Entrevista a Juan I. Cuesta por Moises Garrido
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Descripción
Entrevista a Juan I. Cuesta por Moises Garrido
Uno de los testimonios más interesantes que recogimos fue el de Juan Ignacio Cuesta, colaborador del célebre programa La Rosa de los Vientos (Onda Cero). Este periodista vivió toda aquella historia de La ballena alegre de una forma muy particular. Por aquella época era un joven de 15 años con inquietudes ufológicas que, en compañía de unos amigos, frecuentaba dichas reuniones. –Asistí durante unos cinco meses a la reuniones presididas por Fernando Sesma en La ballena alegre –nos cuenta–. Eran tiempos muy complicados porque el régimen de Franco se terminaba y entonces cada vez que alguien se reunía en cualquier sitio saltaban las sospechas. Nos tenían puesto el ojo y seguramente allí había alguna persona espiándonos.
–De hecho, usted llegó a ser detenido. ¿Cuál fue el motivo?
–Con nosotros solía venir un individuo, cuyo alias era Cok, que tenía una doble vida. En la otra se dedicaba a atracar a gente por ahí. La policía lo detuvo en una ocasión y para obtener un mejor trato no se le ocurrió otra idea que decir que éramos una secta, que seguíamos a Charles Manson, que cultivábamos marihuana en el campo… en fin, cosas de ese estilo. Al individuo no le hicieron mucho caso, pero dos años después un juez que estaba en el Tribunal de Orden Público nos citó a todos para interrogarnos. Una noche nos detuvieron a varios de los que andábamos en aquellas reuniones. El juez nos puso bajo la ley de peligrosidad social en ese momento, nos hizo firmar que habíamos fumado marihuana, cosa que no había sucedido, y nos mandó una temporada al Hospital General Penitenciario para acallar a la opinión pública. Cuando aquello terminó y yo salí del hospital, prácticamente me retiré de todo esto, lo seguí ya desde fuera y decidí no volver a
La ballena alegre. Cada vez me fui convenciendo más de que todo aquello era una patraña.
–¿Considera la posibilidad de que haya algo extraterrestre tras el caso Ummo?
–Con sinceridad, no.
–¿Admite entonces la versión de Jordán Peña respecto a su autoría en este montaje?
–En parte sí, pero hubo más. Estoy convencido de que otros le echaron una mano, aunque desconozco quiénes son. Él solo no lo hizo.
–¿Cree que los servicios de inteligencia han estado detrás del caso Ummo, bien como autores o como colaboradores?
–Es muy posible. Como ya te he dicho antes, cada vez que había una reunión de este tipo, enseguida se pensaba que había temas políticos detrás, y es muy probable que tuviéramos allí espías que estaban controlándonos. Sobre si los servicios de inteligencia fueron los promotores de todo esto, ahí no puedo pronunciarme. Quien sí se pronuncia a ese respecto es el veterano investigador Manuel Carballal. Con él también hemos contactado para formularle unas preguntas, ya que en su obra Los expedientes secretos (2001) dedica un amplio capítulo al caso Ummo.
–Manuel, ¿hasta qué punto considera que los servicios de inteligencia españoles han estado implicados en esta historia?
–Según mis fuentes, los servicios de información españoles se interesaron por Ummo cuando se dieron cuenta del tipo de objetivos potenciales que se reunían en
La ballena alegre: una secretaria de la embajada de Estados Unidos, policías, militares… Era lógico. Las creencias siempre han sido utilizadas como instrumento de espionaje por los servicios de inteligencia, y el fenómeno OVNI es una herramienta fantástica para manipular a un cierto sector de la población occidental.
–¿Cree que con la autoconfesión de Jordán Peña el caso quedó cerrado o, por el contrario, aún quedan flecos sin resolver?
–Supongo que, al menos hasta ahora, debo ser el único que no solo obtuvo la primera confesión extensa (más de 50 páginas) redactada por Jordán Peña, sino también pruebas físicas y materiales de su autoría en el fraude (como el troquel que utilizó para fabricar las famosas láminas de San José de Valderas), y por eso juego con ventaja. Para mí no hay ninguna duda de su responsabilidad en la creación del caso Ummo. Era profesor de ciencias cuando ideó el engaño, y tenía unos móviles tan sucios y siniestros como el sexual y el afán de poder. Jordán Peña fue el motor inicial, pero tuvo muchos colaboradores, que tienen nombre y apellidos, como Vicente Ortuño (que sostenía la maqueta del presunto ovni ummita mientras Peña hacía las fotos) y Mercedes Carrasco y Trinidad P., que enviaban las cartas
ummitas que Peña les entregaba. ¿Y si quedan flecos sin resolver? Por supuesto, pero aun así es una lástima que todo el daño, las esperanzas frustradas y las ilusiones manipuladas que generó Jordán Peña durante cuarenta años de engaño no hayan terminado en un juzgado.
Más pistas interesantes
Enrique de Vicente, director de la revistaAño Cero, también nos ofreció algunas pistas interesantes sobre la posible vinculación entre Ummo y el desaparecido Centro Superior de Información de la Defensa (CESID), hoy Centro Nacional de Inteligencia (CNI). Este conocido periodista, experto en temas fronterizos del conocimiento, asistió siendo muy joven a las tertulias de La ballena alegre.
–La primera vez que fui no sé si habría cumplido los 15 años –recuerda–. Había visto a Fernando Sesma por televisión y me había quedado alucinado con eso de los platillos volantes, que a mí me interesaban mucho desde que tenía 12 años. Entonces me acerqué por La ballena alegre. Aquello era una cosa como de locos.
–¿Participó Jordán Peña en el caso de San José de Valderas?
–Cien por cien. Igual que en el caso de Aluche, como nos confesó Vicente Ortuño a Javier Sierra, a José Juan Montejo y a mí.
–¿Cómo valora el tema Ummo actualmente?
–Nunca le di credibilidad. Para mí es un montaje que no tiene nada de extraterrestre, pero de ninguna manera es un montaje exclusivo de Jordán Peña, como se ha dicho.
–¿Qué piensa de la conexión entre Ummo y los servicios de inteligencia? ¿Cree que Jordán Peña ha colaborado con ellos?
–Jordán Peña tenía relaciones extrañas con toda esa gente. Un tipo importante de la Iglesia de la cienciología –ya sabes que esta gente tiene un servicio de documentación excelente– me enseñó un informe del Parlamento sobre sectas en el cual quedaba claro que Jordán Peña fue el primer desprogramador utilizado por el Ejército. Él tenía relaciones previas con esta gente y, desde luego, con propósitos nada sanos.
–Se habla del lado oscuro de Jordán Peña…
–Se inventó una secta para desenmascarar otras sectas, según reconoció. Tenía una vena patológica. Lo curioso es que le interesaban exactamente aquellos temas que les interesan a los servicios de inteligencia: hipnosis, control mental, parapsicología, ovnis… Andaba en alguna movida de ese tipo, no tengo la menor duda. Quería incluso pincharme una droga para hacer pruebas parapsicológicas relacionadas con el desarrollo de las facultades psíquicas. ¡Terrible! Se conoce una parte suya, pero hay otra parte oscura de la que no voy a hablar.
–¿Aprovechó entonces sus dotes como investigador de la parapsicología y sus conocimientos sobre control mental para persuadir o seducir a más de una persona?
–Totalmente. Esa es la historia.