OVNIs fraudulentos en Aluche y Valderas según Moises Garrido

Descripción

OVNIs fraudulentos en Aluche y Valderas según Moises Garrido

 

 

 

El 6 de febrero de 1966 –la época en la que Fernando Sesma inició sus contactos con los presuntos ummitas– tuvo lugar un supuesto descenso ovni en el madrileño barrio de Aluche cuyos testigos fueron Jordán Peña y Vicente Ortuño. En los terrenos de la finca El Regajal quedaron impresas tres huellas rectangulares con una cruz aspada en su interior, formando un triángulo equilátero. Supuestamente fueron producidas por el tren de aterrizaje del platillo volante. Nos dirigimos a dicho lugar en compañía del ummólogo José Juan Montejo, que hizo las veces de guía. Actualmente el terreno está vallado y rodeado de edificios. También nos acercamos al nº 5 de la avenida Rafael Finat, donde estuvo hasta hace unos años el bar Palencia (hoy ocupado por un comercio de tapicería). Allí se centralizaron las primeras noticias que circularon sobre el incidente. Ortuño, que vivía en esa misma avenida, dijo haber observado desde la ventana de su casa un extraño objeto luminoso que había descendido sobre la citada huerta. Sus posteriores contradicciones y el hecho de que ambos testigos se conocieran antes del avistamiento, cosa que en principio habían negado, hicieron surgir serias sospechas. Cuando Jordán Peña confesó ser el autor del caso Ummo, Ortuño reconoció por fin que el suceso de Aluche había sido falso y que formaba parte del experimento. “La idea partió de Peña, y Ortuño se limitó a apoyar a su amigo”, declara Montejo. Cuando le preguntamos a Peña sobre dicho suceso, nos respondió: “Vicente y yo fabricamos la huella. La hicimos al anochecer. Cogimos un polvo radioactivo que me fue facilitado por un amigo extranjero y lo esparcimos por allí. Lástima que no fuera nadie con un contador Geiger”. Un año y unos meses más tarde, el 1 de junio de 1967, se avistó un ovni sobre San José de Valderas (Madrid). Las fotografías publicadas al día siguiente en la primera plana del diario Informaciones –en las que se apreciaba un objeto con la forma de dos platos hondos unidos por los bordes– dejaron boquiabiertos a los contertulios de La ballena alegre. Y es que, además de ser la confirmación a un aviso dado dos días antes por los ummitas en una de sus misivas –afirmando que una de sus naves sobrevolaría Madrid–, el ovni llevaba en su panza el anagrama de Ummo. Aquello resultó la prueba definitiva de que los ummitas estaban entre nosotros. Visitamos el célebre paraje del avistamiento, sito junto a un castillo, y Montejo nos ofrece ciertos datos de interés: “Al cabo de los años, cuando Jordán Peña confesó haber sido el autor del tema Ummo, también se le atribuyó la autoría de las fotos de San José de Valderas. Adoptando una de sus múltiples personalidades falsas, llevó los negativos a una tienda de fotografía que estaba en la zona de Carabanchel y dejó las fotos disponibles en un sobre a nombre del periódico Informaciones. Hablamos en su día con el periodista Antonio San Antonio, que en 1967 trabajaba como redactor para dicho periódico, y nos confirmó esta versión”. El periodista, sin embargo, nunca supo la identidad del autor de las fotos. En caso contrario le habría reconocido enseguida, ya que le había entrevistado el año anterior como testigo del caso Aluche… Preguntamos a Jordán Peña cómo realizó el fraude: “Para el caso de San José de Valderas cogimos una maqueta de unos 30 cm y la colgamos de un hilo de nylon en un árbol. El fraude lo hicimos Vicente Ortuño y yo”. Quedaban así confirmados los análisis realizados en 1976 sobre los negativos fotográficos por el ingeniero francés Claude Poher, en cuyo informe declaró: “Los resultados de los estudios efectuados me obligan a pensar que estos clichés son una superchería realizada por medio de una pequeña maqueta de plástico translúcido debajo de la cual se ha dibujado, con tinta, el signo ummita, estando suspendida por un hilo finísimo…”. Realizado el fraude, el propio Jordán Peña elegiría a los falsos testigos: “Uno fue mi cuñado y algunas testigos eran amigas nuestras”. Ambos incidentes, que marcaron una época y se convirtieron en los pilares fundamentales del caso Ummo, sirvieron de eje central para la obra Un caso perfecto (1969), escrita por Antonio Ribera y Rafael Farriols, que tuvo una gran acogida en el mundillo ufológico. El tiempo se ha encargado de demostrar que dicho título no era nada apropiado…

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