Elusividad según Alberto Iurchuk (Junio 2000)
- Descripción
Descripción
EL FUEGO DEL DRAGON
BOLETIN MENSUAL DE OVNILOGIA
Nº 22 – Junio de 2000
Editado por Carlos Alberto Iurchuk
La Plata – Argentina
«El Dragón Invisible»
http://dragoninvisible.com.ar/
Se permite la reproducción parcial o total, por cualquier medio, de los artículos presentados en este boletín. Si así se hiciere, se agradecerá la notificación al autor del artículo y al editor del boletín.
Paraufología: Nuevo enfoque del fenómeno OVNI
Moisés Garrido Vázquez
Huelva – España
[Este artículo fue publicado en la revista «KARMA-7», Nº 220 – Marzo 1991.
Reproducido aquí por autorización expresa del autor.]
Cuando uno se adentra por primera vez en la investigación del fenómeno OVNI cree que este tema se ciñe exclusivamente a la posibilidad de que estemos siendo visitados por «inteligencias extraterrestres«, teniendo como reto descubrir si un avistamiento OVNI es cierto o no, o si el testigo miente o dice la verdad tras la entrevista de rigor. Pero cuando pasan los años y nos vamos sumergiendo cada vez más en esta complicada cuestión descubrimos que el problema es mucho más profundo y complejo. Es como si se tratara de un pozo sin fondo en el que por mucho que ahondemos nunca hallaríamos el final. Especulando sobre el tema, averiguamos que existe un maremágnum de hipótesis para explicar el origen de tal fenómeno, viendo que la tan propugnada HET (Hipótesis Extraterrestre) es una más, y no la más lógica como muchos creen.
¿Qué hacemos entonces? ¿Nos cruzamos de brazos esperando que las respuestas nos lluevan como «maná» del cielo?, o por el contrario, ¿nos rompemos la cabeza para encontrar las piezas necesarias de este inquietante puzzle? Yo creo que la mayoría de los investigadores hemos aceptado con resignación esto último, y fruto de ello es el resurgimiento de nuevos puntos de vista que permiten acercarse poco a poco y cada vez más a ese escurridizo y, para nosotros, ilógico mecanismo que mueve los denominados «fenómenos aéreos anómalos«.
OVNIS: Connotaciones psíquicas
Antes de adentrarme en las características psíquicas del fenómeno OVNI quiero indicar que el aspecto físico del mismo también es muy importante y fundamental para comprender la naturaleza promotora de estas manifestaciones. Ahí tenemos como todos sabemos el llamado Efecto EM (Electromagnético) en aparatos y vehículos terrestres, derivado por el paso de un OVNI, características éstas que englobaríamos en el denominado EC2 (Encuentros Cercanos del 2º Tipo) según la clasificación del Dr. Allen Hynek, puesto que quedan evidencias físicas tales como trastornos y alteraciones en relojes, tendidos eléctricos, brújulas, motores, etc. Así como efectos en personas y animales a modo de quemaduras en la piel, irritaciones oculares, crisis nerviosa, náuseas, dolores de cabeza, etc.
No obstante, no todo acaba ahí. Para mí el aspecto más sorprendente y básico del Fenómeno OVNI estriba en lo que Jacques Vallée denominó como la «dimensión psíquica«, ya que la mente del perceptor juega un papel fundamental, siendo el epicentro de todo lo que acontece en un encuentro OVNI, recibiendo, canalizando o interpretando lo que ve acorde al condicionamiento socio-cultural en que se encuentra. Pero no sólo la mente se «activa» en el preciso instante del avistamiento, sino antes y sobre todo después del mismo. Ya en este terreno se entremezclan íntimamente lo paranormal y lo ufológico, siendo indispensables ambas herramientas para no dejar ninguna pieza suelta entre las que se hallarían fenómenos religiosos, espiritistas, folklóricos y tantos otros, todos ellos interrelacionados entre sí por sus elementos tan comunes y paralelos.
Los modernos contactos con supuestos «extraterrestres» son relatos análogos a antiguos mitos y leyendas ancestrales, pero con la única variante de estar adornados con elementos acordes a la tecnología actual, sin que por ello reste similitud alguna en los hechos. El folklorista Bertrand Méheust apunta que dichos relatos están nutridos de la imaginería arcaica pero encarnan en igual medida a los sueños de la modernidad, dando como resultado una experiencia OVNI.
Ilustraré a continuación con claros ejemplos la importancia de la psique en un suceso OVNI: La historia no siempre comienza en el momento del avistamiento, sino que en numerosos casos se anuncia con antelación, bien a nivel psíquico como si de una comunicación telepática se tratara, o bien mediante sistemas ya usados en el contexto espiritista como son la tabla «oui-ja» o la «psicografía«. Estos tres modelos de «sintonización» son utilizados habitualmente por los denominados «contactados«, pero es interesante observar cómo personas no introducidas en el fenómeno del contactismo han tenido la extraña sensación o deseo espontáneo de asomarse a la terraza para mirar al cielo o fotografiar una parte de éste, sin saber a qué es debido tal reacción inesperada, e inexplicablemente vieron algún extraño «objeto«, o bien obtuvieron la fotografía de uno de ellos sin que lo hubieran observado en el momento de disparar con la cámara (¿Psicofotografía?).
El conocido contactado catalán L. J. Grifol inició de esta manera lo que después culminó en los constantes avistamientos montserratinos de los días 11 de cada mes; sus contactos dieron comienzo una noche veraniega de 1977 cuando, encontrándose en su casa, experimentó un inhabitual nerviosismo y una especie de hormigueo que recorrió todo su cuerpo, sintiendo un impulso de salir a la terraza, instante en que al mirar hacia el cielo pudo visionar una «estela luminosa» que, sobre su vertical, se desplazaba hacia el mar para, a continuación, surgir nuevamente y ya desaparecer. Semejantes sensaciones en días posteriores, sumadas a sueños premonitorios y nuevos avistamientos, le hicieron tomar conciencia de que todo aquello tenía algo que ver con su persona.
Estas reacciones inusuales no son típicas tan sólo de los «contactados» sino que también la han vivido algunos «abducidos» o secuestrados por «humanoides«. El caso de Julio F. es uno de ellos. Narró de la siguiente manera el momento previo a su «abducción» ocurrida el 5 de febrero de 1978: «Era todavía de noche cuando me encontraba a 50 km. de Medinaceli, un impulso extraño me obligó a desviarme por un camino situado a la izquierda de la carretera, 10 ó 12 km. antes del lugar hacia donde me dirigía«. ¿Qué son esos impulsos aparentemente involuntarios? ¿Orden hipnótica? ¿Comunicación telepática? ¿Precognición? Sea lo que fuere, lo que sí es cierto es que en todo momento es la mente humana la receptora de tales percepciones.
En el encuentro directo con los OVNIs y «entidades» asociadas a los mismos se dan factores muy importantes desde el punto de vista paraufológico, tal vez porque un determinado sujeto ante un estímulo externo no habitual (léase en este caso OVNI) puede perder conciencia de la realidad que le rodea y aflorar imágenes y elementos de su inconsciente, produciéndose en ese probable «estado alterado de conciencia» algún tipo de fenomenología parapsicológica. Ahí tenemos como prueba la pérdida de la noción espacio-tiempo experimentada por el testigo, la comunicación telepática con la «entidad» o la parálisis sufrida al acercarse al «objeto» que muy bien puede ser lo que en psiquiatría se conoce con el nombre de hipocinesia (catatonía inhibida).
Fenomenología paranormal
A veces, tanto «objeto» como «tripulante» de apariencias físicas aparecen repentinamente ante la perplejidad del testigo para más tarde esfumarse tal y como vinieron, sin traslación alguna. Fenómenos de este tipo son estudiados por la parapsicología y se les conoce con el nombre de «teleportación«. Otra extraña característica es que esos «objetos» pasan en determinados instantes de tener una consistencia física a convertirse en un fenómeno lumínico y viceversa. Y el que dejen huellas no debemos tomarlo como una evidencia clara de que son físicos, pues sabemos de sobra que algunas apariciones de «fantasmas» han dejado marcas tangibles en vaciados de yeso y parafina, y para complicar aún más la cosa, las «apariciones marianas» suelen producir una marchitación en la vegetación donde se manifiestan, así como las manifestaciones clásicas de «hadas«, las cuáles dejaban unas marcas en el terreno conocidas con el nombre de «círculos hádicos«. Otro punto interesante es el llamado «tiempo perdido» o amnesia temporal que sufre el «abducido» tras su experiencia, cuyas vivencias hemos de extraerlas mediante el uso de la hipnosis regresiva. ¿Tal pérdida de memoria sería provocada por los supuestos «alienígenas» o se trataría de un mecanismo de defensa del propio cerebro de la víctima? Si se trata de lo primero, como bien dice Enrique de Vicente, para qué se molestan esos «extraterrestres» en bloquear la memoria consciente de los secuestrados, si saben que resulta luego tan sencillo para nosotros burlar esos bloqueos mnémicos. También hemos de tener en cuenta que la técnica de la hipnosis no es demasiado fiable, pues el hipnotizador puede condicionar con sus preguntas al sujeto hipnotizado, aflorando de la mente de éste hechos que probablemente no sucedieron en la realidad, además que en el estado hipnótico la transmisión telepática se vuelve más receptiva.
Un dato a favor de la relación Psi-OVNI es que muchos testigos de avistamientos suelen manifestar o, por lo menos, haber vivido algún tipo de fenomenología paranormal a lo largo de su vida, o bien tras el impactante encuentro con el OVNI es cuando han visto acrecentadas dichas facultades psíquicas. Contamos con miles de ejemplos entre los que destacaríamos el caso de Sixto Paz, que tras sus primeros contactos con «extraterrestres» vivió experiencias de desdoblamiento astral, visitando planetas y satélites «habitados» y cuyo relato haría las delicias de cualquier escritor de ciencia-ficción. O el también conocido Eugenio Siragusa, quién después de verse «redimensionado» (!) por los «redentores extraterrestres» se le «abrieron» sus canales retrocognitivos, conociendo antiguas y míticas historias de continentes desaparecidos y de civilizaciones ancestrales, sin faltar todas sus famosas reencarnaciones, realizando precisos dibujos (psicográficos) de los continentes en épocas lemuriana, atlantídea, etc. El anteriormente mencionado L. J. Grifol también ha tenido ciertas percepciones relacionadas con la precognición, clarividencia y clariaudiencia. Debemos añadir a todo esto que muchos médiums, sensitivos o psíquicos, han visto alguna que otra vez «fenómenos anómalos» en los cielos o en algunos casos suelen decir que sus poderes le han sido otorgados por los «de arriba» como el show-man Uri Geller, quien atribuye sus discutidos poderes a los «extraterrestres«. «Estoy convencido de que mis poderes provienen de la mente. Pero que han sido puestos allí por una raza extraterrestre que me utiliza como su mensajero…«, argumentó Uri en una entrevista.
A estas alturas, el lector se estará percatando de que el fenómeno OVNI es un tema complejísimo, la mayoría de las veces incoherente, inverosímil y absurdo, lo cual nos lleva a plantearnos qué es la realidad, qué es lo trascendente y qué papel juega el hombre en todo este laberinto de misterios que conforme más nos adentramos en él, más difícil es encontrar la salida.
Estamos viviendo actualmente demasiados incidentes únicos en el Fenómeno OVNI, aumentando el índice de extrañeza, comportándose de forma incomprendida para nuestras limitadas mentes.
Atrás quedaron los OVNIs «adamskianos» de los años 50, dando paso a los actuales y extraños «fenómenos lumínicos» y «haces energéticos» fotografiados por Grifol o Vicente Enguídanos, por poner un ejemplo. También en las «abducciones» se ha experimentado un cambio, pasando de los típicos «secuestros» en campos y parajes solitarios a las traumáticas «visitas de dormitorio» que están viviendo hoy días ciertas personas. Dicho sea de paso, las víctimas de estas «abducciones caseras» recuerdan la experiencia como si de una fuerte pesadilla se tratara (aquí podrían tener cabida las alucinaciones hipnagógicas e hipnopómpicas) pero con la peculiaridad de que al despertarse se encuentran con cicatrices, marcas y arañazos en la piel, aunque no debemos olvidar la similitud que tienen estos tipos de efectos fisiológicos con los fenómenos que en Parapsicología se conocen como «parasomáticos» (estigmas, dermografías, hematogramas…).
Ahondemos a continuación en otro aspecto importantísimo que todo investigador OVNI debiera tener en cuenta a la hora de sacar conclusiones sobre la realidad de todos estos fenómenos.
El encuentro modelo. Analogías entre distintos fenómenos
Esta es para mí una de las parcelas que más me fascina y preocupa en la investigación y estudio del Fenómeno OVNI, quizás porque plantea numerosos interrogantes y el hallar respuestas a los mismos es un buen desafío para la mente humana, si es que ésta nos sirve de algo para tales hechos.
Me estoy refiriendo a la coincidencias, similitudes y paralelismos existentes entre el Fenómeno OVNI y otros fenómenos que vistos superficialmente parecen no tener nada en común con el primero, pero al observarlos y analizarlos detenidamente comparando relatos de los testigos, nos sorprendemos al descubrir puntos tan conexos entre ellos.
Fue el investigador Alvin Lawson quien acuñó con el término de «encuentro modelo» a todas esas etapas similares y sucesivas que ocurren en fenómenos tales como los encuentros con OVNIs, experiencias extracorpóreas, trances o éxtasis místicos, experiencias cercanas a la muerte, efectos de drogas psicodélicas, proceso del nacimiento humano, etc. Las características de las 12 etapas acuñadas por Lawson son:
La visión de una luz intensa y brillante.
Se oye un sonido o silbido penetrante, a veces con tonalidad musical.
Sensación de flotar fuera del cuerpo, lividez o levitación.
Entrada en una especie de túnel.
Acercamiento hacia una puerta, frontera o límite.
Encuentro con alguna «entidad» extrahumana.
Comunicación a nivel telepático con la misma.
Visión de acontecimientos de la vida del individuo en pocos segundos.
Reconocimiento físico (en las «abducciones«) o de tipo moral y ético (en las ECM, EEC…).
Recepción de mensajes (en su mayoría espirituales y mesiánicos) y sentimiento de misión (a raíz de la trascendencia vivida o por orden de la «entidad«).
Regreso a la vida cotidiana tras la experiencia.
Cambio carismático en el individuo, nueva visión de la vida, transformación interna, tendencia hacia la espiritualidad.
Es curioso observar cómo fenómenos aparentemente diferentes unos de otros y que dan la sensación de no tener un origen común, presentan esos doce puntos de manera tan precisa y similar. ¿Por qué?; eso es lo que nos gustaría saber y tal vez, por qué no, todos tengan una causa u origen común y nos equivocamos simplemente porque al verlos desde diferentes ángulos pensamos que son distintos y es aquí donde ya empezamos a limitar y a parcelar cada fenómenos según su naturaleza o forma de manifestarse, pero siempre enfocándolos bajo nuestros parámetros, cosa que nos puede inducir a error, como más de una vez ha ocurrido.
Remitámosno a los ejemplos para comprobar claramente todo este entramado de interrogantes: Dentro de la ufología, el fenómenos de las extrañas «bolas luminosas» es muy común, pues han sido vistas por muchos testigos, sorprendiéndose éstos al observar las maniobras aparentemente inteligentes que realizaban dichas «esferas«, caracterizadas por su pequeño tamaño y por su repentina aparición. Si damos un salto de unos cuarenta y cinco años hacia el pasado, nos encontramos con que estas pequeñas «bolas» fueron observadas en plena II Guerra Mundial por los pilotos combatientes, dándoles la denominación de «foo-fighters» (cazas de fuego); dichas bolas de color anaranjado no solamente perseguían a los aviones de combate, sino que incluso se introducían en las cabinas de los pilotos y volvían a salir ante la atónita mirada de los aviadores, quienes pensaban que se trataba de alguna sofisticada arma del enemigo.
La visión de estos fenómenos luminosos también se halla en el contexto espiritista; en algunas ocasiones, cuando el médium se halla en trance en el velatorio espiritista, aparecen bruscamente destellos, chispas o esferas luminosas a modo de formaciones ectoplasmáticas. En algunos casos de «poltergeist» también han sido vistas. La parapsicología explica este tipo de fenomenología por la acción mental de uno o varios sujetos dotados, los cuáles exteriorizan la energía psi dando como resultado dicho fenómeno paranormal cuya nomenclatura en la clasificación de la parapsicología sería la de «parafotogénesis«.
Misticismo divino y espiritual
En el marco religioso con mucha frecuencia encontramos este tipo de hechos; así pues, videntes y místicos se han visto acompañados en el momento del éxtasis de «bolas luminosas» que flotaban en el interior del aposento donde practicaban la oración o la meditación. No olvidemos que en las «apariciones marianas«, momento antes de manifestarse la supuesta «entidad divina» se ven, en ciertas ocasiones, esas mismas esferas realizando curiosas piruetas en el cielo, y pienso que el fenómeno conocido como la «danza del sol» es análogo a los anteriores.
Para no dejar ningún cabo suelto quiero señalar que en el vasto campo del contactismo es conocida la manifestación de estas «bolas luminosas«, siendo denominadas por los miembros de RAMA como «canepas» o «sincronizadores magnéticos«, algo así como «monitores telerreceptores controlados desde la nave principal«, según palabras de ellos.
Otra característica similar es la manera de manifestarse tales «entidades«, la mayoría de las cuales comienzan siendo de apariencia vaporosa y sutil, sin rasgos definidos para, poco a poco, ir adquiriendo aspecto antropomorfo y consistencia aparentemente física, ya sea la virgen, un fantasma, un ectoplasma, un supuesto extraterrestre o los mismísimos «hombres de negro«; algunos OVNIs también se han presentado de esta peculiar forma. Así pues, en la forma de materializarse no están muy lejos la legendaria fantasmogénesis de Katie King del OVNI fotografiado por Rex Heflin el 3 de agosto de 1965 o de la «aparición mariana» ocurrida en Zeitun (El Cairo, Egipto, 1968).
En el éxtasis místico, en las ECM (Experiencias de Cuasi-Muerte) y en las «abducciones» se observan «visiones» sustancialmente gemelas: El camino espiritual previo a la «vía unitiva» que vive el místico, es totalmente oscuro, infernal, solitario, al igual que le ocurre a la víctima de una experiencia al borde de la muerte, pues en ese crítico instante se halla inconsciente al mundo exterior, está en coma o con una parada cardio-respiratoria, sufriendo la EEC (Experiencia Extracorpórea) de forma individual, viendo oscuridad alrededor suyo y el abducido suele encontrarse, antes del encuentro, por un camino o paraje solitario, habitualmente de noche y viajando casi siempre solo. A estas tres experiencias les sigue la «luz«, una vivísima «luz» indescriptible, siendo el sublime momento de la «unión con Dios» para el místico, la llegada al «umbral» de la «otra vida» para el paciente clínico y el arribo al interior del OVNI por parte del abducido. El individuo, tras el encuentro con la «divinidad«, el «espíritu«, el «extraterrestre» o lo que sea, suele traer al «más acá» mensajes o comunicados aportados por tales «entidades«, los cuáles son hojas de un mismo árbol. Espiritualidad, mesianismo, filosofía, ética, moral y «leyes cósmicas» brotan en todos ellos, sin faltar pasajes que parecen haber sido extraídos de algún libro sagrado de nuestros antecesores o de algún texto iniciático de una sociedad secreta o esotérica.
Y, curiosamente, dichas personas, tras encontrarse con una «entidad extrahumana» y ser portadoras de un mensaje redentor para la humanidad, experimentan un brusco cambio en sus vidas, un giro de 180º en la manera de percibir, desde dicho momento, la realidad circundante, sintiéndose indispensables para «enderezar» el negativo curso de la sociedad actual. Adquieren en pocos segundos un elevado grado cultural sobre diferentes temas, atraen la atención de la gente al hablar o sólo con su atrayente presencia es capaz de convencer de su experiencia al más escéptico. Crean fundaciones religiosas, escuelas de contactismo, fraternidades mesiánicas o simplemente se reúnen con otros que hayan vivido lo mismo, pues sienten la necesidad de abrirse hacia los demás, de comunicar, de dar conferencias o de escribir libros. Todos ellos, contacten con lo que contacten, llegan a lo mismo, a usar la mente como «canal» o «puente» entre éste y el «otro mundo«. Para muchos, bien es cierto que estas experiencias les han favorecido en algo o les han sido muy positivas para comprender y enfocar muchas cosas, pero también es bien cierto que otros no han asimilado la experiencia como debieran, han tergiversado los supuestos mensajes, han sido manipulados y han manipulado, creando sectas, generando fanatismo, engañando a diestro y siniestro y terminando ellos mismos peor que si no hubieran tenido el encuentro con la «otra realidad«. Podríamos continuar señalando numerosos aspectos comunes entre todos esos fenómenos y las personas que los viven, pero creo que lo expuesto es suficiente para darnos cuenta de que estamos ante eslabones de una misma cadena.
Los ovnis, la eterna cuestión
Mucha razón lleva nuestro amigo Manuel Carballal cuando afirma que «en el fenómeno OVNI lo menos importante son los OVNIs«, pues quien penetra a fondo en dicha temática tratando de desvelar todos sus misterios, no puede y no debe dejar fuera campos como la sicología, sociología, mitología, parapsicología, esoterismo, religión, etc., ya que los mismos aportan muchas respuestas o por lo menos ciertos datos indispensables para comprender algo más este delicado asunto.
La actual investigación ufológica varía considerablemente de la seguida en los años setenta, preocupándonos ahora más en la elaboración de hipótesis, observando la repercusión psico-social que el tema ejerce en el hombre o averiguando la más que palpable manipulación que existe detrás de todo esto, de tal modo que rebajamos a un segundo plano el análisis de los avistamientos, pues desde el caso Arnold hasta la fecha hemos recopilado más de setenta millones de avistamientos en todo el mundo, quedando por lo tanto un buen número de «objetos» sin identificar, con lo cual tenemos ya materia suficiente para establecer planteamientos más o menos plausibles sobre estos «fenómenos anómalos» que sobrevuelan nuestros cielos.
Hemos descubierto puntos muy importantes que hacen que la «hipótesis extraterrestre» no sea la más satisfactoria de las hipótesis como hasta hace poco se creía; ejemplo de ello es lo expuesto en el presente artículo; ya se está teniendo muy en cuenta el hecho de que el testigo es parte fundamental en un encuentro de esta índole, los condicionamientos socio-culturales a la hora de relatar el incidente, el progresivo aumento de avistamientos en zonas urbanas, el uso del Fenómeno OVNI como arma psíquica por parte de grupos de poder, la interrelación que existe entre los fenómenos de abducción y contactismo, etc.
El tema es más serio de lo que parece y mucho más en este llamado «tiempo de milenarismo» que nos toca vivir. Ya lo dijo el psicólogo Carl Jung: «Los OVNIs se manifiestan en nuestro tiempo como una respuesta a la crisis que vive hoy en día nuestra sociedad. Esta angustia ha provocado, mediante complejos mecanismos psíquicos, un importante mito con connotaciones mesiánicas y redentoras«. Esos mecanismos psíquicos argumentados por Jung podrían estar muy bien en los ya mencionados «estados alterados de conciencia«, proceso éste por el cual la mente abandona su estado habitual, perdiendo la noción de esta realidad y adentrándose en otra totalmente diferente, siendo el inconsciente quien está actuando en tal caso.
Hilary Evans, defensor de esta teoría, afirma que «antes de buscar una explicación extraterrestre, debemos hallar una alternativa terrestre viable«, y efectivamente, el Fenómeno OVNI, aunque no en su totalidad, parece hecho a nuestra imagen y semejanza. Está demasiado humanizado, lo rodeamos con nuestras propias elucubraciones mentales proyectando en él nuestros deseos y esperanzas, sustituyendo por tanto a antiguas creencias y dando paso a una nueva religión que se acople perfectamente al vacío trascendente que reina hoy en el género humano.
Por supuesto que no todo el fenómeno OVNI puede quedar enmarcado de tal manera, ya que en el mismo nos encontramos desde fenómenos naturales hasta prototipos de naves experimentales, pero en los casos sin explicación racional posible, en ese remanente de 3 ó 5 por ciento, podemos dar muy bien cabida a los «estados alterados» y a las implicaciones psicológicas y parapsicológicas.
Lo que ya casi nadie pone en duda es que con los OVNIs se está gestando una nueva mitología que acabará modificando la imagen que hasta ahora teníamos de todo lo que nos rodea y sobre todo de nosotros mismos. Abramos bien los ojos ante los acontecimientos que nos deparará esta crucial década en el terreno de los OVNIs. Al fin y al cabo, nosotros formamos parte del mismo.
El Principio de Elusividad Cósmica
(Segunda parte)
Ignacio Darnaude Rojas-Marcos
Sevilla – España
Ojo con la revelación: No es oro todo lo que reluce
Viene a cuento que traigamos de nuevo a colación la campaña de publicidad a escala planetaria, proyectada desde ignotas dimensiones, por los creativos del marketing de lo Trascendente. A golpe de tortuosa propaganda insinúan, con los debidos respetos hacia nuestras sacras tragaderas, lo que ya entrevió Hamlet: «Hay muchas más cosas en el cielo y en la Tierra, querido Horacio, de lo haya podido soñar tu fantasía«.
La técnica 1/2 + 1/2 que la realidad pone en juego para camuflarse ante los mortales, ya fue vislumbrada por Carla Ruecker. Consiste en meternos por los ojos, en proporciones rigurosamente parejas, sendos bloques equilibrados de meros asomos, conjeturas o barruntes cognoscitivos, de certidumbre cero. Los símbolos, señales y ruidos exteriorizados por una de estas coaliciones de indicios, abogan por la subyacencia de reinos y seres invisibles que cuidan los negocios de la matriz cósmica. Y los síntomas opuestos, detectables en la masa simbólica de su facción antagónica, propugnan que no hay más cera de la que arde a primera vista.
Dicha estrategia de infiltrar en la mentalidad popular un 50 % de honrada veracidad, contrapuesto a otro 50 % de desvergonzadas tergiversaciones, se aplica con insufrible cinismo en el moderno designio de transcribir mensajes por telepatía, trance o escritura automática. Los cientos de libros dictados desde otros planos de vibración a contactados en todo el globo, no son trasvasados por un solo comunicante intangible, como supone la ingenua grey platillista.
Por el contrario, tras un debate negociado y previo consenso entre los distintos expertos congregados en la mesa revelatoria, los textos se transfieren por un equipo «multidisciplinar» de especialistas. Uno a uno, mediante una suerte de transacción colegiada, los sucesivos oradores van instilando en la psiquis del paragnosta variopintas y encontradas teorías explicativas de la realidad. Al cenáculo de reveladores no le duelen prendas en ponerse de acuerdo entre sí, con tal de vender bajo máscara a la raza humana sus respectivas opiniones y puntos de vista, discrepantes a más no poder.
Se trata de un comité paritario y bipolar («buenos» frente a «malos«) integrado, es un decir, tanto por ángeles como por demonios: una entente maniquea entre comunicadores de las huestes de la luz y las tinieblas, que ostentan coeficientes de ética cosmosférica diametralmente opuestos. Los publicistas de la «derecha» informan honestamente y se proponen elevar el nivel de conciencia de la población terrestre. Sus rivales y heraldos de la negatividad transfunden por el contrario datos nada fiables, y aplican sus brillantes y seductores poderes intelectuales en confundir, engañar y corromper a los alegres y confiados clientes de los contactados.
Los ponentes de esta bien avenida olla de grillos transmiten uno a continuación del otro, entreverando sus discursos antitéticos sin intercalar hito o póster alguno anunciador del relevo de los sucesivos autores, chivatos que deberían poner sobre aviso al desprevenido lector (quien da por hecho que habla todo el tiempo una sola entidad monocolor) acerca de la intolerable mixtificación en curso.
Cada uno de los telépatas del otro barrio, cuando le llega el turno, insufla en el magín del sensitivo su propia cosmovisión particular, que suele diferir ciento ochenta grados de la filosofía de la vida sostenida por el informador que le precede o le sigue en el enmarañado proceso revelatorio. Así es que las víctimas de este rufianesco método revelatorio estamos aviadas, si pretendiéramos discriminar. ¿Cómo defendernos de este gigantesco fraude y discernir, a lo que tenemos derecho, entre lo verdadero y lo amañado y espurio?
El cóctel – convenientemente agitado antes de usarse – de tan intoxicador potpourri de ideologías contrapuestas, se permite, dicen, con el loable objetivo de que logre manifestarse de facto el dualismo universal diseñado en los más encumbrados estamentos de la Realidad.
Nos referimos a la dinámica interacción, o simbiótico maridaje integrador, entre los pares de opuestos complementarios (a unificar por el hombre mediante la sabiduría decantada por la experiencia), principios en ilusoria oposición que constituyen el fundamento de todo lo creado: bien / mal, positivo / negativo, luz / oscuridad, arriba / abajo, superior / inferior…
Los escritos psicografiados son pues celestiales y diabólicos a la par. En honor a la justicia e igualdad de oportunidades, comportan trigo y cizaña en idénticos porcentajes aritméticos. Y para desesperación de los inermes mártires revelatorios, las opináticas teorías en mutua competencia se sirven como dogmas indiscutibles, y en una inextricable mezcla imposible de desentrañar.
De ahí que el corpus de los papeles mediúmnicos, al incorporar los más variados arquetipos aportados por los representantes etéricos de todas las tendencias ideológicas, resulten escandalosamente contradictorios, pues es bien sabido que, acerca de una misma materia concreta, un volumen inspirado dictamina A, y el siguiente, sin que nadie se sonroje, asevera Z.
El pequeño detalle de que al aprendiz buscaverdades y consumidor de los productos revelados, se le aposente por ello una febril empanada mental en sus entendederas, y pueda hasta dar con sus huesos en el monipodio, no tiene por lo visto mayor importancia; al fin y al cabo de algo tienen que vivir los loqueros.
Como secuela de la pauta general del disimulo que estamos analizando, la farándula de agentes ordenadores del cosmos se vería forzada a escurrir el bulto, escabullirse por la tangente y a disfrazarse en el curso de sus intervenciones rectoras, en orden a restar convicción pública a su actividad administrativa y gerencial. La auto-evanescencia de los que sotto voce ejercen la autoridad y el control, se explica por su obligada adaptación a las añagazas desorientativas que está previsto escenificar, con miras de infiltrar una veladura de esquivas antinomias en el corazón de la sociedad: las ruedas de molino de lo no obvio, cruda desinformación, rumbosas dosis de confusionismo, decepción calculada, y kilotones de falsedad arrebujada con verdades a medias, exageraciones, trolas como camiones y dadivosas propinas de absurdo. Estos serían elementos distractivos inyectados con la taimada finalidad de empañar la verdad demasiado prístina. Parásitos y ruidos de fondo que, juntos y harto revueltos, recatan la metarealidad con la interposición de un delicuescente manto de anubladas caracterizaciones y roles, representados con ánimo de despistar al personal. Falaz objetivo que desde luego cumplen con brillante éxito.
He aquí una turbadora situación que los no avisados interpretan erróneamente, y se comprende, como el reinado de la arbitrariedad y el caos en el mundo. Veamos ahora la posibilidad contraria. Imaginemos por un momento que los bancos de datos cosmosféricos fueran accesibles, transparentes, veraces y de consulta inmediata. Seguro que nos adormeceríamos en los laureles de la hamaca vital, incapaces de progresar. Pero no hay caso. Por fortuna la útil opacidad que la bruma de la tortuosa elusiveness confiere a los intersticios de la realidad, es precisamente el acicate que nos espolea para soslayar el estancamiento y enfrentar un permanente desafío de inquirir, investigar y aprender.
De esta manera la perenne indecisión y perplejidad (a corto plazo) que a veces nos atormentan por no saber a qué atenernos, es el exorbitante – aunque muy rentable – precio que hemos de pagar a cambio del inestimable tesoro de la libertad.
Es una suerte el que la inseguridad intrínseca que genera el deliberado encubrimiento de todo lo suprafísico, aporte por otro lado la necesaria adrenalina que se encarga, en buena hora, de aguijonearnos en pos de una incansable indagación sobre la naturaleza y funcionamiento de la Realidad, justamente el motor del desarrollo evolutivo del homo sapiens. Bendita elusiveness pues, que si no existiera habría que inventarla.
Volvamos al incomprensible programa de los alienígenas, incoherente por los cuatro costados y empapado de absurdo. A la vista del síndrome elusivo generalizado en el All That Is, el modus operandi ufológico no podía ser ajeno a la tan mentada consigna de la careta y el disfraz. A las severas restricciones impuestas por la artimaña de ejercer bajo cuerda, se debe la sorprendente paradoja de que tras cinco décadas de incesante intromisión exosférica, no contemos con una sola evidencia incuestionable.
Los ovnis, por tanto, y ése era uno de sus objetivos, han logrado no avalar su existencia fáctica ante el dogmático estamento académico, gravemente intoxicado, es de justicia subrayarlo, por su neurótica obsesión por el método científico (de imposible aplicación en el ámbito del submundo asensorial), y por las famosas pruebas materiales (que en rigor, y cuando se ahonda en la epistemología gnoseológica, se esfuman como meras entelequias). Los hombres de ciencia saben que éste es el único planeta habitado y que no hay ovnis, porque en vez de mirar lo que tienen delante y hacer cábalas, son más felices ajustándose las anteojeras último modelo y cerrando la mollera con candados de alta seguridad.
Y de esta guisa los supervisores de cuerpo energético, designados para coordinar las complicadas agendas de los objetos no identificados en el planeta, se ven coercionados a respetar escrupulosamente el precepto «constitucional» de no-intervención y de gerenciar en la penumbra, al margen de luz y taquígrafos. En tan enrarecido contexto global, El Fenómeno se teatraliza con todas las de la ley, buscando que en ninguna circunstancia averigüemos nada tangible y definitivo acerca de los intrusos de otros planos vibratorios. Y que mediante ardid tan retorcido padezcamos / disfrutemos una duda institucional permanente, estudiada con eximia lucidez por René Descartes.
Cualquier platillista experimentado sabe muy bien que los manipuladores del trasfondo inmaterial se complacen en ofertarnos, en cuanto a las migajas que nos dejan ver comparadas con los voluminosos activos cósmicos que nos substraen, una de cal compensada por varias de arena, las sacas de trigo ladinamente interpoladas con costales de cizaña.
Ante tan fenomenal embrollo y acosado por la hesitación, al ciudadano del montón no le queda otra que aviárselas a su modo y en solitario, y acometer de por vida un incansable esfuerzo de averiguación, hasta recomponer por sí mismo, si es que lo logra alguna vez, la misteriosa lámina del rompecabezas de la verdad universal.
Y esta fantástica exploración de las otras mansiones inmateriales y de lo No Manifestado, que conducirá al hombre a emocionantes descubrimientos, ha de llevarla a cabo apoyándose en un exasperante puñado de meros indicios inconexos, a veces incompatibles entre sí, sin el dulce auxilio de la menor verificación indubitable. El panorama no es halagador que digamos, para los que aspiran a no dejarse timar por sus sentidos.
Terapia actitudinal ante la elusiveness
En resumidas cuentas: ya estamos apercibidos de que Ellos faenan en nuestra cercanía dimensional, lo organizan y controlan todo, pero se niegan unilateralmente a cumplir su misión rectora a ojos vista y con las guardias bajadas. Una situación harto frustrante para los que pretenden que no se les tome el pelo, y en particular de cara al filósofo, al metafísico, al teólogo y, cómo no, al sufrido ufólogo. En semejante impasse, y para el caso de que resolvamos aplicar la inteligencia en nuestra vida personal, ¿cómo deberíamos sobrellevar en la raya del tercer milenio el que bautizaremos como trauma post-elusívico?
En otras palabras: ahora que por fin les hemos visto el plumero a los tutores y guardianes del Tinglado, ¿qué reacción por nuestra parte, los humillados y ofendidos por el fraude sensorial, merece el que, sin consulta previa, nos hagan partícipes a la puta fuerza en su eviterno pasatiempo de la gallinita ciega? ¿Odio, resentimiento, pataleo infantil, hacernos la víctima, autocompasión, ansias de venganza u otras inmaduras complacencias?
¿O va a ser más pragmático echar toda la carne en el asador del subetérico arte del discernimiento? ¿Discriminamos pues con serafínica finura, hasta asumir con sabia ecuanimidad las benéficas consecuencias del legítimo, racional y justificado mecanismo de causas y efectos, ¡incluida la elusiveness! que presta sentido al palpitante organismo cósmico? All is well, «todo está bien en conjunto, en profundidad y a largo plazo«, nos avisan los místicos, por aquello de que «comprenderlo todo es perdonarlo todo«. No parece mal programa.
En lo que se refiere a las aeroformas nunca identificadas, carecemos de antecedentes que nos ayuden a encajar con solvencia humanista el ultraje que implica la quíntuple trampa que nos tienden los sentidos. El obrero paracientífico, hastiado de que tanto sus materias primas como los productos acabados se le queden por siempre jamás en el aire, culmina su carrera desilusionado por las hueras respuestas de la ovnilogía ortodoxa. La disciplina de sus exultancias y angustias, a la que ha dedicado su vida, prefiere hacer como que no cae en la cuenta de la premeditada indefinición elusívica que contamina la Totalidad. Bruma empañadora que es a su vez el motivo de fondo de que el quehacer de los ovnis, sin pies ni cabeza, resulte cabreante por inexplicable. Veamos: sin el taumatúrgico abretesésamo teórico de la elusiveness, el panorama de lo que a primera vista ocurre en el universo resulta ininteligible, y nada cuadra por ende ni en la ciencia de los discos volantes ni en la teología ni en la metafísica, que trata como se sabe de los entes muy reales que burlan la chapucera cámara fotográfica de la visión humana.
En tan deprimente callejón sin salida, el estudioso que todavía no ha asimilado la llave maestra de la elusiveness, entra en crisis y se le derrumban encima, dolorosamente, las columnas de su carcomido templo conceptual. Y a partir de la demolición de todo cuanto sabía y creía acerca de los malditos unidentified flying objects, se ve apremiado a reconstruir ex-nihilo, y sobre renovados cimientos, otro edificio explicativo de repuesto.
Falto de tradición y de antecedentes, el indagador acomete la desolada travesía del desierto, su purificativa noche oscura del alma. Si logra coronar con éxito esta catártica subida al Monte Análogo, descubrirá con vibrante estupefacción que los interrogantes de la ufología heterodoxa (¿Ellos?, ¿Dónde y cómo viven, piensan y aman?, ¿Qué juego se traen con nosotros?), coinciden bajo la superficie con las eternas preguntas del hombre (¿Cuál es el quid de la realidad universal?; ¿Qué unificador supercampo de acciones y fuerzas subsume e interpenetra el infiniverso?; ¿Cómo me corresponde colaborar, cual humilde pero insustituíble engranaje sinérgico, para que el macrocosmos funcione como un reloj?).
A estas alturas el peregrino allende el espacio / tiempo ya ha emergido de la jungla ufológica para escalar ese otro mundo que es la meseta de lo inmanente. Y ya en la cumbre, comprueba extasiado que la solución profunda a los dilemas de los vimanas celestes, conduce inexorablemente a las respuestas y claves que nos llevarán sin quererlo hasta la meta suprema del Alfa y el Omega, a la Noosfera, al Centro de los Centros anhelados por el homo sapiens desde el amanecer de la historia.
Entonces, y a modo de conclusión, ¿qué porvenir le auguramos a nuestra bienamada y traicionera ufología, con la regla de oro de la elusividad cósmica en la mano?
El autor ya no se hace ilusiones. A fuerza de lucrativos desengaños se siente a gusto huésped en este universo transfundido por la incertidumbre de la fascinante elusiveness, que lo compele a agenciarse con una miaja de sangre, kilotones de sudor, unas pocas lágrimas y ergios de alegría, el pan nuestro de la información y la sabiduría. En los estertores del siglo dispone de cristal de aumento, catalejo y periscopio allegados por la experiencia. Si oye la música de tiros y campanas, barruntará por dónde van y suenan, y cuando le ofrecen gato toma la liebre sin bronquear al prójimo. Bien mirado no es para quejarse.
En ésas estamos: a los buceadores en los arcanos de la vida nos aguarda un futuro – el único hacedero y deseable – preñado de indefinición orientativa, verdades a medias y a cuartos, ambigüedad per se, dudas hasta la médula, luces y sombras por igual. Y este quebradizo filo de la navaja, aunque suene a herejía, acarrea bastantes más privilegios que tragedia.
Los O.V.N.I.s y aviadores, en santa compaña con sus insoportables supervisores de mayor standing en la de Jacob, esos neblinosos reyezuelos del etérico, infinitamente maquiavélicos y que no falten, seguirán tal como la legislación ordenadora de la Realidad Ultima les permite: inasibles, desdibujados cual gorilas en la niebla, equívocos, maravillosamente imprevisibles, ambivalentes, estimuladores del embeleco y la certeza mitad por mitad.
Y no faltaría más: los acabados de nombrar continuarán torturándonos de la cuna a la tumba con una electrizante inseguridad, a la que por nuestro mejor bien no podemos ni debemos renunciar. Es una gloria el hecho de que los llamados ufólogos tengamos que responsabilizarnos de rellenar con imaginación y esfuerzo los huecos e insondables vacíos del gran puzzle que representa el Todo, cuya clave descodificadora se niegan a donarnos de balde sus ilustrísimas, los psiconautas mon amour, a quienes guarde Dios muchos años.
(Texto inscrito en el Registro de la Propiedad Intelectual)