero fíjate que, con esa frase, me confirmaron que estaban «escuchando», pese a que obtuvieran una «mala grabación». ¡Ándate, pues, con cuidado con lo que piensas! «Ellos» acceden a tus pensamientos siempre que dispongan de un artefacto adecuado situado dentro de una área circular de veintidós metros de radio. Esta «gente» se las sabe todas…»

 

Cuando planteé el enigma de los «susurros» Jordán me remitió a lo ya dicho: «Fue la Institución norteamericana [CIA] quien espió a Farriols.» Lógicamente, me interesé por los detalles: ¿cómo lo hicieron? ¿Cómo es posible que estuvieran vigilando la casa a las dos de la madrugada, de una noche y de un año cualquiera? «Ellos captan la voz -fue la única respuesta de Jordán Peña-. Para eso disponen de sistemas electrónicos muy precisos. Al hablar, los cristales vibran. Esa vibración (treinta mil ciclos por segundo) es recogida en el exterior por un receptor.» Tal y como decía, Jordán no conoce la casa de Farriols y, por tanto, no sabe que los cristales del estudio son, en realidad, planchas de metacrilato de veinte milímetros de espesor. En otras palabras: jamás vibrarían ante un susurro… Jordán, además, olvidaba sus declaraciones anteriores. Si el «experimento» había concluido -según él­ en 1989, ¿por qué espiar a este ciudadano barcelonés en 1996? Por esa misma regla de tres, también el resto de lo receptores de mensajes «ummitas» deberían haber sido espiados, día y noche. Es decir, cientos de personas, contando a los familiares y amigos que compartían cartas e inquietudes. No imagino a la CIA manteniendo semejante dispositivo, durante treinta años, para satisfacer las pretensiones de un desequilibrado. Naturalmente, cuando pregunté por el suceso protagonizado por María Antonia Segura («MAS»), poco antes del congreso sobre «Ummo» celebrado en marzo de 1980 en Alicante, Jordán se quedó en blanco y reconoció que no sabía de qué le hablaba. Y volví a plantearme la gran cuestión: si José Luis Jordán estaba mintiendo, si la CIA no había espiado a Farriols, ¿quién tenía acceso a susurros y pensamientos? ¿Quién manipulaba al manipulador?

 

 

Rafael Farriols, en su estudio, en Argentona. La totalidad de las ventanas y puertas están protegidas por placas transparentes de metacrilato de metilo de veinte milímetros de espesor (antibalas). Es técnicamente imposible que dichas placas puedan vibrar a causa de la voz y, mucho menos, por los susurros. Una de las aplicaciones de este material consiste, justamente, en el aislamiento acústico. Ejemplo: las grandes pantallas dispuestas a lo largo de autopistas para disminuir el ruido en las viviendas cercanas. (Foto: J. J. Benítez.)

 

 

Cuaderno de campo de J. J. Benítez con anotaciones durante una de las visitas a la casa de Farriols, en Argentona.

ASUNTO «SAN JOSÉ DE VALDERAS»

Naturalmente, en esos años en los que interrogué a Jordán, no podía olvidar el no menos oscuro asunto del ovni observado en San José de Valderas, en las cercanías de Madrid. El hecho, como ya mencioné, tuvo lugar hacia las 20.20 horas del jueves, 1 de junio de 1967. Los testigos vieron un objeto silencioso, en forma de disco, que sobrevoló la zona. Alguien, al parecer, tomó fotografías. A los pocos minutos el ovni se alejó en dirección a la Casa de Campo, al oeste de Madrid, y se registró un aterrizaje en la colonia de Santa Mónica. Al día siguiente, 2 de junio, el diario madrileño Informaciones daba cuenta del avistamiento, publicando dos fotografías de la nave. En una de las imágenes se observa la célebre «H» de «Ummo» en la base del objeto.

 

He aquí, en síntesis, las versiones proporcionadas por Jordán en diez años:

 

1. «Yo fabriqué el ovni -aclaró (?) en mi primera conversación (1993)-. Lo hice con dos platos de plástico. Me ayudaron dos colaboradores. No eran de la Institución norteamericana. No me preguntes cómo se hizo. Eso es secreto. Tendría que solicitar autorización a esos señores.»

 

2. «Yo confeccioné la maqueta de plástico con la ayuda de un amigo y colaborador. Seleccionamos el paraje por el castillo de Valderas, un lugar muy propio (?).»

 

3. «El lugar para colgar la maqueta de plástico lo eligió mi colaborador. Fue ese amigo quien decidió igualmente qué tipo de película debía utilizarse en el trucaje (400 ASA).»

 

4. «La película fue revelada esa misma noche del 1 de junio en un laboratorio comercial de Madrid.»

 

5. «Esa mañana, al hacer las fotos, yo revelé el carrete en un pequeño laboratorio que había instalado en mi domicilio.»

 

6. «Yo pinté la «H» en mi casa.»

 

7. «La «H» fue diseñada con cinta aislante de color negro.»

 

8. «La maqueta de plástico fue colgada con un hilo de naylon, con la ayuda de un palo. Mi ayudante sostenía el palo y yo hacía las fotos.»

 

9. Jordán declaró a Antonio Luis Moyano (véase Enigmas, abril de 2001) que la maqueta fue «suspendida de otra más grande». Jordán dibujó el artilugio, consistente en tres palos (?), similares a una portería de fútbol. Según esta nueva versión, el ovni colgaba del travesaño.

 

10. «No sé dónde están los negativos que no fueron publicados y tampoco la maqueta de plástico.»

11. «La maqueta del ovni, la película sobrante y el aparato para fabricar las huellas del aterrizaje de Aluche se los llevaron los norteamericanos [ClA].»

12. «Hice un rollo completo: treinta y seis imágenes de la maqueta de plástico.»

13. «Hice diez o quince fotografías -declaró en mi última charla, en febrero de 2004-. Seleccioné cinco negativos y llamé al periodista Antonio San Antonio. Lo elegí porque le gustaba el tema ovni. La maqueta fue colgada de un árbol.»

Dibujo de Jordán Peña, publicado en la revista Enigmas. (Cortesía de Antonio L. Moyano.)

Dibujos de Jordán Peña en el cuaderno de campo de J. J. Benítez. Enésima versión sobre el trucaje de San José de Valderas. En esta ocasión, la maqueta fue colgada de un árbol, según Jordán.

E insisto en algo que ya comenté. Si Jordán Peña pintó o fabricó la «H» que lucía la supuesta maqueta de plástico, y si dicho símbolo aparece con los extremas curvados hacia el exterior, ¿cómo es posible que Antonio San Antonio fuera el «inventor» de dicha curvatura? Según Jordán, el citado periodista fue telefoneado después de llevar a cabo el fraude.

Sí, alguien miente como un bellaco…

Por su parte, la versión de Vicente Ortuño, uno de los «colaboradores» que menciona Jordán, tampoco resulta definitiva ni fiable. Y me explico: ¿por qué creer a quien colaboró con un mentiroso patológico? ¿Es que Ortuño es menos culpable porque se limitara a llamar por teléfono, hacer de recadero o sostener el palo del que colgaba la maqueta de plástico?

«El trucaje de Valderas -contó Ortuño en diferentes conversaciones- se hizo unos días antes del primero de junio. Creo, incluso, que antes de la lectura de la carta en la que anunciaban los tres aterrizajes en Madrid, Oruro y Brasil. Yo mismo firmé en el reverso de aquella hoja… Las fotos se hicieron una mañana, a eso de las once. Yo trabajaba ya con Jordán, en Agromán. Empecé en abril de 1967, si no recuerdo mal… Era un día de labor. Fue él (Jordán) quien escogió el sitio. A esas horas no había nadie en el lugar… La maqueta la hizo con dos platos de plástico que nos proporcionó mi mujer… Jordán ya traía pintada la «H». Supongo que lo hizo en su casa. Colocamos un palo cimbreante en el capó del seiscientos de Jordán Peña y él tomó las fotografías… La operación pudo durar una hora, más o menos. El ovni colgaba de un hilo. Terminada la sesión de fotos, nos dirigimos a la casa de Jordán. Allí, en un laboratorio muy elemental, procedió al revelado de las imágenes. Pudieron ser diez o quince fotos. Era un rollo virgen. Allí no había fotos de ningún otro asunto… Fuimos cinco las personas que estuvimos al tanto del montaje: Jordán Peña, nuestras respectivas esposas, un cuñado de Jordán y yo… La verdad es que me he sentido defraudado: Jordán podía haberme advertido que pensaba autoinculparse, aunque sólo fuera por cortesía. Yo le hice muchos favores durante aquellos años ..»

La «H» con los brazos curvados hacia el exterior. Esta imagen fue tomada antes de que Jordán Peña telefoneara al periodista San Antonio.

Primero de junio de 1968, a las 20.20 horas. Primer aniversario del avistamiento ovni en Valderas. Farriols, Villagrasa y otros interesados en el asunto hacen acto de presencia junto al castillo, «por si se repetía el avistamiento». De pronto apareció un «600» que merodeaba por la zona. Alguien creyó ver a Jordán Peña al volante. Lo acompañaban una mujer y un niño. En la imagen, el seiscientos sospechoso junto al Morris 1100 de Rafael Farriols. Otros estiman que el conductor del seiscientos podria haber sido Vicente Ortuño, colaborador de Jordán. (Archivo: Farriols).

El ovni, tras evolucionar sobre la zona del castillo de Valderas, se desplazó hacia el oeste de Madrid, y realizó un descenso o aterrizaje en la colonia madrileña de Santa Mónica. Así lo ratificaron los testigos (13). Dos de ellos -los hermanos Arribas- aseguraron haber visto un disco posado en el suelo y cómo, tras recoger a unos hombres, volvía a partir a gran velocidad (14). Cuando interrogué a Jordán Peña sobre estos testigos de Santa Mónica, la respuesta fue siempre la misma (algo no menos singular en Jordán): «Todos mienten. No hubo ovni. Yo lo inventé…»

Y fue en ese lugar (Santa Mónica) y en esas fechas (primeros de junio de 1967) cuando entró en escena un nuevo elemento en este endiablado caso: unos tubos metálicos que, al parecer, fueron hallados en el mismo paraje en el que había aterrizado el ovni. Por más que lo intentaron, los investigadores y periodistas de la época no fueron capaces de encontrar ninguna de estas piezas, supuestamente arrojadas por la nave. Lo único que circuló (y sigue circulando) fueron dos fotografías de dichos tubos. La primera, en la que se aprecia un tubo roto y dos láminas con la «H», fue enviada por un tal «Antonio Pardo» al investigador Marius Lleget (15), ya fallecido. La segunda imagen, en la que se ve un tubo completo, llegó días después, por correo, a diferentes vecinos del citado barrio o colonia de Santa Mónica. Junto a la foto y un croquis de dicho tubo, con sus dimensiones, podía leerse una nota en la que ofrecían dieciocho mil pesetas por la recuperación de cada tubito. Los cilindros en cuestión tenian que ser idénticos al que mostraba la referida foto. La misiva aparecía firmada por un tal «Henri Dagousset». La carta presentaba la siguiente nota: «Dirijan la correspondencia antes del 28 de junio a Mr. Antoine Nancey. Lista de Correos. Madrid.» Hoy existen fundadas sospechas para creer que «Antonio Pardo» y «Dagousset» sólo son «fantasmas», creados por la retorcida mente de Jordán Peña. Cuando pregunté por este asunto me aseguró que «las láminas de plástico se las facilitó la Institución [ClA]». En otra entrevista habló de un «ingeniero norteamericano, amigo suyo, que trabajaba para la NASA y que fue quien le regaló el plástico». En una tercera conversación, Jordán habló de un «industrial estadounidense…». Para qué seguir. Lo que está claro es que los mencionados tubos metálicos «no existen». Nadie llegó a tenerlos en las manos, excepción hecha de Jordán. Él mandó fabricar la pieza fotografiada en la carta de Henri Dagousset, él fue Dagousset. Él mismo procedió a romper una de las mitades del tubo y la fotografió después. Él fue quien remitió el plástico y un fragmento del tubo de Márius Lleget, haciéndose pasar por Antonio Pardo. Ésta, al menos, es la versión de Jordán…

 

 

Tubo metálico, supuestamente extraterrestre, tal y como aparece en las cartas remitidas por Henri Dagousset. «Yo la mandé fabricar», dice Jordán Peña. (Archivo: R. Farriols.)

 

 

Tubo metálico, supuestamente encontrado en la colonia madrileña de Santa Mónica. Según Jordán, las láminas de plástico, con el sello («H») de «Ummo», se hallaban en el interior. En el centro de la imagen, el fragmento metálico que fue remitido por «Antonio Pardo» a Lleget el 26 de agosto de 1967. (Archivo: Rafael Farriols.)

 

 

Carta enviada por el falso «Dagousset» a los vecinos de Santa Mónica. En ella ofrece «hasta deciocho mil pesetas por cada uno de los cilindros que idénticos al modelo adjunto se nos proporcione». Según Jordán Peña, «él era Dagousset». El tubo completo que aparece en la fotografía fue el único que se fabricó. Después, Jordán rompería una de las mitades y mentiría también sobre su origen. (Archivo: Rafael Farriols.)

A pesar de las lógicas sospechas respecto al origen «humano» del fragmento metálico y de la lámina de plástico enviados a Marius Lleget, algunos de los receptores de los mensajes «ummitas» quisieron asegurarse. Fue Farriols quien hizo las gestiones oportunas para que las muestras fueran analizadas en el Instituto Nacional de Técnica Aeroespacial «Esteban Terradas» (INTA), dependiente del Ministerio del Aire. El general Calvo Rodés, tío de Farriols, era el director de dicho instituto. Calvo Rodés, además, estaba al tanto de los sucesos ovni ya referidos y, naturalmente, prestó todo el apoyo del INTA para tratar de esclarecer la naturaleza de las piezas enviadas por el tal «Pardo». Los resultados llegaron el 15 de octubre de 1968. El fragmento metálico, supuestamente procedente del tubo, era níquel, «con una pureza superior, posiblemente, al 99 por ciento». En cuanto a la lámina de plástico, los análisis establecieron que se trataba de «un polifluoruro de vinilideno con un pigmento de coloración a base de hierro y cadmio (16)». En definitiva: materiales de gran pureza y poco comunes en 1967, pero no por ello «extraterrestres».

Lámina de plástico examinada en el INTA, en Torrejón. En relieve, el símbolo de Ummo. (Archivo: Rafael Farriols.)

Croquis y dimensiones del tubo fotografiado en la cara de «Henri Dagousset». Si Jordán fue el falsificador, ¿cómo pudo «encriptar» entre los números las medidas del ovni observado en Valderas?

Durante los años ochenta, tuve la oportunidad de conversar con los científicos que habían participado en el citado estudio. Todos confirmaron lo que ya sabíamos: «La lámina de plástico era un polifluoruro de vinilideno, un material de lo más normal. El color verde procedía de la mezcla de dos pigmentas: azul, a base de hierro, y amarillo (cadmio). En cuanto al fragmento metálico, todo resultaba igualmente «normal». El metal base era níquel, con indicios de manganeso, hierro, titanio y cobalto, y algunas muestras de silicio y aluminio. El níquel superaba el 99 por ciento, aunque, dada la escasa cantidad de muestra, no fue posible comprobado. Lo que sí estaba claro es que se trataba de un material de gran pureza ..»

A título anecdótico (nunca se publicó), lo que sí desconcertó a los científicos fue una serie de extrañas «coincidencias», surgidas en el estudio de las dimensiones del tubo metálico que aparece en la fotografía de «Henri Dagousset». Un tubo supuestamente gemelo al que (también supuestamente) encontró el niño de la colonia de Santa Mónica. Al examinar las dimensiones que presenta el croquis del referido tubo, los científicos se encontraron con lo siguiente: la suma de 129,8 milímetros y 1,8 es igual a 131. Si multiplicamos por 2 los 24 mm, el resultado es 48. Curioso: 13,1 metros era el diámetro de la nave de Valderas y 4,8 la altura de la misma. ¿Casualidad? Cuando pregunté si las medidas del croquis de «Dagousset» obedecían a alguna razón en particular, Jordán se encogió de hombros, asegurando que no. «Todo fue al azar -manifestó-.  Esas dimensiones también me las inventé yo…» Naturalmente, no le dije nada sobre la curiosa coincidencia…

 

 

El general Calvo Rodés (izquierda), director del INTA, y José Antonio García Poggio, jefe de la División de Materiales Estructurales. Ambos, juntos a Julio Apraiz Barreiro, Alonso Roldán y Enrique Asensi Alvárez-Arenas, participaron en el estudio del fragmento metálico y la lámina de plástico.

 

 

Enrique Asensi, jefe de la sección de Metalografía del INTA. Identificó el fragmento metálico con la ayuda del microscopio metalográfico.

 

Las imágenes del ovni que sobrevoló San José de Valderas, al suroeste de Madrid, dieron rápidamente la vuelta al mundo. No era para menos. Las fotografías son espectaculares. En muy pocas ocasiones se había captado un ovni con tanta claridad. Y, como era de esperar, surgió la polémica. En 1968, tras la compra por parte de Farriols de los cinco negativos en poder del diario Informaciones (17), salió a la luz el primer informe sobre dichas fotos. Lo llevó a cabo Alberto Costa Romero de Tejada, ingeniero industrial. Decía así: «A petición de Rafael Farriols Calvo, he examinado cuidadosamente los negativos que muestran un objeto volante no identificado sobrevolando el término municipal de San José de Valderas. Prescindiendo de la pretensión de identificar el objeto, es evidente que las tomas son auténticas por las siguientes razones:

»1. Los negativos han sido impresionados y procesados por manos no profesionales. Su calidad es muy baja.

»2. La luminosidad del objeto hace difícil su diferenciación con el cielo, por lo cual el positivarlos es algo dificultoso. Esto excluye la posibilidad de una sobreimpresión, que resaltaría marcadamente las diferencias de luminosidad.

»3. La posición del objeto, particularmente en dos de los negativos estudiados, demuestra una secuencia de disparo muy rápida, imposible de lograr con tanta exactitud en un trucaje.

 

»4. La uniformidad del grano de la emulsión descarta el hecho de una exposición doble, ya que las partes superiores de todas las fotografías han recibido una cantidad de luz idéntica.»

 

 

Imagen tomada por Rafael Farriols en el bar Texas, durante la entrevista sostenida con el periodista Antonio San Antonio. Los cinco negativos del ovni fotografiado en San José de Valderas fueron comprados por treinta mil pesetas.

 

En agosto de 1972, el investigador gallego Óscar Rey Brea se enfrentó a los defensores del caso Valderas, asegurando que las fotos del ovni eran el resultado de un fraude perfectamente orquestado en el que había intervenido un fotógrafo con una cámara provista de trípode. El ovni, en suma, era una maqueta, en opinión de Rey Brea. Este informe en contra de las fotos de Valderas, publicado en la revista Stendek, aparecía acompañado de una serie de comentarios que, en un primer momento, me despistaron. Don Óscar, sencillamente, ridiculizaba el asunto «Ummo» y el libro en el que se daba cuenta de los avistamientos de Aluche, Valderas y Santa Mónica (Un caso perfecto) (18). Al principio, como digo, no comprendí: aunque las fotos fueran falsas, el avistamiento de la nave podía ser real. ¿Por qué Rey Brea, un excelente investigador, ignoraba a los numerosos testigos? Fue el también investigador Manuel Salazar quien me puso sobre la pista: las intenciones de don Óscar no eran tan limpias como parecían. Don Óscar no aceptaba el tema «Ummo», como extraterrestre, porque estaba convencido de que los ovnis procedían del planeta Marte… Así lo declaró en un libro publicado en 1968 en Barcelona. El señor Rey Brea, a la pregunta de por qué creía en los ovnis (19), respondía textualmente: «Porque desde el año 1945 vengo estudiando el problema… , hace tiempo que llegué a la conclusión de la absoluta realidad de los ONls como máquinas extraterrestres… En el año 1952 estuve ya en disposición de predecir nuevas apariciones de ONls que se repetían en ciclos de veintiséis meses. Lo hice públicamente dos años antes que Aimée Michel y que ningún otro investigador del problema…» A la cuestión de si se trataba de naves extraterrestres, Rey Brea responde así: «Naturalmente. PROCEDEN DE MARTE.» En esa misma entrevista, fechada el 26 de enero de 1968, don Óscar Rey Brea reconoce que su curiosidad por el fenómeno ovni está satisfecha y que, en consecuencia, ya no lo estudia. «Miento -rectifica-, hoy estoy estudiando su posible forma de propulsión.» Obviamente, don Óscar no jugaba limpio. Si estaba convencido del origen marciano de los ovnis (20), ¿cómo investigar con un mínimo de imparcialidad las imágenes de una nave procedente de otro planeta? «Urnmo», en consecuencia tenía que ser un infundio…

 

Algo similar sucedería años después con Claude Poher, jefe del Departamento de Sistemas y Proyectos Científicos del Centro Nacional de Estudios Espaciales (CNES) de Toulouse, en Francia. En 1976, Farriols le entregó los cinco negativos que había comprado al periodista Antonio San Antonio y Poher procedió al estudio de los mismos. El 25 de noviembre de ese año concluyó los análisis con los siguientes resultados:

1.  Los negativos no estaban manipulados.

2.  Eran fotografías de un objeto real.

3.  El día y la hora en que fueron tomadas las fotos coincidían con la narración de los hechos (longitud de las sombras, etc.).

 

4. El objeto fotografiado estaba cuidadosamente elaborado, tanto como para que, con un estudio posterior (de los negativos), resultase muy difícil determinar su tamaño real y su presencia.

 

5.  No obstante, el tamaño del objeto no sobrepasaba los treinta centímetros.

6.  El montaje del truco tuvo que ser muy inteligente.

7. Se trataba, pues, de fotografías de una maqueta pequeña, posiblemente sostenida con un hilo (no detectado en los negativos).

8.  En consecuencia, ¡todo era falso!, incluido el fenómeno ovni en general (21).

Ovni sobre San José de Valderas. Atardecer del 1 de junio. Primera toma conocida, correspondiente al negativo número 12.

Segunda imagen del ovni de San José de Valderas (Madrid), tomada entre las 20 y las 20.30 del 1 de junio de 1967 (negativo número 19),

Tercera toma (negativo número 21).

Cuarta toma fotográfica del ovni de Valderas (negativo número 23).

Quinta toma conocida (negativo 24).

Si el informe de Poher se hubiera limitado a lo expuesto anteriormente quizá no habría levantado sospechas. Pero, en uno de los párrafos, cometió un desliz: «…el asunto «Ummo» va estrechamente ligado a estas observaciones y, por consiguiente, también se derrumba por la base. Pero, de ser así, difícilmente puede admitirse que quien hubiera estado divirtiéndose de forma astuta en la confección de los clichés de San José de Valderas haya podido, de la misma forma, fabricar toda la puesta en escena de «ummo», que ostensiblemente pertenece a un orden superior en cuanto a magnitud. Estremece que quizá no se trate de un simple juego intelectual para fastidiar a algunos aficionados a las chisporroteantes historias de ovnis, sino que pueda ser también un juego de adultos mucho más grave, menos pacífico…»

Y me pregunto: ¿por qué Poher mezcló los análisis de unos negativos fotográficos con un veredicto sobre «Urnmo»? Al igual que Rey Brea, Poher ignoró el importante capítulo de los testigos, y lo hizo, sencillamente, porque estaba en contra del fenómeno ovni en general. «Su intención era fulminar el asunto ovni, como fuera, y desde donde fuera.» La explicación me fue dada por Rafael Farriols. A finales de 1976, el propietario de los negativos de Valderas acudió a la ciudad francesa de Toulouse, atendiendo la llamada de Poher. Farriols recuperó los cinco negativos y, durante casi tres horas, tuvo que soportar las diatribas de Poher contra los «platillos volantes» (la entrevista fue grabada). «Me di cuenta de que Claude Poher tenía la intención preconcebida y recóndita de desacreditar el tema ovni -fuera como fuera-, por razones íntimas y quizá inconfesables. ¿Normas de los altos mandos que controlaban el Centro Nacional de Estudios Espaciales? La cuestión es que, durante ese tiempo, Poher se empeñó en demostrar que, puesto que las fotos eran falsas, «Ummo» y los ovnis también lo eran…»

 

La «brillante y científica» conclusión del que fue sobrino del presidente del Senado francés no merece mayores comentarios. Desde mi punto de vista, esa cerrazón mental pone en tela de juicio la imparcialidad de los análisis del CNES (Poher nunca publicó las fotos de la maqueta elaborada por él).

 

En diciembre de 1977, la ya mencionada publicación barcelonesa Stendek (boletín informativo del Centro de Estudios Interplanetarios -CEI-), supuestamente la línea más critica y científica de la ufología española, ofrecía a sus lectores, conjuntamente con el informe de Poher, otro estudio sobre las fotos del ovni de Valderas. Esta vez lo firmaban William Spaulding y Fred Adrian, director del Centro de Investigaciones Ground Saucer Wath (22), de Phoenix (Arizona), y consultor fotográfico del GSW, respectivamente. Bajo el aparente y pomposo título de «Análisis por computador de las fotos de San José de Valderas», Spaulding y Adrian declaraban que las imágenes de Valderas eran un fraude. El ovni -decían- era una maqueta colgada de un hilo. Y proporcionaban unas fotografías digitalizadas en las que, al parecer, se veía dicho hilo (23). El caso, tras la sentencia de los gringos, quedó definitivamente cerrado, al menos para algunos.

 

Otros, en cambio, alertados por los espectaculares patinazos del GSW en estudios de parecido corte, no quedamos satisfechos. Poher y Spaulding se contradecían, por ejemplo, en el asunto de la luminosidad del objeto y en su volumen, entre otras cosas (el francés defendía que el ovni era una maqueta y el norteamericano apostaba por algo plano y sin grosor, excepción hecha de la «H»). Pues bien, ante esta serie de anomalías, me puse en movimiento, empezando por el principio: ¿qué clase de copia analizó el GSW? Las primeras consultas a Farriols, depositario de los negativos, fueron estériles. Rafael no había proporcionado ninguna copia a las gringos, ni sabía nada al respecto. Y me remitió a Ribera, miembro del CEI en aquellos años. La conversación con Antonio Ribera fue esclarecedora. El GSW nunca trabajó con los negativos originales, sino con una copia de copia (segunda generación) de una de las fotos de Valderas. Esta copia de copia, en papel, fue enviada a Valencia (24) y, desde allí, a Estados Unidos. Eso, según Ribera, fue lo único que recibió W. Spaulding y en lo que fundamentaron el «cuidadoso estudio». Poco después, con fecha 28 de marzo de 1981, Ribera me lo confirmaba por escrito: «…El Dr. Claude Poher dice, en su análisis de los negativos de las fotos de San José de Valderas, que se pueden hacer dos listas: pruebas a favor de la autenticidad de las mismas; pruebas a favor de un fraude. El resultado, pues, es incierto. En cuanto al análisis -por llamarlo de alguna manera- que hizo William Spaulding, del GSW, utilizando un escáner empleado para «lavar» electrónicamente las fotos marcianas, dicho señor sólo utilizó una copia o positivo de segunda generación, lo cual invalida para mí totalmente su análisis (el supuesto hilo no se puede detectar en una copia, por causa de la difusión luminosa). No sólo ignoró las demás fotos de la serie y los negativos, sino también las declaraciones testificales. En algunas otras fotos de la serie se ve un objeto con «cuerpo», invalidando así su afirmación de que el ovni era un modelito plano.» Evidentemente, alguien estaba mintiendo. ¿Los gringos?, ¿el «vampiro valenciano»?, ¿Ribera? Las sospechas se centraron en los primeros (Ribera murió con el convencimiento de que las fotos de Valderas no eran un trucaje). En el fondo daba igual quién fuera el mentiroso. Lo importante es que, dadas las circunstancias, el informe de Spaulding era nulo…

 

 

Imágenes proporcionadas por el GSW y difundidas por el CEI. Spaulding mintió. Nunca trabajaron sobre una copia de primera generación. En las fotos inferiores la flecha señala el supuesto hilo, otra falsedad.

 

Las sorpresas, sin embargo, no terminaron ahí. El siguiente «hallazgo», especialmente interesante, fue obra de Manuel R. Salazar Serrano. He aquí el «descubrimiento»: «En abril de 1974 sale a la venta en EE. UU. el libro Beyond Earth, de Ralph y Judy Blum, con subtítulo: «Hombres en contacto con los ovnis.» No se trata de un ufo-libro cualquiera, pues está avalado por el prestigio de Blum (el currículum de los Blum tampoco es precisamente moco de pavo: Ralph Blum -californiano- estudió en Harvard y, más tarde, en la Universidad de Leningrado; ha recibido premios tan importantes como el de la Fundación Nacional de Ciencias; Judy Henson -inglesa- se graduó en el Wadhurst College, y se licenció en la Sorbona. En 1971 se casó con Ralph Blum). En dicho libro, el matrimonio Blum saca a relucir la abducción de Pascagoula, el gran bombazo después del caso de los Hill. En tan sólo dos años, Beyond Earth vende doce ediciones (es decir, cientos de miles de ejemplares) y, como es lógico, se convierte en un clásico en la literatura ufológica. En España no se publica. Con la muerte de Franco y la transición, ya tenemos bastante… Es, pues, un desconocido. Pero lo que nos interesa del libro de Blum -prosigue Salazar Serrano en su exposición- no son estas apreciaciones personales mías, sino el hecho de que, entre las 32 páginas de fotos e ilustraciones, recoge dos instantáneas del ovni de Valderas y una de las huellas de Aluche. [Estas fotografías, por cierto, no tienen nada que ver con el texto. Se trata de una recopilación de las «mejores» imágenes o con pinta de ser auténticas, realizada por el autor.] Bajo el epígrafe de «Antonio Ribera & Flying Saucer Review» (para que no tengamos dudas de la procedencia), las instantáneas de Valderas vienen a ser el plato (o platillo) fuerte de esta sección. Nada extraño, si leemos los pies de foto (aunque esto nos cause cierta vergüenza). Ejemplo [pie]: «En junio de 1967, más de cincuenta personas observaron este ovni, con este inusual emblema, volando a baja altura sobre San José de Valderas, España. Aterrizó y dejó profundas huellas.» No existe, vuelvo a repetir, ninguna otra mención en el libro a estas fotografías, ni a los casos de Aluche y San José, ni a «Ummo», ni a Antonio Ribera, ni siquiera a España. Nada. Las tres fotos y sus pies (información inventada, en parte), eso es todo… Obviamente, el libro de Blum no debió de pasar desapercibido para los «especialistas» del GSW. Casi me los puedo imaginar mirando una y otra vez las fotos de San José y pensando: «¿Cómo un caso tan espectacular ha podido pasar desapercibido hasta la fecha? Un caso en el que existen multitud de testigos. Un ovni que se ha visto (y fotografiado, a tenor de los pies utilizados por Blum) en dos ocasiones. Que ha dejado, en ambas, huellas y que, para más inri, viene avalado por la prestigiosa revista inglesa Flying Saucer Review. Y los veo metiendo en sus «poderosos» ordenadores… ¡UNA DE LAS FOTOS DEL LIBRO DE BLUM!

 

 

Dibujo publicado en el boletín del CEI, según el informe de W. Spaulding. En la foto original aparecen dos postes.

 

 

Beyond Earth, el libro de Blum sobre el que los gringos del GSW llevaron a cabo el «cuidadoso estudio»…

»Blum, en definitiva, escogió de la revista FSR las dos fotografías ovni que le parecieron más espectaculares. Éstas, lógicamente, procedían directamente de Antonio Ribera. Pero lo que Blum no podía saber, porque en la Flying no aparecía tampoco, es que una de esas fotos (la que muestra el ovni de panza dejando ver el emblema de «Ummo») no está completa. En realidad, se trata de una copia en la que se ha suprimido la mitad izquierda de la fotografía. Y ésta es, precisamente, la que fueron a escoger en el GSW para realizar sus «estudios» (por eso sólo hablan de UN poste, nunca de dos, que son los que realmente aparecen en la fotografía original (negativo 24)… Pero hay más, mucho más:

»1. Los tamaños del ovni, tanto en la foto reproducida por Blum como la que utilizan los del GSW, son idénticos [!], Basta tomar un pliego de papel cebolla y una regla para comprobarlo… ¡Calca y verifica, Juanjo! ¿Es posible que dos editores distintos, en dos países distintos, de dos continentes distintos, con dos equipos de impresión distintos, en dos formatos de impresión distintos, utilizando dos papeles distintos, usando (en teoría) dos fotografías procedentes de copias distintas, etc., etc., resulten EXACTAS? [Calca. Juanjo, calca! Eres tú quien no cree en la casualidad…

Fotografía reproducida en el libro de Blum y sobre la que «trabajaron» Spaulding y compañía. Ellos, sin embargo, hablaron siempre de una copia de primera generación.

»2. En la foto de Blum, precisamente porque la reproducción se hace sobre papel malo y porque no sabemos de dónde sacó el «original», aparece una línea o banda (en la parte derecha del ovni) que distorsiona (oscurece) la zona de la fotografía sobre la que se encuentra. Pues bien, estas «aguas» o manchas, se observan también en las fotos del GSW y, además, mucho más acentuadas, debido a los diferentes procesos a los que la han sometido.

»3. Lo mismo podemos decir de la mancha (o defecto de impresión) con forma de media luna (bajo el ovni, a la derecha) que se vislumbra en la reproducción de Blum y que vemos, en todo su esplendor, en la del GSW.

»4. Y por si acaso nos quedara duda en cuanto a las dimensiones (insisto en que distorsionadas por múltiples causas): si medimos la distancia del centro del emblema de «Ummo» al borde superior de las fotografías utilizadas (al tratarse de dos puntos, adimensionales, no puede existir distorsión), resulta que en ambos casos obtenemos lo mismo: 3,3 centímetros [!]. En palabras mas sencillas, el ovni se encuentra en el mismo sitio en las dos. Lo que quiere decir que se han utilizado dos ampliaciones de idéntico tamaño (lo cual requeriría, como te decía, una serie interminable de «casualidades» o, en términos más sencillos, que se trata de la misma foto [!].

»Corolario: los resultados del tal «estudio» sirven, únicamente, para ser arrojados -urgentemente- a la papelera más cercana…»

 

 

En la parte superior, imagen publicada en el libro de Blum. En la inferior, foto digitalizada de Spaulding, señalando el supuesto «hilo» sustentador de la maqueta. Se trata de la misma fotografía (escala 1:1 / tamaño natural). Sospechosamente, la distancia de la parte superior de dichas fotos al centro del emblema («H») es idéntica: 3,3 centímetros (!).

 

Mi buen amigo Manolo Salazar tiene razón: ni los estudios de Poher ni los de los gringos son fiables. Pura basura. Y decidido a salir de dudas, solicité de Rafael Farriols una copia de primera generación, y la deposité en un centro de investigación que sí merece respeto y confianza: la Dirección General de la Guardia Civil, en Madrid. El 14 de marzo de 1995 entregaba el juego de fotos sobre el ovni de Valderas al entonces coronel Zamorano, director de la Jefatura de Investigación y Criminalística de dicha Dirección General. El coronel sugirió que un análisis de los negativos originales resultaría más interesante y eficaz. Dicho y hecho. Farriols aceptó y, poco después, llevaba personalmente los cinco valiosos negativos a la referida jefatura (25). Las imágenes del supuesto ovni de San José de Valderas permanecieron varios meses bajo el control de los expertos el Departamento de Acústica e Imagen. El informe, con un total de sesenta y seis páginas, fue terminado el 30 de diciembre de 1996. El 18 de enero de 1997 lo recogía de manos del teniente coronel Francisco Álvarez, responsable de los análisis. Las conclusiones de los especialistas de la Guardia Civil fueron las siguientes:

«1. Los negativos remitidos y examinados, no tienen indicios de haber sido manipulados.

»2. Son originales en cuanto a que han sido obtenidos en una misma máquina fotográfica, la cual no es de buena calidad, ni estaba en buen estado de uso. Es muy probable que, con el carrete impresionado y sin rebobinar, se abriera la má­quina, lo que originó veladuras, visibles en los negativos.

»3. No aparecen señales inequívocas de que los negativos examinados sean producto de montaje o cualquier manipulación fraudulenta. No obstante, en razón de la no concordancia en la luminosidad entre los negativos y entre los objetos fotografiados, así como la aparente iluminación artificial en el negativo 19 y unas imágenes anómalas (brillos y sombras) en el negativo 12, no se descarta la duda de que su elaboración haya sido fraudulenta.

»4. La supuesta línea recta, que puede aparecer en las reproducciones del negativo n.º 24 que alguien, maliciosamente, considera o define como «un elemento sustentador del ovni» y en el «Análisis Infográfico de Material Ufológico», lo interpretan como un «elemento radiante indetectable», no es más que la reproducción de una ralladura que sufre el negativo.»

Al conocer los resultados quedé nuevamente perplejo. En la imagen estudiada por los norteamericanos (negativo 24), ¡no hay hilo! Además de un estudio nulo, el informe del GSW fue una manipulación vergonzosa. Ante mis dudas, los expertos de criminalística me llevaron a uno de los microscopios y, efectivamente, pude comprobar por mí mismo el lamentable estado de la película, surcada por decenas de ralladuras (lógica consecuencia del trasiego de los negativos y del paso del tiempo). «De haber sido un hilo o un elemento sustentador -opinaron en la Guardia Civil-, la imagen habría sido definida por la reacción de los halogenuros del material sensible a la luz. La luz rasante, sin embargo, demuestra que esa línea es sólo una lesión o ralladura en el negativo.» En otras palabras: alguien descubrió una ralladura que simulaba un «hilo» en la parte superior de la imagen y nos hizo comulgar con ruedas de molino…

 

 

Don Francisco Álvarez, hoy coronel de la Guardia Civil, en la Jefatura de Investigación y Criminalística. En sus manos, el informe AIMU. (Foto: J. J. Benítez.)

 

 

Informe de la Guardia Civil: «Fotografia número 12. Deterioros en el cliché, por rozamiento. Luz rasante.»

 

 

 

En los análisis de la Guardia Civil fueron detectados cientos de lesiones o ralladuras en cada uno de los cinco negativos del ovni de Valderas. En el dibujo, algunas de las lesiones o ralladuras (L. R.) más destacadas, así como las sombras de los mismos (S. L.). Como puede comprobarse, el supuesto «hilo» del GSW (negativo número 24) es otro defecto más de la película. La ralladura no es totalmente recta, como debería suceder en un hilo sometido al peso de una maqueta. Por el «hilo» muere el pez…

 

Entonces, si no existe tal hilo, ¿qué podemos pensar? Si las fotos de Valderas fueron un trucaje, como afirmaron Rey Brea, Poher y Spaulding, entre otros, ¿cómo se llevó a cabo dicho fraude? ¿O estamos ante una nueva falsedad de Jordán Peña? Si analizamos las versiones de Jordán -todas formuladas a partir de 1993-, observaremos que, en realidad, al hablar de maquetas, lo que hace es copiar a Poher y al GSW. Jordán sabía de los «informes» de 1975 (ambos, como dije, fueron publicados simultáneamente en diciembre de 1977 por Stendek, el boletín del CEI). Lo que Jordán Peña no podía saber en 1993 es que la Guardia Civil estudiaría los negativos de Valderas en 1996 y que no encontraría hilo alguno. Quizá, de haberlo sabido, la versión de la maqueta o de la «portería de fútbol» habría sido diferente…

 

Naturalmente, las fotos del ovni de San José de Valderas pueden estar trucadas, pero no como pretende esta banda de farsantes e intoxicadores. Durante años (prácticamente desde finales de 1977 hasta el día de hoy), una serie de individuos, supuestamente científicos, amparándose en los citados «informes» de Poher, y especialmente, de William Spaulding, se han burlado del caso Valderas, del tema «umrnita» y del fenómeno ovni en general (26). Pues bien, a la vista de estos resultados, me pregunto de nuevo: ¿quién tiene razón?, ¿quién era el crédulo?, ¿quién piensa y actúa como un inquisidor?

 

ASUNTO «PERITAJE GRAFOLÓGICO»

 

Todos lo sospechábamos, pero, en honor a la verdad, quien levantó la liebre fue Ignacio Darnaude. Todos lo intuíamos, en mayor o menor medida: Jordán mentía y se contradecía, como ya he citado hasta el aburrimiento. «Yo he sido el que ha escrito los informes de «Ummo» -escribía a Farriols el 8 de abril de 1993-. Casi todos, hasta que la enfermedad me impidió continuar. Los escritos posteriores a mi trombosis fueron falsificados. Así, el que aludía a la Sábana Santa o el de la guerra del Golfo llevaban el sello perfectamente falsificado. ¿Quién ha sido? Por lo pronto, una secta hindú. Otros proceden de un amigo de Farriols perfectamente identificado.» A mí, en otras cartas y entrevistas personales, me dijo lo contrario, tal y como mencioné en su momento («…el documento sobre la Sábana Santa de Turín fue redactado al alimón por mí… fuiste precisamente tú quien me inspiró relativamente la fantasía del informe sobre el sagrado síndone»). En otra comunicación posterior (24 de mayo de 2000), refiriéndose de nuevo a las cartas «ummitas», Jordán me escribía lo siguiente: «…Hay, empero, un asunto mucho más grave. La posible tentación de arrogarme falsamente la autoría de los textos que contienen la información de «Ummo». Suponiendo que falseo conscientemente la realidad. Camuflándolos con otro nombre o simplemente escribiendo que son mías las ideas reflejadas en el texto… Aparte de la reacción airada de la Institución norteamericana. Me expondría al más espantoso ridículo, cuando surgiera el fantasmal autor, pidiéndome quizá cuentas del evidente plagio.» En esa misma carta, seis líneas más adelante, Jordán Peña se contradecía por enésima vez: «…casi todos los episodios, incluyendo, claro está, la inmensa mayoría de los temas pseudocientíficos o técnico-fabulados, son míos realmente. Y, por supuesto, también son creados por mí la denominación de «Ummo» y su anagrama. Por el contrario, atribuyo realmente: por ejemplo, los esquemas de grabación acústica sin órganos móviles, y un diagrama de altímetro nanotécnico, a personas de la Institución norteamericana [ClA].»

Carta «ummita» remitida desde Aarburg (Suiza) el 1 de noviembre de 1988 y en la que se habla de la Sábana Santa de Turin. Las grafías han sido realizadas bajo un estado de atención consciente y con voluntad deformadora. Jordán Peña sufrió la trombosis el 12 de marzo de 1988. Según el experto, existen caracteres que, a pesar de las deformaciones, presentan similitudes gráficas, de valor identificativo, coincidentes con los restantes manuscritos examinados.

La relación de mentiras y nuevas mentiras sobre la última mentira sería interminable. Como digo, todos lo sabíamos o intuíamos, pero fue Darnaude quien tuvo el valor de ponerlo por escrito por primera vez. En el documento número 4.971 de su célebre Ummocat (exhaustiva y minuciosa información sobre cualquier aspecto relacionado con «Ummo»), Ignacio dice textualmente: «¿Escribió José Luis Jordán Peña de su puño y letra la dirección de los destinatarios en los sobres franqueados de algunas de las últimas cartas de «Ummo» (números 488, 1.492, 1.551, etc.)? Ignacio Darnaude Rojas-Marcos ha recibido de Peña en abril de 2003 dos estudios casi gemelos y una pareja de disquetes (documento 4.970), cuyos sobres aparecen cumplimentados a bolígrafo por el remitente. Comparando la caligrafía de Jordán en ambas misivas con la que luce en el sobre del mensaje de «Ummo» en inglés acerca de la Sábana Santa de Turín (documento n.º 488), enviado desde Aarburg (Suiza), el 1 de noviembre de 1988, y recibido en Sevilla por Ignacio Darnaude, se observa una similitud entre ambos tipos de letra. También existe un cierto parecido con la dirección postal escrita a mano en otras comunicaciones de «Ummo» dirigidas asimismo a Darnaude: una en italiano en torno a la supuesta reunión de ummólogos a celebrar en la ciudad alemana de Essen, matasellada en Bethnal Green (Gran Bretaña) el 5-2-90 (documento n.º 1.492), y la segunda sobre el mismo tema expedida en Ávila el 3 de abril de idéntico año (documento n.º 1.551). Esta curiosa circunstancia arroja nueva luz sobre el eventual papel jugado por José Luis en la distribución por correo de determinados papeles «ummitas».»

 

Yo fui más allá y, tras solicitar de Darnaude los citados escritos, los sometí a un especialista, experto en grafología y perito judicial ante la Audiencia Nacional y los tribunales de la Jurisdicción Penal. Semanas más tarde llegaba un informe de siete páginas en el que se hacía un detallado estudio de las diferentes letras y que, dada su complejidad técnica, no voy a reproducir. Me limitaré a copiar la conclusión. Dice así: «A la vista de los resultados obtenidos en el análisis de las reproducciones de manuscritos, existentes en los documentos remitidos, se concluye el informe en los siguientes términos: la escritura original de la que procede la reproducción del sobre con matasellos de «AARBURG, 1.11.88» ha sido deformada conscientemente, probablemente, para ocultar sus signos peculiares identificativos. Existen fundamentos objetivos para considerar que las escrituras, de las que proceden las reproducciones analizadas, han sido realizadas por una sola persona.»

 

Cartas enviadas por Jordán Peña a Ignacio Darnaude en abril de 2003. En opinión del perito calígrafo, se trata de «escrituras habituales». Las letras y cifras de ambos manuscritos contienen características peculiares concordantes en cuanto a la forma, estructura e idea de trazado, por lo que pueden identificarse entre sí, lo que expresa que han sido realizados por una sola persona. El análisis de las letras hace pensar al perito en la existencia de una incapacidad psíquica o fisiológica aguda. La cacografía (escritura defectuosa por el carácter de la letra o por incorrecciones ortográficas) «Cabez» (escrito superior) y el error 04004 (escrito inferior), como código postal de Sevilla, unido a lo dicho anteriormente, hace suponer que la causa de la dificultad escritora se debe a una patología (enfermedad) psíquica. Una hipotética enfermedad degenerativa se aprecia con más claridad en estos dos escritos. Algunos caracteres resultan concordantes con los respectivos de los restantes escritos.

Misivas «ummita» recibidas en Sevilla el 14 de febrero de 1990 y mataselladas el 5 de febrero de 1990 en Bethnal Green (Inglaterra). Las cartas (dos hojas fotocopiadas) aparecen escritas en un pésimo y confuso italiano. Según el perito calígrafo, en estos escritos se aprecia también una escasa agilidad o soltura, consecuencia de una incapacidad y no de una intención deformadora consciente. Las concordancias gráficas de las letras mayúsculas y de las cifras permiten establecer una identidad entre ellas, lo que acredita que es la misma persona quien las escribió.

En la imagen superior, carta «ummita» matasellada en Ávila el 3 de abril de 1990. En ella se habla de Pepe Rodríguez y uno de sus libros sobre sectas. La letra es la misma que presenta el sobre inferior, dirigido al desaparecido Luis Jiménez Marhuenda. Ambas letras corresponden a la misma mano, idénticas, a su vez, a las remitidas a Darnaude.

 

En otras palabras: Jordán Peña era la persona que había escrito los nombres y las direcciones de los sobres «ummitas». Quedaba, pues, demostrado que mentía.

 

A este peritaje grafológico he sumado posteriormente otras caligrafías «ummitas», dirigidas a Luis Jiménez Marhuenda, a Ribera y a mí mismo, con idéntico resultado: «Las diferentes letras son de una misma persona.» Las referidas caligrafías son idénticas, a su vez, a las proporcionadas por Darnaude. En suma: lo que ya sabíamos o sospechábamos…

ASUNTO «¿DESEQUILIBRIO MENTAL?»

Lo apuntado por el estudio grafológico (patología o enfermedad psíquica) tampoco es una novedad, al menos para los que hemos profundizado mínimamente en el asunto «Ummo» y, sobre todo, en la mentalidad y el comportamiento de Jordán Peña. Aceptando, como así parece, que buena parte de los informes «ummitas» fueran obra de este individuo (con o sin la ayuda de la CIA), el simple examen de los contenidos de dichas cartas hace sospechar que estamos ante un más que notable desequilibrio mental o, quizá, ante algo peor. Analicemos algunos de esos demoledores contenidos y las reacciones de Jordán en aquellos momentos:

 

1968. Las cartas procedentes de los «urnmitas» se hallaban en pleno apogeo. En algunas de ellas, los supuestos extraterrestres hablan de su Dios y de su particular «teología». Jordán Peña, católico hasta la médula en esas fechas, e inquisidor y perseguidor de otras religiones, no tiene piedad alguna y se burla de los siempre sagrados principios religiosos de sus amigos, la mayoría católicos. No le importa herir sentimientos y creencias. Cuando uno de estos ciudadanos españoles -movido por el entusiasmo- declara públicamente su personal convencimiento en la existencia de «Ummo», Jordán hace bromas con Vicente Ortuño, disfrutando con las declaraciones de aquel ciudadano, el padre López Guerrero, párroco de Mairena del Alcor, en Sevilla. En setiembre de 1968, el diario ABC recogía unas audaces palabras de este sacerdote, reconociendo que los «ummitas» eran una realidad: «…no sólo creo que existen seres extraterrestres -declaró Enrique López Guerrero-, sino que tengo el conocimiento pleno de que en España reside una colonia cuya misión es totalmente bienhechora y pacífica. Esta colonia de seres extraterrestres habita en nuestro planeta desde 1950».

 

¿Qué puede llevar a una persona a semejante maquinación? ¿El desequilibrio mental o la maldad químicamente pura?

 

 

P. Enrique López Guerrero. (Foto: J. J. Benítez.)

 

1973. El 10 de octubre, otro de los habituales receptores de cartas «ummitas» recibió un texto que llenó de angustia a los ya numerosos implicados en el asunto «Ummo». En dicho mensaje, en síntesis, se anunciaba la posibilidad de una guerra nuclear (un enfrentamiento EE. UU.-URSS como consecuencia de otro conflicto árabe-israelí). Los «ummitas» estaban a punto de abandonar la Tierra y, como agradecimiento a la fe y a la ayuda del «grupo español», les comunicaban que disponían de tres refugios antiatómicos (uno de ellos en España, cerca de la localidad de Piedralaves, Ávila). El citado refugio -decían- estaba a disposición de los ciudadanos españoles y de sus familias. Y aquí surgía uno de los aspectos más diabólicos de la referida comunicación «ummita»: «Sólo podían salvarse un máximo de dieciocho familias, con un número medio de nueve beneficiarios.» Es decir, 162 plazas. Entre esas personas -según los «ummitas»- no figuraban mujeres embarazadas, niños o ancianos, «en beneficio de la supervivencia de la especie». El «mensaje» quedó complementado con nueve normas en las que se explicaba cómo llegar al citado refugio antiatómico, entre otras cuestiones. La norma dos decía textualmente: «Esta norma presenta indudablemente los aspectos más sombríos e irresolubles. No podemos en absoluto recabar para nosotros la durísima decisión de fijar los nombres de las personas que resulten beneficiarias, las probabilidades de éxito están fuertemente ligadas, en razón inversa al número de hermanos que constituyen la expedición. Sospechamos que ello pueda crear en ustedes lógicas y explicables reacciones fuertemente condicionadas por una postura egoísta. No por otra razón mis hermanos los han orientado, postulando un orden de prioridad por razones de parentesco. Decisiones que contravengan esta pauta (inclusión de prometida o prometido para cualquier beneficiario soltero, inclusión de otros parientes, serán severamente analizados por la junta decisoria que ustedes forman y mediante voto secreto para evitar situaciones violentas). Igualmente doloroso puede resultar definir los nombres de esas dieciocho familias, con un número medio de nueve beneficiarios. Si acordasen reducir esta cifra, ello no debería interpretarse como un incremento de la cuota de beneficiarios (nueve) por familia, sino una media [¿medida?] tendente a reducir en lo posible el volumen de la expedición. Les repetimos que la cifra 196 global (162 plazas para ustedes) es un límite permisible, que sería aconsejable NO ALCANZAR.»

 

No encuentro las palabras adecuadas para definir semejante grado de maldad o de trastorno mental. Aunque la mayor parte de los receptores de los mensajes «ummitas» terminó comprendiendo que «aquello no tenía pies ni cabeza» (si eran extraterrestres , ¿qué sentido tenía un refugio antiatómico?), durante horas, muchos de estos ciudadanos se vieron atropellados por el miedo y, sobre todo, por la angustia. Si tenían que salvarse dieciocho familias, ¿cómo proceder a la elección? En aquellas fechas (1973), el número de receptores de mensajes «ummitas» superaba la treintena (es decir, más de treinta familias). En cuanto a los «beneficiarios» (nueve por familia, como máximo), ¿qué hacer? ¿A quién incluir en la lista y a quién dejar «en el exterior»? Fueron momentos muy difíciles para todos aquellos que creían ciegamente en la realidad de los «ummitas». Poco importa que pudiera tratarse de un «experimento» o de una «broma», bien por parte de Jordán Peña o de la CIA. La cuestión es que alguien jugó con los sentimientos ¡y de qué forma! «Recuerdo, como si fuera ahora mismo -me decía Farriols, uno de los afectados-, los traumas que padecimos al tener que seleccionar quién iría al refugio y quién no. ¿Descartábamos a la abuela, a los padres, al bebé, a los nietos? Sí, fueron momentos terribles… Si el mensaje fue maquinado y redactado por José Luis Jordán Peña, no me parece la conducta de un imbécil, sino la de una malísima persona.»

 

1974. El 5 de marzo, la prensa española publicaba la siguiente noticia: «Ha sido detenido por la policía José Luis Jordán Peña, quien, sobre las 11.30 de la mañana de ayer, hizo una llamada anónima al 091, en la que amenazó e insultó a la policía. Inspectores del Departamento de Orden Público comprobaron que, efectivamente, la llamada había sido realizada por el citado individuo, que en un principio lo negó. Sin embargo, a diversas preguntas de los funcionarios, incurrió en numerosas contradicciones, cortando, además, el hilo de su teléfono para simular una avería. Pese a esto, terminó por confesar ser el autor de la llamada. Fue conducido a la Dirección General de Seguridad, donde se instruyen las oportunas diligencias, pasando más tarde a disposición judicial.»

Jordán Peña, en efecto, fue detenido por sus insultos a la policía. Eran tiempos en los que militaba en los sectores más extremistas de la Iglesia católica. Pocos días antes, como consecuencia de una homilía, el obispo de Vizcaya, monseñor Añoveros, fue «invitado» a permanecer en su domicilio hasta nueva orden. Esa jornada del 4 de marzo corrió el rumor de que el prelado podía ser deportado al extranjero. «Fue entonces -cuenta Jordán- cuando, desesperado, en un ataque inconsecuente de rabia e impotencia, me dejé arrastrar por el síndrome de la Esfinge. Cogí convulsamente el teléfono y prorrumpí en insultos contra el policía que descolgó…» Dos días después de ser detenido, las oportunas gestiones de sus amigos, los receptores de las cartas «ummitas», encabezados por el comisario Dionisio Garrido, lograron la liberación de Jordán Peña. Pues bien, como «agradecimiento», a José Luis Jordán le faltó tiempo para repetir una de sus llamadas telefónicas (haciéndose pasar por un «ummita»), en esta ocasión al citado comisario Garrido. En dicha conversación le habló de la tetralogía de Fallot, un defecto cardíaco que padecía uno de los hijos de Garrido, el amigo que lo había sacado de las dependencias policiales (Jordán sabía de dicho problema desde tiempo atrás) y le hizo concebir esperanzas sobre la curación del muchacho. Y me pregunto: ¿quién actúa de esta forma con la persona que lo ayuda tan generosamente: un demente o un malnacido?

1983. Jordán seguía empeñado en hacer sufrir a sus amigos y conocidos, deleitándose con cartas como la de Kuala Lumpur, ya mencionada, matasellada el 27 de febrero del referido año de 1983. «El actual dirigente soviético -reza la misiva «ummita» escrita por Jordán Peña- persiste en violar los derechos del pueblo Afgano y prepara sus prototipos de vector por satélite, con ojiva nuclear dirigida por haz helicoidal de electrones sobre haz de flujo magnético terrestre. El premier estadounidense americano lleva adelantado su programa de arma de fisión-Fusión-Fisión, poli vectorial, que permitirá el lanzamiento de millares de ojivas de 0,3 Megatones en vuelo rasante a una altura de cuatro metros sobre el nivel topográfico, que serían innacesibles para los medios de radiolocalización, que ya permiten la detección de misiles crucero. Estos vectores de pequeño tamaño, dotados de gran autonomía sortearían incluso pequeños arbustos y estructuras rocosas reducidas. La República Popular china, continua desarrollando simultaneamente (a las) armas nucleares casi obsoletas, con una superarma de Plasma, aunque desde Noviembre de 1982 está tratando de resolver un problema de refrigeración del vapor de Arseniuro de Cadmio, anclado a causa de su indigencia de equipos de programación apropiados. No es el Arseniuro de Cadmio el compuesto más apropiado, y aunque sus especialistas lo sospechan, persisten afortunadamente en esa linea. Mientras tanto, los horrores genocidas de esta etapa casi comienzan a igualar a los provocados en las décadas de los cuarenta meses a partir de 1938 en el tercer Reich, con el asesinato masivo de millones de seres desafectos a la raza germana. La Unión Soviética ha empleado Orto 1,2,2, trimetilpropilo metil fósforo hidratofluorado, sobre bandas guerrilleras, Un producto de horrorosa acción sobre el sistema nervioso que produce terribles convulsiones mortales con dosis casi infinitesimales filtradas en el organismo no protegido por sofisticada escafandra. esto constituye una repugnante violación de la integridad del ser humano. Estados Unidos ha enviado desde Abril de año terrestre 1981, cuatro mil seiscientas cuarenta especialistas en tortura policiaca con destino a Chile, Guatemala, Turquia, El Salvador, Haití, Argentina y Paraguay. Algunos de sus procedimientos tecnicos abarcan tecnicas tales como el uso de curarizantes, como un derivado de la tubocurarina que produce horribles sufrimientos en las desgraciadas víctimas interrogadas. Delante de sus propias madres, en Argentina y Salvador, en Guatemala y Chile, niños de seis a [?] ocho años de edad son sometidos a sevicias por estos agentes norteamericanos, extirpandoles sus ojitos y provocándoles terribles incisiones en el abdomen hasta aflorarles el paquete intestinal. Ustedes mismos, mantienen a sus Yies (Mujeres) aun en un estado de semiservidumbre humillante marginandola hasta extremos inadmisibles. Mientras no resuelvan estos problemas, la perspectiva sombria de hecatombe, se cernerá sobre ustedes.» (Texto íntegro, incluidas faltas de ortografía.)

Sólo un sadomasoquista podría disfrutar con algo así… 1988. El 12 de marzo, Jordán sufre un ataque cerebral y queda muy disminuido (casi paralítico). Su mente, sin embargo, sigue maquinando. A primeros de noviembre de ese año, varios ciudadanos españoles, como ya referí anteriormente, recibieron sendas cartas, supuestamente «ummitas», en las que se anunciaba la revelación de un gigantesco fraude: la Sábana Santa de Turín -decían las cartas escritas por Jordán- fue cambiada por la Iglesia católica en 1929. Lo que hoy veneran los católicos es sólo una copia…

 

Los ejemplos serían interminables. Treinta años de fraude y manipulación dan para mucho…

Quizá algún día los médicos especialistas se decidan a estudiar los contenidos de estas cartas y, sobre todo, la mente de su autor o autores. En mi humilde opinión, la locura no es ajena a muchas de ellas, a no ser, claro está, que se trate de algo peor: la actuación de unos malparidos, que de todo hay en la viña del Señor. Estoy seguro de que el lector sacará sus propias conclusiones.

Y para cerrar este nada agradable capítulo, he aquí una síntesis del pensamiento de Jordán Peña sobre «Ummo», que, a mi entender, arroja mucha luz sobre su salud mental:

• «Asumo mi responsabilidad moral. No obstante, quiero insistir: no ha sido mi intención mancillar a nadie, en su sentido de ridículo» (declaraciones de Jordán a B. A. Pazos, seudónimo de Carballal).

 

• «Como veis, la tesis es que la paranoia está mucho más extendida de lo que los psiquiatras consideran. Todos somos paranoicos, excepto el veinte por ciento de la población (se libran algunos científicos). Como muestra, ahí tienen las supersticiones de los platillos volantes (ufología), astrología, espiritismo, parapsicología, medicinas alternativas (curanderismo), guerras de religión y, sin ir más lejos, la religión de todas las formas» (carta a Farriols).

 

• «Por entonces, yo trataba de contrastar mi tesis de que la paranoia estaba más extendida de lo que los psiquiatras creen. En efecto, somos el 80 por ciento de la población los que estamos enfermos de este síndrome. Resulta curioso cómo se acusan los paranoicos, los mismos que padecen este delirio selectivo, la prueba es que vemos a los católicos imputar a los astrólogos en su misma superstición de los horóscopos. Llevan razón los locos imputándoles la locura a quienes están fuera del recinto nosológíco. (artículo de Jordán Peña en La Alternativa Racional).

 

• «Después de la ruptura con el franquismo, me dedico en la etapa 1959-1964 a documentarme en la psicología social. No me atan ya los vínculos que me habían impelido al estudio de las sectas cristianas. Así que pergeño el experimento «Ummo» para conocer los mecanismos de acción de las sectas en general. Escogí un grupo avanzado e inocuo como eran los «forofos» de los platillos volantes, que se particularizan por su desprecio intuicionista con la soberbia ante los logros científicos. Con la idea en mente de ampliarlo hasta sectas más corrosivas. El proyecto inicial de 1955 (así creía yo) se limitaba a cortos meses» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «…Me precio de definir al hombre, no como Porcus bipedus, como lo creen chuscamente algunos, sino como un saco inmenso de falacias, en el que se disuelven como un azucarillo en el océano mis ingenuas mentiras sofísticas de «Ummo». (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «De mis años horribles de bachiller en 1957 puedo lamentarme de que los panfletos de eso que llamaban filosofía -fui educado en los HH. Maristas- nos retorcieron el cerebro como un paño recién lavado hasta el punto de obligamos a venerar a Platón, santo Tomás de Aquino y Kant (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «Los que ven luces en el cielo [ovnis], marxistas y religiosos de toda laya: a todos los englobo como enemigos de la ciencia experimental» (carta de Jordán a J. J. Benítez).

• «Sabemos con certeza que la gente en general es imbécil  o idiota. Corría el año 1966, en pleno despertar del experimento «Ummo». Hacía dos meses que excavábamos en los terrenos de Aluche las huellas de un falso ovni y esparcido arena con un corto porcentaje de óxido de torio radiactivo. Habían surgido como un géiser hirviente los hombres impecablemente vestidos, en el gabinete del gobierno, capitaneados por don Laureano López Rodó, y suman su cuarto menguante los de Falange con su mano en alto…» (comunicación a J. J. Benítez).

• «La negación del holocausto nazi es semejante a mi embuste de «Ummo».» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «No hay que confundir la casi segura existencia científica de estructuras biológicas, incluso dotadas de inteligencia en astros apagados situados a millares incluso docenas de años luz con esos productos soñadores de la paranoia sincopada de los ovnis» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «Yo, empero, estoy en condiciones de asegurarles que, exceptuando contados casos puntuales, no deben arrogarle a la «Institución» [CIA] ninguna responsabilidad de perturbarles, al menos en España» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «Por desgracia, la masa mesantropoide -cerca del 72 por ciento de la humanidad- es un núcleo informe de personas vacuas, irrecuperable por su paranoia supersticiosa» (carta a J. J. Benítez).

 

• «Recuerdo que en los círculos de estudio en 1980 comentando con el selecto grupo de amigos, todas las tardes sabatinas, los informes de «Ummo», yo acababa, por cansancio, de creerme lo que yo mismo había creado y escrito unas semanas antes» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «Los nazis, si hubieran sobrevivido a la conflagración que ellos armaron con su intuición resplandeciente, ¡seguro que hubieran defendido mi ficción de «Ummo»!» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «Repito lo que dijo Goebbels, ministro nazi de propaganda: «Una mentira repetida mil veces se convierte en verdad.» Eso es el cristianismo y «Ummo».» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «Los paranoicos creen que nosotros, los que criticamos a los paranoicos, somos los paranoicos» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «Mientras ignoremos su etiología y no la parametricemos y la situemos como un fantasma etéreo en la escala de valores, no sabremos jamás dónde está la frontera entre la normalidad y el trastorno grave delirante. Los verdaderos psiquiatras dan un significado a la paranoia «a secas», como un patrimonio triste de la humanidad poco evolucionada: como el cansancio, los excrementos, o las glándulas mamarias atrofiadas del varón…» (comunicación a J. J. Benítez).

• «La sociedad Eridani fue promovida por mí en 1971 con el propósito de seguir atentamente la evolución del asunto «Ummo». (carta a J. J. Benítez).

• «Aunque lo convenza de la falsedad de los viajeros de «Ummo», si usted creía ya que los ovnis tenían origen extraterrestre, veo difícil persuadirlo de lo contrario» (comunicación a J. J. Benítez).

• «Nadie puede comprobar lo que hay de cierto en mis declaraciones…» (carta de Jordán a J. J. Benítez).

• «Ufólogos, católicos, protestantes, islamistas y comunistas creen patológicamente y arrogantemente que poseen la verdad absoluta» (comunicación a J. J. Benítez).

• «Los que arremeten contra los hombres de ciencia, despreciándolos, tachándolos de «poco inteligentes», «cabezas cuadradas», «obtusos» presentándose a sí mismos con «su verdad», proyectan curiosamente sus propias deficiencias. Son paranoicos agudos (delirio ególatra); además, acusan problemas en su área de madurez mental» (comunicación a J. J. Benítez).

• «La obsesión angustiosa de que estamos invadidos por extraterrestres, la curiosidad morbosa por lo paranormal, es típica de la paranoia» (comunicación a J. J. Benítez).

• «De joven milité y ocupé un cargo en el Consejo Diocesano de Acción Católica en Alicante. El obispo de Orihuela me estimuló para emprender un estudio de las sectas extrañas (masonería, espiritismo, dianética, subud, testigos de Jehová, etc.). Mis posteriores lecturas de filosofía me transformaron en un agnóstico. Creo que la ufología, la paraciencia y la parapsicología son falsas, supersticiones y pseudociencias. Sus adeptos son unos paranoicos que sólo creen en errores y falacias. Los fenómenos paranormales constituyen un mito rechazado por la ciencia verdadera. La arrumbada hipótesis extraterrestre ha sido redescubierta por los pirados platillistas, unos memos víctimas de bromas o sugestión colectiva. En los congresos de ufología se reúnen el mayor conjunto imaginable de paranoicos y locos desatados. Las ideas platillistas me parecen una despreciable y paranoide pseudociencia. Los que las propagan son escritores enfermos de delirios paranoides sistematizados» (Ummocat, número 2.660).

De izquierda a derecha: Juan Domínguez, el padre José María Pilón, Rafael Farriols y Jordán Peña, once meses antes de que este último sufriera un ataque cerebral. A pesar de su estado, Jordán siguió mintiendo y manipulando a sus amigos.

• «Os recuerdo que para hacer el experimento [«Ummo»] alenté un código ético: a) Crear un grupo de personas inteligentes. A lo sumo, se incorporaron libremente los adictos a los ovnis. b) Impedir en lo posible la difusión excesiva del mito. (Por contravenir las instrucciones, negué a Ribera cualquier documento. Por desgracia, no pude evitar la publicación por éste de las cartas.) c) Fomentar los valores humanos, tal como la amistad mutua, el amor hacia sus semejantes y el respeto hacia las ideas de los demás. Defender los derechos de la mujer. Ensalzar a los representantes de la ciencia…» (carta a Rafael Farriols).

• «Quedan en pie las gratas horas que hemos pasado enriqueciendo nuestra cultura, y sobre todo la amistad profunda y el cariño imperecedero: valores eternos que son indestructibles. Adiós, ya sabéis que mi amistad no os faltará jamás» (carta de Jordán a Farriols).

• «Hay, empero, una coincidencia en nuestros cerebros hirvientes: la exaltación mutua muy dulce, que se desborda como una tormenta marina, mucho más allá del acantilado: el amor sin límites a lo desconocido y a los hombres. Aunque jugando en distinta clave el término «desconocido», que expresa un significado semántica, probablemente diferente para los dos. Hay por fin un último paralelismo: el anhelo compartido de prospección social sobre la masa, aunque observo con inquietud, cierta fosa profunda en nuestros respectivos métodos» (comunicación a J. J. Benítez).

• «El recelo que puedas intuir hacia una persona experta en Falacias y que ha manejado hábilmente -como yo- la mentira, como arma eficaz de la psicología social, se explica perfectamente» (comunicación de Jordán a J. J. Benítez).

• «No te preocupes: ellos [ClA] respetan todas las ideas y, por supuesto, las nuestras. Claro que tienen la obligación de proteger sus propios intereses, entre los cuales es lógico que clasifiquen ciertos conceptos y nombres propios. Ahí discrepo indignado en los medios. ¡Pero qué le vamos a hacer! ¿Quizá se rijan por una moral desconocida para nosotros?» (carta a J. J. Benítez).

• «Muchas veces han pensado ustedes: ¿Cómo pagaríamos a estos oemmii [hombres] de «Ummo» la ingente aportación que nos están haciendo de datos sobre su cultura? Ha llegado la hora de casi exigirles a ustedes el precio; nuestro precio a esta aportación. Es un precio alto, difícil de abonar. Deseamos que se cristalice en AMOR. Amor mutuo entre los componentes de ese núcleo» (carta «ummita», supuestamente escrita por Jordán Peña, al llamado «grupo de Madrid»).

Jordán Peña: «¿Qué ganaría yo en falsear mi relación con la «Institución» norteamericana [CIA]?» (Foto: J. J. Benítez.)

• «JOSÉ JORDÁN PEÑA. Nos llamó la atención este oemii [hombre] de Oyaagaa [Tierra], pues nos recordaba la grandeza moral intelectual de ese gran oemmii de Tierra y España llamado Miguel de Unamuno, siempre debatiéndose atormentado por la duda. Señor Jordán, era usted un oemmii apasionado por el estudio de nuestra civilización y, sin embargo, racionalmente incrédulo respecto a nuestra identidad. Porque usted es el único componente de esta microred que ha sido fiel a nuestro exhorto de no ser creídos, aunque respetase nuestra ideología. Ponemos nuestra mano en su pecho. Es usted el tercero en nivel de inteligencia y el primero en nivel de positivismo racionalista. Vemos en usted a uno de los mejores especialistas en psicología que hemos conocido en la Tierra. Mas luche usted contra su introversión, ese cerrarse sobre sí mismo. Busque el apoyo moral de sus hermanos de la microred. Ayúdelos a su nivel elevado y ellos, a cambio, le aportarán mucho. No se atormente con sus torturantes dudas. Admiramos su sentido de moralidad intelectual» (carta «ummita», supuestamente escrita por Jordán).

 

• «¿Cómo puedo resarcir a mis víctimas [de «Ummo»] si no estoy arrepentido de nada?» (comunicación a J. J. Benítez).

 

• «En la experiencia de «Ummo» comprendí más que nunca el pragmatismo norteamericano. Ya sé que esta confesión bastará para hacerme quizá aún más antipático. Es la primera vez que lo confieso llanamente. Mi admiración a lo que supone Estados Unidos, sin dejar de ser izquierdista» (carta a J. J. Benítez).

 

• «Nosotros, los pacíficos, repudiamos sensatamente la guerra, como rechazamos tajantemente el excremento. Es una función fisiológica que apesta, pero no la negamos… Consideramos, por el contrario, el pacifismo como una de las religiones más irracional es para gran parte de sus seguidores. Con mirada fija a su dios «La Paz» no aprecian el sufrimiento hondo que sufrieron los masacrados, y consienten que ad calendas Graecas (es decir, nunca) no sea reprimida esta misma violencia criminal: haciéndose cómplice de los genocidas…» (comunicación de Jordán Peña a J. J. Benítez).

 

• «Lo que sucede en la Tierra es que desgraciadamente se producen distorsiones, y un ser puede ser inteligente y paranoico, puede ser inteligente y psicópata. Esto es lo peligroso, lo terrible» (declaraciones de Jordán Peña al diario Informaciones de Madrid).

 

• «En resumen, tengo una personalidad un tanto inestable y lejanamente intermitente en mi equilibrio psíquico» (carta a J. J. Benítez).

(1) El 6 de febrero de 1966, en el barrio madrileño de Aluche, se registró, al parecer, un descenso ovni en la finca llamada «El Relajal», El hecho se produjo hacia las ocho de la tarde. Según relataba la prensa, parte del terreno quedó carbonizado. Varios testigos aseguraron haber visto un disco de color naranja que aterrizó y luego desapareció a gran velocidad.

(2) La mayor parte de los informes remitidos por los supuestos «ummitas» (1.148 folios recibidos por los ciudadanos españoles) tiene un carácter técnico-científico. En ellos, los «ummitas» tratan de satisfacer la curiosidad de los receptores en temas como la navegación espacial, medicina, astrofísica, biología, teología, psicología, costumbres sociales en su planeta («Ummo»), etc.

(3) Durante años, un grupo de españoles, generalmente los receptores de las cartas «ummitas», fueron objeto de una serie de extrañas llamadas telefónicas (a sus domicilios) en las que los supuestos extraterrestres, con voces dístorsionadas, similares a las de los asmáticos, respondían a preguntas de toda índole, formuladas por esta treintena de ciudadanos.

(4) Los «ummitas», según los informes, tenían una extremada sensibilidad en las yemas de los dedos. De ahí que contrataran a uno o varios mecanógrafos a los que dictaban las supuestas cartas, previo pago de una sustanciosa remuneración económica.

(5) Según Ignacio Darnaude, recopilador de documentos «ummitas», entre junio de 1966 y marzo de 1984 se recibieron cartas del «mecanógrafo» con un total de casi sesenta páginas. Los destinatarios fueron Sesma, Villagrasa, Garrido, Alicia Araujo y Aguirre. Enrique Villagrasa fue el mayor receptor, con diez cartas.

(6) En una carta fechada el 26 de febrero de 1966, Jordán escribió al investigador Danyans y le relató el avistamiento: «El domingo 6 de febrero, hacia las 8 de la noche, regresaba a mi domicilio procedente del poblado de Casilda de Bustos, al que había ido aquella tarde para visitar a unos amigos. Había caído la tarde y me dirigía hacia el «Poblado C» de Aluche con los faros del coche encendidos. Algo me llamó poderosamente la atención. En principio creí identificarlo con un autogiro, pero instantáneamente cambié de opinión, puesto que el rotar de estos aparatos no suele estar iluminado, según creo. Se trataba de un disco blanco al principio, cuyo tono fue virando hacia el amarillo y luego al anaranjado conforme se acercaba (tal vez no sea éste el orden exacto, pero así creo recordarlo). Para entonces yo había parado el seiscientos y bajado del mismo para poder observar el «extraño avión». Confieso que, polarizado por la tendencia a identificarlo como un helicóptero, no pensé siquiera que se tratase de uno de esos «platillos volantes» tan manoseados por la prensa veraniega. El disco se acercaba cada vez más a una velocidad aparente muy elevada (no me atrevo a aventurar comparaciones, pues soy profano en asuntos aeronáuticos). Cuando pasó por el cenit, casi encima de mi cabeza, aunque todavía a gran altura, parecía tener un diámetro aparente similar al de un volante de automóvil. Se desplazaba en dirección casi perpendicular a la autopista del aeroclub. En ese momento se me ocurrió fijarme en los alrededores. Una docena de metros o algo más atrás había un hombre -creo que con una niña- que miraba también hacia arriba. Cuando volví los ojos hacia el extraño fenómeno, observé perplejo que el disco descendía a una zona próxima al punto de la carretera donde me encontraba. Confieso que en el primer instante no me asusté lo más mínimo. Incluso di una interpretación lógica a ese extraño aterrizaje. Recordemos que no lejos de allí se encuentra el conocido aeroclub y no tenía nada de extraño que estuviesen realizando en aquella área experiencias de algún prototipo de avión. Fue este juicio rápido y mi curiosidad no satisfecha lo que me impulsaron a subir al coche y arrancar de nuevo para acudir al lugar probable del aterrizaje. Por ello no presencié del todo el descenso. Me fijé que por una pequeña carretera que derivaba en la «autopista», podría acceder a ese punto, y cuando me acercaba -aún dentro del coche que frené bruscamente- vi elevarse de nuevo el enorme disco. Era, repito, enorme respecto a lo que pensaba encontrarme. Su diámetro no bajaría de los diez o doce metros. Quedé tan impresionado por la visión esta vez que recuerdo cómo me quedó después durante unos minutos la lengua pastosa y reseca. No era su diámetro tan apreciable lo que me asustó, sino su intrigante luminosidad. Sería más exacto si se la comparase con la de esas pinturas fluorescentes utilizadas en la señalización de la carretera, pero mucho más viva e intensa (no había faros cercanos que activas en esta luminiscencia). Emitía un sonido uniforme y apagado que me recordó la vibración de unas turbinas de energía eléctrica que visité algún tiempo atrás en un pantano de la provincia de Jaén. La subida: ascenso uniforme y equilibrado, fue rapidísima, y salté violentamente del coche para presenciarla, pese a que -confieso- las piernas me temblaban. Siendo mucho que el fuerte shock que sentí me impidiese reparar en detalles, alucinado como estaba por la sorprendente visión. Es inútil que me pregunte si vi puertas, ventanas, aparatos auxiliares o el perfil exacto del aparato. Tan sólo me fijé en un detalle sobresaliente -aparte de los pies sustentadores que describiré-: en el centro del disco («vientre» o zona inferior) aparecía lo que creo que podría ser una tobera o salida de gases, con perfil irregular que podría (sin demasiada certeza) esbozar como una línea recta situada entre dos paréntesis abiertos hacia afuera (juraría que no era una estrella, y que más bien resultaba de un negro completamente mate sobre la luminiscencia del conjunto)…

(7) En las comunicaciones previas a la apertura de esta carta, los supuestos extraterrestres recomendaban que la lectura fuera llevada a cabo por el periodista Julio César Iglesias, de Radio Nacional. Ante la lógica dificultad para pronunciar los términos «ummitas», Julio César optó por dejar dicha lectura en manos de Luis Jiménez Marhuenda, mucho más experimentado en tales asuntos.

 

(8) Jordán se refiere, al parecer, a la Iglesia de la Cienciología Internacional, cuyos dirigentes fueron detenidos por la policía en otro céntrico hotel de Madrid y coincidiendo con la lectura de la mencionada carta «ummita».

 

(9) Lo escrito entre paréntesis son comentarios o aclaraciones de FARRlOLS.

(10) OYAGAA, en lenguaje «ummíta», se refiere al planeta Tierra.

(11) Espíritu colectivo humano o alma colectiva.

(12) «Hombre».

(13) Véase Un caso perfecto (capítulo VIII).

 

(14) Noticia aparecida el 12 de junio de 1967 en la revista italiana Gente.

 

     (15) Con fecha 26 de agosto de 1967, «Antonio Pardo» escribió la siguiente carta a Lleget: «Muy señor mío: Antes de remitirle la otra carta que le adjunto, he querido ampliarle con la presente algunos datos sobre el curioso tubito que pude conseguir el día 3 de junio del presente año. El chiquillo que lo ha encontrado, hijo de un modesto peón, tuvo la desgraciada idea de abrirlo, forzándolo de mala manera. Entre su madre y yo pudimos deducir, con una serie de preguntas que le hicimos, que el extremo que falta del tubito era «igual» que el intacto. Si efectivamente fuese así, el artefacto sería simétrico, pero ya sabe usted y es fácil de sospechar que un niño de doce años escasos puede confundir fácilmente, con su poco espíritu crítico, dos cilindros o piezas de distintos formatos, aunque de aspecto parecido.

»Pero todavía resulta más lamentable la desidia de algunos padres que permiten a sus hijos manipular objetos de procedencia desconocida sin la más elemental precaución. Si se hubiera tratado de un explosivo, la actitud de pasividad hubiese sido la misma.

«Por algún comentario que capté en la barriada, se habían encontrado más tubos semejantes, pero los rumores eran vagos y nadie pudo ofrecerme datos concretos. Incluso dijeron que los tubos eran radioactivos y que lo sabían de «buena tinta». En realidad, todos sabemos lo que fantasea la gente en estos casos. Yo he examinado el tubo que poseo en la oscuridad y no se nota ninguna fosforescencia, que tengo entendido es una de las señales típicas de este fenómeno. Le remito, además, un fragmento pequeño del mismo, pues lo que sería interesante es saber de qué material es. Parece estaño o plomo aleado, pues es muy dúctil, Desde luego no es aluminio como aseguraban en la Colonia de Santa Mónica.

»El pequeño que lo encontró no había tirado el roIlito doble que había dentro. Se trata de dos láminas, al parecer de plástico, cuyas dimensiones respectivas son 13 x 2,3 cm y 13 x 2 cm (Ésta última se la envío). Iban adheridas la una a la otra y ambas tienen en relieve una marca que, si se fija usted bien, es similar al distintivo de la aeronave, por lo que la procedencia del tubo no ofrece duda.

»Lo curioso de la lámina esa de plástico es que es muy difícil de cortar o romper con la mano, aunque se corta fácilmente con las tijeras.

»La longitud del semitubo que queda intacto es de 6,3 cm, y la planchita en forma circular tiene un diámetro aproximado de 2,5 cm y de espesor unos dos milímetros.

»Exprofesamente para usted, he sacado dos fotos cuyos clisés le remito también. No he tenido tiempo de sacar copia, pero en el negativo apreciará tanto el tubo como un fragmento que yo mismo he cortado para usted de la zona rota por el muchacho, y las dos láminas desenrolladas que iban dentro.»

ANTONIO PARDO              

 

(16) En gestiones posteriores, Rafael Farriols averiguó que la lámina de plástico era un producto fabricado por Du Pont de Nemours, en Estados Unidos con la marca comercial TEDLAR. El tejido TEDLAR es muy resistente y útil para aplicaciones arquitectónicas, decorativas e industriales. En 1967 era poco conocido en España. TEDLAR era insensible a la humedad y poseía unas excelentes propiedades eléctricas, incluyendo una elevada constante dieléctrica (el tejido permanece flexible a 36 grados Celsius). Además de la arquitectura, el tejido TEDLAR era utilizado en el revestimiento de presiones sensibles, como hoja suelta para reforzar plásticos y como película separadora y aislante para cuerdas y cables. El TEDLAR se proporcionaba en calidad transparente o en color (puede convertirse también en una delgada lámina de gran consistencia). El tejido de color puede fabricarse con diferentes grados de brillo. Dicho tejido es servido con una superficie adherente compatible con varias clases de adhesivos o con lacre, también con superficies que no permiten adhesión.

(17) En 1967, Farriols se puso en contacto con el periodista Antonio San Antonio, del diario Informaciones de Madrid. La entrevista se llevó a cabo en el bar Texas. «San Antonio -explicó Farriols- me mostró los cinco negativos junto a unas copias, en 13 x 18 cm. Me pidió la «módica» suma de treinta mil pesetas. Me negué y ahí terminó la entrevista. Al dia siguiente, después de pensarlo mejor, le rogué a mi primo Ocejo que hablara de nuevo con San Antonio y que cerrara el trato. Y así fue.» Farriols nunca supo si las treinta mil pesetas fueron a parar a las arcas del periódico o al bolsillo del reportero…

(18) «Soy un estudioso del problema ovni -escribe Rey Brea en Stendek-, o como quiera denominarse, que no está ligado a grupo alguno; que lo que hago es por satisfacer mi propia curiosidad y, por consiguiente, me era indiferente que se creyera o no lo que el famoso Caso Perfecto contiene. Pero el infundio «ummita», que tanta preponderancia ha tomado, está ridiculizando el problema ovni ayudado por otras muchas cosas que se dicen y se escriben, y creo que no es lícito por mi parte el permitirle prosperar aún más… En ello (se refiere a «Ummo») tiene que estar implicada una extensa organización, si consideramos la existencia de los extraños tubos de níquel y de las tiras de polifluoruro de vinilo (comercialmente, Tedlar), con el anagrama «ummita» fabricadas por la casa Dupont de Nemours de EE. UU. Un quidán [Rey Brea se refiere a quídam: persona indeterminada o despreciable] cualquiera, ni un reducido grupo, podría adquirirlos fácilmente. Y aceptarlos como tales sería tanto como imaginar que los extraterrestres se dedican a un feo «espionaje industrial», puesto que, si mal no recuerdo, creo que se pretende demostrar que estos «ummítas» proceden de la estrella Wolf424…

(19) El libro en cuestión, titulado Cuando… ¿extraterrestres en la Tierra?, fue escrito por Benito Franco Vidal (Linosa, 1968).

(20) El convencimiento de Óscar Rey Brea sobre el origen marciano de los ovnis llegaba a tal punto que lo anunció en repetidas ocasiones en la prensa (Pueblo, 9 de abril de 1954, y El Ideal Gallego, 11 de abril de 1954). En estos rotativos habló de la oleada de 1954 (de especial intensidad en Francia). También predijo la oleada de 1952, coincidente con otra oposición marciana. Don Óscar Rey señaló igualmente que, durante el período 1947-1964, el número de avistamientos ovni estaría en razón inversa a la distancia de las oposiciones Marte-Tierra. Don Óscar Rey fue observador de primera de meteorología, destinado en el equipo de Radiosonda de La Coruña, en Galicia (España). En septiembre de 1965 vio un objeto de color rojo mate de forma circular, sin estela, que cruzó el cielo nocturno de La Coruña. Según sus cálculos, el ovni se desplazaba a más de dos mil kilómetros por hora («muy veloz para un avión, que no era, y muy poco para un aerolito, que tampoco lo era»).

(21) En el capitulo dedicado a los «argumentos en favor del fraude», Poher escribe textualmente: «B-1) El objeto no se encuentra centrado en ninguno de los clichés sino siempre muy cerca del límite superior lateral (en lo alto y a la izquierda en los clichés 12 y 19, y en lo alto a la derecha, en los demás); esto es perfectamente incompatible con una toma de vista «al vuelo» y en estado de «excitación psicológica», de un objeto volante (una simulación meticulosa y en lo mismos lugares ha puesto netamente en evidencia este último punto).

»B-2) Por una parte, el objetivo del aparato fotográfico ha permanecido a 1,15 m el suelo durante 13 clichés, a pesar de una rotación de 120 grados en azimut y un desplazamiento lateral de varios metros; y por otra, las variaciones del paralelismo del horizonte en relación con los bordes de los clichés, y las variaciones de la altura angular del eje óptico, en relación con la horizontal local, son incompatibles con una toma de vistas «hechas estando de rodillas», puesto que requieren el empleo de un pie, o bien unas precauciones y actitudes de enfoque «anormales». Además, la posición relativa del objeto y la precisión de los enfoques son particularmente incoherentes.

»B-3) Ha habido un único y solo fotógrafo, pues los clichés del pretendido segundo fotógrafo que dice nombrarse Antonio Pardo (un nombre español tan corriente como Dupont en Francia o Smith en Gran Bretaña) pueden ser yuxtapuestos, en cuanto al paisaje, con tal precisión que los objetivos de los aparatos (cámaras) deberían estar situados en el mismo lugar, o al menos a pocos centímetros, lo cual es inaceptable, sobre todo en el caso de dos clichés.

»Uno de los clichés de «Antonio Pardo» es perfectamente oponíble, o sea, exactamente yuxtapuestos (objeto incluido) al cliché n.º 12 (mejor precisión alcanzada: 0,1 %).

«B-4) El análisis detallado del «flou» de los diferentes planos del paisaje, en relación con el efectuado de los detalles del objeto, hace pensar más bien que el objeto consistía en una pequeña maqueta cercana y situada en el límite inferior de la profundidad del campo visual (aproximadamente a unos 3,50 m, siendo, por tanto, el diámetro de la maqueta del orden de unos 20 cm).

»B-5) La comparación fotométrica detallada de los clichés 23-24 y los clichés 12 y 19, permiten los cálculos precisos de Albedo y demuestran con toda evidencia que el objeto fotografiado sobre el cliché 19 es traslúcido (como por ejemplo, un plato de camping, de materia plástica opal) y que el signo lo es también. El valor de los factores de transmisión son exactamente aquellos que se obtienen dibujando un signo al marker o a tinta, sobre una maqueta traslúcida de plástico común.

»B-6) La fotometría y la geometría de la luminosidad de la «cúpula» del objeto en la foto 12 son compatibles con la transmisión y la difusión de la luz solar por una «cúpula» cuya pared circular hubiera sido realizada con un material traslúcido y pulido en su superficie. En efecto, la ley de variación en la iluminación sigue perfectamente la ley de Lambert predecible y el esperado reflejo especular se hace presente. Y esto es fácil de conseguir con una pequeña maqueta.

»B-7) El valor de la energía luminosa que emitiría el objeto si fuera opaco y sus variaciones locales a lo largo del artefacto son incompatibles con la hipótesis de que se tratara de un objeto que emitiera la luz por ionización o excitación del aire ambiental (el objeto no puede ser opaco).

 

»EN CONCLUSIÓN: Los resultados de los estudios efectuados me obligan a pensar que estos clichés son una superchería realizada por medio de una pequeña maqueta de plástico traslúcido y debajo de la cual se ha dibujado, con tinta, el signo «H» y está suspendida por un hilo finísimo, al objeto de fotografiarla, teniendo al mismo tiempo mucho cuidado de que no aparezca la, digamos, «caña de pescar», en los clichés, lo que explica perfectamente los enfoques anormales. Por otra parte, he de decir que he podido reproducir muy exactamente todos los aspectos de los clichés, realizándolos por el mismo procedimiento, o sea, mediante una maqueta obtenida pegando juntos dos platos de plástico por sus respectivos bordes y añadiendo la cúpula que es, asimismo, un fondo de taza de camping de la misma marca. El conjunto me ha costado unas ciento treinta pesetas (o sea, 1,5 dólares).

 

(22) Según la GSW, esta organización estaba especializada en el estudio de imágenes fotográficas ovni, utilizando para ello el instrumental más altamente avanzado, con ordenadores electrónicos.

 

(23) El informe del GSW (con copyright 1976) dice textualmente: «Después de obtener una copia de primera generación [el subrayado es mío] de este supuesto incidente ovni, nuestro equipo de analistas preparó un negativo de alta resolución, el cual mostraba la imagen de un objeto en forma de disco o platillo con una extraña marca en su superficie. La imagen era clara y contenía, además, aspectos del entorno. Esta información junto con el hecho de que la foto se tomó a la luz del día, permitió su proceso mediante la técnica de la mejora fotográfica por ordenador (computer image enhacement). Se han utilizado las siguientes formas de mejora durante la evaluación de este caso: mejora de contornos, retoque de colores, conversión en dígitos mediante la distorsión de las unidades o células de tonalidad (distancia) y computarización por alta resolución.

 

«CONCLUSIONES: tras un cuidadoso estudio, tanto de los datos pictóricos como de las informaciones procedentes del análisis con el ordenador, todo el staff de nuestro grupo, GSW, coincidió en afirmar que la imagen ovni no era otra cosa que un crudo fraude. Seguidamente relacionaremos la evidencia que apoya las razones para sostener la hipótesis del trucaje:

 

»1. La imagen del supuesto ovni carece de sustancia. Hacemos referencia a la fotografía número 1. La línea del cursor, que actúa como un cuchillo electrónico que diseccionara el objeto que aparece en la foto, reveló que el objeto era completamente llano, esto es, que no tenía grosor alguno. La única porción del objeto con un perfil aparente era el símbolo oscuro de la base.

 

»2. Densitometría digital. Esta técnica mide la densidad o valor del gris de la imagen fotográfica, y demostró que la imagen tenía una baja luminosidad y reflectividad.

 

»3. El análisis de las «celdas» que forman toda foto puso de manifiesto que el supuesto ovni se encontraba extremadamente cerca de la cámara y del fotógrafo.

 

»4. Un equipo especial de ordenador que evalúa la distríbución de lúmenes (luminosidad) y los datos del perfil que proporciona el cursor arrojó como conclusión que el «objeto» era muy similar a un plato de papel, invertido, con un símbolo que se hubiera pintado en su panza.

 

»5. El objeto medía menos de 20,3 centímetros de diámetro.

 

»6. La posición de la cámara era muy baja con respecto al suelo para proporcionar la sensación de que el objeto se encontraba alto y lejos.

 

»7. La mejora de contornos reveló una estructura lineal que representaba un hilo sobre el supuesto ovni del que éste pendía.

 

»8. La imagen del supuesto ovni es mucho más clara que la que ofrece el poste blanco que aparece en los alrededores, indicando de forma abrumadora la cercanía del «objeto» comparada con dicho poste.

 

»Esta fotografía representa un crudo intento de duplicar una genuina experiencia ovni. Somos de la opinión de que los fraudes como éste deben ser aireados si queremos que continúen los resultados objetivos de la investigación ovni que se precie de seria. Ni remotamente esta fotografía tomada en San José de Valderas (Madrid) representa un objeto volante extraordinario.»

 

(24) Según Ribera, la foto de marras fue solicitada por V. J. B. O., colaborador del servicio de Inteligencia del Ejército del Aire español, conocido en el mundillo ufológico como el «vampiro valenciano».

 

(25) Junto a los negativos originales, la Guardia Civil recibió también una copia de los informes de Poher y GSW, así como un tercer estudio (AIMU), realizado por informáticos.

 

(26) He aquí algunos ejemplos que conviene no olvidar y que colocan en su lugar a estos supuestos «investigadores científicos»:

• Stendek, septiembre de 1976. El señor Casas Huguet, miembro del CEI, escribía lo siguiente: «…Observación ovni en Puibolea (Huesca) el día 5.4.76. Al parecer, un tractorista vio, en la localidad de Puibolea -distante unos veinte kilómetros de Huesca (en dirección NO)- y en el camino de regreso a su casa, al anochecer, un ovni situado a una altura de unos ochenta metros, cuya forma era circular y en cuya parte inferior se apreciaba un sombreado cuya forma recordaba claramente la de una letra «H». El testigo ignora si se trataba de una marca o de elementos pertenecientes a la estructura propiamente dicha del ovni. Tal vez en otra ocasión volveremos a ocupamos de esta Observación con mayor detenimiento y una vez que obren los datos precisos en nuestro poder. (Cabría preguntarse: ¿adulterinos y tardíos frutos de la tan amena y voceada como inefable e inaprehensible aventura «ummita»? El interrogante queda abierto… bromas aparte.)»

Durante un tiempo, como es mi costumbre, busqué en Puibolea y en su comarca al supuesto tractorista. Nadie sabía nada. Me decidí entonces a telefonear a Casas Huguet, quien, sorprendido, desvió el asunto, culpando de lo escrito a Pere Redón, otro inefable miembro del CEI. En una segunda llamada, Huguet reconoció que lo escrito en Stendek era suyo, efectivamente, pero que «todo había sido un invento porque lo de «Ummo», en aquel tiempo, estaba de actualidad».

El CEI, como dije, era considerado el organismo de máximo rigor y seriedad en la investigación ovni en España…

• Primer Congreso Nacional de Ufología, celebrado en Barcelona en 1978. El señor Ballester Olmos expone los «estudios» de Spaulding y Cía. sobre «las fotos» del ovni de San José de Valderas y afirma que «las fotos son falsas». En diciembre de 1979, Stendek se hace eco de la noticia, apoyando lo dicho por el GSW. Y añade en el editorial de ese número: «Nosotros creemos -que nos perdonen los que no crean lo mismo- que todo el asunto «Ummo» es un gran fraude del que nadie tiene todas las claves. Hubo un complicado trucaje de ovni en San José de Valderas.» ¿Con qué autoridad podía sentenciar el CEI si ellos mismos inventaban casos ovni? ¿Por qué el colaborador del servicio de Inteligencia habló de fotos (en plural) cuando el propio GSW reconoce que «obtuvieron una copia de primera generación»? Sí, aquí huele a podrido…

• Márius Lleget, en la revista Telepsiquia: «Sinceramente, siempre creí que todo el ruido que se venía haciendo en torno a los presuntos «ummitas» era absurdo. Por lo menos, en la época de Don Quijote, de Tirant lo Blanc y de Amadís de Gaula, cuando el hombre poseía menos información que en el presente, eran lícitas (además de hermosas) las fantasías de los caballeros andantes. Pero en nuestros bien informados días nos huele a falso todo cuanto haga referencia a unos seres del espacio -los «ummítas»- cuya existencia está en flagrante contradicción con la astrofísica… ¡Adiós a «Ummo», la única cortina de humo que he visto escrita sin «h»!»

Supongo que -ahora- don Maríus sabe que el asunto «Ummo» está muy lejos de haber sido resuelto. A lo ya expuesto me remito…

• Revista Algo (supuestamente científica): «…No parece que en el supuesto ovni de San José de Valderas valga la pena gastar más tinta, pero pensando en la innata curiosidad humana, y rogando al doctor Jiménez del Oso que nos perdone, recomendamos la atenta y desapasionada lectura del libro de Ribera-Farriols, titulado Un caso perfecto, en cuyas páginas el atento lector encontrará con todo detalle el desarrollo de esta curiosa historia que dista tanto de la ciencia como un campo de fútbol de un laboratorio atómico.» (15 de noviembre de 1974).

Lógicamente, el autor del comentario no aclara a qué tipo de ciencia se refiere: ¿a la que quemó vivo a Giordano Bruno o a la que duda?

• Diario 16, mayo de 1992. El señor Toharia, en un artículo titulado «¿Ovnis en la universidad?», escribía: «Las personas que abordan con seriedad el fenómeno ovni no afirman nada; se limitan a examinar con frialdad y espíritu crítico los casos de «avistamientos», «contactos» y demás fenómenos extraños. Muy pocos de ellos resisten un análisis detallado, pero hay una exigua minoría de casos que no tienen una explicación racional aparente. Lo que no significa que se trate de extraterrestres «ummitas», por supuesto… Por eso tiene escaso sentido que un personaje fabulador e imaginativo, pero nulamente científico, como Juan José Benítez, pudiera ser invitado por una de las mejores universidades del país a impartir un curso sobre ovnis. Porque lo que no sería perdonable es que allí se pueda llegar a afirmar que los ovnis están gobernados por unos visitantes ajenos a la humanidad y procedentes de otros planetas.»

Lo dicho. Si existiera el Santo Oficio, este sujeto sería el primero en prender la hoguera y quemar vivos a cuantos no pensaran como él.

• Revista Enigmas (número 8). Manuel Carballal, en un artículo titulado «Los secretos de Ummo», publica cuatro fotografías que, supuestamente, corresponderían a las tomadas por Jordán Peña en San José de Valderas y que nunca salieron a la luz «porque se veía la mano de su compañero mientras realizaban el fraude». Los negativos de marras aparecen numerados como 15A, 16A, 17A Y 18A. Al preguntar a Carballal por la naturaleza de tales fotos (nada claro en el texto), la respuesta fue la que imaginaba: «Se trata de un montaje, pero no de Jordán. El responsable fui yo.» En la página 62, en ese mismo reportaje sobre «Ummo», Carballal escribe: «Durante un año Jordán explotó el caso Aluche, pero en 1967 decidió superarse a sí mismo. Para ello fabricó la maqueta de un platillo volante utilizando dos platos de plástico y una semiesfera transparente. Una tarde de mayo de 1967 se desplazó a San José de Valderas en compañía de su amigo Vicente Ortuño e impresionaron varias fotos: «Utilizamos la maqueta colgada de un hilo de naylon muy delgado…»»

La «exclusiva mundial» fue publicada en el verano de 1997. Hacía siete meses que la Guardia Civil había descubierto que en los negativos de Valderas no hay ningún tipo de hilo, pero el inefable Carballal no lo sabía…

• Diario Unidad, de San Sebastián. Con fecha 18 de enero de 1977, Mañu de la Puente publicaba una información cuyos titulares eran los siguientes: «Félix Ares: «En Guipúzcoa se ha podido ver el 0,31 por ciento del total constatado en España. San Sebastián e Irún son ubicaciones privilegiadas para la visión de ovnis.«» En el texto, entre otras «perlas», puede leerse: «…Luego… se narraron [se refiere a los conferenciantes Carmen Garmendia y Félix Ares de BIas] otros dos [aterrizajes] similares que ocurrieron en Aluche (Madrid), en 1966, y en San José de Valderas (Madrid), un año más tarde. En estas dos apariciones el número de testigos fue mayor y se pudieron aportar pruebas fotográficas de los mismos, que fueron mostradas a los asistentes a la conferencia. El señor Ares aseguró que estos documentos gráficos fueron estudiados por dos expertos en la materia, y tanto uno como otro afirmaron que las fotos no estaban trucadas.» El 14 de septiembre de 1980, los mismos sujetos, en el diario Deia, de Bilbao, arremetían contra el fenómeno ovni (curioso cambio en poco más de tres años) y decían textualmente en uno de los pies de las ilustraciones: «La foto de la izquierda fue obtenida en San José de Valderas, a muy pocos kilómetros de Madrid, en el mes de junio de 1967, Y ha dado la vuelta al mundo como un caso perfecto de «ovnis». Cuando nosotros hemos pedido que nos hagan un análisis por computador hemos obtenido, entre otras muchas, la foto de la derecha. La flecha señala el hilo de naylon que sujetaba la maqueta de plástico de unos veinte centímetros de diámetro [el subrayado es mío].

Foto publicada en el diario Deia (1980) y a la que hacen alusión Ares y Garmendia.

El patinazo de Ares y cía. (no es broma) terminó dándole la razón al investigador Salazar Serrano cuando apuntaba que el GSW llevó a cabo sus «análisis», no sobre una copia de primera generación, sino sobre una reproducción del libro de Blum. Si en el «informe» del GSW aparece el copyright, fechado en 1976, y si fueron Ares y cía. quienes pidieron que se hicieran los análisis por computador, ¿cómo es posible que en enero de 1977 Ares y cía. defendieran las fotos de Valderas? Como vemos, en este asunto «Ummo», el único mentiroso no es Jordan Peña…

 

En 1991, en un programa de Televisión Española llamado «Tribunal Popular», el comandante Carlos García Rodriga explicó de nuevo el avistamiento de julio de 1985, cuando pilotaba un avión de pasajeros entre Barcelona y Madrid. Al pasar por debajo de dicho objeto, toda la tripulación pudo observar una enorme «H» en la base o panza de la nave. Pues bien, uno de los invitados a dicho programa -Félix Ares-, «explicó» así lo observado por el piloto español: «Lo que no comprendo o no haya comprobado, es imposible.»

 

¡Genial y, sobre todo, muy científico!

• En relación con este mismo caso ovni del comandante Rodrigo, el 14 de agosto de 1992, en el programa de Radio Cinco «Aúpa con ellos» (Radio Nacional de España), otra «lumbrera» de la ufología hispana -el señor Gámez- se permitió afirmar: «Podía tratarse de un globo sonda que hubiera perdido el instrumental.» Y el individuo se quedó tan ancho…

Al año siguiente, en el Primer Congreso Nacional sobre Pseudociencias, celebrado en Zaragoza, este mismo «investigador» afirmaba sobre el tema «Urnmo»: «Aquellos chalados y sus amigos «ummitas». Los extraterrestres del planeta «Ummo» llegaron a la Tierra en marzo de 1950. Al menos, eso es lo que mantuvo hasta su fallecimiento en 1982 FERNANDO SESMA, el contactado que recogió en España el testigo del norteamericano GEORGE ADAMSKI, que fotografiaba tapas de aspiradora y las presentaba como naves procedentes de Venus. Sobre el contactado español, que ha sido tratado con más que respeto por la mayoría de los ufólogos ibéricos, sólo cabe decir que o bien era un chalado o bien un incauto.»

Obviamente, Fernando Sesma no podia defenderse… Al hablar de Valderas, el individuo en cuestión dijo lo siguiente: «La aparición de San José de Valderas fue la gota que colmó el vaso del fraude «Urnmo». El suceso, calificado por Antonio Ribera y Rafael Farriols como «El caso perfecto» (Ribera y Farriols, 1973), fue un burdo montaje orquestado por José Luis Jordán Peña, como todos los informes «ummitas». Los análisis de las fotografías demostraron que la «nave interplanetaria» de San José de Valderas era un plato de plástico suspendido de un hilo (Spaulding y Adrian, 1978) y nadie, excepto Jordán Peña, había sido capaz de hablar con los testigos presenciales. Aunque ufólogos como Ribera acostumbraban a deshacerse en elogios al referirse a todo papel autentificado con la hache barrada «ummita», la verdad es que los documentos eran simple y llanamente basura pseudo científica disfrazada con palabras exóticas como ibozoo uu o uyooaladaa. Todos estos puntos flacos fueron sistemáticamente ignorados por los apóstoles de la ufología espectáculo durante más de un cuarto de siglo. Sin embargo, el tiempo, una vez más, ha dado la razón a los escépticos.»

No se puede intoxicar más en menos espacio. ¡Que santa Lucía le conserve la vista!

     • Diario La Gaceta del Norte de Bilbao (España), 11 de febrero de 1985. Antonio Biosca, más conocido por «Antonio José Alés», escribía sobre «Ummo. y decía: «La máquina de reventar «ovnis», El llamado «caso perfecto», que entusiasmó a muchos, ahora ya no lo defienden, supongo que por pudor, cayó en las fauces insaciables de los llamados investigadores críticos, quienes enviaron las fotos a Estados Unidos, para que fueran sometidas al implacable análisis de la famosa «V-P 8″, unidad tecnológica de la NASA, utilizada para la decodificación de las fotos enviadas por las naves norteamericanas y que es capaz de determinar masa, tamaño, distancia y otros parámetros fotográficos; el resultado no pudo ser más desalentador: eran maquetas de papel.»

Alés, una vez más, confundió churras con merinas… ¿Fauces insaciables de los llamados investigadores críticos?

Dos años más tarde, no satisfecho con lo anterior, Alés volvió a la carga en la revista OMNI (febrero de 1987): «…Creo -sin pontificar- que «Ummo» fue un invento de alguna agencia de opinión extranjera, para comprobar cómo reaccionaba un país (que salía a duras penas del subdesarrollo y entraba de puntillas en la era industrial) ante la llegada de seres de otro mundo. He de reconocer que, de ser cierta mi teoría, el experimento les salió bordado. Nuestro retraso cultural les proporcionaba la base para crear una aura de superavance técnico-científico, que sobrepasaba los conocimientos de los humanos…»

¿Agencia de opinión? Alés, evidentemente, no sabía muy bien de qué hablaba. Este individuo debería recordar que, en 1966, España estaba muy por delante de EE. UU. en infinidad de temas culturales y que, casualmente, los receptores de los mensajes «ummitas- eran, en su mayoría, universitarios.

• Diccionario Temático de Ufologia, editado en noviembre de 1997 por la Fundación Anomalía (Santander, España). En la página 337, al referirse al caso San José de Valderas, Matías Morey, coordinador, escribe: «La evidencia fotográfica (cinco negativos del fotógrafo anónimo y dos copias de Antonio Pardo) fue posteriormente examinada por estudiosos españoles y extranjeros, entre los que cabe destacar a Óscar Rey Brea, Claude Poher y los analistas del GSW norteamericano. Todos ellos coincidieron en afirmar que se trataba de un montaje realizado con una maqueta de no más de medio metro a la que se había pintado el signo «ummita». Tanto Poher como el GSW utilizaron computadoras para su peritaje (el primero, sobre los negativos originales), y sus conclusiones fueron confirmadas por otro análisis hecho por Carles Berché en 1994…»

¿Rectificarán los «anómalos» y reconocerán que los gringos mintieron y manipularon? Imposible: entre bomberos nunca se pisan la manguera…

• LAR (panfleto de la llamada «La Alternativa Racional»), 1993. (Otro nido de «anómalos», intoxicadores profesionales y tontos útiles.) En un artículo titulado «UMMO: el planeta de los corresponsales anónimos», Luis R. González Manso decía, entre otras cosas: «…no existe ninguna duda entre los ufólogos españoles serios de que «UMMO» es un FRAUDE… El affaire «Ummo» sería simplemente una empresa unipersonal. Naturalmente que el autor contaría con algunos cómplices para falsificar las huellas y las fotos, y además obtuvo la desinteresada ayuda de muchos otros bromistas, pero no hace falta más gente, ni motivaciones inconfesables. Los fraudes son divertidos, mucho más si te puedes mezclar con tus víctimas y disfrutar con sus dudas, emociones, ingenuidad, llegándote a convertir en dueño y señor, manipulando los hilo de tus marionetas a voluntad…»

Y surgen un par de dudas: cuando el Manso habla de ufólogos serios ¿a quién se refiere? ¿Quizá al GSW? Cuando escribe «los fraudes son divertidos», ¿está hablando por experiencia? Manso concluye acusando a Jordán Peña como el creador de «Ummo» y afirma: «No obstante, me gustaría pedir al jurado una suave condena, pues con su trabajo de todos estos años, Jordán Peña nos ha facilitado la maravillosa y poco frecuente oportunidad de ser testigos del nacimiento de un mito moderno.»

El manipulador, naturalmente, «olvida» a los testigos de las naves con la «H» en la panza. ¡Toda una tripulación de la compañía aérea Iberia fue testigo de un mito!

Pero la manipulación por parte de este «anómalo» no termina ahí. En el Ummocat de Ignacio Darnaude (documento 2806), el tal Manso asegura que Garrido, comisario de policía (uno de los receptores de las cartas), sería ganado para la causa «ummita» cuando la salud de su hijo, en urgente necesidad de una operación cardíaca, mejoró lo suficiente como para permitir esta intervención, gracias a los «ummitas» y sus «ovnis microscópicos». La estupidez no merece comentarios…

Un año después (1994), Manso se cubría nuevamente de «gloria». En un artículo publicado en Cuadernos de Ufología, el órgano de difusión de la referida Fundación Anomalía (supuestamente la línea seria y científica de la investigación ovni), bajo el título «»UMMO»: el derrumbe de un mito», el «anómalo» de marras insistía en el asunto del «hilo»: «…Óscar Rey Brea, Claude Poher y el GSW demuestran de forma inapelable la falsedad de las fotos de San José de Valderas… [el subrayado es mío].»

Lo único inapelable, amén de la torcida intencionalidad de Cuadernos de Ufología, es el estudio nulo llevado a cabo por los gringos…

 

Logotipo del GSW, con el arranque del «informe» sobre la foto de Valderas, tal y como fue publicado por el CEI en diciembre de 1977. A la derecha, el copyright.

     • Cuadernos de Ufología (Santander, España), números 16 y 17 (1994). El argentino Agostinelli escribe también sobre «Ummo», y dice: «Ahora bien; cuando se acerca el punto final, los autores de textos ufológicos suelen afanarse por rematar el texto con una idea fuerte y, en lo posible, dejarlo todo en suspenso, tanto como para no cauterizar definitivamente el misterio. Por desgracia, éste no es el caso: la maravillosa historia de «Ummo», antes que un «experimento cuidadosamente diseñado», evoca la escena de una familia de gatos jugando con un ovillo de lana. Una vez que la madeja empieza a enredarse, llega una instancia en que hablar de «inteligencias externas» o «internas» (visitantes de mundos fantásticos, maquiavélicas agencias paraoficiales o un contubernio de científicos lunáticos), que invirtieron tiempo y fortuna para someter a su capricho un fárrago de creencias que en realidad pueden emerger y prosperar con la cooperación premeditada de unos pocos y las bromas, los fraudes, la inocencia y la necesidad de creer de unos cuantos), no sólo es estéril e innecesario: también puede ser un perfecto acto de cretinismo intelectual.»

Cree el ladrón que todos son de su condición…

• Cuadernos de Ufología («Centrada -según ellos- en el análisis riguroso de la fenomenología ovni.» Cuadernos de Ufología dicen- es una tribuna en la cual colaboran estudiosos de todo el mundo, que mantienen la necesidad de un enfoque fuera de especulaciones sensacionalistas que tanto han afectado a la credibilidad de esta fenomenología, planteamiento imprescindible para profundizar de modo serio y objetivo en los ovnis y su entorno.») Septiembre de 1988. Ignacio Cabria escribía en el referido «modelo» de rigor y seriedad: «…el comisario de policía Dionisio Garrido Buendía recibe, a lo largo de 1967, comunicaciones telefónicas e informes [se refiere a los «ummitas»] sobre parapsicología y sobre fotografía. Se me ha contado un hecho acontecido cerca de esta persona y que la hizo convencerse totalmente de la autenticidad de los extraterrestres que se presentaban como «ummitas». Un hijo suyo sufría una dolencia cardíaca y no podía ser operado por sufrir una deficiencia en la sangre, una carencia parcial de plaquetas. Al poco tiempo de este primer contacto, y de un modo que Garrido no interpretó de otra manera que como una intervención de los extraterrestres, su hijo tuvo las plaquetas suficientes para poder ser intervenido quirúrgicamente. Hasta aquí la concisa información que se me ha proporcionado.»

Cuadernos de Ufología y el señor Cabria deberían saber que el rumor está más cerca de la «especulación sensacionalista» que del «análisis riguroso». Por cierto: ¿quién copió a quién? ¿Manso a Cabria o viceversa?

En ese mismo artículo sobre «Ummo», Cabria, en otro alarde, recuerda los «hallazgos» de Poher y Spaulding, y dice: «Los análisis de las fotos realizados por técnicos franceses y norteamericanos respaldaban los resultados de Rey Brea en el sentido de demostrar que el ovni era, en realidad, un plato suspendido de un hilo» (Poher, 1977; Spaulding, 1977).

El pobre Cabria no acierta ni en las fechas…

En 1994, tras conocerse la autoinculpación de Jordán Peña, Cabria publica otro artículo en Cuadernos de Ufología bajo el título «»Ummo»: el fin de la trama». Y dice: «Nos queda una cuestión incómoda que pone en entredicho a la comunidad de investigadores de la ufología y la parapsicología. José Luis Jordán fue presidente de la entidad ufológica Eridani A. E. C. en los años setenta. Impartió charlas en las que mostraba un talante escéptico hacia la naturaleza extraterrestre de los ovnis y en los últimos tiempos se había mostrado un crítico mordaz con los ufólogos. En el campo de la parapsicología representó el ala más escéptica y radical de la Sociedad Española de Parapsicología. ¿Cómo es posible que los investigadores de la ufología y de la parapsicología hayan podido ser engañados de manera tan sistemática?»

El señor Cabria, una vez más, manipula la información. Que yo sepa, de la treintena de receptores de cartas «ummitas», sólo Ribera y Darnaude pueden ser considerados como «investigadores de la ufología». En cuanto a la parapsicología, excepción hecha del P. Pilón, ¿a quién se refiere este «modelo de rigor»? ¿«Engañados de manera tan sistemática»? Cabria, obviamente, no conoce los cientos de documentos escritos por Ignacio Darnaude Rojas-Marcos en los que duda de la paternidad «ummita». ¿O sí los conoce? Y algo más: en 1971, cuando se fundó la Sociedad de Estudios Cosmológicos Eridani, en Madrid, Jordán Peña, en efecto, fue elegido presidente. Uno de los que apostó por él fue el también «anómalo» Félix Ares de BIas, compañero de viaje en Cuadernos de Ufología del señor Cabria…

• Cuadernos de Ufología, septiembre de 1988. Julio Arcas, Cabria y José Ruesga firman un editorial en el que se dice: «C. de U. no va a rechazar en sus páginas a los escépticos ni los temas «malditos» como «Ummo» o los contactados si se aportan sobre ambos visiones renovadoras…»

Basta echar un vistazo a las páginas de Cuadernos de Ufología para darse cuenta de que las «visiones renovadoras» son todas tan parciales como mal intencionadas. A lo expuesto me remito.

• Cuadernos de Ufología, septiembre de 1988. CarIes Berché, del CEI de Barcelona, asegura «que los análisis por ordenador de las fotos de San José de Valderas demuestran que se trata de una maqueta reducida colgando de un hilo de naylon.» Años después, en 1994, también en C. de U, Berché i Cruz se reafirma en lo dicho: «La existencia de fotografías del presunto ovni de San José de Valderas, supuestamente visto el 1 de junio de 1967, parecían ser la prueba definitiva de la autenticidad del caso. Más aún, cuando los fotógrafos eran -en un principio- dos diferentes. Lejos de eso, las fotografías han sido la puntilla del caso «Ummo» en general. Si las fotos son falsas, el caso también lo es y si se montó un falso caso ovni anunciado por los «ummitas», es que éstos participan del fraude.»

Las «brillantes y científicas» deducciones de Berché lo dejan a uno traspuesto (sobre todo por lo del «hilo» de Spaulding). Más adelante en ese mismo artículo, Berché reconoce que algo falla: «Según ciertos ummólogos, el que Spaulding hiciera sus análisis sobre una «copia» en lugar de sobre los negativos invalida su trabajo. Pero si aparece un HILO bien visible, de algún lugar debe de salir, creo yo…» La respuesta la proporciona el propio Berché: «En definitiva, si bien no he hallado el mismo hilo que los técnicos del GSW, sí puedo confirmar que éste existía y que no estaba aguantado por una caña, sino que arrancaba del suelo y pendería en una estructura superior -una rama de árbol, tal vez- que el fotógrafo cuidó de no encuadrar.»

¡Genial! La cuestión es mantener el «hilo» como sea, aunque no exista.

Esto debe de ser lo que los «anómalos» y «científicos» de Cuadernos de Ufología llaman «visiones renovadoras»…

 

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